La ofensiva turca en el noreste de Siria tiene varios objetivos, uno de los cuales es la destrucción de las milicias kurdas sirias, como las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) y las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), que son vistas por Ankara como grupos terroristas vinculados al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), la organización kurda que lucha por lograr la independencia o autonomía del sureste de Turquía, poblado mayoritariamente por kurdos. Otro objetivo claro es alterar la composición demográfica de la región del noreste de Siria y convertir a los kurdos en una minoría. La transferencia forzada de los refugiados árabes sirios servirá a Erdogan para eliminar su presencia de Turquía, donde están situados en grandes ciudades y sufren del rechazo de la mayor parte de la población turca a su presencia. En este sentido, la operación turca busca frenar la caída de popularidad de Erdogan, que quedó reflejada en los últimos comicios municipales en Ankara y, sobre todo, Estambul, y que podría perjudicarle de cara a los próximos comicios presidenciales.

No obstante, la razón oculta de esta operación es el intento de Erdogan y su círculo de controlar zonas del norte de Siria, un objetivo que responde a su ideología neo-otomana expansionista, que le ha llevado a intervenir abiertamente en los asuntos internos de varios países árabes, como Siria, Irak, Libia, Egipto y otros, a menudo en forma de apoyo a grupos terroristas. Esto ha motivado una fuerte reacción de Egipto de condena a la intervención turca tras lo cual Erdogan llamó al presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi “asesino”. No cabe duda, pues, llevará a un mayor deterioro entre Erdogan y varias naciones del mundo árabe, que condenaron en la reciente cumbre de la Liga Árabe en El Cairo las “acciones turcas” contra un país árabe. También el alineamiento de los grupos opositores sirios con Erdogan, lo cual dañará más su imagen presentándola como unos agentes al servicio del imperialismo turco, que es rechazado por la gran mayoría de sirios y de muchos árabes, que todavía sienten como algo reciente la historia del dominio otomano.

La ofensiva turca también dañará los vínculos entre Turquía y Europa, que ha sido también amenazada por Erdogan con una oleada de 3,6 millones de refugiados sirios. Europa ha rechazado la ofensiva turca y ha presentado una moción de condena a la ofensiva turca en la ONU. Las tensiones que ya predominaban en las relaciones entre Ankara y varias capitales europeas se incrementarán. Los grandes perdedores de la ofensiva turca serán, en primer lugar, los kurdos sirios, que se aliaron con los enemigos de Siria en contra de su propio país con el fin de conseguir un poder autónomo e incluso la secesión. Incluso ahora que sufren la agresión turca y que han visto como EEUU los abandonaba a su suerte e incluso impedía la condena a la ofensiva turca en la ONU, los dirigentes de las FDS siguen confiando en que Turquía detendrá su ofensiva a unos kilómetros de la frontera y ellos continuarán con su alianza con EEUU en el resto de la geografía. Por supuesto, las FDS no representan a la mayoría de los kurdos, para los cuales los errores y la traición cometidos por esta milicia son imperdonables.

Ellos se consideran sirios ante todo y no cabe duda de que optarán por apoyar al Ejército y Estado sirio no sólo frente a las FDS sino también frente a las tropas invasoras turcas. En lo que se refiere a Erdogan, su apuesta podría malograrse y podría convertirse así en otro perdedor de la actual situación si las zonas sirias ocupadas se convierten en escenario de un movimiento de resistencia armada contra la ocupación turca. Esto incrementaría el nivel de oposición interna en Turquía contra el presidente turco. En lo que se refiere a Damasco, la operación turca puede conllevar algunos beneficios, como el debilitar a las FDS, lo cual impedirá a esta última de establecer, bajo la protección de EEUU, una región autónoma u oponerse al Ejército sirio. También aumentará el deseo de los habitantes de las zonas dominadas por las FDS de lograr la protección de Damasco y el Ejército sirio, que son la única garantía de que no caigan bajo el control turco. La ofensiva turca también puede facilitar la reanudación de vínculos entre Siria y algunos países árabes opuestos a las políticas turca, en especial Egipto.

Por otro lado, Damasco es consciente de que Turquía no podrá prolongar su presencia en suelo sirio porque eso desembocaría en una guerra con Siria o un conflicto de guerrillas a largo plazo con las fuerzas de la resistencia en las provincias ocupadas que cause grandes daños personales y materiales a las tropas turcas. La oposición turca no apoya la política de Erdogan hacia Siria y la caída de este último, ya se produzca tarde o temprano, llevará a un cambio en la política de Ankara hacia Damasco. (Source/Photo: Various Media; Almanar)