Durante veinte días —entre el 11 y el 29 de agosto—, los efectivos desplegados en la Región del Biobío convirtieron el inhóspito entorno de Antuco en un centro de operaciones internacional, donde la táctica, la logística y el factor humano fueron igual de desafiantes que las pendientes heladas y los vientos cortantes. Pero este ejercicio no fue solo una práctica: fue un ensayo realista de integración táctica y cooperación regional, liderado por la III División de Montaña del Ejército de Chile, en el marco de acuerdos bilaterales con el Ejército Sur de Estados Unidos (U.S. Army South).
Las unidades participantes incluyeron a la 10ª División de Montaña del US Army, una agrupación de la Compañía “Cazadores 6” de la VI Brigada de Montaña del Ejército Argentino, y una escuadra especializada de la Escuela de Montaña del Ejército de Perú. Todas ellas unidas bajo un objetivo común: fortalecer la interoperabilidad en ambientes extremos y mejorar la preparación ante escenarios de combate invernal.
Una señal política y estratégica
Southern Vanguard, en su segunda edición trasciende lo estrictamente militar. Su mensaje es claro: la cooperación hemisférica ya no es un discurso, es una realidad operativa. La presencia del Ejército de Estados Unidos junto a fuerzas sudamericanas con experiencia probada en terreno difícil refleja un compromiso concreto con la estabilidad regional y la preparación ante crisis multinacionales.
Durante tres semanas, los soldados ejecutaron una serie de maniobras que incluyeron vida en montaña, desplazamientos con esquí, patrullajes nocturnos, combate simulado, rescate bajo fuego y evacuación médica, todo en condiciones climáticas reales y exigentes. Cada jornada fue una prueba de adaptación física, pericia técnica y, sobre todo, coordinación táctica multinacional.
Una de las claves del éxito fue la fase inicial de nivelación doctrinaria, liderada por instructores chilenos. Esta etapa no solo ajustó técnicas y procedimientos, sino que alineó criterios de mando, comunicación y ejecución táctica, eliminando fricciones entre fuerzas con doctrinas y culturas operativas distintas.
La interoperabilidad no solo se construye con fusiles y radios. También se libra en las líneas de abastecimiento, en el transporte de equipos, en el soporte de las unidades desplegadas. Southern Vanguard 2025 fue, en muchos sentidos, una operación logística de alta complejidad, donde más de 600 efectivos fueron sostenidos durante casi un mes en condiciones extremas, incluyendo altitud, nieve profunda y temperaturas bajo cero.
Desde la habitabilidad de los campamentos hasta el suministro de combustible, alimentación, munición y evacuación sanitaria, cada detalle fue planificado con precisión. El General de Brigada Claudio Mardones, Comandante de la III División de Montaña y director del ejercicio, lo resumió así: “Lograr esta interoperabilidad no fue casualidad. Involucró meses de planificación y una ejecución meticulosa. El despliegue logístico y administrativo fue fundamental para que cada operación sucediera”.
Más allá de las maniobras tácticas, Southern Vanguard demostró algo fundamental: la interoperabilidad real no se impone, se construye. Y se construye en lo humano: en el compartir raciones bajo la nieve, en las marchas nocturnas con visibilidad nula, en la coordinación multilingüe que exige paciencia y liderazgo, y en la confianza que se forja entre soldados que nunca se habían visto antes, pero que aprenden a operar como uno solo.
El Mayor General Philip J. Ryan, Comandante del Ejército Sur de Estados Unidos, fue categórico: “Este ejercicio es una demostración de nuestra colaboración real. No se trata solo de geopolítica, se trata de los soldados que trabajan codo a codo. En terreno difícil, con frío y fatiga, demostramos que juntos somos más fuertes”.
Hacia una fuerza hemisférica integrada
Southern Vanguard 2025 dejó varias lecciones, pero una de ellas destaca: la integración regional en defensa es posible, tangible y necesaria. Frente a un escenario estratégico cada vez más complejo, con amenazas híbridas, crisis climáticas y desafíos geopolíticos, la única respuesta efectiva es una fuerza capaz de operar de manera conjunta, flexible y profesional.
Chile, al asumir el liderazgo operativo y doctrinario del ejercicio, consolida su rol como referente continental en operaciones de montaña, mientras que Estados Unidos reafirma su apuesta por asociaciones confiables y duraderas en el sur del continente. Argentina y Perú, por su parte, aportaron no solo presencia, sino experiencia concreta en geografía adversa.
Southern Vanguard no es una postal de entrenamiento invernal. Es una demostración de cohesión táctica y estratgica en el hemisferio sur. Porque cuando las naciones comparten no solo terreno, sino visión y valores, lo que se construye va más allá de la interoperabilidad: es confianza militar mutua para enfrentar juntos los desafíos del mañana. *Fotografías: Ejército de Chile.
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