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El ministro Luis Petri asiste a una explicación del operativo por militares del Ejército Argentino. |
La denominada Operación “Julio A. Roca” destinada a vigilar las porosas fronteras argentinas mediante una presencia integral militar, está comenzando en una extensa zona fronteriza donde la marginalidad, el contrabando, la trata de personas y la corrupción se han normalizado.
El Ministerio de Defensa tomó la cuestionada decisión de intervenir por medio de efectivos castrenses del Ejército Argentino en la vigilancia de una línea difusa que convive cotidianamente con los delitos trasnacionales, donde el narcotráfico ya es dueño de tierras y funcionarios. La máxima jefatura tomó la directiva, muy cuestionada por diversos sectores políticos, de intentar contener y poner orden en una extensísima frontera donde el largo brazo del narco se ha extendido impunemente ensombreciendo el trabajo de la administración pública.
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Helicópteros de la Aviación del Ejército Argentino que participan. |
El despliegue se concreta en áreas alejadas de los centros urbanos y pasos fronterizos oficiales y legales, intentando cubrir aquellos sectores que ya están tomados por el narco y los contrabandistas, incapaces de ser controlados por policías provinciales.
Se ha organizado un Comando Conjunto Interagencial, que deberá trabajar con el Ministerio de Seguridad mediante su Plan Güemes, todo un reto en un marco en el que campan elementos corruptos, lo que hace prever que los efectivos del Ejército Argentino operarán en tierra enemiga y deberán preocuparse más por cuidarse las espaldas, que por proteger la línea fronteriza de grupos de desarrapados que intenta cruzar con unos bultos de ropa o aceite. Los soldados, acostumbrados a convivir con la necesidad, a cuidarse de un ofidio o del agreste clima por un salario mínimo, deberán estar espalda con espalda y poseer miradas de halcón para no caer en trampas tendidas por “propia tropa”.
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Dos militares del Ejército Argentino con sus cámaras unipersonales. |
En años anteriores y con otra administración política se desarrollaron operativos similares, todos muy mediáticamente anunciados, pero con mínimos resultados. El gran trabajo realizado por los militares, con extenuantes patrullas en la espesura del monte y vigilancia permanente, fue boicoteado desde el primer día por funcionarios estatales corruptos que tejieron redes de peculado que no han dejado de crecer en las líneas de mando en las provincias, y bajo la desidia y desinterés de aquellos oficiales de fuerzas de seguridad y policiales que miran para otro lado ante el paso de una columna de contrabandistas con toneladas de cereal o paquetes de estupefacientes.
Así, el componente castrense deberá cuidar una frontera débil, con medios escasos y, aún peor, normativas poco protectoras para sus integrantes, políticos de anteriores administraciones ya amenazan con causas judiciales contra los efectivos participantes cuando vuelvan al poder.
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Un camión con radar del Ejército Argentino que participa en el operativo. |
En el inicio del operativo, como es clásico, la base principal, una ciudad denominada Tartagal, fue visitada por el ministro de Defensa Luis Petri junto al Jefe del Estado Mayor Conjunto Brigadier Xavier Julián Isaac, donde observaron las instalaciones del Puesto de Comando y la preparación de los efectivos militares, para luego en helicópteros sobrevolar zonas críticas fronterizas donde se deberá realizar las misiones de vigilancia y control.
La Operación “Julio A. Roca” implica el despliegue de más de diez mil soldados en provincias del NOA y NEA del país. Con el apoyo técnico de sistemas de radares móviles modernizados por el INVAP, drones y UAV, patrullajes fluviales y con helicópteros con equipos avanzados de visión diurna y nocturna, deberán concentrarse en sectores claves de la línea fronteriza con Bolivia.
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Una militar del Ejército Argentino durante el operativo. |
En la provincia de Salta, las localidades de Tartagal (asiento de uno de los regimientos más sufridos del Ejército Argentino), Aguaray y Salvador Mazza conforman corredores estratégicos del delito, donde se asienta la pobreza de un lado y otro del límite fronterizo y las voluntades son compradas fácilmente con la promesa de un trabajo o un paquete de dinero y donde afloja el patriotismo de cualquier uniformado.
Se habló de las inversiones realizadas para proporcionar a los efectivos intervinientes medios acorde a la tarea, medios de observación todo tiempo, vehículos todo tracción, cámaras individuales y elementos de protección. Se informó sobre la naturaleza de la misión a ejecutar, se mostraron los UAV y drones que seguramente se cruzarán con las aeronaves que ingresan con la droga y que tomarán las imágenes en áreas donde la justicia brilla por su ausencia y hasta ha habido magistrados presos por complicidad con el narco.
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Un soldado empuñando una escopeta de munición no letal. |
Todo esto impone la provisión de cámaras y medios de captura de imágenes para proveer a la justicia de las pruebas del delito, aunque también servirán para salvar a los soldados de algo peor que un disparo adversario: una posible causa penal en los próximos años.
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Un radar utilizado en el operativo. |
Como en otras oportunidades, las Fuerzas Armadas cumplirán con la tarea en forma eficiente y silenciosa, bajo cualquier condición climática y contra toda situación, todo movimiento servirá como adiestramiento y hasta algún equipamiento llegará al inventario. Esperamos que no ocurra como en otros operativos en años anteriores, donde dicho esfuerzo se diluyó en meses ante la pasividad y falta de colaboración de otros organismos y funcionarios provinciales y federales.
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