Por José Crettaz | LA NACION
El software es una industria rara. En 2014, empleó en la Argentina a unas 100.000 personas, un 10% más que el año anterior. Y no contrató a otras 5000 más porque no hay profesionales con la formación específica requerida. De los 10.000 nuevos empleos que la industria creó el año pasado, más de la mitad se está formando en La Matanza, Florencio Varela, Luján y otros distritos del conurbano bonaerense. Lo hacen en centros de entrenamiento creados dentro de universidades estatales y apoyados por el sector privado. Además de estudiar, estos alumnos trabajan entre cuatro y seis horas, y son la esperanza de una industria que crece exactamente al ritmo que le impone la oferta de cerebros.
Buena parte del fenómeno se debe a los primeros resultados del programa "La empresa vuelve a la universidad", impulsado por la Cámara de Software y Servicios Informáticos (Cessi), las universidades nacionales de La Matanza (UNLM) y Arturo Jauretche (UNAJ), de Florencio Varela, y el gobierno nacional. El programa busca desarrollar polos tecnológicos en los predios universitarios para que los alumnos puedan trabajar y estudiar en el mismo espacio físico. El proyecto ya tiene 7500 alumnos de informática y carreras afines, más del 80% de los cuales además de estudiar trabaja part-time o full-time en empresas del sector, que se comprometen a conciliar trabajo y estudio (para que, tironeados por un empleo, los estudiantes no dejen sin terminar sus carreras universitarias).
"Quedó instalado que si sabés informática, tenés trabajo. Y además es una nueva forma de ascenso social. La mitad de los nuevos empleados vienen del conurbano", afirmó a LA NACION José María Louzao Andrade, presidente de Cessi, que ya trabaja con otras universidades para replicar el formato que está inclinando hacia arriba las curvas de oferta de recursos humanos para una industria que los demanda casi con desesperación. Esta escasez es global: según Louzao Andrade, para 2020, Brasil prevé 100.000 puestos sin cubrir, y otros 700.000 quedarán vacantes en los Estados Unidos.
El sector del software argentino está compuesto por unas 3400 firmas (la mayoría de ellas con menos de 15 empleados). La Cessi representa a unas 600. Desde hace algunos años, las empresas buscan adaptarse a las necesidades de sus empleados para procurar retenerlos. De hecho, según datos de la cámara, el 75% de las firmas de las empresas del sector ofrece planes de capacitación, casi el 60% tiene políticas de beneficios y el 55% políticas específicas de retención.
Además, el software ya no sólo necesita informáticos puros (donde se debate si deben fomentarse más los licenciados o los ingenieros). Ahora también se buscan profesionales de otras disciplinas como la economía, la sociología y el diseño. El análisis de grandes volúmenes de información, lo que se conoce como big data, exige capacidades de interpretación específicas que demandan sociólogos. Por otro lado, la funcionalidad del software está dejando cada vez más espacio a los diseñadores que aporten a la construcción de programas cada vez más "fáciles, amigables y lindos", como dice Louzao Andrade. Varios segmentos emergentes, como el software para móviles, la robótica y el centrado en formatos de entretenimiento (los videojuegos tienen su propia cámara empresaria, ADVA), también tironean de la manta corta de recursos humanos.
Según los últimos datos del Observatorio Permanente de la Industria del Software y Servicios Informáticos (Opssi), durante 2013 el empleo incrementó su tasa de crecimiento, ya que un 63% de las compañías manifestaron haber crecido en personal. Desde jóvenes egresados de escuelas técnicas hasta diseñadores gráficos, programadores y, por supuesto ingenieros, tienen oportunidades, prometen en la industria. El 75% de los costos de este sector de altísimo impacto social (casi todo en la vida cotidiana tiene software detrás) son sueldos.
En 2006, la Cessi y el Ministerio de Trabajo también lanzaron el programa Empleartec, de cursos cortos en informática básica, administrador de redes, sistemas operativos, bases de datos, programación, seguridad informática, diseño web, robótica, diseño para videojuegos y aplicaciones móviles. En general, las empresas informáticas se llevaron muy bien con la administración nacional (incluidas las grandes, como Globant, que fue visitada más de una vez por la presidenta Cristina Kirchner). Y ahora vienen presentando ante los candidatos presidenciales una propuesta de "consenso" sobre el futuro, que incluye mantener el régimen de promoción (cuya ley de prórroga hasta 2019 fue votada por unanimidad en el Congreso y cuando la oposición era mayoría), la formación de recursos humanos, el impulso a la innovación y la generación de propiedad intelectual nacional, y la creación de mecanismos de financiamiento (sólo el 5% de las empresas se financia con préstamos bancarios), entre otros aspectos. El Estado, creen en Cessi, tiene mucho por mejorar como comprador de software (sólo el 7% de la facturación proviene de aplicaciones para la gestión gubernamental).
Ni La Matanza ni Florencio Varela serán Harvard (parafraseando las palabras de la Presidenta en su visita a los Estados Unidos de 2012), y el conurbano tampoco será Bangalore (uno de los mayores centros tecnológicos del mundo, en la India), pero la estratégica industria del software se está moviendo. Y pide que la sigan empujando.
LA DEMANDA LABORAL
100.000
empleos
El año pasado, la cámara del sector considera haber llegado a ese número de empleados
10.000
nuevos puestos
Es el número de puestos de trabajo que el software creó en 2014
5000
puestos vacantes
Es la demanda laboral sin cubrir que estima la cámara de la industria.
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