El Riachuelo, con 72 metros de longitud y capacidad para mantener a 35 tripulantes durante 70 días a unos 300 metros de profundidad, será bautizado y lanzado al mar en una ceremonia que contará con la participación del jefe de Estado de Brasil, Michel Temer, y del presidente electo, Jair Bolsonaro.
La botadura, que la Marina califica como un marco en su programa para construir embarcaciones, será realizada en el Complejo Naval de Itaguaí, un puerto vecino a Río de Janeiro y en el que fue construido el astillero en que son fabricados los cinco submarinos, incluyendo el de propulsión nuclear.
Los cuatro submarinos convencionales tienen como modelo el Scorpene francés y cuentan con propulsión diesel-eléctrica.
Tras ser botado, el Riachuelo será sometido a las llamadas pruebas de puerto, en las que serán evaluadas durante al menos dos años su flotabilidad y su estabilidad, antes de que pueda ser incorporado en la flota de submarinos de la Marina de Brasil.
El Riachuelo es el primer fruto del contrato de transferencia de tecnología y cooperación militar por 6.700 millones de euros que Brasil firmó en 2009 con los astilleros franceses DCNS, controlados por el Estado, para dar vida al Programa de Desarrollo de Submarinos (Prosub) del gigante sudamericano.
El acuerdo fue firmado por los entonces gobiernos del conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012) en Francia y el socialista Luiz Inácio Lula da Silva (2002-2010) en Brasil y también permitió la construcción del astillero en Río de Janeiro y de una base militar desde la que serán operados los sumergibles.
Según la Marina, el acuerdo con Francia permitió no sólo la transferencia de tecnología militar sino también la nacionalización de los equipos para el montaje de los submarinos y la capacitación de personal.
Entre los funcionarios que trabajan en los astilleros brasileños figuran 250 ingenieros y técnicos de la Marina que recibieron capacitación en Cherbourg (Francia).
El órgano aclaró que la transferencia de tecnología se limitó al proyecto y la construcción de los submarinos y de la infraestructura industrial pero no al desarrollo del propulsor nuclear, ya que Brasil cuenta con tecnología propia.
El Prosub dotará a Brasil "con tecnología de punta y fortalecerá diversos sectores industriales de importancia estratégica para el desarrollo económico del país", según la Marina.
El objetivo del proyecto es la defensa de la llamada "Amazonía Azul", como la Marina se refiere a los cerca de 4,5 millones de kilómetros cuadrados de aguas marinas brasileñas, que cuentan con una gran biodiversidad de especies y gigantescas reservas minerales y de petróleo.
Los otros tres submarinos convencionales ya están en proceso de construcción y estarán listos a finales de 2022. Tras el Riachuelo, será botado en 2020 el Humaitá, en 2021 el Tonelero y en 2022 el Angostura.
La previsión es que todo el proyecto concluya en 2029, cuando el submarino nuclear sea botado y Brasil pase a formar parte del exclusivo grupo que domina la tecnología de la propulsión nuclear para submarinos, del que sólo forman parte China, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Rusia, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Brasil acaricia el sueño de un submarino de propulsión nuclear desde 1979, cuando el régimen militar que gobernaba entonces el país autorizó a la Marina a desarrollar un proyecto nacional.
Las autoridades brasileñas han garantizado que su submarino estará equipado solamente son armamento convencional y que la tecnología nuclear será utilizada sólo para la propulsión. (Source/Photo: EFE)
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