Fuente: Diario El Mundo de España.
LA POSIBLE participación española en el operativo militar que varios países llevan a cabo en Siria e Irak para combatir al Estado Islámico (IS) mantiene dividida ideológicamente a la opinión pública española. Así al menos lo pone de manifiesto la encuesta realizada por Sigma Dos para EL MUNDO que publicamos hoy. Frente a un 34,8% de encuestados que opina que España debería sumarse a los ataques aéreos que desde hace más de un año viene realizando la coalición internacional, el 53,9% considera que nuestro país debería abstenerse de participar. El 11,3% restante declara no tener ninguna opinión formada o prefiere no responder a la cuestión.
Aunque la diferencia entre quienes son partidarios de las acciones bélicas para acabar con el IS y los que opinan lo contrario es de casi 20 puntos, el rechazo a la guerra como solución al terrorismo islámico no ha alcanzado el porcentaje del 91% que recogió la encuesta del CIS en febrero de 2003, unas semanas antes de que se celebrase la cumbre de las Azores. Entonces, la intervención en Irak para derrocar el régimen dictatorial de Sadam Husein provocaba un amplio rechazo popular, que se puso de manifiesto en varias manifestaciones multitudinarias en toda España, en las que participaron tanto votantes del partido en el Gobierno, el PP, como de los partidos de centro y de izquierda. Era un no generalizado a una guerra que se consideraba injusta e innecesaria.
Ahora, sin embargo, la situación es diferente y los partidos políticos han trasladado su división a la sociedad española, convirtiendo en una cuestión ideológica la manera de combatir al IS. Así, sólo un 35,9% de los votantes del PP se muestra contrario a la intervención en Siria e Irak, frente al 53,2% que sería partidario de la participación activa en la guerra. Estos porcentajes se invierten entre los votantes de los partidos de izquierda, donde el rechazo a la participación española en los bombardeos es ampliamente mayoritario.
LA POSIBLE participación española en el operativo militar que varios países llevan a cabo en Siria e Irak para combatir al Estado Islámico (IS) mantiene dividida ideológicamente a la opinión pública española. Así al menos lo pone de manifiesto la encuesta realizada por Sigma Dos para EL MUNDO que publicamos hoy. Frente a un 34,8% de encuestados que opina que España debería sumarse a los ataques aéreos que desde hace más de un año viene realizando la coalición internacional, el 53,9% considera que nuestro país debería abstenerse de participar. El 11,3% restante declara no tener ninguna opinión formada o prefiere no responder a la cuestión.
Aunque la diferencia entre quienes son partidarios de las acciones bélicas para acabar con el IS y los que opinan lo contrario es de casi 20 puntos, el rechazo a la guerra como solución al terrorismo islámico no ha alcanzado el porcentaje del 91% que recogió la encuesta del CIS en febrero de 2003, unas semanas antes de que se celebrase la cumbre de las Azores. Entonces, la intervención en Irak para derrocar el régimen dictatorial de Sadam Husein provocaba un amplio rechazo popular, que se puso de manifiesto en varias manifestaciones multitudinarias en toda España, en las que participaron tanto votantes del partido en el Gobierno, el PP, como de los partidos de centro y de izquierda. Era un no generalizado a una guerra que se consideraba injusta e innecesaria.
Ahora, sin embargo, la situación es diferente y los partidos políticos han trasladado su división a la sociedad española, convirtiendo en una cuestión ideológica la manera de combatir al IS. Así, sólo un 35,9% de los votantes del PP se muestra contrario a la intervención en Siria e Irak, frente al 53,2% que sería partidario de la participación activa en la guerra. Estos porcentajes se invierten entre los votantes de los partidos de izquierda, donde el rechazo a la participación española en los bombardeos es ampliamente mayoritario.
Entre
los electores del PSOE, un 57,2% es contrario
a la guerra, porcentaje que se amplia al 77,2% en
el caso de Podemos y al 65% en el de IU. Entre los
votantes de Ciudadanos, la división es absoluta,
ya que un 45,3% se muestra favorable a la intervención
bélica frente a un 45,8% que la rechaza.
Esta división ideológica se puso de manifiesto
en la escasa repercusión de las concentraciones
que se celebraron ayer en varias capitales, organizadas
por los autoproclamados alcaldes del
cambio y apoyadas por IU, Podemos y las candidaturas
de unidad popular. El grito de No a la guerra
que la casi totalidad de la ciudadanía española
hizo suyo, se ha convertido en un eslogan que
algunos líderes quieren rentabilizar de cara a las
próximas elecciones del 20 de diciembre.
Pero la encuesta que publicamos arroja otro dato
significativo. Preguntados por la posibilidad de
que en España se pueda producir un atentado terrorista
como el de París, el 83,2% de los encuestados
ha respondido que lo ve posible, frente al
13,5% que no lo cree. Es decir, la amplia mayoría
coincide en que el yihadismo representa un peligro
inminente para nuestra seguridad y que en
cualquier momento puede volver a golpear en España
como lo hiciera el 11 de marzo de 2004.
La combinación de ambos resultados de la encuesta
refleja que pese a que la abrumadora mayoría
de los españoles asume que estamos en el
punto de mira del terrorismo islámico, la mayor
parte no cree que participar activamente en la
guerra sea la solución. Una opinión que refuerza
la política de cautela mantenida hasta ahora por
el presidente del Gobierno. Rajoy hace bien en no
comprometer a España en un asunto de enorme
trascendencia como éste, máxime cuando existe
la posibilidad de que en menos de un mes las urnas
elijan a otro candidato.
No obstante, tanto él,
si sale reelegido, como un
nuevo presidente del Gobierno,
sea del color que
sea, tendrán que asumir
el doble vínculo que condiciona
de forma insoslayable
nuestra política exterior:
que España forma
parte de la OTAN, y como
tal debe participar en sus
operaciones porque de
ellas depende también
nuestra seguridad; y que
la UE exige, por el artículo
42.7 del Tratado de Lisboa,
la «asistencia con todos
los medios» posibles a
un Estado miembro que haya sido «objeto de una
agresión armada en su territorio». No contemplar
esta realidad colocaría a España en una inasumible
situación de aislamiento internacional. Por esta
razón, tanto Rajoy como su posible sucesor deberían
realizar un esfuerzo de pedagogía política
para que la sociedad española comprendiera que
España no puede abdicar de sus obligaciones y
que, aunque a nadie le guste la guerra, hay ocasiones
en las que no queda más remedio que acudir
al recurso de la legítima defensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario