Gas y petróleo no convencionales
La política apuesta a la energía no convencional. Inversiones y la posibilidad de llegar a ser una nación petrolera.
En poco más de una década el país podría quintuplicar la actual producción de petróleo y gas de esa clase explotando sólo un sexto de Vaca Muerta y sin resignar los objetivos de producción de energía renovable consignados en la ley.
La Argentina es uno de los cuatro países del mundo que explotan comercialmente hidrocarburos no convencionales y las estrategias oficial y privada se encaminan a consolidar ese estatus. En poco más de una década el país podría quintuplicar la actual producción de petróleo y gas de esa clase explotando sólo un sexto de Vaca Muerta y sin resignar los objetivos de producción de energía renovable consignados en la ley.
El norte de la actual política energética es promover los no convencionales, que en el corto plazo le permitirían al país convertirse en una nación petrolera. Según los planes oficiales, para el 2023 se podría haber duplicado la producción de gas y de petróleo, revirtiendo el déficit de la balanza externa con un saldo positivo de 15 mil millones de dólares anuales.
Otras fuentes energéticas, así como el desarrollo de cuencas off shore que comenzaron a licitarse, son capítulos complementarios de esa estrategia madre. Los dos principales destinos de la inversión privada este año fueron la producción de gas y petróleo, básicamente orientado a este tipo de explotación, con 9.521 millones de dólares, seguido por la instalación de energía renovable, que capturó 2.798 millones.
Pero las proyecciones oficiales respecto a los próximos años modifican este mix en detrimento de este último renglón y a favor de los shales.
Hoy existen condiciones económicas en el mercado local que hacen rentable la explotación de los hidrocarburos atrapados en la roca madre, a más de 3000 metros de profundidad y cuya extracción requiere una técnica más compleja y costosa. Esto hizo que en el último año la producción de este tipo de petróleo y gas haya crecido muy por encima del convencional, con saltos interanuales que a fin de septiembre alcanzaron los 256% en gas y 58% en petróleo.
Esta clase de bienes energéticos están consolidando rápidamente su protagonismo en la matriz energética local, fuertemente gasificada. El 37% del gas y el 15% del petróleo que se producen hoy en el país ya son de aquella fuente, lo que implica un crecimiento vertiginoso. Y según el área de Planeamiento Estratégico de la secretaría de Energía, en el 2030 esos porcentajes treparán al 85% y el 80%, respectivamente.
Esta proyección es absolutamente compatible con el plan de negocios del quinquenio 2019-2023 de YPF, la operadora de más envergadura en el mercado local. Según la compañía, en sólo cinco años habrá revertido el actual mix por tipo de hidrocarburos, de modo que los no convencionales representarán el 70% de su matriz productiva, para lo cual prevé desembolsar 3.600 millones de dólares por año hasta entonces.
Una de las razones oficiales para apostar a Vaca Muerta y otras áreas geológicas del mismo tipo es el regalo de la naturaleza: por la envergadura de los recursos contenidos en el subsuelo Argentina ocupa el segundo lugar en el mundo por sus reservas gasíferas y el cuarto por las de oil.
La otra llave es la eficiencia ganada por las prestadoras privadas que están consiguiendo bajar drásticamente los costos de producción. Paulatinamente, éstos resultan cada vez más similares a los que afrontan las compañías en los Estados Unidos, donde la explosión de los hidrocarubros no convencionales permitieron a ese país minimizar su dependencia de las importaciones desde Oriente.
Loma Campana, el principal yacimiento de petróleo no convencional, operado por YPF, es un buen ejemplo de esa eficiencia. Desde el 2015 la empresa redujo a un tercio (de 29 a 11 BOE) el costo de desarrollo de los pozos horizontales, los más adecuados para extraer el petróleo atrapado en esa formación geológica. En tres años ese valor derrapó de 29 dólares a 11.
Otro parámetro de esa reducción de costos es que hace un trienio la compañía necesitaba 53 días para perforar 1100 metros en horizontal, mientras que hoy requiere sólo 29 días para recorrer 2250 metros. Cuadro similar al de los logros técnicos que anota Tecpetrol en Fortín de Piedra, campo dedicado al gas.
Vaca Muerta está de moda y tanto en despachos oficiales como en medios académicos está concebida como el motor de una posible pujanza económica, que incluirá la posibilidad de abastecer al mundo a precios competitivos, como empezará a hacerse este verano con los despachos a Chile. Antes de aquel objetivo es necesario solucionar los cuellos de botella que hoy significan la limitada capacidad de transporte para llevar los productos desde la Patagonia a los centros de consumo o puertos y construir plantas de licuefacción, que permitan comprimir el gas para poder exportarlo a través de barcos.
Mientras se ejecutan esos emprendimientos con aportes privados, la firma comandada por Miguel Gutiérrez también analiza el uso de pozos ya agotados de Loma de la Lata para almacenar el gas que empiece a sobrar en el verano.
En simultáneo, se terminarán de activar las usinas eólicas, solares o de otras fuentes verdes hasta completar el mandato legal de que en el 2025 el 20% de la matriz energética local esté cubierta por fuentes no fósiles. Petroleras como Pampa, Pan Amercian Energy, Total o la propia Yfp también tienen un pie en en este campo.(Source/Photo: Clarín)
La política apuesta a la energía no convencional. Inversiones y la posibilidad de llegar a ser una nación petrolera.
En poco más de una década el país podría quintuplicar la actual producción de petróleo y gas de esa clase explotando sólo un sexto de Vaca Muerta y sin resignar los objetivos de producción de energía renovable consignados en la ley.
La Argentina es uno de los cuatro países del mundo que explotan comercialmente hidrocarburos no convencionales y las estrategias oficial y privada se encaminan a consolidar ese estatus. En poco más de una década el país podría quintuplicar la actual producción de petróleo y gas de esa clase explotando sólo un sexto de Vaca Muerta y sin resignar los objetivos de producción de energía renovable consignados en la ley.
El norte de la actual política energética es promover los no convencionales, que en el corto plazo le permitirían al país convertirse en una nación petrolera. Según los planes oficiales, para el 2023 se podría haber duplicado la producción de gas y de petróleo, revirtiendo el déficit de la balanza externa con un saldo positivo de 15 mil millones de dólares anuales.
Otras fuentes energéticas, así como el desarrollo de cuencas off shore que comenzaron a licitarse, son capítulos complementarios de esa estrategia madre. Los dos principales destinos de la inversión privada este año fueron la producción de gas y petróleo, básicamente orientado a este tipo de explotación, con 9.521 millones de dólares, seguido por la instalación de energía renovable, que capturó 2.798 millones.
Pero las proyecciones oficiales respecto a los próximos años modifican este mix en detrimento de este último renglón y a favor de los shales.
Hoy existen condiciones económicas en el mercado local que hacen rentable la explotación de los hidrocarburos atrapados en la roca madre, a más de 3000 metros de profundidad y cuya extracción requiere una técnica más compleja y costosa. Esto hizo que en el último año la producción de este tipo de petróleo y gas haya crecido muy por encima del convencional, con saltos interanuales que a fin de septiembre alcanzaron los 256% en gas y 58% en petróleo.
Esta clase de bienes energéticos están consolidando rápidamente su protagonismo en la matriz energética local, fuertemente gasificada. El 37% del gas y el 15% del petróleo que se producen hoy en el país ya son de aquella fuente, lo que implica un crecimiento vertiginoso. Y según el área de Planeamiento Estratégico de la secretaría de Energía, en el 2030 esos porcentajes treparán al 85% y el 80%, respectivamente.
Esta proyección es absolutamente compatible con el plan de negocios del quinquenio 2019-2023 de YPF, la operadora de más envergadura en el mercado local. Según la compañía, en sólo cinco años habrá revertido el actual mix por tipo de hidrocarburos, de modo que los no convencionales representarán el 70% de su matriz productiva, para lo cual prevé desembolsar 3.600 millones de dólares por año hasta entonces.
Una de las razones oficiales para apostar a Vaca Muerta y otras áreas geológicas del mismo tipo es el regalo de la naturaleza: por la envergadura de los recursos contenidos en el subsuelo Argentina ocupa el segundo lugar en el mundo por sus reservas gasíferas y el cuarto por las de oil.
La otra llave es la eficiencia ganada por las prestadoras privadas que están consiguiendo bajar drásticamente los costos de producción. Paulatinamente, éstos resultan cada vez más similares a los que afrontan las compañías en los Estados Unidos, donde la explosión de los hidrocarubros no convencionales permitieron a ese país minimizar su dependencia de las importaciones desde Oriente.
Loma Campana, el principal yacimiento de petróleo no convencional, operado por YPF, es un buen ejemplo de esa eficiencia. Desde el 2015 la empresa redujo a un tercio (de 29 a 11 BOE) el costo de desarrollo de los pozos horizontales, los más adecuados para extraer el petróleo atrapado en esa formación geológica. En tres años ese valor derrapó de 29 dólares a 11.
Otro parámetro de esa reducción de costos es que hace un trienio la compañía necesitaba 53 días para perforar 1100 metros en horizontal, mientras que hoy requiere sólo 29 días para recorrer 2250 metros. Cuadro similar al de los logros técnicos que anota Tecpetrol en Fortín de Piedra, campo dedicado al gas.
Vaca Muerta está de moda y tanto en despachos oficiales como en medios académicos está concebida como el motor de una posible pujanza económica, que incluirá la posibilidad de abastecer al mundo a precios competitivos, como empezará a hacerse este verano con los despachos a Chile. Antes de aquel objetivo es necesario solucionar los cuellos de botella que hoy significan la limitada capacidad de transporte para llevar los productos desde la Patagonia a los centros de consumo o puertos y construir plantas de licuefacción, que permitan comprimir el gas para poder exportarlo a través de barcos.
Mientras se ejecutan esos emprendimientos con aportes privados, la firma comandada por Miguel Gutiérrez también analiza el uso de pozos ya agotados de Loma de la Lata para almacenar el gas que empiece a sobrar en el verano.
En simultáneo, se terminarán de activar las usinas eólicas, solares o de otras fuentes verdes hasta completar el mandato legal de que en el 2025 el 20% de la matriz energética local esté cubierta por fuentes no fósiles. Petroleras como Pampa, Pan Amercian Energy, Total o la propia Yfp también tienen un pie en en este campo.(Source/Photo: Clarín)
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