El fracaso del plan para forzar la salida de Nicolás Maduro de Venezuela llevó ayer a un endurecimiento de las advertencias por parte del Gobierno de Estados Unidos contra el régimen chavista, incluida la amenaza expresa y repetida varias veces a lo largo de la jornada del uso de la fuerza militar. Además, los aliados de Juan Guaidó condenaron ayer en el consejo permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), reunido en Washington, la represión de las protestas a favor de la transición democrática en el país.
«La acción militar es posible», dijo el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, en una entrevista en la cadena Fox. Hasta ayer, las referencias al uso de la fuerza habían sido siempre veladas, expresadas con eufemismos como el de «todas las opciones están sobre la mesa». Eso se ha acabado. «Si lo que se necesita es una intervención armada, EE.UU. la asumirá. Estamos haciendo todo lo que podemos para evitar la violencia, pero el presidente ha dejado muy claro que si ese momento llega, no dudará». Pompeo denunció que la intervención de Rusia, que en marzo envió a Venezuela 100 soldados y material militar, impidió a Maduro salir hacia Cuba, sin dar más detalles. En la mañana de ayer Pompeo llamó a su homólogo en el Kremlin, Sergéi Lavrov, para quejarse de que «la intervención de Rusia y Cuba es desestabilizadora para Venezuela y para la relación bilateral entre EE.UU. y Rusia».
Por su parte, el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, dijo en una entrevista radiofónica que ha iniciado una ronda de contactos con la cúpula militar y las agencias de inteligencia de EE.UU. para poder dotarse de un plan en el caso de que el régimen chavista intensifique la represión de los opositores. «Hay varias opciones posibles», dijo Bolton al periodista Hugh Hewitt, «pero nuestra opinión es que si los 20.000 o 25.000 agentes de seguridad cubanos se fueran hoy de Venezuela, Maduro caería antes de la medianoche. Eso es lo que lo mantiene en el poder. No tiene apoyo popular. Le apoya solo un grupo de altos funcionarios del régimen que se han beneficiado de la corrupción, el tráfico de drogas y el expolio de la riqueza de los venezolanos en los últimos 20 años».
No es un golpe de Estado
El presidente del Consejo Permanente de la OEA, el embajador norteamericano Carlos Trujillo, convocó ayer una reunión de urgencia para tratar la crisis en Venezuela. El embajador elegido por Guaidó para ese organismo, Gustavo Tarre, tomó primero la palabra para afirmar que «desde ayer no caben posiciones intermedias ante lo que sucede en Venezuela». «Entre Maduro y Guaidó, todo lo que sea equidistancia resulta indecente para cualquier demócrata. La realidad obliga a ser coherente. O se defiende los principios democráticos o se respalda la dictadura», añadió Tarre, que pidió que no se llame el pronunciamiento de Guaidó «golpe de Estado».
A Tarre le apoyaron de forma enfática los enviados de Brasil, Argentina, Colombia, Canadá y otros. El embajador de Perú, José Manuel Boza Orozco, leyó un comunicado del Grupo de Lima, cuya misión es favorecer la transición a la democracia en Venezuela, en el que proclamó: «Expresamos nuestro pleno respaldo al proceso constitucional y popular emprendido por el pueblo venezolano, bajo el liderazgo del presidente encargado, Juan Guaidó, para recuperar la democracia en Venezuela; y rechazamos que dicho proceso sea calificado como golpe de Estado». Trujillo instó a todos los reunidos a condenar la represión de los manifestantes que protestan contra Maduro. «Maduro está desesperado y no se detendrá ante nada para tratar de mantenerse en el poder», dijo. Sin embargo, hay importantes países latinoamericanos, como México, que no han reconocido a Guaidó y siguen apoyando la permanencia de Maduro en el poder.
Ante la insistencia de EE.UU., la OEA analizará de forma extraordinaria este jueves la injerencia extranjera -sobre todo de Cuba y Rusia- en la crisis venezolana. Desde que Maduro llegara al poder han fallecido al menos 271 personas en las protestas a favor de la democracia, según un recuento de la propia secretaría general de la OEA. Esta misma ha instado a EE.UU. a que asuma la responsabilidad de proteger a los venezolanos para considerar una misión de paz en Venezuela. Esa misma doctrina, alumbrada en el seno de las Naciones Unidas, ha justificado en el pasado intervenciones armadas en escenarios de conflicto como los de Libia o Yemen. El presidente norteamericano, Donald Trump, ha amenazado además con aplicar la totalidad del embargo sobre Cuba si sigue apoyando a Maduro, algo que supondría un aislamiento integral. (Source/Photo: www.abc.es)
«La acción militar es posible», dijo el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, en una entrevista en la cadena Fox. Hasta ayer, las referencias al uso de la fuerza habían sido siempre veladas, expresadas con eufemismos como el de «todas las opciones están sobre la mesa». Eso se ha acabado. «Si lo que se necesita es una intervención armada, EE.UU. la asumirá. Estamos haciendo todo lo que podemos para evitar la violencia, pero el presidente ha dejado muy claro que si ese momento llega, no dudará». Pompeo denunció que la intervención de Rusia, que en marzo envió a Venezuela 100 soldados y material militar, impidió a Maduro salir hacia Cuba, sin dar más detalles. En la mañana de ayer Pompeo llamó a su homólogo en el Kremlin, Sergéi Lavrov, para quejarse de que «la intervención de Rusia y Cuba es desestabilizadora para Venezuela y para la relación bilateral entre EE.UU. y Rusia».
No es un golpe de Estado
El presidente del Consejo Permanente de la OEA, el embajador norteamericano Carlos Trujillo, convocó ayer una reunión de urgencia para tratar la crisis en Venezuela. El embajador elegido por Guaidó para ese organismo, Gustavo Tarre, tomó primero la palabra para afirmar que «desde ayer no caben posiciones intermedias ante lo que sucede en Venezuela». «Entre Maduro y Guaidó, todo lo que sea equidistancia resulta indecente para cualquier demócrata. La realidad obliga a ser coherente. O se defiende los principios democráticos o se respalda la dictadura», añadió Tarre, que pidió que no se llame el pronunciamiento de Guaidó «golpe de Estado».
A Tarre le apoyaron de forma enfática los enviados de Brasil, Argentina, Colombia, Canadá y otros. El embajador de Perú, José Manuel Boza Orozco, leyó un comunicado del Grupo de Lima, cuya misión es favorecer la transición a la democracia en Venezuela, en el que proclamó: «Expresamos nuestro pleno respaldo al proceso constitucional y popular emprendido por el pueblo venezolano, bajo el liderazgo del presidente encargado, Juan Guaidó, para recuperar la democracia en Venezuela; y rechazamos que dicho proceso sea calificado como golpe de Estado». Trujillo instó a todos los reunidos a condenar la represión de los manifestantes que protestan contra Maduro. «Maduro está desesperado y no se detendrá ante nada para tratar de mantenerse en el poder», dijo. Sin embargo, hay importantes países latinoamericanos, como México, que no han reconocido a Guaidó y siguen apoyando la permanencia de Maduro en el poder.
Ante la insistencia de EE.UU., la OEA analizará de forma extraordinaria este jueves la injerencia extranjera -sobre todo de Cuba y Rusia- en la crisis venezolana. Desde que Maduro llegara al poder han fallecido al menos 271 personas en las protestas a favor de la democracia, según un recuento de la propia secretaría general de la OEA. Esta misma ha instado a EE.UU. a que asuma la responsabilidad de proteger a los venezolanos para considerar una misión de paz en Venezuela. Esa misma doctrina, alumbrada en el seno de las Naciones Unidas, ha justificado en el pasado intervenciones armadas en escenarios de conflicto como los de Libia o Yemen. El presidente norteamericano, Donald Trump, ha amenazado además con aplicar la totalidad del embargo sobre Cuba si sigue apoyando a Maduro, algo que supondría un aislamiento integral. (Source/Photo: www.abc.es)
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