Universidad Nacional de La Plata - Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas
A casi 3 mil kilómetros de la ciudad de La Plata, en el extremo sur del continente, científicos de la Universidad Nacional de La Plata se encargan de monitorear la rotación de la Tierra y el movimiento de los polos. Lo hacen desde la Estación Astronómica de Río Grande, en Tierra del Fuego, un complejo fundado en 1979 y cuya ubicación responde a una recomendación explícita de la Unión Astronómica Internacional.
Emplazada en plena estepa fueguina, y en una zona con razonable recurrencia de cielos despejados, la Estación Astronómica de Río Grande (EARG), es uno de los centros en el mundo dedicados a registrar y medir el movimiento de la Tierra. En su fundación participaron, además, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el Servicio de Hidrografía Naval, el gobierno del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego y el Observatorio de Besancon (Francia).
En aquel lejano paraje, con un clima extremo, fueron muchas las dificultades que debieron superar los científicos y técnicos para poner en marcha un proyecto de semejante envergadura en territorio austral. Pero, finalmente, en la década del '80 el emblemático Astrolabio de Danjon, operado por tenaces observadores astronómicos de la EARG, inició una labor que se extendería por más de veinte años.
El jefe del Observatorio, José Luis Hormaechea, recordó que “el principal instrumento instalado en aquella época fue un modernizado astrolabio de Danjon; se trata, básicamente, de un telescopio refractor dispuesto horizontalmente, al que se le coloca un prisma equilátero delante del objetivo. Un baño de mercurio debajo del prisma hace que se produzcan dos imágenes de cada estrella observada. Cuando estas imágenes coinciden -explicó- la altura del astro sobre el horizonte es igual al ángulo efectivo del prisma. Después de la II Guerra Mundial, el astrónomo francés André Danjon desarrolló, a partir del astrolabio clásico, un ingenioso instrumento que minimizaba los errores de apreciación del observador.”
Cada noche despejada fue testigo de la labor paciente y metódica de los observadores, más allá de cualquier sensación térmica. Semana a semana las observaciones realizadas desde Río Grande se sumaron a las realizadas desde otros observatorios del mundo para calcular la posición del polo y las irregularidades de la rotación terrestre. Además, año a año se acumularon los datos que permitieron mejorar las posiciones de los catálogos estelares en el Hemisferio sur.
La Estación Astronómica Río Grande (EARG) es conocida por su monitoreo constante de la rotación de la Tierra y el movimiento del polo. Pero también ha trascendido por sus precisas mediciones de la deformación de la corteza relacionada con el sistema de fallas Magallanes-Fagnano y por los estudios de sismicidad mediante su red de estaciones sismológicas. Además, desde mayo de 2008 incursiona en estudios de la alta atmósfera y del flujo de meteoros que ingresan a la atmósfera terrestre.
Entre los Programas más relevantes que desarrolla la Estación Astronómica Río Grande, está el de Geodesia Satelitaria, que se inició en 1984 con la participación en una campaña de mediciones Transit propuesta por la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP (Depto. de Astrometría).
Hormaechea expresa que “desde entonces, este Programa ha contribuido a vincular el territorio de la Isla Grande de Tierra del Fuego con redes geodésicas nacionales e internacionales “.
Río Grande está en una situación privilegiada para este tipo de estudios. En efecto, si miramos el globo terráqueo notaremos que no hay prácticamente continentes en la franja de 5 grados de latitud sur.
Esta característica permite la formación y circulación de importantes corrientes de aire, vientos, que recorren el Planeta a esta latitud. Gracias a los meteoros que ingresan a la atmósfera y al detector que funciona en la EARG, estos fuertes vientos, a más de 80 km de altura y sus variaciones diarias y estacionales, pueden ser medidos. Por otra parte, el mítico viento sureño, muy presente gran parte del año y que da una impronta especial a la vida en la Patagonia, también produce un efecto al atravesar los Andes Fueguinos desde el sudoeste y se investiga su influencia en la dinámica de la atmósfera superior.
El Observatorio también ofrece a la comunidad educativa la posibilidad de charlas y visitas, en particular sobre temas astronómicos y geofísicos. Estas actividades se realizan a demanda. Además, ante la ocurrencia de determinados eventos astronómicos (eclipses, tránsitos, observación de planetas) se organizan encuentros especiales.
Eduardo Spinola
Dirección General de Comunicación y Medios
A casi 3 mil kilómetros de la ciudad de La Plata, en el extremo sur del continente, científicos de la Universidad Nacional de La Plata se encargan de monitorear la rotación de la Tierra y el movimiento de los polos. Lo hacen desde la Estación Astronómica de Río Grande, en Tierra del Fuego, un complejo fundado en 1979 y cuya ubicación responde a una recomendación explícita de la Unión Astronómica Internacional.
Emplazada en plena estepa fueguina, y en una zona con razonable recurrencia de cielos despejados, la Estación Astronómica de Río Grande (EARG), es uno de los centros en el mundo dedicados a registrar y medir el movimiento de la Tierra. En su fundación participaron, además, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, el Servicio de Hidrografía Naval, el gobierno del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego y el Observatorio de Besancon (Francia).
En aquel lejano paraje, con un clima extremo, fueron muchas las dificultades que debieron superar los científicos y técnicos para poner en marcha un proyecto de semejante envergadura en territorio austral. Pero, finalmente, en la década del '80 el emblemático Astrolabio de Danjon, operado por tenaces observadores astronómicos de la EARG, inició una labor que se extendería por más de veinte años.
El jefe del Observatorio, José Luis Hormaechea, recordó que “el principal instrumento instalado en aquella época fue un modernizado astrolabio de Danjon; se trata, básicamente, de un telescopio refractor dispuesto horizontalmente, al que se le coloca un prisma equilátero delante del objetivo. Un baño de mercurio debajo del prisma hace que se produzcan dos imágenes de cada estrella observada. Cuando estas imágenes coinciden -explicó- la altura del astro sobre el horizonte es igual al ángulo efectivo del prisma. Después de la II Guerra Mundial, el astrónomo francés André Danjon desarrolló, a partir del astrolabio clásico, un ingenioso instrumento que minimizaba los errores de apreciación del observador.”
Cada noche despejada fue testigo de la labor paciente y metódica de los observadores, más allá de cualquier sensación térmica. Semana a semana las observaciones realizadas desde Río Grande se sumaron a las realizadas desde otros observatorios del mundo para calcular la posición del polo y las irregularidades de la rotación terrestre. Además, año a año se acumularon los datos que permitieron mejorar las posiciones de los catálogos estelares en el Hemisferio sur.
La Estación Astronómica Río Grande (EARG) es conocida por su monitoreo constante de la rotación de la Tierra y el movimiento del polo. Pero también ha trascendido por sus precisas mediciones de la deformación de la corteza relacionada con el sistema de fallas Magallanes-Fagnano y por los estudios de sismicidad mediante su red de estaciones sismológicas. Además, desde mayo de 2008 incursiona en estudios de la alta atmósfera y del flujo de meteoros que ingresan a la atmósfera terrestre.
Entre los Programas más relevantes que desarrolla la Estación Astronómica Río Grande, está el de Geodesia Satelitaria, que se inició en 1984 con la participación en una campaña de mediciones Transit propuesta por la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP (Depto. de Astrometría).
Hormaechea expresa que “desde entonces, este Programa ha contribuido a vincular el territorio de la Isla Grande de Tierra del Fuego con redes geodésicas nacionales e internacionales “.
Río Grande está en una situación privilegiada para este tipo de estudios. En efecto, si miramos el globo terráqueo notaremos que no hay prácticamente continentes en la franja de 5 grados de latitud sur.
Esta característica permite la formación y circulación de importantes corrientes de aire, vientos, que recorren el Planeta a esta latitud. Gracias a los meteoros que ingresan a la atmósfera y al detector que funciona en la EARG, estos fuertes vientos, a más de 80 km de altura y sus variaciones diarias y estacionales, pueden ser medidos. Por otra parte, el mítico viento sureño, muy presente gran parte del año y que da una impronta especial a la vida en la Patagonia, también produce un efecto al atravesar los Andes Fueguinos desde el sudoeste y se investiga su influencia en la dinámica de la atmósfera superior.
El Observatorio también ofrece a la comunidad educativa la posibilidad de charlas y visitas, en particular sobre temas astronómicos y geofísicos. Estas actividades se realizan a demanda. Además, ante la ocurrencia de determinados eventos astronómicos (eclipses, tránsitos, observación de planetas) se organizan encuentros especiales.
Eduardo Spinola
Dirección General de Comunicación y Medios
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