Finlandia y Suecia están dando los últimos pasos para ingresar en la alianza multinacional de defensa OTAN, espoleados por la guerra a gran escala que Rusia está librando en Ucrania.
Se espera que el presidente finlandés, Sauli Niinisto, declare este jueves su apoyo a la adhesión, y en Suecia, los socialdemócratas en el poder probablemente anuncien su respaldo tras una reunión de la ejecutiva del partido el domingo.
Los países nórdicos pretenden disuadir la agresión de Rusia, que el 24 de febrero invadió Ucrania y ha amenazado a ambos con las consecuencias si se unen a la Organización del Tratado del Atlántico Norte. El ataque, que el presidente ruso Vladimir Putin ha calificado repetidamente de “inevitable”, hizo que de la noche a la mañana la opinión popular de ambos países nórdicos se inclinara a favor de la entrada.
“El presidente Putin pensó que podía causar división, pero ha conseguido lo contrario”, dijo el miércoles la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro británico, Boris Johnson. “Hoy estamos aquí, más unidos que nunca, y con la ambición de reforzar aún más nuestros lazos”.
Al comenzar la guerra, los responsables políticos finlandeses entraron en acción, tras observar un cambio trascendental en la opinión pública, y tomaron nota de la falta de respeto de Rusia por la soberanía de sus vecinos. Se embarcaron en una gira diplomática relámpago, visitando a los aliados de la OTAN, desde el presidente Joe Biden hasta el canciller alemán Olaf Scholz, para conseguir apoyo para la candidatura, y convencieron suavemente a Suecia, asegurándose de que el mayor país nórdico no perdiera la oportunidad.
La población finlandesa, de 5,5 millones de habitantes, vive a la sombra del poderío militar de su vecino oriental y defiende una frontera de 1.300 kilómetros. Dos guerras contra la Unión Soviética en el siglo XX, más de 100 años como parte del imperio ruso e innumerables encuentros sangrientos en los siglos anteriores han dejado huella en los pragmáticos finlandeses, armados hasta los dientes y muy preparados para contrarrestar la agresión.
Suecia, con 10 millones de habitantes, ha agonizado por el abandono de su política de no alineamiento militar, mantenida durante décadas de neutralidad durante la Guerra Fría y las guerras mundiales anteriores. Aun así, su dirección reciente ha sido clara: desde la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea en 2014, Suecia ha aumentado gradualmente el gasto militar para compensar un déficit anterior y ha buscado una cooperación cada vez más estrecha con la OTAN.
La aprobación del presidente finlandés, que se espera para hoy, pondría una de las últimas piezas del rompecabezas, antes de la decisión del mayor partido de la coalición, los socialdemócratas, el sábado.
“Están dispuestos a atacar a un país vecino. Así que, cuando se pregunta cómo ven la posible adhesión de Finlandia, pues si se diera el caso de que nos uniéramos, mi respuesta sería que tú provocaste esto, mírate al espejo”.
La primera ministra, Sanna Marin, que aún no ha manifestado explícitamente su opinión, también podría mostrarse a favor del bloque militar el jueves. De este modo, la clase política finlandesa apoyaría firmemente la candidatura, y la decisión oficial de solicitar la entrada -que deberá tomar el presidente junto con los principales ministros del gobierno- sería una mera formalidad. Según los informes locales, se espera que esto ocurra el domingo.
El viernes, Suecia tiene previsto publicar un informe sobre las opciones de seguridad que recoge las opiniones de todo el espectro político, antes de que el domingo se produzca la decisión de los socialdemócratas en el poder.
Lo que buscan al entrar en la OTAN es la disuasión: ambos países apuestan por su paraguas de seguridad colectiva, en el que un ataque a un miembro es un ataque a todos, lo que obliga a los aliados a responder. La idea es que cualquier enemigo se lo piense dos veces antes de ir contra un grupo de 30 o más países.
Esto es así porque Rusia les amenaza con “graves consecuencias” y con llevar armas nucleares a su enclave báltico de Kaliningrado si se unen, mientras que los funcionarios de la vecina Lituania señalan que esa medida ya se produjo hace años. También es probable que se produzcan ciberataques, violaciones del espacio aéreo y otras actividades maliciosas, según han advertido los responsables políticos.
Antes de invadir Ucrania, Putin exigió que la OTAN garantizara que no se expandiría hacia el este.
Como concluyó el martes en Helsinki el presidente de la Comisión de Defensa del Parlamento, Petteri Orpo, la seguridad reside en los números.
“Ya no podemos pensar que Finlandia sólo se vería arrastrada a una guerra como parte de un gran conflicto internacional, sino que tenemos que afrontar el hecho de que Finlandia podría estar sola, en el punto de mira de la agresión y la guerra rusas”, señaló Orpo. (Source/Photo: Bloomberg)
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