80 instituciones participan en la 8ª edición
Creado en 1999, el Ejercicio Viking se realizó por primera vez
también en un país sudamericano, Brasil.
Brasília, DF - Roberto Caiafa - Infodefensa
La 8ª edición de un mega ejercicio de
simulación creado en 1999 por Suecia y Estados Unidos, el Viking 2018,
se realizó en Brasil, en lo que supone su primera salida
Viking contó con la participación de
aproximadamente 2.500 personas (jugadores, observadores y partidarios), de 60
nacionalidades, representando cerca de 80 instituciones.
de Europa. El
Además de los desafíos profesionales inherentes a cualquier simulación o
juego de guerra, las mayores dificultades incluyeron los problemas técnicos en
los primeros días y la cuestión de la zona horaria para los militares ubicados
en Brasil, que empiezan a jugar a las 5 de la mañana, la plataforma lógica está
activada para apoyar el funcionamiento del ejercicio en sintonía con los
jugadores que están en Europa.
La parte brasileña del ejercicio fue comandada por el general de División José
Eduardo Pereira, jefe de la Preparación de la Fuerza Terrestre,
director y oficial conductor del ejercicio (OCE). El general destacó el
compromiso de los participantes, extranjeros y brasileños: "Mi profunda
admiración por el brillante trabajo desarrollado y por la forma en que
establecieron las relaciones y el intercambio de experiencias durante el
evento".
Comandancia
de las tropas
En la división de las
responsabilidades de la misión ficticia de la ONU, Brasil se
quedó con el prestigioso cargo de comandante de las tropas (el papel de Force
Commander Francisco Humberto
Montenegro Junior, que está en Suecia) y, además, con el mando de uno
de los sectores de la misión, ubicado hoy en el suroeste de Bogaland (a cargo
del general de Brigada José Ricardo Vendramin Nunes, que está
en Brasil).
fue asumido por el general de Brigada
Son cientos de ordenadores conectados
a un único sistema, que simula la situación sobre el terreno, por ejemplo, de
la creación de innumerables incidentes diarios, que provocan una acción por
parte de los jugadores.
Tal reacción no necesariamente involucra al mismo tiempo a militares,
policías y civiles. Pero, siempre que sea necesario, una acción integrada debe
ser anhelada y adoptada, lo que exige un buen flujo de informaciones entre los
diferentes jugadores de cada componente y, principalmente, de los componentes
entre sí.
Para fomentar el intercambio, los
organizadores entregan información sobre un incidente para un componente que,
no obligatoriamente, sería el responsable de la respuesta, por no tener mandato
o por no disponer de medios.
Para ello, se alienta a los componentes a reunirse dos veces al día, para
conversar sobre la situación desde sus respectivos puntos de vista y para
compartir no sólo sus necesidades y desafíos, sino también los medios
disponibles para apoyar a los demás componentes en el cumplimiento de la
misión.
En efecto, uno de los objetivos del
juego es fomentar el espíritu de asociación, lo que se da tanto entre países,
como entre militares, policías y civiles.
Esto pasa por un delicado proceso de construcción de confianza, sea en el
juego, sea en la vida real.
Así, y en última instancia, la metodología y los objetivos de este tipo de
ejercicio contribuyen a acercar a personas de culturas nacionales e
institucionales diferentes que, una vez en el terreno, enfrentarán desafíos
parecidos o aún más complejos.
En el Viking, los jugadores terminaron los diez días de simulación
más bien preparados y en mejores condiciones de asesorar y de participar, con
más efectividad, de futuras misiones de la ONU.
Bogaland:
un escenario de alto riesgo
Bogaland es un país ficticio que vive
gravísima crisis de seguridad y convive con dificultades encontradas actualmente
en los más complejos conflictos armados de África y Oriente Medio: grupos
fuertemente armados, niños soldado, refugiados y desplazados, heridas étnicas y
religiosas explotadas por líderes demagogos, y otros problemas que asolan, en
la vida real, a miles de personas a comienzos del siglo XXI.
En el momento, el país alberga una
misión de la OTAN en todo su territorio.
El estado final deseado es hacer, en toda la nación, el hand over completo
de la OTAN para la ONU, es decir, la transferencia de la autoridad.
No es una tarea militar simple, ante
la complejidad de las condiciones del terreno y, más aún, ante las diferentes
naturalezas entre una misión de la OTAN y una de las Naciones Unidas que, aun
robusta, suele seguir reglas de compromiso más restrictivas que las de la OTAN,
además de disponer de menos medios militares (humanos, financieros y
logísticos).
Fuera del componente militar, la misión de la ONU en Bogaland contó con el
apoyo de los componentes policial y civil, en una típica estructura de
operación multidimensional.
Imágenes: Roberto Caiafa
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