“En 2019, tendremos 187.000 soldados, mientras que Gran Bretaña sólo tendrá 145.000 y el ejército alemán menos. Estos soldados estarán equipados y entrenados para afrontar los retos del mañana”, había argumentado Le Drian en las columnas de Le Figaro.
Sin embargo, la anexión de Crimea por parte de Rusia, la aparición del Estado Islámico en el Oriente Medio, la continuación de las operaciones en el Sahel y, sobre todo, los atentados de 2015, tuvieron motivos para justificar las intenciones inicialmente expuestas en el LPM 2014-19, que fue “actualizado” para aumentar el número de fuerzas armadas [y en particular las de la Fuerza de Tarea Terrestre – LTF] y el presupuesto del Ministerio de Defensa.
Al mismo tiempo, Berlín anunció su intención de aumentar significativamente su gasto militar hasta 37.000 millones de euros en 2017 [frente a los 32.690 millones de Francia para el mismo año]. Es decir, el equivalente al 1,22% de su PIB, un nivel que seguía estando lejos de la norma del 2% del PIB establecida por la OTAN]. Pero se habló de ir aún más lejos para el periodo 2017-20, con un esfuerzo adicional de 10.000 millones de euros.
Luego, tras las elecciones federales de 2017, la coalición liderada por Angela Merkel y formada por los democristianos de la CDU/SCU y los socialdemócratas del SPD decidió aumentar este esfuerzo. Esta era, en cualquier caso, la ambición de Annegret Kramp-Karrenbauer, entonces ministra de Defensa, que quería un presupuesto de 61.500 millones en 2025. Al final, la trayectoria financiera adoptada preveía que la Bundeswehr tuviera un presupuesto de 45.600 millones de euros para esa fecha.
Evidentemente, sin una fuerza de disuasión nuclear que mantener [aparte de los costes ligados a su participación en el reparto nuclear de la OTAN], Alemania tenía las cartas en la mano para dotarse del mayor ejército convencional de Europa, siempre que, no obstante, pusiera remedio a las deficiencias del Bundeswehr, identificadas desde hace tiempo. Sin embargo, Francia no había dicho su última palabra en ese momento, ya que su gasto militar iba a aumentar a 44.000 millones de euros en 2023. También lo hizo el Reino Unido…
Pero todos estos cálculos habrán sido barridos por la invasión rusa de Ucrania. Poco después del inicio de las hostilidades, Olaf Scholz, que se convirtió en canciller en las elecciones de 2021, anunció la creación de un “fondo especial” de 100.000 millones de euros para la Bundeswehr. A decir verdad, dado el color de los partidos que forman la actual coalición de gobierno en Berlín [SPD, Verdes y liberales del FDP], un anuncio así habría sido inimaginable unas semanas antes.
Sin embargo, Scholz anunció el color al final del G7, poco antes de volar a Madrid para asistir a la cumbre de la OTAN. Alemania está en proceso de crear “el mayor ejército convencional en el marco de la OTAN en Europa”, dijo el 27 de junio.
Tras recordar que la guerra de Ucrania ha confirmado la necesidad de “gastar más dinero en defensa”, Scholz afirmó que Berlín invertirá, de media, “entre 70.000 y 80.000 millones de euros al año” en sus capacidades militares “durante los próximos años”. Alemania es el país que más invierte en este ámbito”, dijo.
Esta evolución va a tener implicaciones diplomáticas y políticas en el seno de la OTAN y de la Unión Europea [UE, que el Canciller Scholz no mencionó], en la medida en que, hasta ahora, Francia se ha apoyado en su superioridad militar para afirmar su estatus de potencia líder. Por el momento, el presidente Macron dijo que quería una “inversión clara y fuerte” para “consolidar el modelo [francés] de un ejército completo”. (Source/Photo: Laurent Lagneau/Zone Militaire)
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