Por: Thomas Gibbons-Neft,
Traducido y adaptado por Nopelovic para Zona Militar
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se encuentran frente a un punto de inflexión. Incapaces de retirarse de dos prolongados conflictos en Iraq y Afghanistán, el Pentágono ha sido forzado a responder al resurgimiento ruso y a una ascendente China, mientras se mantiene listo a combatir múltiples amenazas terroristas alrededor del mundo.
El presupuesto del Pentágono para 2017 es de 582.7 billones de dólares e intenta responder a un nuevo diseño para enfrentar a esos desafíos. Sin embargo, según un grupo de expertos norteamericanos del “Center for New American Security”, un equipo de analistas de Washington, tiene que tomar ciertas decisiones difíciles si quiere seguir combatiendo de manera efectiva las amenazas del futuro.
Tres expertos, Jerry Hendrix, Paul Scharre y Eldbridge Colby han realizado un informe en conjunto que utiliza un incremento de un 2% a partir del presupuesto de 2017 para diseñar las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para los próximos diez años.
“Tenemos unas fuerzas armadas configuradas para vencer en gran forma a otras al estilo de la Primera Guerra del Golfo de Sadam Husseim”, dice Colby. Agrega que el Pentágono se ha focalizado en bajar las cantidades de unidades de equipo, pero invirtiendo a su vez en mejorarlo con piezas de última tecnología. Sin embargo, el éxito ha sido modesto. Según el presupuesto propuesto, la Armada de Estados Unidos crecería desde las 272 unidades actuales a una de 345 buques a lo largo de esos 10 años, mientras que la Fuerza Aérea aumentaría sus aviones en un número de 120.
“Los números importan, agrega Colby.
Para arreglar el balance actual, el informe de los tres analistas sugiere que el Pentágono debería invertir en lo que llaman “una mezcla de alta y baja tecnología”. Esto significa que el Pentágono debe invertir en equipos de alta tecnología, como los aún no construidos bombarderos de largo rango B-21, pero también en los más baratos turbohélices de ataque A-29 Super Tucano para poder afrontar diferentes amenazas en lugares cono Iraq y Afghanistán.
Para financiar estas modificaciones el informe propone cancelar los portaaviones de la clase Gerald Ford y los buques de asalto anfibio de la clase America. La línea de producción de los Fords se estima que costará unos 40 billones de dólares; el buque cabeza de línea está actualmente atravesando una serie de contratiempos y demoras en su construcción y alistamiento.
También proponen recortar 55 billones más en esos 10 años al despedir al 5% de la fuerza laboral civil en el pentágono y a más de 8000 contratistas.
Según estos expertos su presupuesto seguirá asegurando que la Armada mantendrá al menos 10 portaaviones al final de esa década; sólo que tendrán un rol diferente, actuando más como bases pre situadas de operación a lo largo del mundo. La cancelación de las clases Ford y America y el cambio de misión para los restantes portaaviones es una respuesta parcial a la “defensa de negación de área”. Conocida como A2/AD en los círculos de defensa; este acronismo es la última palabra de moda hacia las amenzas planteadas por las fuerzas armadas rusas y chinas bajo la forma de los misiles anti buques de tipo balístico y las armas avanzadas que serían capaces de mantener a las fuerzas de los Estados Unidos alejadas de ciertas áreas de su territorio, tal como el mar Báltico para Rusia como el Mar de la China del Sur, para la potencia asiática.
A2/AD es uno de los puntos principales del informe del CNAS, y para oponerse a estos sistemas de negación de áreas, el presupuesto apunta a incrementar la inversión en más sistemas no tripulados y a mejorar las capacidades submarinas, adaptando la flota de submarinos norteamericana actual para incrementar su “supervivencia” en esos entornos.
Además de los vehículos y naves actuales, el informe propone invertir en sistemas de muy alta tecnología, tales como láseres de alta energía para aviones y modificar más buques de superficie con cañones electromagnéticos de rieles para darles habilidades de ataque de precisión no alcanzadas por nadie en el mundo.
En la parte baja del espectro, el presupuesto de los analistas mantendría a las Fuerzas Especiales y a la flota de drones en los niveles actuales. También a los aviones de ataque A-10, focalizándose el Ejército en operaciones de “soporte, aviso y asistencia” que ha sido el sello de las operaciones militares norteamericanas en los últimos dos años.
Traducido y adaptado por Nopelovic para Zona Militar
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se encuentran frente a un punto de inflexión. Incapaces de retirarse de dos prolongados conflictos en Iraq y Afghanistán, el Pentágono ha sido forzado a responder al resurgimiento ruso y a una ascendente China, mientras se mantiene listo a combatir múltiples amenazas terroristas alrededor del mundo.
El presupuesto del Pentágono para 2017 es de 582.7 billones de dólares e intenta responder a un nuevo diseño para enfrentar a esos desafíos. Sin embargo, según un grupo de expertos norteamericanos del “Center for New American Security”, un equipo de analistas de Washington, tiene que tomar ciertas decisiones difíciles si quiere seguir combatiendo de manera efectiva las amenazas del futuro.
Tres expertos, Jerry Hendrix, Paul Scharre y Eldbridge Colby han realizado un informe en conjunto que utiliza un incremento de un 2% a partir del presupuesto de 2017 para diseñar las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos para los próximos diez años.
“Tenemos unas fuerzas armadas configuradas para vencer en gran forma a otras al estilo de la Primera Guerra del Golfo de Sadam Husseim”, dice Colby. Agrega que el Pentágono se ha focalizado en bajar las cantidades de unidades de equipo, pero invirtiendo a su vez en mejorarlo con piezas de última tecnología. Sin embargo, el éxito ha sido modesto. Según el presupuesto propuesto, la Armada de Estados Unidos crecería desde las 272 unidades actuales a una de 345 buques a lo largo de esos 10 años, mientras que la Fuerza Aérea aumentaría sus aviones en un número de 120.
“Los números importan, agrega Colby.
Para arreglar el balance actual, el informe de los tres analistas sugiere que el Pentágono debería invertir en lo que llaman “una mezcla de alta y baja tecnología”. Esto significa que el Pentágono debe invertir en equipos de alta tecnología, como los aún no construidos bombarderos de largo rango B-21, pero también en los más baratos turbohélices de ataque A-29 Super Tucano para poder afrontar diferentes amenazas en lugares cono Iraq y Afghanistán.
Para financiar estas modificaciones el informe propone cancelar los portaaviones de la clase Gerald Ford y los buques de asalto anfibio de la clase America. La línea de producción de los Fords se estima que costará unos 40 billones de dólares; el buque cabeza de línea está actualmente atravesando una serie de contratiempos y demoras en su construcción y alistamiento.
También proponen recortar 55 billones más en esos 10 años al despedir al 5% de la fuerza laboral civil en el pentágono y a más de 8000 contratistas.
Según estos expertos su presupuesto seguirá asegurando que la Armada mantendrá al menos 10 portaaviones al final de esa década; sólo que tendrán un rol diferente, actuando más como bases pre situadas de operación a lo largo del mundo. La cancelación de las clases Ford y America y el cambio de misión para los restantes portaaviones es una respuesta parcial a la “defensa de negación de área”. Conocida como A2/AD en los círculos de defensa; este acronismo es la última palabra de moda hacia las amenzas planteadas por las fuerzas armadas rusas y chinas bajo la forma de los misiles anti buques de tipo balístico y las armas avanzadas que serían capaces de mantener a las fuerzas de los Estados Unidos alejadas de ciertas áreas de su territorio, tal como el mar Báltico para Rusia como el Mar de la China del Sur, para la potencia asiática.
A2/AD es uno de los puntos principales del informe del CNAS, y para oponerse a estos sistemas de negación de áreas, el presupuesto apunta a incrementar la inversión en más sistemas no tripulados y a mejorar las capacidades submarinas, adaptando la flota de submarinos norteamericana actual para incrementar su “supervivencia” en esos entornos.
Además de los vehículos y naves actuales, el informe propone invertir en sistemas de muy alta tecnología, tales como láseres de alta energía para aviones y modificar más buques de superficie con cañones electromagnéticos de rieles para darles habilidades de ataque de precisión no alcanzadas por nadie en el mundo.
En la parte baja del espectro, el presupuesto de los analistas mantendría a las Fuerzas Especiales y a la flota de drones en los niveles actuales. También a los aviones de ataque A-10, focalizándose el Ejército en operaciones de “soporte, aviso y asistencia” que ha sido el sello de las operaciones militares norteamericanas en los últimos dos años.
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