martes, 16 de mayo de 2017

Sueño nuclear: el acuerdo Macri-China ya le hace "frotar las manos" a empresariado ávido de negocios


Durante la actual gira del Presidente por el gigante asiático se acordará el financiamiento para la construcción de dos centrales. La primera de ellas, Atucha III, demandará la participación de proveedores locales. Pescarmona y Caputo, entre los que pisan fuerte para quedarse con las licitaciones

Por Patricio Eleisegui - iProfesional

La visita de Mauricio Macri al gigante asiático está rodeada de una enorme expectativa.

Básicamente porque espera avanzarse con un amplio abanico de acuerdos en áreas clave como logística, infraestructura y energía.

En concreto, la delegación oficial espera obtener financiamiento para la construcción de una represa en San Juan, por u$s800 millones; para obras ferroviarias que conecten la ruta Mendoza-Buenos Aires (u$s2.000 millones) y para la creación de un parque fotovoltaico en Jujuy (más de u$s330 millones).

Sin emgargo, el acuerdo que más atención está captando, sobre todo entre un puñado de empresarios argentinos, es el desarrollo de las dos centrales nucleares acordadas con el gigante asiático en tiempos del kirchnerismo.

El próximo miércoles 17, el mandatario argentino rubricará con su par Xi Jinping el acuerdo de financiamiento por u$s12.500 millones con vistas a iniciar las primeras obras a fines del corriente año.

En concreto, China otorgará fondos para la construcción de Atucha III, que se levantará en un predio lindero a las dos centrales similares que ya funcionan en Lima, provincia de Buenos Aires.


Además, se ocupará enteramente de construir una quinta planta en ubicación todavía a definir. Los trabajos para la instalación de esta última comenzarán 24 meses después de iniciada Atucha III.

La operatividad de las nuevas plantas, como ya sucede con las que están en funcionamiento, correrá por cuenta de Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) y está previsto que, en el primero de los emprendimientos se utilice la tecnología canadiense Westinghouse, operativa a base de uranio natural.

La otra central, en tanto, ya alineada con las técnicas que emplea China en su entramado de puntos energéticos, operará con uranio enriquecido.

Desde el Ministerio de Energía, fuentes vinculadas con la subsecretaría de Energía Nuclear aseguraron a iProfesional que el acuerdo a firmar en Pekín “es superador de lo que había establecido el gobierno anterior, dado que mejora las condiciones de financiamiento y compromete a los chinos en el buen funcionamiento de las centrales”.

“Todavía restan definir ciertas cuestiones de diseño. Pero estamos en una primera etapa decisiva y depende de lo que se firme en China. Lo importante es que generará oportunidades de negocios, además de representar un gran aporte a la matriz energética”, indicaron en torno a la cartera.

El crédito que aportarán los asiáticos se estructurará vía el banco ICBC. Según pudo saber iProfesional, tendrá un costo financiero total de 4,8%, y estará ajustado a un plazo de 20 años con ocho de gracia.

Dadas las características del acuerdo, la decisión de los chinos de no participar en la construcción de Atucha III abre automáticamente la posibilidad de que buena parte del desarrollo caiga en manos de empresarios argentinos.

Por supuesto que este aspecto no pasa desapercibido para el Gobierno, que hasta ve con buenos ojos la injerencia de compañías nacionales en la construcción de la nueva central.

“Tal como está planteado el proyecto, cerca del 40% de los insumos pueden ser aportados por firmas locales. Hay compañías que se podrán hacer cargo de ciertas fases de la obra civil y aportar equipamiento de medición y hasta algunos generadores de vapor, dado que hay empresas que desarrollan esta esta tecnología en el país”, sostuvo ante iProfesional Emilio Apud, asesor de Cambiemos y actual director en YPF.

Pescarmona pica en punta

La primera empresa que asoma con posibilidades de participar de Atucha III no es otra que IMPSA, comandada por Enrique Pescarmona, según Apud.

La firma en cuestión, que vivió complicaciones financieras entre 2013 y 2015, logró reestructurar una deuda de casi u$s1.100 millones y acentuó su apuesta por el desarrollo de tecnología nuclear.

Su potencial en ese terreno se evidencia con el desarrollo de cuatro generadores de vapor destinados a la central de Embalse.

Por estos días, IMPSA es una pieza clave en el recambio de infraestructura energética que el Gobierno viene llevando a cabo con miras a extender otros 30 años la vida operativa de esas instalaciones en Córdoba.

“Pescarmona puede ser uno de los actores clave en la provisión de metalmecánica pesada. La Argentina tiene una tradición de décadas en el ámbito nuclear que sitúa al país en un grupo selecto. Eso mismo ha generado proveedores de calidad que seguramente van a ser tomados en cuenta en el desarrollo que se viene”, agregó Apud.

En el mismo nicho de negocios, IMPSA colabora en la actualidad con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el desarrollo inicial del proyecto Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM), una iniciativa que contempla la exportación de reactores nucleares de pequeñas dimensiones, aunque dotados con una potencia de hasta 100 megavatios.

Del proyecto CAREM también participa TECNA, filial del grupo español Isolux Corsán, y que hoy se ocupa -junto con Siemens- del análisis del funcionamiento de las instalaciones donde se están desarrollando los primeros prototipos de estos reactores.

En agosto de 2016, TECNA-Siemens firmaron con la CNEA un contrato por $1.200 millones para hacerse cargo de la planta de desmineralización y la caldera auxiliar –también ubicada en Lima–, donde se trabaja en los nuevos generadores.

Aunque en el oficialismo destacan la operatoria del binomio, lo cierto es que TECNA-Siemens corre de atrás en la consideración de Energía respecto de empresarios con más “trayectoria” en término de cercanía a Cambiemos, además de tratarse de capital nacional.

Caputo, al acecho

Una de las figuras que más se ajusta a las pretensiones del macrismo es Nicolás Caputo, siempre observado por su conocida amistad con el Presidente.

A través de la compañía que lleva su apellido, el empresario ha triunfado en algunas de las principales licitaciones que el Gobierno llevó a cabo en materia nuclear.

De hecho, a principios de este año se quedó con la construcción de un sistema de almacenamiento en seco de combustibles atómicos para la central de Atucha I. La obra está valuada en algo más de $500 millones.

En enero de 2016, Caputo ya había quedado a cargo de la obra civil de los edificios del reactor RA-10, de la mano de un contrato valuado en casi $800 millones.

Al momento de informar los resultados de la compulsa, la CNEA argumentó que el empresario obtuvo “la ejecución del proyecto de diseño, construcción y puesta en marcha del reactor de investigación multipropósito RA-10, fundamentalmente, para aumentar la producción de radioisótopos destinados al diagnóstico de enfermedades”.

“Con este proyecto, la Argentina busca ampliar las capacidades actuales de producción de radioisótopos (el reactor RA-3, ubicado en el Centro Atómico Ezeiza), sumando desarrollo tecnológico en el campo de los combustibles y materiales nucleares, mediante instalaciones de irradiación adecuadas que permitan incrementar la experiencia que el país tiene en el área y expandiendo la oferta de servicios al mercado mundial”, agregó.

Por estos días, Caputo está entre los finalistas de la competencia por la obra civil del edificio que albergará a toda la producción de CAREM. El presupuesto para dicho emprendimiento alcanza los $1.300 millones.

Mindlin y Ferreyra, atentos

De la compulsa por el edificio para los CAREM también participa la ex IECSA de Ángelo Calcaterra, adquirida a mediados de marzo por Marcelo Mindlin y luego rebautizada como Sociedad Argentina de Construcción y Desarrollo Estratégico (SACDE).
Mindlin es, además, uno de los empresarios elegidos para acompañar al Presidente en la actual gira por el gigante asiático.

Se rumorea que SACDE también podría salir a pelear contratos para lo que será el desarrollo de Atucha III, aunque en el sector energético aseguran que la compañía se encuentra en un estadio de revisión y ajuste interno que podría demorar su presencia en determinadas licitaciones.

La ex IECSA también compitió contra Caputo por las obras del reactor RA-10, por lo cual todos en el ámbito nuclear saben de su capacidad técnica en ese segmento.

“Tiene un auténtico ejército de ingenieros con todas las especialidades posibles. Es una empresa en permanente expansión, por lo que estará entre las candidatas para quedarse con las principales obras”, reconoció una fuente vinculada al Ministerio de Energía.

Otra firma que seguirá con atención todo lo que ocurra en Pekín es Electroingeniería, que atraviesa un momento crítico en términos financieros y podría hacer de las licitaciones que genere Atucha III una suerte de "salvavidas".

La empresa, que fue noticia a lo largo de 2016 por las suspensiones y despidos que llevó a cabo su controlada Vialco y que afectaron a más de 2.000 trabajadores de la construcción en la central Atucha II.

Tras una serie de créditos asignados, Electroingeniería -propiedad de Gerardo Ferreyra- logró mantenerse a flote e incluso continúa a la espera de los fondos que le permitan avanzar con el desarrollo de las represas santacruceñas.

Proyectos clave para la matriz energética

“Estas son las compañías que tienen más posibilidades. Hablamos de planes a desarrollar en varios años, por lo que harán falta muchos proveedores. Cualquiera de estas firmas puede cumplir con las obras civiles, las construcciones y toda la infraestructura que se requiere”, enfatizó Apud.

La incidencia de las nuevas centrales nucleares, aseguran desde Cambiemos, será notoria en la matriz de la Argentina.

Una vez en funcionamiento, elevarán a 11% el aporte energético al sistema nacional. Una expansión importante teniendo en cuenta que, en la actualidad, apenas supera el 4%.

La contracara, reconocen fuera de las dependencias del Ministerio, está en el costo de mantenimiento y la seguridad.

Quienes dentro del Gobierno proponen alternativas, como la eólica, no se privan de detallar una y otra vez las consecuencias de accidentes como el de Fukushima.

Sin embargo, Apud es de los que considera que la complementación es positiva: “La apuesta es bajar a 40% la generación eléctrica basada en el uso de combustibles fósiles. Hoy en la Argentina estamos en el orden del 66%. La energía nuclear, combinada con otras opciones, nos permitirá llegar a esa meta en alrededor de dos décadas. Estamos en ese camino”.

Atentos a ese plan, los empresarios cuentan las horas a las espera de las buenas noticias que aportará el viaje de Mauricio Macri.

Una vez asegurado el presupuesto y las condiciones, lo que sigue es el diseño de la primera central.

Las primeras licitaciones, dan a entender en el oficialismo, comenzarán a tomar forma antes de que arranque el último trimestre del año. Recién entonces se conocerán los nombres de quienes serán los grandes protagonistas del negocio nuclear que viene.

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