El canciller Jorge Faurie

Delfina Galarza - La Nación

Tras la polémica desatada por la presencia de un submarino estadounidense con apoyo británico en el Atlántico Sur, el excanciller Jorge Faurie se refirió a la situación que despertó "gran preocupación" en el Gobierno y la adjudicó a un claro mensaje de la potencia norteamericana al país, "por no haber permitido", días atrás, que el buque Stone de la Guardia Costera ingresara en aguas argentinas.

"Este episodio no deberíamos desconectarlo del patrullero norteamericano USCGC Stone que no pudo realizar la actividad prevista en aguas argentinas", señaló Faurie a LA NACION. Según el excanciller más allá de que tanto desde el gobierno nacional como el de Estados Unidos argumentaron que la embarcación no ingresó por cuestiones "logísticas", sostuvo que el confuso hecho respondió a motivaciones políticas.

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La travesía del buque se enmarcaba en la Operación Cruz del Sur de la Guardia Costera con el objetivo de reforzar las alianzas regionales de seguridad marítima y combatir la pesca ilegal no declarada y no regulada (INDNR).

-¿Cuál cree que fueron los motivos por los que el buque Stone finalmente no ingresó en aguas argentinas?

-La Argentina le negó el ingreso alegando cuestiones de la pandemia, pero el buque venía entrando en casi todos los puertos de América Latina y nosotros dijimos que no. Bajo un sesgo ideológico este Gobierno le prohibió la entrada, aunque permite toda la operativa abusiva de los chinos. Hay que leer que este buque nuevo tiene un equipamiento que hubiera permitido recabar elementos que dan cuenta de la presencia de buques chinos en aguas argentinas. Sin embargo, la labor de inteligencia no es solo de Estados Unidos. Aquí no solo hay intereses comerciales en juego, sino que los chinos también obtienen, tal como Japón y España, por ejemplo, información sobre los recursos pesqueros en el mar.

El buque USCGC Stone (WMSL-758) Crédito: Guardacostas de EE. UU.

-Se podría decir que la Argentina quedó atrapada en medio de la histórica disputa entre China y Estados Unidos...

-Sí, esto generó incomodidad en Estados Unidos en medio de una disputa que mantienen las dos potencias en el Atlántico Sur y la Argentina apareció favoreciendo a uno de los contendientes. La lectura de 'yo no dejé pasar al barco' es poco piola. Lo inteligente hubiera sido dejarlo pasar. Aquí no tuvimos esa equidistancia que se requiere en la diplomacia. Cometimos un error al no permitir el ingreso del buque.

-¿Priorizar el vínculo con China por sobre Estado Unidos puede vincularse con el hecho de que esperamos un envío de un millón de dosis de vacunas contra el coronavirus desde Pekín?

-Existe una cuestión comercial: China es nuestro principal comprador. Dentro de ese vínculo está todo el tema de las vacunas, eso es cierto. Pero ya hemos priorizado a Rusia y todavía estamos esperando las vacunas que vienen en dosis homeopáticas. Si bien Estados Unidos también es una potencia no necesita lo que tiene la Argentina, es fundamental mantener la equidistancia.

-Sobre la relación bilateral con Estados Unidos, ¿cuáles son las perspectivas del vínculo con el presidente Joe Biden?

-La principal preocupación hoy de Biden es restablecer la grieta que ha generado una división profunda la sociedad americana. Su mirada del mundo está condicionada por ello y en relación a lograr el liderazgo del país. Es frente a esta búsqueda que miran a los interlocutores en el mundo. Y la Argentina puso el dedo en la llaga. Al no permitir el ingreso del buque tocó algo que hace a la política estratégica global de Estados Unidos.


-Entonces, ¿la presencia del submarino estadounidense en el Atlántico Sur fue en respuesta al accionar argentino en relación al buque Stone?

-Si hay alguien que está acostumbrado al léxico en materia de estrategia regional es Estados Unidos, uno de los autores fundamentales del tratado del Atlántico Norte de la ONU. Cuando desde el Comando Naval Sur de los Estados Unidos comunicaron que una aeronave británica de las Islas Malvinas había colaborado con el submarino y y al referirse a las islas las llamó "territorio británico independiente", lo hizo expresamente. Fue un muy claro mensaje por parte de Estados Unidos: 'están pateando del otro lado en el juego'.

-¿Cómo calificaría la reacción de Cancillería?

-Lo que es claro para Cancillería es la denominación que le dieron a Malvinas y lo fuerte para la Argentina es objetarla, eso es ineludible. Ahora, acá han hecho una lectura claramente ideológica y además para exacerbar más el nacionalismo en torno a esta cuestión que despierta nuestros mejores y peores sentimientos para distraer de la coyuntura política y económica. Este ejercicio de diálogo con actores estratégicos, entender lo que ofrecen o piden a cambio las potencias es muy delicado y requiere cirugía fina. Y nuestra política exterior ha estado muy desatenta del mundo. Es el 'síndrome de Avellaneda'. Estamos más centrados a lo que le pasa a un intendente que a Putin u otros líderes mundiales.