El análisis sobre los escenarios de los conflictos armados modernos requiere de la implementación de tácticas y procedimientos de combate inteligentes, innovadores, creativos y con una mirada abierta hacia el corto y mediano plazo.
Por eso, a partir de los desafíos propios que conlleva la modernidad, el Ejército Argentino dio el puntapié inicial en estudios preliminares para conformar una Fuerza Multidominio.
Fuerzas Armadas preparadas para los escenarios de multidominio
Diseñar este tipo de organización no solo permitirá adecuarnos con los nuevos conceptos, que rigen las recientes doctrinas que se estudian y ya se encuentran en práctica en las Fuerzas Armadas de las principales potencias, sino que proporcionará la base necesaria para avanzar con mayor énfasis en el desarrollo de los proyectos de los sistemas de armas ya consolidados en el Ejército; como la modernización del TAM2C-A2, la próxima adquisición de Vehículos de Combate Blindados a Rueda 8 x 8, el uso de inhibidores de drones y de munición inteligente, la aplicación de herramientas de Inteligencia Artificial (IA) y de material del dominio ciberespacial, y otros recursos materiales dirigidos a construir un Ejército moderno.
Por esta razón, se han puesto en marcha una serie de acciones para concretar, en el menor tiempo posible, el objetivo impuesto de conformar una Fuerza Multidominio. Esto nos permitirá llevar adelante operaciones militares en todos los espectros del campo de combate, tendientes al logro de la interoperabilidad con otras Fuerzas Armadas, tanto en el marco regional como en el resto del mundo.
El Ejercicio Aonikenk, la primera iniciativa en materia multidominio
Para lograr esta interoperabilidad, resulta de vital importancia la realización de ejercitaciones en los diferentes ámbitos y distintos niveles de la conducción. Por eso, la programación, planeamiento y ejecución del ejercicio “Aonikenk” fue la respuesta a una primera aproximación de operaciones militares multidominio.
Aonikenk, vocablo tehuelche que significa “gente del sur”, se consolida como la primera ejercitación en su tipo en la que se llevaron a la práctica acciones reales a partir de eventos figurados por parte de un oponente ficticio. Esto permitió comprobar la capacidad de alistamiento de gran parte de los medios terrestres y corroborar una ajustada coordinación y sincronización entre el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea Argentina.
Cerca de 5.000 efectivos, vehículos y sistemas de armas de distintas Unidades militares -provenientes de las provincias de Salta, Chaco, Córdoba, San Luis, Neuquén y de distintas guarniciones de Buenos Aires- coincidieron en la zona de Baterías, en cercanías a Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires).
Una vez allí, se conformaron distintas organizaciones y se comprobó el comando y control de las operaciones a partir del empleo de distintos medios de alta tecnología e Inteligencia Artificial como herramientas de apoyo a la decisión. También se pudo comprobar la efectividad de los nuevos sistemas de armas de reciente adquisición.
Logística, alistamiento y adiestramiento operacional
Como bien lo describe el historiador militar Julian Thompon, en parte del prefacio del libro “La savia de la guerra”, la logística resulta tan determinante que de ella depende, en gran medida, el éxito o el fracaso de cualquier campaña militar.
En este sentido, Aonikenk comenzó a planificarse desde comienzo del mes de marzo en el Comando de Adiestramiento del Ejército Argentino. Finalmente, el despliegue de personal y medios significó un esfuerzo logístico de magnitud, el que arrojó como resultado el equivalente a efectivos que podrían colmar dos teatros Colón o un Luna Park.
Detrás del esfuerzo logístico del ejercicio “Aonikenk”
Todo ese volumen de trabajo exigió una detallada coordinación y ajustes, en todos los niveles de la conducción, siendo conscientes que “la táctica difícilmente solucione los errores de la estrategia”.
Los movimientos realizados pusieron a prueba el transporte multimodal. Para lograrlo, fue necesario controlar los amarres de los vehículos a la plataforma de la cubierta del buque de transporte; chequear el funcionamiento de la grúa para el izado de blindados; cañones y vehículos a rueda; confeccionar el manifiesto de vuelo, verificando volúmenes y peso de las cargas; y coordinar el transporte de tanques y cañones sobre transportadores, ajustando los horarios de arribo para que secuencialmente ingresen a las zonas de operaciones.
Éstas fueron algunas de las muchas tareas que involucraron el sostenimiento de la fuerza desplegada. A esto debe sumarse el haber alimentado a un número de efectivos de magnitud en lugares distantes y en diferentes oportunidades, como así también haber suministrado combustible y otros efectos críticos para que todo funcionara.
La etapa previa: así fue el alistamiento del personal y los medios
El Comando de Adiestramiento y Alistamiento del Ejército llevó a cabo, a lo largo del año, visitas de supervisión, con prioridad sobre aquellas Unidades que participaron de este adiestramiento operacional.
En esas oportunidades, se comprobó el cumplimiento de los horarios establecidos para tener listos los efectivos, armas y otros pertrechos. También se controlaron los estándares de mantenimiento y completamiento alcanzados sobre aquellos efectos que luego se emplearían en la campaña de adiestramiento.
Pero el alistamiento no solo incluye preparar armas, vehículos y otros enseres. Comprende, además, la preparación física y mental para afrontar rápidos cambios de situación, adaptándose al nuevo entorno que se le presentará al soldado. Así lo demostraron, por ejemplo, los montaraces de Tartagal, quienes fueron trasladados desde la provincia de Salta hasta la ciudad de Bahía Blanca para ejercitarse en un desconocido ambiente geográfico para ellos.
La finalidad de tener efectivos adiestrados
Alcanzar un adecuado nivel de adiestramiento operacional significó haber transitado un largo camino. El mantenimiento y cuidado del estado de salud, el estado físico necesario para afrontar esfuerzos prolongados, la instrucción individual para operar distintos sistemas y el adiestramiento de las Secciones, Compañías y Unidades, fue y será el tangible que otorga a nuestra Fuerza la capacidad para disuadir, proyectando un poder de daño real para aquellos que pretendan atentar contra nuestra soberanía.
Sin embargo, ese nivel de adiestramiento no solo se logra con la repetición constante de técnicas y procedimientos de combate, sino que interviene en gran medida el liderazgo de oficiales y suboficiales quienes, con ejemplo personal cotidiano, se ponen delante de sus fracciones de combate demostrando predisposición para la acción.
Los más de 350 lanzamientos en paracaídas, las incursiones aéreas, navales y anfibias, tanto de noche como de día, sin un solo accidente a lo largo de casi dos semanas de trabajo continuo en el terreno; corrobora y da muestras del profesionalismo y del ejercicio de mando por parte de todos los niveles de la conducción.
El día después: ¿cómo impactó en el personal el Aonikenk?
El final de Aonikenk significa el inicio de un nuevo ciclo. Es parte de un constante y virtuoso proceso que se retroalimenta con lecciones aprendidas; experiencias individuales y colectivas; maduración profesional; e historias y anécdotas cuarteleras que perdurarán en la memoria de los participantes.
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También, dio vida a la camaradería entre Armas y Fuerzas, contribuyendo al “ethos” de la apasionante vocación militar. Aquí comprobamos que hay soldados, de todas las jerarquías, dispuestos a honrar la memoria de nuestros héroes de Malvinas. También refleja que hay un presente comprometido en continuar avanzando en la recuperación y afianzamiento de nuestras capacidades militares.
En definitiva, hay un Ejército que avanza decididamente hacia la modernidad, como parte de un instrumento militar ágil, dinámico y audaz, dispuesto a defender la integridad territorial del Estado, su capacidad de autodeterminación y la libertad de los compatriotas a quienes se debe.
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