Donald Trump posa para la foto con una campera de la NASA con su nombre.
Foto: Official White House Photo by Paul D. Williams.
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Por Francisco Reyes.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, firmó una orden ejecutiva en la que le ordenó al Departamento de Defensa crear una Fuerza Espacial para “dominar el espacio”, una iniciativa polémica que deberá superar varios obstáculos para hacerse realidad.
“Cuando se trata de defender a los Estados Unidos, no basta simplemente con tener presencia americana en el espacio, sino que debemos tener un dominio americano también. Estoy aquí dirigiéndome al departamento de Defensa y al Pentágono para que comiencen inmediatamente el proceso necesario para establecer una Fuerza Espacial que sea la sexta rama de las Fuerzas Armadas. ¡Es una gran declaración! Tendremos la Fuerza Aérea y la Fuerza Espacial, separadas pero en el mismo nivel. Será algo muy importante. No quiero que Rusia, China ni ningún otro país tenga ventaja sobre nosotros”. Estas fueron las palabras elegidas por Trump para dirigirse a los estadounidenses y al mundo en el Consejo Nacional Espacial de los Estados Unidos. En su discurso, Trump también le habló al general Joseph Dunford, jefe del Estado Mayor Conjunto, y lo nombró a cargo del proyecto.
A pesar del entusiasmo manifestado por Trump en su anuncio, y los pocos detalles que dio al respecto de esta nueva rama de las Fuerzas Armadas, es necesario para su puesta en marcha que el Congreso de EE. UU. apruebe una ley para autorizar la creación de una nueva rama militar, por lo tanto, el presidente se verá obligado a buscar apoyo de los demócratas para que este proyecto prospere.
El magnate se refirió también en la junta anual del Consejo Nacional Espacial, que en diciembre último firmó una histórica directiva que hará que EE. UU. vuelva a mandar una misión a la Luna, algo que no sucede desde 1972. Trump aseguró que estas medidas generarán trabajo y reactivarán así la economía norteamericana. El mandatario explicó que su administración ya trabaja para modernizar “las desactualizadas regulaciones espaciales vigentes” y reorganizar el tráfico espacial.
“Esta vez, haremos más que plantar una bandera o poner un pie, ya que estableceremos una presencia a largo plazo, expandiendo nuestra economía y construyendo la base para la eventual pero inminente misión a Marte”, afirmó.
De concretarse, el proyecto lanzado por Trump violaría el Tratado en varios de sus artículos. Por empezar, el hecho de que EE. UU. quiera crear una nueva fuerza dentro de las Fuerzas Armadas para tener una “presencia a largo plazo” en la Luna y Marte, implicaría establecer bases de carácter militares, algo expresamente prohibido por el tratado de 1967. El proyecto de Trump también atenta contra la definición del espacio como ámbito de paz, de exploración e investigación científica, como el propio presidente se encargó de dejar en claro en un discurso que dio en marzo de este año en la Base Aérea de Miramar, California: “Mi nueva estrategia nacional para el espacio reconoce que el cosmos es un campo de batalla al igual que lo son la tierra, el aire y el mar, por eso es necesario tener una fuerza espacial”.
La respuesta del Secretario de Defensa norteamericano, James Mattis pasó del rechazo absoluto a la iniciativa, a un apoyo moderado. En un primer momento escribió una carta al Miembro de la Cámara de Representantes, Mike Turner, en la que se leía: “Estamos tratando de integrar las funciones conjuntas de combate de los departamentos, no deseo agregar un servicio separado que probablemente presente un enfoque más estrecho e incluso parroquial de las operaciones espaciales”. Pero más adelante, en una conferencia de prensa aseguró: “Los funcionarios del Departamento de Defensa planean discutir el asunto en su reunión con el Consejero de Seguridad Nacional John Bolton. Claramente tenemos que comenzar el proceso”.
El presidente norteamericano en su discurso en el Consejo Nacional Espacial.
El Senador demócrata Bill Nelson, por su parte, criticó duramente en un tuit el proyecto: “El presidente le dijo hoy a un general de los EE. UU. que creará una nueva Fuerza Espacial como la sexta rama de las Fuerzas Armadas, fuerza que los generales me dicen que no quieren. Afortunadamente, el presidente no puede hacerlo sin el Congreso porque ahora NO es el momento de desarmar a la Fuerza Aérea. Hay demasiadas misiones importantes en juego”.
Mark Kelly, un astronauta retirado de la NASA que pasó más de un año en una misión espacial, también criticó la medida en su cuenta de Twitter: “Esta es una idea tonta. La Fuerza Aérea ya hace esto. Ese es su trabajo. ¿Qué sigue? ¿La creación de una nueva fuerza para los submarinos y que se llame la fuerza bajo el mar?” publicó, con un claro tono irónico y crítico.
Sin embargo, con el correr de los días, Trump también ha sumado aliados en su causa espacial. Los Miembros de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, los republicanos Mike D. Rogers y Jim Cooper se mostraron a favor y presionaron para que el Congreso aprobara este proyecto, argumentando que la Fuerza Espacial es necesaria porque la Fuerza Aérea no le presta demasiada atención al espacio exterior, y que Rusia y China están desarrollando armas anti-satélites, que podrían poner en peligro a los satélites estadounidenses: “El presidente decidió ir directamente allí y resolver este problema, me parece bien eso”, dijo Rogers en una audiencia del Instituto Mitchell en Capitol Hill.
El Pentágono ya ha dado su apoyo al proyecto del presidente y ha comenzado a trabajar en él. “Trabajaremos con el Congreso, este será un proceso deliberado con una gran cantidad de aportes de múltiples partes interesadas”, dijo la secretaria de prensa Dana W. White, en un correo electrónico a los periodistas.
La carrera espacial
Trump no es el primer presidente estadounidense en poner el foco en el espacio para la expansión militar. Ronald Reagan, en 1983, propuso el programa de la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), un programa de investigación y tecnología para establecer un escudo defensivo en el espacio ante un posible ataque soviético con armas balísticas estratégicas.
La idea original era que estos escudos detectaran el ataque misilístico enemigo y lo destruyeran en diversos puntos de la trayectoria del misil. Pero la tecnología para ello no estaba desarrollada aún y de hecho esto nunca se llevó a cabo. La Organización de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDIO) fue puesta en marcha por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos en 1984 para supervisar la Iniciativa de Defensa Estratégica.
En 1985, se creó el Comando Espacial de los Estados Unidos. Era un Comando de Combate unificado, compuesto por fuerzas de al menos dos Departamentos Militares y tenía una misión amplia y continua. Este organismo fue fusionado en el 2002 con el Comando Estratégico de los Estados Unidos. El Comandante Espacial (1994-1996) Joseph Ashy en 1996 declaró en su momento: “Vamos a luchar en el espacio. Vamos a luchar desde el espacio y vamos a luchar en el espacio”. La militarización se vio más impulsada por la retirada unilateral de los EE. UU. del Tratado ABM en 2002.
Otras potencias también han hecho avances en este sentido. Rusia creó en 2015 sus Fuerzas Aeroespaciales, organismo que, según lo anunciado, se limita a la gestión de satélites, ejecución de despegues de naves y administración de cosmodromos.
Originalmente, este organismo se llamaba Fuerzas Espaciales de Rusia, y era una rama de las Fuerzas Armadas de Rusia, responsables de las operaciones militares en el espacio, creadas en el año 1992, aunque su historia se remonta a los años 50. En 2011, fueron reemplazadas por las Fuerzas de Defensa Aeroespacial de Rusia y en el año 2015 las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia se unificaron en una sola entidad.
A diferencia de la la Fuerza Espacial propuesta por Donald Trump, Rusia incluyó dentro de su Fuerza Aérea a la rama espacial, por lo cual no hubo oposición en su creación.
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