Es inminente la reglamentación de una ley que dará un fuerte estímulo a la inversión en instalaciones de molinos eólicos, plantas solares, centrales de biomasa y otras sustentables.
Cambio de paisaje. Si se cumplen las previsiones, en cinco años podrían sumarse hasta 5 mil MW generados a partir de fuentes que no liberan CO2 al medio ambiente. | Foto: Cedoc
En pocas semanas más el medio ambiente de la Argentina recibirá una gran noticia: se conocerá finalmente la letra chica de la Ley 27.191, que impulsa el uso de fuentes renovables de energía para la generación de electricidad. Con la nueva reglamentación, desde la Subsecretaría de Energías Renovables pronostican –para los próximos meses– una avalancha de inversiones en materia de energía solar, eólica, plantas de biomasa y mini-centrales hidroeléctricas, que funcionan en los ríos sin necesidad de un embalse.
“Todos los cálculos de reservas energéticas demuestran que nuestro país está dentro del top 5 mundial en casi todas las fuentes de energías renovables, que se caracterizan por poder generar electricidad sin producir gases de efecto invernadero que aportan al calentamiento global. Algo que sí ocurre al quemar petróleo o gas en centrales térmicas”, le resumió a PERFIL Alejandro Haim, docente e investigador de la Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires. Y Diego Werner, Master en Energía Eólica y gerente en la empresa Aires Renewables, agregó que “en general, hay coincidencia en que obtener electricidad usando estos recursos causa un impacto ambiental prácticamente nulo: por ejemplo, se habla de que puede afectar a bandadas de pájaros, o de impacto visual, por lo que se trata de instalar las granjas eólicas lejos de zonas habitadas”.
Sin embargo, a pesar de su potencialidad en la región, hoy la industria argentina relacionada con el aprovechamiento de estas opciones “está viviendo la paz de los cementerios: en fuentes renovables, Argentina rankea 14 en América Latina, superada por Uruguay, República Dominicana y Panamá, entre otros”, comentó con un dejo de tristeza, Marcelo Alvarez, director de la Cámara Argentina de Energías Renovables (Cader). Es que, según los datos oficiales que publica Cammesa, en nuestra matriz energética hoy las renovables aportan apenas el 0,7% del total. “Estamos lejísimos del 8% que deberíamos tener, según la ley, a fines de 2017”, explican desde Cader.
Si, finalmente, la nueva reglamentación funciona, en los próximos años el panorama debería cambiar. “Argentina viene incrementando su demanda energética al 3% anual. Y hoy tenemos una capacidad de generación instalada disponible de unos 25 mil MW, cifra cercana a los picos de demanda. Por lo tanto, instalar fuentes renovables –que son capaces de comenzar a aportar electricidad en plazos de seis meses a dos años– se vuelve la única opción posible para absorber la demanda que viene”, explicó Alvarez.
Eso sin siquiera considerar el costado económico de la ecuación. “Si bien aquí los costos energéticos de los combustibles fósiles son confusos, si analizamos los números que de Uruguay o Brasil lo que vemos es que generar electricidad a partir de renovables es muy competitivo: alrededor de US$ 50 o 60 por cada MW generado, mientras que Argentina importaba petróleo y gas y pagaba costos de generación muy por encima de los US$ 113 por MW que impulsa esta ley”, ejemplificó Werner.
Según la Cámara, en el próximo lustro Argentina podría sumar a su oferta 7 mil MW de fuentes renovables, lo que crearía –afirman– 60 mil puestos de trabajo calificados.
¿Qué pasa si hay muchos días sin viento, o el cielo se nubla?¿Vuelven los cortes? “No necesariamente: si la matriz energética no supera el 20% de fuentes alternativas, y si las plantas generadoras están diversificadas –eólica en Patagonia, solar en NOA, biomasa en NEA, etc.–, las contingencias climáticas se compensan”, detalló Haim. “Además, hay otras opciones todavía en fases de desarrollo, como la undimotriz (a partir de las mareas) o la geotérmica, que en el mediano plazo podrían sumarse a este nuevo panorama energético”.
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