La empresa multinacional española Indra trabajará en la modernización de los AWACS, el avión de alerta temprana, vigilancia y mando y control con el que la OTAN ha protegido el cielo de los países aliados durante décadas y que ha aportado a la Alianza una enorme superioridad a la hora de recoger inteligencia y dirigir operaciones en los escenarios más complejos.

Dotado de un inconfundible radar ensamblado en la parte superior del fuselaje, este avión militar basado en el Boeing 707 puede detectar a más de 400 kilómetros de distancia cualquier aeronave hostil que vuele a baja altura intentando burlar los sistemas de defensa aérea. Localiza también objetivos en el mar y ofrece una capacidad mejorada de mando y control de operaciones aéreas, terrestres o marítimas.

Cada una de estas aeronaves puede controlar en solitario más de 310.000 kilómetros. Estos aviones blindaron y defendieron el cielo de EE.UU. tras los ataques terroristas del 11-S y respaldaron las intervenciones de la Alianza en Irak, Afganistán o Siria. Han sido un activo clave en la lucha contra el Estado Islámico (ISIS) y la piratería y han protegido el cielo de los países aliados durante grandes eventos y olimpiadas.

El pasado 27 de noviembre, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció en Bruselas la firma de un contrato de 1.000 millones de dólares para modernizar la aeronave y extender su vida útil hasta 2035. Uno de los objetivos de dicho programa será dotar a la plataforma de unas comunicaciones y capacidades de intercambio de datos en red mucho más sofisticadas.

El presidente de Boeing International, Michael Arthur, citó a Indra entre los miembros que integrarán la alianza industrial de empresas europeas y norteamericanas que abordarán el conocido como AWACS Final Lifetime Extension Program (FLEP).

La flota AWACS de la OTAN está compuesta de catorce aviones Boeing E-3A de alerta temprana y control aerotransportado (AEW & C) con sede en la Base Aérea de la OTAN en Geilenkirchen, Alemania. Estos aviones Boeing 707 modificados son fácilmente identificables por el distintivo domo de radar montado en el fuselaje.

El E-3A generalmente opera a una altitud de alrededor de 10 km y, desde esta altura, un solo E-3A puede vigilar constantemente el espacio aéreo en un radio de más de 400 km y puede intercambiar información, a través de enlaces de datos digitales, con los comandantes en tierra, mar y aire.
Mediante el uso del radar Doppler de pulsos, un E-3A que vuela dentro del espacio aéreo de la OTAN puede distinguir entre los objetivos que se encuentran sobre el suelo y, por tanto, es capaz de dar una alerta temprana de las aeronaves de bajo o alto vuelo que operan sobre el territorio de un posible agresor.