Se llama J-20 y su apodo es 'Poderoso Dragón'. Se trata del caza más avanzado fabricado por China hasta la fecha, capaz de plantar cara a los nuevos F-35 estadounidenses o PAK-FA rusos
Por Pepe Cervera - El Confidencial
Grande, potente, con características ‘stealth’ que lo hacen difícil de detectar, tan avanzado como sus contrapartes estadounidenses o rusas pero diseñado para una misión diferente y letal. Así es el nuevo avión furtivo recién presentado oficialmente esta semana que ha sorprendido a los analistas y que, gracias a su tecnología, puede alterar el panorama estratégico en el Pacífico Oriental en favor de China.
Se llama Chengdu J-20 y su apodo es ‘Poderoso Dragón’, aunque también se le conoció como Águila Negra o Seda Negra. Se rumoreaba desde 2008 pero no se hizo pública su existencia (a través de fotos ‘filtradas’ por blogueros chinos) hasta 2010 durante la visita de un dignatario EEUU, en un inequívoco mensaje de poder. Desde entonces se han detectado hasta 7 u 8 prototipos además de los dos ejemplares de preproducción que sobrevolaron esta semana en el festival aéreo de Zhuhai, entre gran expectación propia y ajena: los diferentes ejemplares han sufrido modificaciones y adaptaciones, aunque parece que el diseño ya está fijado y es definitivo.
Es posible que los primeros ejemplares fabricados en serie estén ya en manos de una unidad de evaluación operativa de las fuerzas aéreas chinas, lo que indicaría que es posible un despliegue operativo para 2018, tal vez incluso 2017. Y su existencia no sólo sorprende, sino que cambia el panorama estratégico en la región.
En la primera década del siglo XXI nadie esperaba que China tuviese la capacidad de diseñar y desplegar un avión tan avanzado antes de la década de 2020 o incluso 2030. La modernización de las fuerzas armadas de aquel país era lenta y, dado su inmenso tamaño y la escala de los retos a afrontar, enormemente cara, y aunque el desarrollo económico del país acompañaba la posición de salida era muy mala. No olvidemos que el armamento chino, como su tecnología, estaba compuesto en su mayoría por derivados (copias, muchas veces) de material ruso, muchas veces de los años 60 e incluso 50: armas simples, fáciles de fabricar en grandes números y fiables, pero que se habían perdido varias revoluciones en el arte militar.
Sin electrónica avanzada y sistemas modernos de puntería, los tanques, buques de guerra y aviones chinos estaban condenados en una guerra moderna, como demostró la Primera Guerra del Golfo, en la que EEUU y sus aliados trituraron sin esfuerzo a un ejército (el iraquí) en algunos aspectos más avanzado que el chino de aquel momento. Pekín tomó nota, y en cuanto la economía lo permitió empezó a modernizar su armamento, su estrategia y sus tácticas.
Una mezcla (avanzada) de Mig y F-22
El J-20 es el último producto de este afán modernizador, y sorprende. Su diseño recuerda al prototipo ruso MiG 1.44 al que le hubiesen acoplado el morro de un F-22. La parte delantera está cuidadosamente facetada y la cúpula de la carlinga es de una sola pieza, como en el caza estadounidense. Tiene un ala delta con 'canards', a diferencia sus homólogos estadounidenses y rusos (PAK-FA) que tienen alas con planta en diamante y timón de cola.
Con los motores WS-10, el avión no dispone de capacidad de ‘supercrucero', pero dado su diseño puede ser muy ágil en combate
Las derivas verticales están inclinadas hacia afuera y, como los 'canards', son de una sola pieza con actuadores internos. El avión lleva también dos aletas ventrales cerca del borde de fuga de las alas, a los lados de los motores. Las tomas de aire son del tipo DSI, en ’S’ con un bulbo que oculta la cara de la turbina del compresor a los radares desde el frente. Se considera probable que los prototipos vuelen con motores WS-10 de fabricación china, aunque se cree que el objetivo es utilizar los WS-15 de nueva generación actualmente en desarrollo; idealmente podrían instalarse los Saturn 117S (AL-31) rusos con toberas vectoriales que equipan al prototipo indoruso PAK FA; ninguno de los prototipos del J-20 tiene vectorización en el motor.
Muchos detalles indican una buena reducción de la sección radar, sobre todo desde el frente: las juntas de derivas y 'canards' están tratadas y los bordes de los pozos del tren de aterrizaje tienen un diseño en zigzag como el de los aviones furtivos occidentales. El aparato dispone de dos amplios compartimentos cerrados para armas en el centro y de otros dos más pequeños a los lados, quizá para misiles aire-aire de corto alcance. Texturas en las imágenes publicadas de algunos prototipos sugieren el uso de pinturas especiales para dispersar el radar. La popa, en cambio, está peor perfilada, quizá porque la indefinición sobre la planta motriz no permite afinar el contorno.
Algunos especialistas han citado también pequeños errores como los lanzadores de bengalas y 'chaff' abiertos, que aumentan el eco radar. La forma de la parte delantera no sólo es furtiva, sino que podría alojar un radar avanzado de barrido electrónico activo (AESA). Se ha especulado con que además de la cabina ‘de cristal’ con pantallas LCD y HUD holográfico, el J-20 disponga de tecnología de fusión de sensores como la del F-35, aunque no está confirmado.
Con los motores WS-10 el avión no dispone de capacidad de ‘supercrucero’ (velocidad supersónica sin uso de postcombustión) que sí sería posible con los WS-15. Su relación empuje/peso se calcula en 1,06, comparable a la del F-22 con 50% de combustible (1,08). Con esta potencia y la inestabilidad intrínseca del diseño ‘canard’, compensada por un sistema de control de vuelo automático, el Poderoso Dragón podría ser un aparato más ágil en combate cercano de lo que su tamaño puede sugerir, aunque su configuración parece indicar una misión diferente a la de pura superioridad aérea.
En algunos de los prototipos se ha detectado la presencia de un sensor electroóptico, innecesario para el combate aéreo pero vital para misiones de ataque a tierra. Esto sugiere que el J-20 está diseñado como interceptor y aparato de ataque en profundidad con capacidad de autodefensa: sus misiones principales podrían ser la caza de activos como aviones radar y cisterna y el ataque a bases y buques a gran distancia de las costas chinas. Como tal no sería un homólogo exacto de ninguno de los aparatos furtivos rusos ni occidentales, pero podría resultar de gran utilidad para la situación estratégica china en el Pacífico Occidental al reforzar su postura de denegación de área (AD/2D) frente a EEUU.
China ha sido incapaz de desarrollar motores a reacción fiables, por lo que depende de la tecnología rusa o de modelos anticuados
El aparato tiene mayor capacidad de combustible interna que el F-22 y por tanto mayor alcance, un plus en el Pacífico dadas las enormes distancias a cubrir que hacen a los cazas EEUU dependientes de los aviones cisterna. Con su capacidad furtiva, gran carga de armamento y una adecuada suite de defensa electrónica el Poderoso Dragón estaría en condiciones de atacar bases lejanas y barcos con misiles de crucero y antibuque además de emboscar aviones radar y cisterna, reduciendo así la capacidad aérea estadounidense sin tener que enfrentarse directamente a los F-22. Y si sus capacidades pueden ser útiles frente a la USAF son potencialmente devastadoras contra rivales más próximos como la India o Vietnam, que para contrarrestar están muy interesados en el PAK FA ruso.
También con problemas
Por otro lado el J-20 no carece de problemas, empezando por los motores: históricamente China ha sido incapaz de desarrollar motores a reacción modernos y fiables, por lo que depende de la tecnología rusa o de modelos relativamente anticuados. Algunos detalles de la construcción del aparato como las aletas ventrales lo hacen intrínsecamente menos furtivo que los diseños occidentales, que ya tienen algunos años (el F-22 se diseñó en los 90). Se desconocen las capacidades exactas del radar y del resto de la electrónica, pero se sospecha que no está en la misma categoría que sus rivales potenciales. Y no es seguro que la legendaria capacidad de producción china sea capaz de enfrentarse a un diseño tan complejo con fiabilidad; de momento el aparato ya está en producción en serie, pero a ritmo lento; los análisis y test continúan con los prototipos. Aunque algunas fuentes estiman que el objetivo final es producir varios centenares de ejemplares se calcula que para 2020 las fuerzas aéreas chinas podrán contar con apenas un par de decenas.
En cuanto al origen último de la tecnología la capacidad del diseño y la velocidad de su desarrollo ha hecho que muchos analistas occidentales achaquen al espionaje industrial masivo buena parte de los avances chinos. Así se considera que el punto de partida podría estar en partes del F-117 Nighthawk derribado en 1999 por los serbios en la campaña de Kosovo, que habrían llegado a manos de agentes chinos. Se sabe que ha existido espionaje industrial: en 2013 fuentes oficiales en EEUU confirmaron que ‘hackers’ sin identificar (pero vinculados con China) habían robado a través de intrusiones electrónicas gran cantidad de información secreta del F-35, y en 2011 un ingeniero de origen indio que trabajó en el diseño del bombardero B-2 fue condenado a más de 30 años de cárcel por dar información a múltiples países, incluida China; de hecho se sabe que visitó varias veces la ciudad de Chengdú para tener reuniones y dar cursos. Hay indicios de que la copia ha jugado un papel en la configuración del J-20.
Lo cual no quita mérito al diseño. El Poderoso Dragón es un avión potente, moderno y capaz que no es una réplica de ningún equivalente extranjero, sino una solución específicamente china a un problema estratégico chino. Aunque en servicio no resulte disponer de todas las capacidades que se le suponen su presencia cambia la situación en la zona de interés de aquel país: cualquier potencial enemigo tendrá que tener en consideración que en breve China dispondrá en grandes números de un vector de ataque e intercepción rápido, de gran alcance y baja visibilidad radar capaz de plantar cara a los cazas más avanzados del mundo.
El caza furtivo J-20 mostrado por China ayer en el festival aéreo de Zhuhai. (Foto: Reuters)
Por Pepe Cervera - El Confidencial
Grande, potente, con características ‘stealth’ que lo hacen difícil de detectar, tan avanzado como sus contrapartes estadounidenses o rusas pero diseñado para una misión diferente y letal. Así es el nuevo avión furtivo recién presentado oficialmente esta semana que ha sorprendido a los analistas y que, gracias a su tecnología, puede alterar el panorama estratégico en el Pacífico Oriental en favor de China.
Se llama Chengdu J-20 y su apodo es ‘Poderoso Dragón’, aunque también se le conoció como Águila Negra o Seda Negra. Se rumoreaba desde 2008 pero no se hizo pública su existencia (a través de fotos ‘filtradas’ por blogueros chinos) hasta 2010 durante la visita de un dignatario EEUU, en un inequívoco mensaje de poder. Desde entonces se han detectado hasta 7 u 8 prototipos además de los dos ejemplares de preproducción que sobrevolaron esta semana en el festival aéreo de Zhuhai, entre gran expectación propia y ajena: los diferentes ejemplares han sufrido modificaciones y adaptaciones, aunque parece que el diseño ya está fijado y es definitivo.
Es posible que los primeros ejemplares fabricados en serie estén ya en manos de una unidad de evaluación operativa de las fuerzas aéreas chinas, lo que indicaría que es posible un despliegue operativo para 2018, tal vez incluso 2017. Y su existencia no sólo sorprende, sino que cambia el panorama estratégico en la región.
En la primera década del siglo XXI nadie esperaba que China tuviese la capacidad de diseñar y desplegar un avión tan avanzado antes de la década de 2020 o incluso 2030. La modernización de las fuerzas armadas de aquel país era lenta y, dado su inmenso tamaño y la escala de los retos a afrontar, enormemente cara, y aunque el desarrollo económico del país acompañaba la posición de salida era muy mala. No olvidemos que el armamento chino, como su tecnología, estaba compuesto en su mayoría por derivados (copias, muchas veces) de material ruso, muchas veces de los años 60 e incluso 50: armas simples, fáciles de fabricar en grandes números y fiables, pero que se habían perdido varias revoluciones en el arte militar.
Sin electrónica avanzada y sistemas modernos de puntería, los tanques, buques de guerra y aviones chinos estaban condenados en una guerra moderna, como demostró la Primera Guerra del Golfo, en la que EEUU y sus aliados trituraron sin esfuerzo a un ejército (el iraquí) en algunos aspectos más avanzado que el chino de aquel momento. Pekín tomó nota, y en cuanto la economía lo permitió empezó a modernizar su armamento, su estrategia y sus tácticas.
Una mezcla (avanzada) de Mig y F-22
El J-20 es el último producto de este afán modernizador, y sorprende. Su diseño recuerda al prototipo ruso MiG 1.44 al que le hubiesen acoplado el morro de un F-22. La parte delantera está cuidadosamente facetada y la cúpula de la carlinga es de una sola pieza, como en el caza estadounidense. Tiene un ala delta con 'canards', a diferencia sus homólogos estadounidenses y rusos (PAK-FA) que tienen alas con planta en diamante y timón de cola.
Con los motores WS-10, el avión no dispone de capacidad de ‘supercrucero', pero dado su diseño puede ser muy ágil en combate
Las derivas verticales están inclinadas hacia afuera y, como los 'canards', son de una sola pieza con actuadores internos. El avión lleva también dos aletas ventrales cerca del borde de fuga de las alas, a los lados de los motores. Las tomas de aire son del tipo DSI, en ’S’ con un bulbo que oculta la cara de la turbina del compresor a los radares desde el frente. Se considera probable que los prototipos vuelen con motores WS-10 de fabricación china, aunque se cree que el objetivo es utilizar los WS-15 de nueva generación actualmente en desarrollo; idealmente podrían instalarse los Saturn 117S (AL-31) rusos con toberas vectoriales que equipan al prototipo indoruso PAK FA; ninguno de los prototipos del J-20 tiene vectorización en el motor.
Muchos detalles indican una buena reducción de la sección radar, sobre todo desde el frente: las juntas de derivas y 'canards' están tratadas y los bordes de los pozos del tren de aterrizaje tienen un diseño en zigzag como el de los aviones furtivos occidentales. El aparato dispone de dos amplios compartimentos cerrados para armas en el centro y de otros dos más pequeños a los lados, quizá para misiles aire-aire de corto alcance. Texturas en las imágenes publicadas de algunos prototipos sugieren el uso de pinturas especiales para dispersar el radar. La popa, en cambio, está peor perfilada, quizá porque la indefinición sobre la planta motriz no permite afinar el contorno.
Dos J-20 chinos en pleno vuelo de demostración. (Foto: Reuters)
Algunos especialistas han citado también pequeños errores como los lanzadores de bengalas y 'chaff' abiertos, que aumentan el eco radar. La forma de la parte delantera no sólo es furtiva, sino que podría alojar un radar avanzado de barrido electrónico activo (AESA). Se ha especulado con que además de la cabina ‘de cristal’ con pantallas LCD y HUD holográfico, el J-20 disponga de tecnología de fusión de sensores como la del F-35, aunque no está confirmado.
Con los motores WS-10 el avión no dispone de capacidad de ‘supercrucero’ (velocidad supersónica sin uso de postcombustión) que sí sería posible con los WS-15. Su relación empuje/peso se calcula en 1,06, comparable a la del F-22 con 50% de combustible (1,08). Con esta potencia y la inestabilidad intrínseca del diseño ‘canard’, compensada por un sistema de control de vuelo automático, el Poderoso Dragón podría ser un aparato más ágil en combate cercano de lo que su tamaño puede sugerir, aunque su configuración parece indicar una misión diferente a la de pura superioridad aérea.
En algunos de los prototipos se ha detectado la presencia de un sensor electroóptico, innecesario para el combate aéreo pero vital para misiones de ataque a tierra. Esto sugiere que el J-20 está diseñado como interceptor y aparato de ataque en profundidad con capacidad de autodefensa: sus misiones principales podrían ser la caza de activos como aviones radar y cisterna y el ataque a bases y buques a gran distancia de las costas chinas. Como tal no sería un homólogo exacto de ninguno de los aparatos furtivos rusos ni occidentales, pero podría resultar de gran utilidad para la situación estratégica china en el Pacífico Occidental al reforzar su postura de denegación de área (AD/2D) frente a EEUU.
China ha sido incapaz de desarrollar motores a reacción fiables, por lo que depende de la tecnología rusa o de modelos anticuados
El aparato tiene mayor capacidad de combustible interna que el F-22 y por tanto mayor alcance, un plus en el Pacífico dadas las enormes distancias a cubrir que hacen a los cazas EEUU dependientes de los aviones cisterna. Con su capacidad furtiva, gran carga de armamento y una adecuada suite de defensa electrónica el Poderoso Dragón estaría en condiciones de atacar bases lejanas y barcos con misiles de crucero y antibuque además de emboscar aviones radar y cisterna, reduciendo así la capacidad aérea estadounidense sin tener que enfrentarse directamente a los F-22. Y si sus capacidades pueden ser útiles frente a la USAF son potencialmente devastadoras contra rivales más próximos como la India o Vietnam, que para contrarrestar están muy interesados en el PAK FA ruso.
También con problemas
Por otro lado el J-20 no carece de problemas, empezando por los motores: históricamente China ha sido incapaz de desarrollar motores a reacción modernos y fiables, por lo que depende de la tecnología rusa o de modelos relativamente anticuados. Algunos detalles de la construcción del aparato como las aletas ventrales lo hacen intrínsecamente menos furtivo que los diseños occidentales, que ya tienen algunos años (el F-22 se diseñó en los 90). Se desconocen las capacidades exactas del radar y del resto de la electrónica, pero se sospecha que no está en la misma categoría que sus rivales potenciales. Y no es seguro que la legendaria capacidad de producción china sea capaz de enfrentarse a un diseño tan complejo con fiabilidad; de momento el aparato ya está en producción en serie, pero a ritmo lento; los análisis y test continúan con los prototipos. Aunque algunas fuentes estiman que el objetivo final es producir varios centenares de ejemplares se calcula que para 2020 las fuerzas aéreas chinas podrán contar con apenas un par de decenas.
Otra toma del J-20 chino en pleno vuelo. (Foto: Reuters)
En cuanto al origen último de la tecnología la capacidad del diseño y la velocidad de su desarrollo ha hecho que muchos analistas occidentales achaquen al espionaje industrial masivo buena parte de los avances chinos. Así se considera que el punto de partida podría estar en partes del F-117 Nighthawk derribado en 1999 por los serbios en la campaña de Kosovo, que habrían llegado a manos de agentes chinos. Se sabe que ha existido espionaje industrial: en 2013 fuentes oficiales en EEUU confirmaron que ‘hackers’ sin identificar (pero vinculados con China) habían robado a través de intrusiones electrónicas gran cantidad de información secreta del F-35, y en 2011 un ingeniero de origen indio que trabajó en el diseño del bombardero B-2 fue condenado a más de 30 años de cárcel por dar información a múltiples países, incluida China; de hecho se sabe que visitó varias veces la ciudad de Chengdú para tener reuniones y dar cursos. Hay indicios de que la copia ha jugado un papel en la configuración del J-20.
Lo cual no quita mérito al diseño. El Poderoso Dragón es un avión potente, moderno y capaz que no es una réplica de ningún equivalente extranjero, sino una solución específicamente china a un problema estratégico chino. Aunque en servicio no resulte disponer de todas las capacidades que se le suponen su presencia cambia la situación en la zona de interés de aquel país: cualquier potencial enemigo tendrá que tener en consideración que en breve China dispondrá en grandes números de un vector de ataque e intercepción rápido, de gran alcance y baja visibilidad radar capaz de plantar cara a los cazas más avanzados del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario