Poco tiempo atrás en una columna publicada en este medio mencionamos el estado general de la Armada Argentina al día de hoy. Si bien su situación desborda lo mencionado entre detalles y secretismos, la tendencia de recortes en medios y otros recursos limitan fuertemente sus capacidades, el desarrollo efectivo de la misión encomendada por el Estado Nacional y también la posibilidad de modernizar, reparar e incorporar nuevas embarcaciones.

Pese a la entrada próxima de 4 buques ligeros para reemplazar la vieja estructura de patrullado marítimo, algunas necesidades importantes mantienen su vigencia: los buques de despliegue principal en la Armada mantienen su tendencia a la disminución y la tradición argentina de contar con unidades mayores sigue rota desde la baja del ARA 25 de Mayo y del BDT ARA Cabo San Antonio en 1997. A partir de ese año, la marina del país descanso su capacidad de proyección en un buque engendrado con otra función y que fue tímidamente reconvertido para poder transportar infantes de marina y un pequeño cumulo de equipamiento.

Siendo uno de los países con mayor extensión marítima del mundo, la Argentina le ha venido dando la espalda a su «pampa azul» con la baja de distintos sistemas de manera paulatina y la postergación ad eternum de incorporar un buque con capacidad de proyección real que sirva como elemento solido en misiones duales. En este caso, el famoso buque multiproposito o buque del tipo LPD (Landing Platform Dock).

La Armada Argentina mantiene su esperanza de poder contar a futuro con un buque de estas características y estar en sintonía a lo que viene sucediendo en la región, donde Chile ha logrado ocupar esta misión con su Sargento Aldea (LSDH-91), Perú con su BAP Pisco y BAP Paita (este último pronto a entrar en servicio) y Brasil con sus NDM Bahía y PHM Atlantico.

Con un poder político que viene manteniendo presión para conformar la Fuerza de Despliegue Rápido bajo el nuevo parámetro de la reconversión de las Fuerzas Armadas y que contaría con la Infantería de Marina como elemento orgánico de consideración, la Armada menciona que es imperativo contar con un buque de proyección para que la estructura de intervención pueda llevar a cabo las misiones impuestas a ella.

La compañía coreana Daewoo ha venido realizando un esfuerzo de comercialización desde mitad del 2016 que al día de hoy no ha rendido frutos. El clase Makassar, un LPD de 122 metros de eslora y 7300 toneladas de desplazamiento, había captado el interés tanto del Ministerio de Defensa como de la propia Armada Argentina no solamente por sus capacidades, sino por la posibilidad de ser fabricados en astilleros nacionales. Sin embargo, la realidad de los astilleros Rio Santiago y la falta de fondos dificultaron que finalmente el país se pueda hacer con un buque similar a los fabricados en Perú.

Sin avances considerables en las negociaciones mas allá de las buenas intenciones y un convenio firmado en el 2017, la marina argentina sostiene que para llevar a cabo su reconversión y contribución efectiva a los lineamientos políticos dentro de la Fuerza de Despliegue Rápida resulta esencial que la Argentina finalmente avance en la misma dirección con la que lo vienen haciendo los países vecinos. En ese sentido, una reconversión debe ser tomada como una modernización y no como una excusa de continuar limitando capacidades en las que otrora la Argentina fue pionera en la región.(Source/Photo/Author: Mariano Gonzalez Lacroix/Zona Militar)