viernes, 24 de abril de 2015

Secretos y derivaciones de los convenios bilaterales



Pablo Ferrara, un argentino doctorado en derecho internacional y profesor asistente en el Instituto del Derecho del Mar de la Universidad Xiamen, dijo a Dang Dai que “si Argentina planifica un poco más su relación con China no nos vendría mal”, al tiempo que cuestionó la confidencialidad de algunos acuerdos bilaterales y el “paralelismo” que existe entre reparticiones argentinas que los rubricaron, cuando “la Constitución Nacional dice que el Poder Ejecutivo debe concentrar la políticas exterior”. Ello “es una desventaja porque deberemos acostumbrarnos a un sistema que no conocemos bien”. Con todo, fue optimista y expresó que si cambiara el signo del gobierno argentino en las presidenciales de este año y llegaran a revisarse algunas cuestiones, “China siempre busca soluciones, no problemas; por ejemplo es un país que no recurre al CIADI” frente a controversias legales con sus socios.

Ferrara habló ayer en la Cámara Argentina China, presentado por su presidente Carlos Spadone y la secretaria de la entidad, María Cristina Tapia Sasot, sobre la relación bilateral a partir de los convenios, con un análisis histórico y las perspectivas.

“La mecánica del vínculo es propia, ajena a otras relaciones bilaterales que ha tenido Argentina”, indicó, aunque con un patrón común “a los que realiza China en Sudamérica, es decir con una planificación gradual, de menor a mayor; de hecho los acuerdos con Argentina son la cola del dragón de una serie” que el país asiático firmó en la región, muy similares.

Si bien reconoció que en la reforma constitucional de 1994 se autoriza a las provincias a firmar acuerdos con países extranjeros (siempre que no pisen competencias federales, no interfieran en créditos internacionales y si notifican al Congreso nacional, tales sus tres condiciones), puso la lupa en los niveles subnacionales de firmas de acuerdos, sean provinciales o ministeriales, que son “novedosos” y presentan desafíos.

En materia de confidencialidad, algo criticado por sectores de oposición, identificó dos: 1) el acuerdo de intercambio de información tributaria que firmó la AFIP con el órgano impositivo chino en 2010 (en verdad, las cuestiones impositivas suelen tener cláusulas de confidencialidad en todos los países) y 2) los convenios en la órbita del Ministerio de Planificación Federal, “de los cuales no me proporcionaron la información requerida”, con lo cual se transgrediría el principio de publicación de actos públicos. Luego, frente a preguntas del auditorio, reconoció que eventualmente la Corte Suprema de Justicia “podría” sañalar que el Poder Ejecutivo y el Legislativo no actuaron bien si firmaron y aprobaron convenios con cláusulas secretas a sabiendas, pero fue optimista en que “habrá soluciones y continuidad de los acuerdos”, aunque reconoció que deberá haber un seguimiento de las cuestiones “que se deriven de esos convenios”.

En cuanto a otra crítica fantasiosa de la oposición al gobierno, sobre “invasión” de obreros chinos, la descartó de plano.

Sí en cambio cuestionó como “no necesario” el acuerdo en materia nuclear (aportes para la construcción de dos nuevas centrales atómicas) porque a su entender Argentina podría haber usado tecnología y empresas nacionales. En rigor, los acuerdos prevén una alta participación de firmas argentinas.

Ferrara historió el vínculo bilateral previo a 1983 desde el Tratado de Amistad de 1947, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, hasta hitos como el Comunicado Conjunto de 1972, cuando se reconoció a la RPCh; el Convenio Comercial de 1977, bajo la última dictadura, y el Convenio Económico de 1980, bajo ese mismo régimen, al que le dio mucha importancia porque marcó un comienzo del actual esquema de áreas negociadas.

A partir del regreso de la democracia, sostuvo que el ciclo kirchnerista fue el que firmó un mayor caudal de convenios con China: fueron 77 sobre 114 firmados desde la presidencia de Raúl Alfonsín, de los cuales 20 los rubricó Néstor Kirchner y 57, Cristina Fernández de Kirchner. De la actual etapa, por su vastedad, comparó con lo sucedido con la presidencia de Carlos Menem tras el Consenso de Washington en los años ’90, cuando el gobierno firmó 79 tratados bajo ese paradigma. Ferrara quiso marcar una estrategia similar en una época diferente en cuanto a las relaciones preferenciales de Argentina.

Tras repasar todas las áreas de convenios vigentes (cooperación, cultura, aeropespacial, nuclear, salud, inmigración, educación o Antártida –recordó que en 20 años habrá cambio de régimen sobre el estatus antártico internacional-, el experto dijo como síntesis: “Los 114 acuerdos que Argentina firmó con China desde 1983 hasta aquí están publicados por Cancillería (salvo las mencionadas confidencialidades) y representan un sistema complementario, desconcentrado, infraministerial y planificado”, y añadió que habrá “un sistema de acuerdos complementarios y un sistema de confidencialidad”.

Ferrara es profesor titular de derecho internacional público en el Instituto del Derecho del Mar de la Universidad Xiamen. Egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires y como abogado de la Universidad de Buenos Aires, tiene 36 años de edad y realizó sus estudios de posgrado en la Universidad de Berkeley, donde se doctoró en derecho de la energía y derecho público internacional y magister en derecho internacional público. Recientemente la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires y el Instituto de Derecho Internacional Público le publicaron el libro Cooperación en la Explotación de Petróleo y Gas en el Mar.

dangdai.com

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