Proyecto UELA
Un equipo del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria
Química (INTEC), de la Fundación argentina UADE,
desarrolló el dron UELA, que analiza los cambios que sufre el medio
ambiente. Se trata del primer UAV diseñado para monitorear recursos hídricos y
atmosféricos de forma autónoma.
Este dron permite acceder a ambientes hostiles e inaccesibles y tiene como
fin ampliar los estudios sobre el cambio climático. Entre sus características,
está la capacidad de despegar y aterrizar sobre el agua.
El UELA puede tomar hasta un kilogramo y medio de muestras de
laboratorio. Los investigadores recalcan que no se trata de un dron comercial,
sino que fue desarrollado para el uso de entidades científicas.
El dron es capaz de medir el nivel de pH, la salinidad, la temperatura, la
profundidad o realizar muestreos. La mayor parte de este UAV fue impresa en 3D
y sus hélices son de fibra de carbono.
Con los datos recogidos por el dron, se podrán diseñar mapas de impacto
ambiental, polución y calidad de agua comparables con otros posteriores, ya que
el dron almacena todas las rutas de vuelo que ejecuta. Asimismo, UELA
puede transportar un dispositivo de reanimación cardiopulmonar para hacer
frente a emergencias médicas en sitios de difícil acceso.
En los últimos años se evidenció una creciente aprobación a las políticas para detener los avances del cambio climático cuyo epicentro fue la firma del Acuerdo de París, en el que las potencias mundiales acordaron las medidas a seguir para detener el peligroso fenómeno. Los investigadores del Instituto de Tecnología (INTEC), conocedores de estas necesidades, desarrollaron un dron autónomo con capacidad para monitorear recursos hídricos y atmosféricos en lugares inaccesibles para el hombre y obtener datos que colaboren en el desarrollo de medidas para contrarrestar el impacto ambiental.
Diseñado por un equipo encabezado por Alejandro Pirola, el prototipo cuenta con la ventaja de poder posarse sobre el agua para tomar hasta un kilo y medio de muestras de laboratorio. Su utilidad y diseño lo diferencia de todos los drones del mercado, características que provocaron que sea seleccionado en el concurso nacional de Innovar del año 2016. “UELA no es un dron comercial. Fue desarrollado para uso exclusivo de entidades científicas o públicas que necesiten este tipo de tecnología para desarrollar sus estudios”, asegura Pirola.
Para resistir el impacto del agua durante su labor, este vehículo aéreo no tripulado (VANT) posee un fuselaje hermético que impide la erosión de sus componentes al entrar en contacto con los agentes de peligro. En el centro del dron se encuentran unos sofisticados sensores de gases y sondas de agua, que se ocupan de recolectar en tiempo real los datos de utilidad para los científicos. Es capaz de medir el nivel de pH, salinidad, temperatura, profundidad o muestreos geo-referenciados, que son archivados en una tarjeta SD y luego analizados en los laboratorios. A través de sus informes, se podrán diseñar mapas de impacto ambiental, polución y calidad de agua comparables con otros posteriores, ya que el dron almacena todas las rutas de vuelo que ejecuta. Además, puede transportar un dispositivo de reanimación cardiopulmonar para hacer frente a emergencias médicas en sitios de difícil acceso.
Los componentes de UELA fueron mayormente impresos en tres dimensiones y sus hélices son de fibra de carbono. “Su mantenimiento es mínimo y económico. Nuestro próximo objetivo es desarrollar un prototipo completamente hecho en fibra de carbono para reducir aún más su peso”, cuentan los investigadores. Incluso, puede desarrollar sus tareas de forma autónoma o con un mínimo control de un operador, mediante una cámara de video ubicada en el extremo inferior delantero del dron, con la que monitorea sus tareas desde una estación terrena de control desarrollada –también- por este equipo de trabajo.
Los investigadores ponderan establecer un convenio con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para proveer unidades de monitoreo para analizar la calidad de agua de la cuenca del Riachuelo y de los afluentes del Río de La Plata, unos de los recurrentes puntos de queja ambiental de los vecinos porteños.
Foto: UADE
Cuesta González Andrés Martín
Diego DagninoCoordinación de Investigaciones
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