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viernes, 28 de abril de 2017

China: El dominio de los mares

Con la proyección de su soberanía sobre el Mar de China Meridional, el gigante asiático busca proteger sus intereses geopolíticos e imponer, con su poderío naval, una política de hechos consumados. Sin embargo, el primer traspié jurídico en la Corte Internacional de Arbitraje de La Haya ha puesto un límite a las ambiciones de Beijing.

Botadura del nuevo portaaviones chino Shandong en el astillero de Dalian.

El Mar de China Meridional, que conecta el océano Índico con el Pacífico Occidental, se ha convertido en el último tiempo en un escenario de tensiones diplomáticas entre el gobierno de Beijing y algunos de sus vecinos que integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). La importancia geopolítica de la zona obedece a que por sus aguas circula alrededor de un tercio del tráfico marítimo comercial del planeta, lo que incluye la mitad de los contenedores, un tercio de la carga de granos y dos tercios de los envíos de petróleo procedentes del estrecho de Ormuz, puerta de salida del golfo Pérsico. Por el estratégico estrecho de Malaca, que comunica el Índico con el Mar de China Meridional, transita el 80 por ciento de las importaciones de crudo chinas.

En mayo de 2009 el gobierno de Beijing presentó ante la ONU, por primera vez en forma oficial, un mapa con el trazado de la denominada “línea de los nueve puntos”, también conocida como “lengua de vaca”, que englobaba bajo su soberanía prácticamente la totalidad de las islas ubicadas en el Mar de China Meridional. Ese trazado, cuya primera formulación data de 1948, incluye las Paracel –ocupadas de facto por China en 1974 y reclamadas por Vietnam– y las Spratly –cuya soberanía es reclamada total o parcialmente también por Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunei–, además del banco Scarborough –bajo control chino desde 2012 y reclamado por Filipinas–. Además de su valor estratégico y de la explotación de sus recursos pesqueros, esta zona cuenta con unas reservas de petróleo estimadas en 12.000 millones de barriles y de gas calculadas en 4.380 billones de metros cúbicos.

El problema sunnita

Ely Karmon, experto en Medio Oriente e investigador senior del Instituto Internacional para la Lucha contra el Terrorismo (IDC), en diálogo exclusivo en Tel Aviv, alertó sobre la “política de cambio demográfico” de Irán para implantar población chiita en regiones de donde los sunnitas fueron expulsados como el principal foco de conflicto futuro.

Israel, el Estado Islámico, la cuestión kurda, el papel de Rusia y la expansión iraní en Medio Oriente son algunos de los ejes que abordó el experto Ely Karmon en exclusiva para DEF. El especialista en terrorismo ofreció un diagnóstico de la situación actual del cercano Oriente y adelantó algunas claves para el futuro cercano de la región, que incluyen la inminente caída del Califato instaurado por el Estado Islámico y un nuevo auge de Al-Qaeda, así como el avance de Irán con el apoyo ruso.

Entre los múltiples focos de inestabilidad regional, sin embargo, Karmon destacó como el más sensible a la implantación de poblaciones chiitas impulsado por Teherán, que, asegura, puede cambiar el mapa político en cinco o diez años.

sábado, 25 de febrero de 2017

Pensar la defensa

Toda iniciativa en materia de Defensa debe ser diseñada, coordinada y conducida desde el más alto nivel político. Si el país tiene objetivos que alcanzar, debe haber políticas. Si hay políticas, debe haber estrategias para llegar a esos objetivos. Si hay estrategias, debe haber planes elaborados por profesionales.

Escribe Horacio Sánchez Mariño

Al conocerse los resultados de las elecciones norteamericanas, nos recuerda Lluis Bassets, Angela Merkel subrayó la base de los vínculos de la Alianza Atlántica: “Alemania y Estados Unidos están conectados por los valores de la democracia, la libertad, el respeto de la ley y la dignidad de los seres humanos, con independencia del origen, color de la piel, religión, género, orientación sexual o posiciones políticas y yo ofrezco al próximo presidente la más estrecha cooperación en base a estos valores”. Sin embargo, Donald Trump no parece compartir la simpatía de Obama por la canciller alemana. Además, los movimientos del Reino Unido hacia un Brexit brusco y taxativo, amenazan con debilitar la seguridad colectiva, entre otras cosas. Con un apoyo explícito del presidente Trump a la política británica, todo parece indicar que la Unión Europea tendrá menos sustento. Así también, estos movimientos permiten pensar en un fortalecimiento del vínculo estadounidense con sus primos británicos. Alguna vez se habló de un imperio estadounidense-británico, algo así como el imperio austro-húngaro que, a fines del siglo XIX, era llamado la “doble monarquía”. Si esta doble democracia que siempre privilegió su “relación especial” avanza hacia posiciones más autónomas, la situación cambiará cualitativamente.

Escribo desde Edimburgo, luego de un fin de semana con amigos argentinos y británicos en Knutsford, la Inglaterra profunda. Todos ellos están muy preocupados. Mi anfitrión inglés, un hombre culto e informado cuya familia llegó a la Argentina en 1860 y con dolor debió dejar el país en 2001, no oculta sus temores. Tiene una fábrica de plásticos y en lo personal el Brexit le permite algún optimismo para sus intereses comerciales, pero teme por la situación mundial. Ante mi remanido comentario sobre la ausencia de líderes en el mundo, este graduado en la Universidad de Edimburgo sonríe y con ironía recuerda que hay dos líderes destacados, Vladimir Putin y Xi Xinping. Uno proviene del espionaje soviético y otro es hijo de uno de los fundadores de la China moderna.

Los diarios no son más tanquilizadores. Niall Ferguson, un historiador del Imperio Británico y de los Estados Unidos expone en página central del Sunday Times, la complejidad del momento, sin ocultar su recelo hacia las nuevas autoridades. Lluis Bassets enumera los peligros que atraviesa Europa: primero, la crisis financiera, luego, la anexión de Crimea por Rusia. A continuación, la crisis de los refugiados que no sólo impuso extraordinarios esfuerzos sino que destruyó la política de inmigración y los acuerdos de Schengen. El Brexit, dice Bassets, hace que “la fábrica de paz, prosperidad y estabilidad que era la Unión Europea, en vez de ensancharse, se encoja.” Remarca, también, que con la salida del Reino Unidos se va de la población y el 18% del PBI, se desprende un arsenal nuclear importante y se separa un país con asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. No es poco.

Algunos de nuestros especialistas locales de relaciones internacionales no dan mayor crédito a la influencia de estos cambios sobre América del Sur. En nuestra condición de soldados, sin embargo, tenemos la obligación de reflexionar sobre posibles peligros. Los desafíos del país son globales, hay competencia abierta entre las grandes potencias en este tránsito desde la unipolaridad hacia algo que no conocemos. La guerra en Medio Oriente se generaliza, las mayores potencias militares incrementan los ataques aéreos, aunque apenas se agitan en los foros de negociación de paz. El África se incendia paulatinamente; la primavera árabe se convirtió en un invierno glacial, mientras el cambio climático y sus consecuencias sociales emergen amenazantes, entre ellas más guerra. El comercio y el poder se mueven hacia el Lejano Oriente y el océano Pacífico está surcado por flotas de guerra. Como un volcán, las elecciones estadounidenses pusieron en evidencia las erupciones cibernéticas. En nuestro medio, las organizaciones criminales salen a la luz, tanto en la violencia en barrios contiguos a la Casa Rosada como en los expedientes judiciales que corroboran informaciones periodísticas de los últimos años. La política pasó a las páginas policiales. No son nuevas amenazas, son compendios de la realidad que exhiben lo cerca que estuvimos de sucumbir al poder narco. Es una época de cambios y la Defensa no puede soslayarse en ningún análisis.

TRANSFORMACIÓN DE LA DEFENSA

En tiempo de peligro, no quedan dudas, hay que transformar el sistema de defensa. Las añejas fórmulas no resuelven la situación, sirven para navegar la coyuntura, pero la situación impone una mirada integral. Toda iniciativa en materia de defensa debe ser diseñada, coordinada y conducida desde el más alto nivel político. Navegando la globalización en medio de los icebergs estratégicos y geopolíticos, la defensa debe tener un enfoque global, multidisciplinario e interagencial. Se sabe que en el sistema de defensa actúan múltiples actores, cada uno con sus particularidades y, en el caso de los ministerios y secretarías, con sus propias culturas. Es una época donde los parámetros han cambiado cualitativamente, los problemas son nuevos y hay que encontrar soluciones nuevas. Si el país tiene objetivos que alcanzar, debe haber políticas. Si hay políticas, debe haber estrategias para llegar a esos objetivos. Si hay estrategias, debe haber planes elaborados por profesionales.

El gobierno debe, además de coordinar el empleo de los medios estatales, lograr la colaboración de las entidades privadas. Sin embargo, ninguna ONG puede dictar el modo en que se conduce la defensa. Estas organizaciones habitualmente son financiadas por organismos multinacionales cuyos intereses no siempre coinciden con los del país. La defensa y la seguridad están separadas por ley en Argentina. Por algo se hizo así, aunque sospecho que no por las razones que algunos interesados sostienen. Lo cierto es que el marco normativo se ha mantenido en el tiempo, aunque en la última década se introdujeron subterfugios para satisfacción de aquellos interesados. El resultado no ha sido bueno, el sistema está al borde del colapso y no responde a los problemas estratégicos del país. Es necesaria una transformación del sistema de defensa. Esta debe ser liderada por el máximo nivel de la conducción política y debe ser encarada con la profesionalidad que semejante empresa exige. Para cualquier transformación, lo primero que hay que preguntarse es cuáles son los problemas que la defensa debe enfrentar. Esto exige un análisis donde toda la clase política debe intervenir. ¿Nos preocupan seriamente los problemas? Si la respuesta es afirmativa, desde el máximo poder del Estado debe partir la iniciativa de transformar el sistema.

Como todo cambio importante, habrá quienes se oponen. Nada positivo puede esperarse de los sectores anti castrenses. Estos prefieren que no haya sistema de defensa antes que fortalecer a los militares. La ideología, pero fundamentalmente el temor guía sus acciones. Los intelectuales más sensatos tienen la obligación de razonar apoyándose en conocimientos ciertos. Quienes dicen opinar afirmados en el conocimiento científico deben recordar que éste deriva de los hechos. Algunos enunciados observacionales que se emiten sobre la defensa parecen sustentados en fenómenos extemporáneos. En Alemania, Suecia, Noruega o España hay contingencias diferentes a las de aquí. Debemos pensar en nuestros problemas observando los hechos de aquí. Aquellos estudiosos de las relaciones internacionales preocupados por los militares deben considerar que en la base de su disciplina está la importancia de ese poder en la vida de los Estados. Esa disciplina nació para comprender la guerra y más aún, para evitarla. Ningún país prescinde de un sistema de defensa, menos aún en tiempos de alta incertidumbre como los actuales.

SOLUCIONES INNOVADORAS

Los funcionarios del régimen anterior, antes de emitir un dictum sobre los riesgos de la defensa actual deben analizar las causas de su fracaso, especialmente en esta área, donde los resultados fueron catastróficos. Entre ellos hay jóvenes entusiastas que opinan sobre un tema tan especializado sin siquiera conocer su objeto de estudio. No es suficiente con algún curso en los Estados Unidos o la lectura de papers, es necesario que alguna vez tomen contacto con los soldados, que caminen con una patrulla o naveguen en un barco de guerra, que se sumerjan en ese mundo tan particular para saber sobre qué hablan. Muchos civiles transitaron por el Ministerio de Defensa en la última administración, pero sus tareas se limitaron a controlar que nada saliera del cauce de una ideología que, paradójicamente, nunca fue enunciada. Se la descubre a través de acciones de absurda denegación de cualquier realidad que estuviera fuera de un catecismo nunca publicado. Las tropas que iban a Haití, por ejemplo, tenían prohibido entrenarse en combate en localidades y un funcionario a cargo de las operaciones de paz llegó a publicar que podían existir situaciones “no esperadas”, lavándose las manos. La resolución de esas situaciones estaba a cargo de los jefes militares en la isla y, si algo pasaba, era su responsabilidad. Esto es exactamente lo opuesto de la doctrina democrática, los políticos son responsables de las operaciones militares.

Lamentablemente nunca sabremos que pensaban esos políticos sobre el sistema de defensa; nunca lo hicieron público. Siguiendo la vieja boutade, no tuvimos las viejas respuestas, cambiaron las preguntas y estaba prohibido buscar las nuevas. Lo único de lo que se habló hasta el cansancio fue del control civil de las fuerzas armadas. Este es un principio clave para el funcionamiento de la democracia y desde esta columna advertimos cuando en los últimos años se produjo una alteración y se negoció autonomía militar a cambio de adscripción al proyecto nacional y popular. Lamentablemente, ninguna de aquellas voces se alzó para condenarlo. La democracia es un sistema muy vulnerable y es la primera obligación de la clase política defenderla. Entonces, el control civil de las Fuerzas Armadas debe garantizar que los militares no puedan condicionar a las autoridades elegidas por el voto.

Hubo excepciones honrosas en la década pasada, como el estudio de un equipo de antropólogos ordenado por el gobierno que realizó un trabajo de campo durante meses en los cuarteles militares. Lamentablemente se prohibió la publicación de los resultados, pero se conoce que muchos de los temores sobre los soldados, marinos y aviadores eran infundados. Otros antropólogos impulsados por sus intereses académicos investigaron a los militares. Con sus cargas ideológicas –todos las tenemos– y sus compromisos políticos, estos investigadores llegaron a conclusiones que no debieran preocupar a la sociedad. Sobre esta base podemos pensar en una transformación. Los jóvenes militares forman parte del país del futuro; hay una energía y vitalidad increíbles en esta juventud cuyos valores aluden al servicio y compromiso con sus compatriotas. Esta transformación ayudará a impulsar el desarrollo del país y fortalecerá los recursos nacionales a largo plazo. Donde estoy, tradiciones de siglos se preservan. Reflexiono sobre las nuestras y me pregunto qué pasará dentro de cien años. Seguramente, algunos hombres de hoy serán bien recordados; otros nominarán solo alguna calle polvorienta del sur del país; la mayoría seremos olvidados. De lo que estoy seguro es que de si aún existe la República Argentina, en todos los cuarteles del país, a las ocho de la mañana, se izará el pabellón nacional entonando la canción Aurora.

viernes, 5 de febrero de 2016

Argentina: en la búsqueda de decisiones con criterio

Por: Gustavo E. Andres Saralegui 
Buenos Aires - Argentina, 1956. Ingeniero por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Actividad privada, Urbaser (Grupo ACS) y Gaseba (Gas de France). Magister en Defensa por la Escuela de Defensa Nacional (EDENA). Colaborador en artículos de opinión para Nuevamayoria.com de Argentina e Infodefensa.com de España. 

Buenos Aires

Desde el 10 de diciembre de 2015, Argentina cuenta con un nuevo ministro de Defensa. Si bien siempre se puede estar peor, es difícil pensar que este staff, pueda tener una mala performance. El manejo del área en los últimos 12 años realmente ha sido pésimo, con el agravante parafraseando a Goethe “No hay nada más terrible que ver la ignorancia en acción”, por tanto, con un mínimo de conocimientos y lógica podría el área llevar adelante una gestión aceptable en los próximos cuatro años.
Sin embargo, “Cambiemos” se gestó con la idea de modificar las estructuras arcaicas que dirigen los hilos de la política argentina y el área Defensa no es ajena. Si los cambios de fondo no se producen, la nueva dirección seguramente tendrá planes y programas que podrán en el futuro calificarse de meritorios, pero la raíz del problema seguirá siendo 'la espada de Damocles' de esta gestión y de las subsiguientes y los efectos   quedaran a juicio de los historiadores.  

Una mirada a la actualidad permite observar en el sector, conflictos de intereses que necesariamente deben llevarse al terreno de los problemas a resolver, pero siempre observando que la madre de ellos, es el desproporcional gasto en personal (activo y pasivo) superior al 80% en relación a los necesarios gastos de operación, mantenimiento y las adquisiciones. Esta ecuación da como resultado un presupuesto que parece adecuado por monto, pero en la práctica alcanza solo para el pago de salarios, pensiones y retiros.

La imperiosa y trascendente reforma del sistema de defensa argentino no es una misión donde sea fácil obtener el desenlace esperado. Se necesita compromiso y firmeza del staff político para alcanzar la meta, y por sobre todo saber porque es importante llevarla a cabo, entendiendo que el tiempo forma parte del éxito. Por tanto, no podemos considerar el corto plazo para su rápida finalización.

En el corto plazo, si es fundamental poner en acción a las fuerzas armadas, básicamente volver a la instrucción de calidad y adiestramiento militar de marinos, pilotos y soldados. Dada la falta de recursos que el presupuesto seguramente dispondrá en el 2016 para operaciones militares, se vuelve necesario recurrir entre los conocedores y expertos del área, a la creatividad para imprimirle velocidad al ciclo de alistamiento, adiestramiento y sostenimiento de las operaciones. También debe evaluarse las posibles adquisiciones incluidas en distintos presupuestos anuales que nunca se ejecutaron.

En el sector naval, quedo pendiente entre otros, la construcción de patrulleros de alta mar. En sus orígenes fue pensado para llevarlo en forma conjunta con Chile sobre la base de un desarrollo del astillero Fassmer. Hoy este país tiene navegando tres de un total de seis programados y desde que se estudió la idea a principios de siglo, varios países de Latinoamérica han llevado adelante la producción, por caso Colombia en conjunto con el mismo astillero, Venezuela con Navantia y Brasil comprando a BAE Systems.

Sin embargo, convendría poner sobre el tablero de decisiones, la elección de las alternativas barcos de guerra o patrulleros de alta mar (Offshore Patrol Vessel), para realizar las tareas de control pesquero, cumplimiento de las leyes y búsqueda y rescate en el mar, funciones propias de una Guardia Costera. Al respecto cabe preguntarse si Argentina con cuatro fragatas y nueve corbetas en las bases de Puerto Belgrano y Mar del Plata, sin navegar por falta de alistamiento y sostenimiento no podría en los próximos cuatro años, como resultado de un plan inicial de navegación del Mar Argentino, para la vigilancia marítima que incluya adiestramiento y patrullaje, no puede realizar estas funciones incorporando personal de Prefectura Naval idóneo para llevar adelante estas tareas.

De hecho, las marinas del mundo hicieron todos estos trabajos de las OPV con barcos de guerra por centurias.

Por otro parte los gastos en tripulación y combustible para navegar son costos hundidos en el caso de los barcos de guerra, no así, de decidirse el desarrollo y producción de las OPV. Hay que estimar una inversión cercana a 50 millones de dólares por cada unidad que se decida incorporar.

El argumento más sólido para sostener esta postura es que a diferencia de otros países como los EE.UU. que también tiene una gran Zona de Exclusión Económica (EZZ), aún mayor que la de Argentina, para la Marina de guerra argentina (ARA) a diferencia de la US Navy, para la cual el área de operación primaria está lejos de las aguas territoriales, el Atlántico sur que baña las costas patagónicas, es su principal foco de atención, dado el conflicto que aún mantiene con una potencia extranjera.

EE.UU. no puede estar disponiendo o construyendo un número proporcionalmente grande de barcos puros de guerra para también patrullar su ZEE. o Argentina en cambio debe patrullar sus aguas territoriales con sus mejores barcos de guerra.

En el área naval, es esencial comenzar a realizar vigilancia marítima del Mar Argentino y entrenar a los oficiales y tripulaciones asignadas a los barcos. En este momento si se realizara un análisis comparativo sobre experiencia marinera a lo largo de épocas, es posible que los oficiales superiores de hoy tengan menor experiencia que los subalternos de hace 30 años.
Sería importante realizar una auditaría externa y comparar con los informes que posee el edificio Libertad para comprobar fehacientemente el estado actual del core team de la escuadra de buques de superficie, que son las fragatas y corbetas Meko. Las mismas fueron adquiridas a partir de un plan de compras gestado y conducido por la Armada desde mediados de la década de 1970.

Estimando que los cascos están en buenas condiciones, las plantas propulsoras de las Meko 360 sistema COGOG (turbinas Rolls Royce en ambos casos), podrían ser reemplazadas, dado su desgaste, y restricciones políticas para su mantenimiento, por el sistema CODAG (con dos motores diésel tipo Bazán Bravo o MTU de 6-7 MW cada uno y una turbina General Electric de 21 a 24 MW) que les permitiría navegar en velocidades de hasta 26-27 nudos, con menor firma térmica y acústica.

También sería importante y de gran utilidad aumentar el tamaño del hangar para permitir hangarar helicópteros medianos, tipo MH-60 Knight Hawk (Sea Hawk) en su versión S o R, ya que en una condición del mar Sea State 5  (World Meteorological Organization Sea State Code),  es decir con olas entre 2,5 a cuatro metros de altura, los helicópteros ligeros embarcados (Fennec o Alouette III) que tiene la Armada Argentina no pueden volar con seguridad en misiones de guerra antisubmarina (ASW) o búsqueda y rescate de combate (CSAR).

Con este up grade y la adquisición de los Sea Hawk, más la correcta provisión de combustible y racionamiento, volveríamos a tener 4 navíos de guerra turnándose en campañas de navegación exigentes en el Mar Argentino.

Quedaría analizar el sistema de armamentos y equipamiento electrónico de sensores como los radares y sonar para otra etapa, donde la posibilidad de un 'up grade' queda en desventaja, ya que los cascos han superado con creces la vida útil media, acercándose al final de la misma. Hoy todos sabemos que una Meko 360 frente a las fragatas Tipo 23 o destructores tipo 45, que patrullan nuestras propias aguas territoriales están en inferioridad de condiciones.

Durante esta gestión debería tomarse la decisión en la elección del futuro navío que reemplazara a las Meko 360. Para sustituirlas se debe estimar una inversión de entre 350 millones para el caso de una Meko 200 clase ANZAC o 700 a 900 millones para el caso de un 'flagship'. Sería reconfortante para nuestros marinos navegar por los mares del sur, y poder pensar que los marinos ingleses, van a sentir la misma sensación que ellos al ser barridos por el radar.

Es bueno tener siempre presente a Friedrich Nietzsche: “Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”.

jueves, 4 de febrero de 2016

Militares del futuro: Profesión heroica en un mundo posmoderno

En una época en que se imponen los bombardeos remotos por sobre las tropas en el terreno y en la que las palabras “guerra” y “héroe”se utilizan poco y el término “combate” es reemplazado por “operaciones”, se plantean interrogantes para el porvenir del soldado.

Por Horacio Sánchez Mariño

La enigmática cinta Los sueños, de Akira Kurosawa, estrenada en 1991, incluye dos cortometrajes, “La tormenta” y “El túnel”, donde el gran director japonés reflexiona sobre la guerra. En el primero, un pelotón de soldados avanza por las montañas, ateridos de frío, caminan con sus últimas fuerzas. En un momento, caen agotados y se duermen sobre la nieve; un viento blanco los envuelve y aparece una bella joven que arropa al jefe, tapándolo con una cobija. Cuando el atribulado oficialestá por dormirse, la joven se convierte en un monstruo y el jefe lucha por no dormirse. Con esfuerzo se levanta y despierta a sus hombres; entonces, la tormenta cede y descubren que el campamento está a unos pocos pasos. En “El túnel”, un oficial japonés regresa de la guerra por un camino sombrío. Al anochecer cruza un túnel donde un perro se acerca y le gruñe. Al salir, un soldado le pide permiso para regresar al mundo de la vida, a lo que el teniente responde que no es posible, que está muerto. Luego, sale del túnel toda una compañía marchando disciplinadamente. Sin romper la formación, otro soldado reitera el pedido. El oficial les dice que todos están muertos, que ya no pertenecen a este mundo; recuerda las condiciones en las cuales murieron, a causa de una orden impartida por él mismo de atacar una posición enemiga. Uno de los soldados abandona la formación y se le acerca. Con voz trémula, le pide al oficial que observe el horizonte; hay en la profundidad de la imagen una luz que se destaca por su brillo. –¿La ve, señor? Esa luz pertenece a mi casa. Allí está mi madre que me espera. ¿No puedo volver?–ruega entre sollozos el desdichado. Abrumado por las lágrimas, el oficial repite con ternura que no, que todos están muertos, que murieron como consecuencia de una orden suya y que debían volver al reino de los muertos. El soldado vuelve a ocupar su puesto, la compañía da media vuelta y, marcialmente como llegó, se va.

Estas escenas conmovedoras pueden tener varias interpretaciones. Según mi opinión, posiblemente objetada por la tribu de cine de mi hijo pacifista, remarcan la tremenda responsabilidad de los oficiales. Ellos son, en algún momento, dueños de la vida y la muerte de sus subordinados en la guerra. Esta responsabilidad no puede transferirse y no puede ser usurpada por nadie, por lo cual tienen la obligación de prepararse para ese trance de horror. La Segunda Guerra Mundial que dispara las metáforas de Kurosawa ha quedado, sin embargo, en un pasado remoto. Hoy nos preguntamos cómo serán los militares en el futuro, en una sociedad que autores importantes llaman posheroica. En efecto, el historiador británico John Keegan fue uno de los primeros en discutir las nuevas condiciones donde se emplearían los soldados. Es clásico su libro sobre la experiencia del soldado en combate, El rostro de la batalla, donde expone las pavorosas vivencias de quienes participaron en Agincourt, en Waterloo y el Somme. Su conclusión es que en nuestro tiempo la batalla se ha abolido a sí misma: “La impersonalidad, la coerción, la crueldad deliberada, desplegadas todas en una escala creciente, hacen que sea cada vez más dudosa la capacidad del hombre moderno para soportar la tensión de la batalla”.

En La máscara del comando. Un estudio del generalato, Keegan analiza los estilos de conducción de genios militares de la historia, en diferentes épocas. En el período que denomina del “liderazgo heroico”, describe el modo de mando de Alejandro de Macedonia. Luego, exhibe a quien considera el epítome del conductor militar, Arturo Wellesley, duque de Wellington, a quien caracteriza como un “antihéroe”. Entre los estadounidenses, elige a Ulises Grant para presentar lo que denomina el “liderazgo no heroico”. Para representar un modelo del liderazgo fallido, expone el modo de mandar de Hitler, en el período que llama de “falso heroísmo”. Finalmente, analiza el liderazgo durante la Guerra Fría, época que denomina “posheroica”. En otro artículo analizaremos el papel de los estrategas del futuro, quedándonos por ahora con la caracterización que estos autores hacen de la época.

Edward Luttwak, profesor estadounidense de origen rumano, habla también de un liderazgo posheroico, en dos ensayos publicados en Foreign Affairs y en un libro de 2002 (Strategy: The Logic of War and Peace). Allí discute las características de la estrategia y la táctica en la nueva era que él vislumbra como ajena al heroísmo. La guerra “a la distancia” de Luttwak coloca el foco en el nivel operacional, en el empleo de bombardeos aéreos quirúrgicos y misiles teledirigidos, agravado por el uso de los drones, apoyándose en la necesidad explícita de evitar las bajas. El arte operacional es estudiado en profundidad y prácticamente no se habla más de la táctica. La primacía del bombardeo se impone para no bajar tropas al terreno y el liderazgo posheroico se parece más al modo empresarial de llevar los negocios. En los discursos de Barack Obama, fiel exponente de esta concepción estratégica, las palabras guerra y héroe se utilizan poco y el término combatees reemplazado por “operaciones”.

Avanzado el siglo XXI, sin embargo, estas postulaciones de cambio de ciclo pueden ser difíciles desostener. Recordemos lo ocurrido en Srebrenica, donde un batallón holandés que no pudo cumplir con su misión de proteger el área asignada consintió la matanza de más de ocho mil personas. Además de las pérdidas humanas, el suceso provocó la caída del gobierno holandés, seguida de una investigación integral de su sistema de defensa. Aún no termina de definirse la situación del jefe de batallón, abrumado por las acusaciones, y de las indemnizaciones a los familiares de las víctimas. Antes de impulsar cualquier iniciativa a favor de la formación posheroica se debe leer el informe del gobierno holandés sobre las circunstancias militares de lo ocurrido en Srebrenica (Informe NIOD, por sus siglas en inglés), donde decentes soldados se vieron envueltosen una situación que nadie pudo manejar, salvo las grotescas huestes de Ratko Mladic.

Del mismo modo, en la guerra del Líbano de 2006, el desempeño de las fuerzas de defensa israelíes no fue bueno, según un análisis de Avi Kober (The Israel Defense Forces in the Second Lebanon War: Why the Poor Performance?, 2008), quien estudió a fondo el informe Winograd del gobierno israelí. Una de las razones del fracaso, dice el autor, fue la adhesión a la doctrina de la guerra posheroica bajo circunstancias que requerían otra perspectiva. Kober sostiene que la doctrina de las fuerzas de defensa había focalizado el entrenamiento del cuerpo de oficiales en teorías posmodernas no militares, como la obra de Deleuze y Guattari o de Clifford Geetz, en vez de estudiar a los maestros en el arte de la guerra, en la convicción de que “así equiparían a los jefes con las herramientas necesarias para enfrentar las complejas y cambiantes realidades de la guerra”.

En ese ensayo publicado en el Journal of Strategic Studies, Kober concluye: “Las concepciones de la Revolución en los Asuntos Militares pueden ser elegantes y sofisticadas pero no pueden reemplazar las simples nociones militares sostenidas por los pensadores militares por siglos, a saber: la identificación y operación contra centros de gravedad, no solamente buscar la obtención de “efectos”; el rol fundamental que cumplen las fuerzas terrestres en el éxito en el campo de batalla; la importancia de infligir daño al enemigo, no solamente quemar su conciencia, y el hecho de que el enemigo no se ajusta a las reglas que uno desea dictar”. En mi modesta opinión, la experiencia de la guerra de Malvinas y de las operaciones militares de paz indica que los soldados del futuro no podrán escapar de la táctica, las guerras podrán ser posheroicas, pero habrá mucho espacio para el heroísmo en el campo de combate.

EL PACIFISMO

En un brillante ensayo, Javier Hernández Pacheco analiza la llamada sociedad posheroica y sus implicancias sobre el paradigma militar (Oficial y caballero. El paradigma militar en una cultura post heroica, CESEDEM, 2008). Esa cultura se impone, según el autor, como consecuencia de la generalizada sensibilidad pacifista, la prosperidad dela vida actual, la valorización del ser individual sobre la sociedad y la consciente decisión de evitar bajas en las operaciones militares. No falta el heroísmo en la actualidad, personificado en los bomberos, los médicos, los misioneros, etc., pero estos personajes, dice el autor, aparecen en situaciones puntuales. La vida actual no depende de las virtudes heroicas. Concordando con el decir de Keegan, el heroísmo, en tanto respuesta irracional al desafío y la amenaza, ya no es necesario, sostiene Hernández.

En una profunda autocrítica al etnocentrismo europeo, el autor llama a “abandonar la concepción imperialista de las relaciones geoestratégicas en las que se trataba de destruir las capacidades defensivas del enemigo para imponerle una voluntad infinitamente expansiva”. Bienvenida la postura, aunque luego de un interesante análisis de la evolución del concepto de “caballerosidad” y el origen y sentido del término “oficial”, concluye que la milicia siempre fue posheroica. En aquel momento de 2008, dice el autor que los oficiales de las fuerzas armadas debían ser caballeros al servicio público, educados en una moral pacifista, lejos del heroísmo tradicional. Cabe preguntarse qué pensará hoy, cuando los pilotos derribados por el ISIS son quemados vivos en una jaula, cómo habría que educarlos evitando la referencia heroica.

El pacifismo como pensamiento parte de una visión armoniosa de la realidad social, sin conflictos, apacible,cuya tranquilidad es perturbada por actores externos, especialmente por alguna intervención extranjera. Esta argumentación viene cargada de ideas moralistas y buenos sentimientos que no se compadecen con la realidad empírica. Al transitar una zona de conflictos, lo que se percibe no tiene nada de armonioso y la representación de un mundo pacífico no se verifica. Existen, por otra parte, constataciones sobre la dificultad para construir escenarios pacíficos mediante un esfuerzo continuado en la educación y la aplicación de políticas sociales favorables a la paz, como predica el pensamiento constructivista, otra veta del pacifismo. El conflicto parece inherente a la vida social y está bastante asociado a la escasez de bienes observable en las zonas de guerra. Allí, se aprecia una diferencia enormeentreel deseo potencial del pacifismo y los datos de la realidad. La perspectiva moralista de esta noción considera, porejemplo, quelas fuerzas militares empeoran una situación que puede solucionarse con solo dejar que los actores negocien y arreglen sus diferencias. Esta postura deja entrever algo de la idea cristiana del Plan de Salvación, pero la realidad de las zonas de conflicto muestra que la hostilidad de los actores no se disipa con solo desearlo. Menos aún por confiar en que la Providencia gobierne los eventos hacia el bien de las sociedades. Cuando las fuerzas de paz son desplegadas, por ejemplo, el nivel de discordia en ese teatro es alto y la violencia ya ha sido ejercida en mayor o menor medida. Pueden mencionarse dos casos, el de Ruanda y el de los Balcanes; en Ruanda, cuando las fuerzas de paz se retiraron, ocurrió un genocidio terrible, con más de ochocientos mil muertos en tres meses.

Por los mismos años, en los Balcanes, la intervención de las fuerzas de paz no tuvo inicialmente la capacidad de frenar los enfrentamientos, que cesaron cuando la OTAN desplegó sesenta mil hombres en Bosnia Herzegovina y cuarenta mil en Kosovo. Para ese momento, ya habían muerto más de ciento cincuenta mil personas y ochocientas mil fueron desplazadas de sus hogares, víctimas de la limpieza étnica, las violaciones masivas y acciones de violencia ritual. Las Naciones Unidas comprendieron que su acción había sido errónea y durante años estudiaron el modo de evitar estas matanzas. A veces, las actitudes pacifistas vienen teñidas de sentimientos antimilitares, antinorteamericanos o antiimperialistas, posturas que no están directamente vinculadas al problema que se discute. Frente a estos credos ideológicos, ningún argumento puede ensayarse. Agreguemos que los casos usualmente nominados de la acción pacifista, el de Mahatma Ghandi y de Nelson Mandela, lograron sus objetivos políticos pero no evitaron la pérdida de vidas humanas.

ARDUOS PORVENIRES

Los extremos parecen tocarse. En otro artículo de Foreign Affairs, el mencionado Luttwak, llamaba a dar una oportunidad a la guerra (Give a chance to war). El autor sostenía que las intervenciones extranjeras, el trabajo de las ONG en los lugares de conflicto, etc., no hacían más que ofrecer comida y medicinas a los belicistas, logrando que se estabilizaran conflictos endémicos, con campamentos de refugiados eternos donde se criaban los futuros combatientes. Luttwak pensaba que, tal vez, si dejaban a los contendientes llevar la guerra hasta las últimas consecuencias, el conflicto podía resolverse más rápidamente. Otros autores, como Mary Kaldor, sostuvieron que debía apostarse a la seguridad humana, fortaleciendo las policías y evitando los ejércitos. Es un modo de ver las cosas respetable, pero muy riesgoso. Los Estados han aprendido que nadie garantiza la propia seguridad en un mundo anárquico, donde el primer mandato es sobrevivir. Para protegerse, los Estados avanzados se dotaron de un sistema complejo de defensa, en el que las fuerzas armadas constituyen la columna vertebral.

Al respecto, desde Clausewitz en adelante, no hay dudas de que existe un campo del saber propio de los militares, que tiene características particulares y que se aprende de manera teórica y práctica. Los conductores militares deben conocer ese arte y perfeccionarse en su saber, que es el de conducir tropas en la guerra. El militar del futuro debe estar preparado para ir al combate en cualquier momento y le debe al Estado una entrega ilimitada, que puede incluir el sacrificio máximo de dar la vida en cumplimiento de su misión. Debe aquilatar un saber que exige toda una vida de especialización, responsabilidad que no puede ser transferida. En algún momento de su vida, un oficial puede encontrarse caminando por la nieve, luchando por no dormirse, con la responsabilidad de sus hombres sobre las espaldas. Tal vez llegue al dilema de impartir una orden que conlleve peligro para ellos. El mundo podrá transitar un período posheroico, pero los militares del futuro deben estar dispuestos al heroísmo.

Para cerrar estas cavilaciones, admitamos que otra interpretación de la película de Kurosawa es posible. Puede ser entendida, por ejemplo, como una crítica al militarismo japonés, que tanto daño hizo a sus vecinos. Al respecto, Hernández Pacheco expone una propuesta provocadora que comparto plenamente: incluir en las planas mayores un oficial extrañamente vestido, un “Pepe Grillo” con un discurso retrasado en dos generaciones que dijera al comandante lo que un militar jamás debe consentir. El autor recuerda las matanzas de My Lai, en Vietnam, la inacción en Srebrenica, las matanzas de tutsis en Ruanda, donde hubo pocos héroes occidentales, entre los que destaca al monje franciscano que permaneció en la Ecole Technique Don Bosco y al general canadiense Romeo Dallaire. Tenemos nuestros ejemplos vernáculos, más que suficientes para reflexionar. Hemos repetido siempre que la política debe controlar la acción militar, pero en las instituciones armadas del futuro no puede faltar esa conciencia humanista que restringe aquello que nunca un oficial puede admitir.

martes, 26 de enero de 2016

El riesgo de catástrofe nuclear es mayor ahora que en la Guerra Fría



Por: William J.Perry
Secretario de Defensa de Estados Unidos (1994-1997)

Durante la Guerra Fría, Estados Unidos contaba con un arsenal de armas nucleares compuesto por más de 10.000 ojivas nucleares desplegadas estratégicamente en lo que se llamó una "tríada": misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos lanzados desde submarinos y cazas armados con bombas nucleares y misiles de crucero. Incluso según cálculos prudentes que apuntaban a su posible desgaste, este arsenal era lo suficientemente poderoso como para destruir la Unión Soviética varias veces. Por eso, esta tríada era considerada como un elemento de protección porque disuadía a los demás países de perpetrar un ataque nuclear contra Estados Unidos.

Pero mantener este poderoso arsenal disuasorio conllevaba sus riesgos. Existía una amenaza constante de que comenzara una guerra nuclear por culpa de un fallo de cálculo (como estuvo a punto de ocurrir en la crisis de misiles en Cuba) o por un accidente (que yo sepa, en Estados Unidos hubo tres falsas alarmas y desconozco cuántas pudo haber en la Unión Soviética). Una guerra nuclear, independientemente de cómo empezara, podría haber supuesto el fin de nuestra civilización, pero en ese momento considerábamos que era necesario arriesgar para responder a las amenazas soviéticas.

"Creo que ahora nos encontramos al borde de una nueva carrera de armas nucleares y que estamos volviendo a la mentalidad de la Guerra Fría."

Cuando acabó la Guerra Fría y la Unión Soviética se desintegró, no parecía necesario seguir corriendo esos riesgos. En mi época de secretario de Defensa de Estados Unidos, mi máxima prioridad se centraba en reducir los peligros que conllevaba el arsenal nuclear de la Guerra Fría, especialmente las armas mal protegidas que quedaban en las antiguas repúblicas soviéticas. Durante mi etapa al frente de la secretaría de Defensa, desmantelamos aproximadamente 8000 armas nucleares tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética (incluidas las mal protegidas), firmamos el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares y ratificamos el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. Al abandonar mi puesto, pensé que íbamos bien encaminados y que estábamos lidiando adecuadamente con el peligro que suponían los restos del arsenal nuclear de la Guerra Fría.

Tal y como predije, se continuó progresando durante un tiempo. El Tratado de Moscú se promulgó gracias a la administración Bush y el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, durante el primer periodo de gobierno de Obama. Ambos tratados trajeron consigo reducciones modestas del despliegue estadounidense de armas nucleares. Esas fueron las últimas reducciones.

"Nuestros ciudadanos no son conscientes de los nuevos peligros nucleares a los que se enfrentan."

Creo que ahora nos encontramos al borde de una nueva carrera de armas nucleares y que estamos volviendo a la mentalidad de la Guerra Fría. De hecho, considero que el riesgo de catástrofe nuclear es mayor que en la Guerra Fría y, aun así, nuestros ciudadanos no son conscientes de los nuevos peligros nucleares a los que se enfrentan. Esta situación me ha inspirado para escribir el libro My Journey at the Nuclear Brink (Mi viaje al límite nuclear) con el objetivo de educar a la población sobre estos peligros. En él, rememoro las experiencias que me han alertado del riesgo de la creciente amenaza nuclear.

Explico cómo trabajé en un equipo de análisis especial durante la crisis de los misiles de Cuba (periodo en el que cada día pensaba que sería mi último día con vida), y cómo después asumí el papel de vicesecretario de Defensa durante el gobierno de Carter. Una noche de ese periodo, me despertó la llamada del Comando de Defensa Aeroespacial de Estados Unidos, pero se trató de una falsa alarma (durante un segundo, pensé que estábamos a punto de ser atacados por 200 misiles soviéticos). Junto con George Shultz, Henry Kissinger y Sam Nunn, escribí una serie de artículos en los que describo mi empeño por reducir los riesgos nucleares durante mi etapa de secretario de Defensa. En esta serie de artículos, que comenzó en 2007, alertamos de los peligros nucleares existentes después de la Guerra Fría, proponemos medidas específicas para reducir estos riesgos y expreso mi preocupación sobre acontecimientos de actualidad como la creciente animadversión entre Estados Unidos y Rusia y la fabricación de una nueva generación de armas nucleares.

Rusia está reconstruyendo su arsenal nuclear

Un nuevo submarino nuclear ruso, el Yuri Dolgoruky, navega por la zona de la fábrica Sevmash en Arcángel, al norte del país. (ALEXANDER ZEMLIANICHENKO/AFP/Getty)

Rusia ya ha empezado un programa de reconstrucción, y no ha perdido ninguna ocasión para anunciar lo que está haciendo. También ha utilizado este arsenal para amenazar a sus vecinos europeos (con misiles Iskander) y a Estados Unidos (proclamando que "Rusia es el único país del mundo realmente capaz de convertir Estados Unidos en cenizas radiactivas").

Aunque creo que estas amenazas son retóricas, entiendo que nuestro instinto natural consiste en responder del mismo modo: devolviendo las amenazas y siguiendo al líder en la carrera armamentística. No obstante, ¿queremos realmente dejar a un lado la diplomacia; queremos recrear el arsenal nuclear de la Guerra Fría, con todos sus costes y sus daños, aún mayores? Creo que es el momento de respirar hondo y preguntarnos qué deberíamos hacer sobre un tema que afecta a la supervivencia de nuestra civilización.

"No deberíamos aceptar que la diplomacia es incapaz de reducir la actual animadversión entre Rusia y Estados Unidos."

No deberíamos aceptar que la diplomacia es incapaz de reducir la actual animadversión entre Rusia y Estados Unidos, al igual que no aceptamos que era imposible usar la diplomacia con Irán. Tenemos muchos intereses en común con Rusia. Pese a que en algunas cuestiones no estemos de acuerdo con Moscú, debemos trabajar juntos en otras, como para prevenir la proliferación nuclear y el terrorismo nuclear.

Y, aunque llevo muchos años presionando para que avancemos en la eliminación de las armas nucleares, considero que, con las circunstancias geopolíticas actuales, debemos seguir manteniendo una potente fuerza de disuasión que requerirá algo de modernización en nuestro envejecido arsenal. No obstante, a medida que nos modernizamos, no deberíamos reaccionar de forma simétrica ante Rusia, ni tampoco deberíamos reconstruir simplemente el arsenal que tuvimos durante la Guerra Fría.

"Nos modernizamos, pero no deberíamos reaccionar de forma simétrica ante Rusia."

En las últimas cinco o seis décadas, la tecnología ha cambiado enormemente, así como la geopolítica. Creo que no es necesario seguir manteniendo la tríada que se estableció durante la Guerra Fría. Apoyaría una recapitalización del arsenal submarino y la construcción de un bombardero de largo alcance que, como el B-2, podría utilizarse como armamento nuclear o convencional. No obstante, dejaría que los misiles balísticos y los misiles de crucero fueran desapareciendo poco a poco, en lugar de reemplazarlos. Abandonar estos dos sistemas costaría considerablemente menos que reconstruirlos, y nuestro arsenal bombardero estratégico constituiría una fuerte y clara disuasión. Ir eliminando gradualmente el arsenal nuclear Minuteman tiene el beneficio adicional de reducir la posibilidad de una guerra nuclear accidental, suprimiendo también la necesidad de una política de alerta de lanzamiento.

Más importante que mi punto de vista sobre la estructura armamentística es mi sensación de estar clamando en el desierto. Lo que realmente estoy defendiendo no es tanto una particular estructura como un debate nacional serio sobre la cuestión, que tenga importantes consecuencias en los ámbitos de seguridad y financiero, tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo. Teniendo en cuenta los enormes costes que conlleva, e incluso las trascendentales cuestiones de seguridad en juego, no debemos limitarnos a tomar una decisión sobre cómo se estructurará nuestro futuro arsenal de disuasión.

Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés y Marina Velasco.

martes, 5 de enero de 2016

Entre Gigantes: Australia, su influencia regional y mundial.


Por Carlos J. Borda Bettolli - Zoba Militar

El arco estratégico Indo-Pacífico se ha convertido en una de las regiones de mayor peso específico a nivel mundial gracias a su continuo desarrollo, principalmente en el aspecto económico, lo que no solo ha generado un nuevo rebalance de influencias sino que ha alterado las políticas adoptadas por diferentes naciones, entre ellas Australia.

 Los cambios sin precedentes apreciados en China, India, Indonesia, Corea del Sur, Japón, entre otros, han implicado un serio desafío no solo para las potencias dominantes sino más precisamente para Australia, la cual a los largo de su historia ha tenido que reconciliar sus orígenes anglosajones con la geografía asiática a los fines de crear una identidad viable. Rodeado por gigantes en todo sentido (económicos, demográficos, militares) Australia ha ido dejando de lado a sus antiguos garantes externos para convertirse en un importante jugador no solo a nivel regional sino también dentro del contexto mundial actual.

martes, 1 de diciembre de 2015

Colombia apuesta por el desarrollo de la industria local en materia de defensa

INN010. BOGOTÁ (COLOMBIA), 30/10/2014.- Fotografía del 29 de octubre de la cuarta versión de Expodefensa en Bogotá. Colombia se prepara para un escenario de posconflicto en el que la innovación tecnológica que hoy se emplea para combatir a los grupos al margen de la ley esté al servicio de la seguridad ciudadana y haga parte de una industria militar de referencia en América Latina, como lo demuestran los adelantos que se exhiben en la cuarta versión de Expodefensa. COLOMBIA.INN/LEONARDO MUÑOZ.

Por Erich Saumeth

La particular dinámica del conflicto en Colombia llevó al Estado y al conjunto de la sociedad de esta nación a diseñar, implementar y desarrollar políticas de seguridad y defensa orientadas, en esencia, a la recuperación del orden público y la seguridad ciudadana, alterados gravemente por organizaciones al margen de la ley generadoras de altos niveles de inseguridad.

Por ello, y hasta la fecha, han sido la Política de Seguridad Democrática, el Plan Colombia y la Política Integral de Seguridad y Defensa para la Prosperidad las principales estrategias que en materia de seguridad y de defensa ha desplegado el Estado colombiano.

Estas medidas contemplaron y posibilitaron la adquisición de sistemas y equipos destinados al combate contrainsurgente y antiterrorista y mínimamente para ampliar progresivamente las capacidades disuasivas básicas. Lo anterior permitió también el desarrollo de la industria militar colombiana, materializado a través del fortalecimiento o creación de empresas y corporaciones tales como Indumil, Cotecmar, CIAC y Codaltec, entre otras, adscritas al Grupo Social y Empresarial de la Defensa (GSED), posibilitando además el impulso de una naciente industria privada de defensa, que ha comenzado a proveer materiales y equipos a las Fuerzas Armadas colombianas, así como exponiendo sus productos en el mercado internacional.

En esencia, el Estado ha dado los pasos para la modernización del sector de la defensa, apoyando para ello a la industria local (pública y privada) que ha creado y adaptado nuevas tecnologías a los requerimientos especiales de las Fuerzas Armadas de esta nación, encontrado igualmente aceptación en un mercado regional cada vez más interesado en los productos militares derivados de las necesidades propias del conflicto colombiano.

viernes, 23 de octubre de 2015

Ingeniería Humana para la guerra


Imagen a través del Ejército de los EEUU RDECOM

Por: ANNIE JACOBSEN - THE ATLANTIC
Fuentewww.defenseone.com
Traducción: Defensa y Armas

Los esfuerzos dentro del Pentágono  para crear un super-soldado - y cambiar el futuro del campo de batalla.

El General retirado de cuatro estrellas Paul F. Gorman recuerda el  primer aprendizaje acerca de la "debilidades del campo de batalla" de la lectura de SLA Marshall,  historiador de combate del ejército de EE:UU durante la Segunda Guerra Mundial. Después de entrevistar a los soldados que participaron en el desembarco en las playas de Normandía, Marshall había aprendido que la fatiga fue el responsable de un número abrumador de víctimas.

"No sabía que mi fuerza se había ido hasta que llegué a la playa", dijo el sargento Bruce Hensley a Marshall. "Yo llevaba parte de una ametralladora. Normalmente yo podía correr con ella ... pero me di cuenta de que ni siquiera podía caminar con ella. ... Así que me metí por la arena arrastrándola conmigo. Me sentí avergonzado de mi propia debilidad, pero mirando a mi alrededor vi a los otros arrastrándose y arrastrando los pesos que normalmente lo hacían". Otro oficial había dicho sobre los efectos del " miedo y la fatiga ".

"Los soldados se cansan y se ponen temerosos," Gorman me dijo el año pasado. "Con frecuencia, los soldados simplemente no quieren luchar. La atención siempre se la debe dar el propio soldado ".

Durante décadas después de su creación en 1958, la Defense Advanced Research Projects agencia- DARPA, la organización central de investigación y desarrollo del Departamento de Defensa se ​​centró en el desarrollo de sistemas-grandes armas. A partir de 1990, y debido a los individuos como Gorman, un nuevo foco fue puesto en soldados, aviadores y marineros-en la transformación de los seres humanos para la guerra. El progreso de estos esfuerzos, en la medida en que se puede evaluar a través de la información pública, deja entrever el futuro de la guerra, y plantea preguntas sobre si la tecnología militar se puede detener, o debería seguir.

Gorman esbozó una primera versión de la forma de pensar en un documento que escribió para DARPA después de su retiro del Ejército en 1985, en el que describía un "exoesqueleto integrado con alimentación" que podría transformar el débil del campo de batalla en un auténtico super-soldado. El exoesqueleto "Supertroop" propuso que ofrezca protección contra armas químicas, biológicas, electromagnéticas y amenazas balísticas, incluyendo el fuego directo de una bala de calibre .50. Es "el audio incorporado, visual y [táctil] sensores ópticos", explicó Gorman, incluyendo imágenes térmicas para los ojos, la supresión de sonido para los oídos, y la fibra óptica desde la cabeza hasta los dedos. Su interior sería de clima controlado, y cada soldado tendría sus propias especificaciones fisiológicas incrustados en un chip en sus placas de identificación. "Cuando un soldado se puso su ST[Supertroop] de campaña," Gorman escribió, "se insertaría una placa de identidad en una ranura debajo de la armadura en el pecho, cargando así su programa personal en la computadora del traje de batalla," dando al soldado del siglo 21 una extraordinaria capacidad para escuchar, ver, moverse, disparar, y comunicarse.

En el momento en que Gorman escribió esto, la tecnología de la computación necesaria para un dispositivo de este tipo aún no existía. Para el 2001, sin embargo, DARPA había presentado dos programas exoesqueleto, y en 2013, en colaboración con el Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos , DARPA había empezado a trabajar en un traje de súper-soldado llamado TALOS (Suit de Traje Liviano de Operador de Asalto Táctico) a diferencia de cualquier cosa en la historia de la guerra . Diseñado con protección balística de todo el cuerpo; sistemas de calefacción y refrigeración integrados; sensores embebidos, antenas y ordenadores; Audio 3D (para indicar que es un compañero por el sonido de su voz); la óptica de la visión en diferentes condiciones de luz; controles de oxígeno y hemorragia para salvar vidas; y más, TALOS está sorprendentemente cerca del exoesqueleto futurista que Gorman por primera vez previó para DARPA hace 25 años, y pretende ser "completamente funcional" en 2018. "Estoy aquí para anunciar que estamos construyendo Iron Man", dijo el presidente Barack Obama de la suit durante un evento de la innovación de fabricación en 2014. Cuando el presidente dijo: "Este ha sido un proyecto secreto que hemos estado trabajando durante mucho tiempo", no estaba bromeando.

Fue  con el colapso de la Unión Soviética que se aceleraron muchos programas de DARPA  de ciencia de super-soldado más radicales. La revelación de que los soviéticos habían desarrollado un amplio programa de armas biológicas impulsó a DARPA para traer biólogos en sus filas, y con las ciencias de la vida en la palestra, DARPA comenzó a observar el interior del cuerpo humano, hacia una capacidad científica que podría transformar soldados de adentro hacia afuera.

"Los soldados que no tienen ninguna limitación física, fisiológica, o cognitiva serán la clave para la supervivencia y la dominación operacional en el futuro."

En 1999 DARPA creó la Oficina de Ciencias de la Defensa (DSO) e hizo a Michael Goldblatt su director. Goldblatt fue un biólogo y capitalista de riesgo del medio oeste que, durante el susto nacional de salud relacionados con los alimentos que siguió con tres muertes infantiles por comer hamburguesas contaminadas con E. coli en restaurantes Jack in the Box, se convirtió en hiper-consciente de los patógenos. "Un chico con el que estaba trabajando, Alvin Chow, y se me ocurrió una tecnología de paquetes auto-esterilizados ... para que los productos se esterilizen en el campo de batalla", me dijo en una entrevista en 2014. Pensando que la tecnología podría ser útil para el gobierno, él llamó a Larry Lynn, director de DARPA. "Le dije a Larry ... ¿cómo [los paquetes auto-esterilizados] se podrían utilizar en los hospitales de campaña o en el campo de batalla. Larry estaba impresionado. Me dijo: 'Queremos que vengas a DARPA. Y lo hice."

El cambio de siglo "fue una época radical estar en DARPA," dijo Goldblatt. Él cree que las ciencias de la defensa pudieron demostrar que "la próxima frontera estaba dentro de nosotros mismos", y se convirtió en un pionero en la idea de que el hombre puede alterar la condición humana, fundamentalmente, al aumentar el cuerpo con máquinas y otros medios . En ese momento, la amenaza de la guerra biológica era en sus palabras "crecía mucho más rápido que las soluciones fueran llegando. ... [El presidente] Clinton dio un montón de dinero para el programa de contramedidas para los patógenos no convencionales", con el resultado de que DARPA anticipó la financiación de programas de biología. Goldblatt vio la creación de la super-soldado como imprescindible para la guerra del siglo 21.

Goldblatt corrió la DSO hasta 2004, y cuando me habló el año pasado, sólo pudo describir los programas no clasificados. Más de 10 años después de su partida, el estado de las actividades del "super-soldado" que el ayudó a lanzar es turbia; DARPA a los programas de más alto riesgo, los  mantiene en secreto hasta que se den a conocer en el campo de batalla. Sin embargo, dado el avance del exoesqueleto, estos u otros programas similares podrían estar más cerca de la realidad de lo que nadie se da cuenta.

Una idea era encontrar una manera de llegar a un soldado herido a entrar en una especie de animación suspendida hasta que la ayuda llegue. Los osos hibernan. ¿Por qué no puede el hombre?

"Los soldados que no tienen ninguna limitación física, fisiológica, o cognitiva serán la clave para la supervivencia y la dominación operacional en el futuro", dijo Goldblatt  a sus directores de programas unas semanas después de su llegada. Un programa en el DSO, llamado La persistencia en combate, se dirigió a tres áreas que frenaban a soldados caídos en el campo de batalla: el dolor, heridas y sangrado excesivo.

Goldblatt contrató a una empresa de biotecnología para desarrollar una vacuna contra el dolor. Si un soldado recibió un disparo, Goldblatt explicó, la vacuna sería "reducir el dolor provocado por la inflamación y la hinchazón," el resultado deseado sería "de 10 a 30 segundos de agonía entonces ningún dolor durante 30 días." Tal vacuna permitiría a los combatientes seguir luchando, siempre y cuando el sangrado podría ser detenido. Para desarrollar nuevas formas de tratar de detener el sangrado, Goldblatt inició otro programa que implicó la inyección de millones de imanes microscópicos en una persona, que más tarde podrían reunir en una sola área para detener el sangrado con la ola de una varita.

Otra idea era encontrar una manera de llegar a un soldado herido a entrar en una especie de hibernación, o animación suspendida, hasta que llegara la ayuda. El logro de este objetivo sería dar a un soldado preciosas horas, o incluso días, para sobrevivir a la pérdida de sangre y evitar entrar en shock a la espera de la evacuación o triaje. Los osos hibernan. ¿Por qué no puede el hombre? ¿Podría un compuesto químico producir tal estado?

¿Y si los soldados pudiesen tener 10 veces la resistencia muscular de los soldados enemigos? Y si pudiesen saltar siete pies o hacer 300 flexiones al día?

El sueño, también, era un foco de intensa investigación en el DSO. En el programa de Rendimiento Continuo Asistido, los científicos trabajaron en formas de crear un  "soldado 24/7" uno que requiera poco o nada de sueño durante un máximo de siete días. Si esto se puede lograr, un enemigo que necesite dormir quedaría en una desventaja extrema. Los directores de programas de Goldblatt contrataron biólogos marinos que estudian ciertos animales marinos en busca de pistas. Las ballenas y los delfines no duermen;como los mamíferos, se ahogarían si lo hicieran. A diferencia de los seres humanos, de alguna manera son capaces de controlar los lóbulos de sus cerebros izquierdo y derecho de modo que mientras un lóbulo duerme, el lóbulo opuesto se mantiene despierto, permitiendo que el animal pueda nadar. Mientras que algunos científicos en DARPA rumiaban sobre la cuestión de cómo los seres humanos puedan controlar un día los lóbulos de sus propios cerebros, otros científicos experimentaron con drogas como el modafinilo, un poderoso medicamento utilizado para combatir la apnea del sueño y la narcolepsia, para mantener a los combatientes despierto.

Otros programas exploraron otras preguntas. ¿Y si los soldados podrían tener 10 veces la resistencia muscular de los soldados enemigos? Y si pudieran saltar siete pies o hacer 300 flexiones al día? Bajo la bandera del DSO, en un programa que se llama la interfaz cerebro-máquina, científicos de  DARPA estudiaron cómo los implantes cerebrales podrían mejorar la capacidad cognitiva. Primero El objetivo del programa era crear "un módem cerebral inalámbrico para que una rata se mueva libremente," Eric Eisenstadt de DARPA declaró en una conferencia de tecnología en 2002. Los científicos querían implantar un chip en el cerebro de la rata para ver si podían controlar remotamente los movimientos del animal.

"El objetivo de este esfuerzo", Eisenstadt explicó, "es el uso de teleoperación remota a través de interconexiones directas con el cerebro." El objetivo más grande era para permitir futuros "soldados  se comuniquen sólo con el pensamiento. ... Imagínese un momento en que el cerebro humano tiene su propio módem inalámbrico para que en lugar de actuar sobre los pensamientos, los combatientes tienen pensamientos que actúan, "Eisenstadt sugirió. Sin embargo, en un informe de 2008 hecho por científicos de defensa plantearon algunas advertencias. "Un adversario podría utilizar" la tecnología de cerebros "en aplicaciones militares. ... Un ejemplo extremo sería la orientación a distancia o el control de un ser humano ". Otros críticos dijeron que la búsqueda de mejorar el rendimiento humano en el campo de batalla conduciría a los científicos por un camino moralmente peligroso.

Michael Goldblatt no estuvo de acuerdo. "¿Cómo es diferente tener un implante coclear que ayuda a los sordos a oir que tener un chip en el cerebro que podrían ayudar a controlar sus pensamientos?", Preguntó. Cuando se le preguntó acerca de las consecuencias no deseadas, como el control de los seres humanos para fines nefastos, Goldblatt insistió: "Hay consecuencias no deseadas para todo."

Este artículo ha sido extraído del nuevo libro de Annie Jacobsen, cerebro del Pentágono: Una historia sin censura de DARPA, la Agencia de Investigación Militar Top-Secret América.

AUTOR

Annie Jacobsen es una periodista de investigación y autora de éxito que escribe sobre la guerra, armas, seguridad de Estados Unidos y secretos del gobierno nacionalBiografía completa

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