Por Daniel Pardo
BBC Mundo, Buenos Aires
Con un promedio de 1.006 metros cúbicos por habitante, Argentina es el mayor consumidor de gas de Sudamérica.
Es el triple del gasto de Chile, país con duros inviernos, y 50 veces más alto, medido per cápita, que el de Uruguay.
Y aún así –o tal vez por eso mismo, como sostienen algunos– las tarifas del gas han estado congeladas desde el año 2000, en medio de una inflación rampante que en la práctica las hizo cada vez más baratas y, según los especialistas, perjudicó la producción local.
Por eso, como parte de un polémico plan de ajuste que subió por hasta 300% las tarifas de electricidad, agua y transporte, generando decenas de protestas, el gobierno de Mauricio Macri también propuso un aumento de los precios del gas.
Pero a diferencia de los otros "tarifazos", el alza del gas –que inicialmente había sido planeada en un 400%– fue bloqueada por la Corte Suprema, que alegó inconsistencias en el decreto presidencial.
Después de meses de un apasionado debate sobre el tema, que incluyó unas alargadas audiencias públicas exigidas por la Corte, los argentinos esperan que en los próximos días el gobierno anuncie el nuevo cuadro tarifario del gas.
Pero mientras tanto, por mucho que haya empezado la primavera, en muchos hogares la calefacción sigue prendida.
"Es que eso es lo que acostumbramos", explican los argentinos.
Como también muchos prefieren, en pleno invierno, abrir la ventana cuando se calienta la casa en lugar de regular o apagar la calefacción.
Más allá de lo cultural
Expertos en consumo y energía aseguran que hay incentivos culturales y económicos que fomentan el consumo de gas en Argentina.
"Como estamos acostumbrados a pagar muy poco por la energía, no hay una cultura del ahorro, sino de derroche, frente al consumo", le dice a BBC Mundo Susana Andrada, directora del Centro de Educación al Consumidor, una organización sin ánimo de lucro a favor de los consumidores.
Pero además, destaca la experta, en Argentina –un país cuya energía depende del gas en 51%, según cifras oficiales– muchos aún tienen electrodomésticos viejos sin sistemas de ahorro eléctrico.
"El argentino está acostumbrado a las grandes crisis económicas y por eso cuidamos, nos apegamos mucho, a los bienes que tenemos", asegura Andrada.
Así, las estufas, aires acondicionados o calefacciones son de décadas pasadas, de épocas en las que no se diseñaban los electrodomésticos para el ahorro energético.
Encima del apego a lo viejo, los electrodomésticos nuevos en Argentina son particularmente caros, por los costos de mano de obra y los impuestos.
"Entonces, si no hay una política de Estado que ayude a la gente a canjear sus electrodomésticos viejos por nuevos es imposible que haya esa transición", afirma la directora del Centro de Educación al Consumidor.
Eso es precisamente lo que ocurrió en el sector de transportes, donde gracias a los incentivos fiscales cientos de carros implementaron la tecnología de combustión de gas.
El año pasado, 500 carros al día hicieron la conversión de gasolina a gas, hasta el punto de que hoy Argentina es uno de los países con mayor número de autos de combustión de gas natural comprimido: 1.800.000, según la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes.
"Pero como todo en Argentina", añade Andrada, "la tuerca se volteó" y ahora resulta que tener carro de gas se convirtió en un problema, porque disparó el consumo de un componente que, en las últimas dos décadas, se ha vuelto cada vez más escaso.
En esa misma vuelta de tuerca, en la mayoría de edificios nuevos ya no instalan estufas de gas, que fue siempre la prioridad, sino estufas eléctricas.
"Consumo indiscriminado"
Argentina se consolidó como uno de los productores y exportadores de gas más importantes de la región desde finales de los años 70.
Y fue en esa época que también se convirtió en uno de los mayores consumidores, pues industrias y hogares se construyeron teniendo en cuenta el superávit de reservas y producción del componente.
"Pero desde 1999 se empiezan a perder reservas, porque se deja de explorar y por ende de descubrir y vender gas", le explica BBC Mundo Fernando Meiter, socio-director en Argentina de Gas Energy Latin America, una consultora con sedes en toda la región.
Así, mientras el consumo de gas creció 41% entre 2003 y 2015, la producción cayó 26% en el mismo periodo, según cifras oficiales.
Y esto aumentó las importaciones de gas de Bolivia, Chile y otros países; una compra en dólares que no resultaba rentable debido a la devaluación del peso.
Pese a esto, las tarifas se mantuvieron congeladas y subsidiadas tanto para ciudadanos como para industrias, que, según los expertos, no tuvieron reparos en consumir más y más gas.
"Volcaron a Argentina a un consumo indiscriminado de gas que no podía tener una conclusión más que el desabastecimiento", asegura Meiter.
Hoy, pocos dudan que en el próximo verano no haya cortes de luz.
Ahí, una vez más, los argentinos tendrán que abrir la ventana de sus casas.
BBC Mundo, Buenos Aires
Las protestas se han proliferado en los últimos meses por el "tarifazo" de Macri. Imagen AFP/EITAN ABRAMOVICH
Con un promedio de 1.006 metros cúbicos por habitante, Argentina es el mayor consumidor de gas de Sudamérica.
Es el triple del gasto de Chile, país con duros inviernos, y 50 veces más alto, medido per cápita, que el de Uruguay.
Y aún así –o tal vez por eso mismo, como sostienen algunos– las tarifas del gas han estado congeladas desde el año 2000, en medio de una inflación rampante que en la práctica las hizo cada vez más baratas y, según los especialistas, perjudicó la producción local.
Por eso, como parte de un polémico plan de ajuste que subió por hasta 300% las tarifas de electricidad, agua y transporte, generando decenas de protestas, el gobierno de Mauricio Macri también propuso un aumento de los precios del gas.
Pero a diferencia de los otros "tarifazos", el alza del gas –que inicialmente había sido planeada en un 400%– fue bloqueada por la Corte Suprema, que alegó inconsistencias en el decreto presidencial.
Macri dice que los subsidios del gas eran insostenibles y beneficiaban a los ricos y a las grandes compañías. Imagen AFP/EITAN ABRAMOVICH
Después de meses de un apasionado debate sobre el tema, que incluyó unas alargadas audiencias públicas exigidas por la Corte, los argentinos esperan que en los próximos días el gobierno anuncie el nuevo cuadro tarifario del gas.
Pero mientras tanto, por mucho que haya empezado la primavera, en muchos hogares la calefacción sigue prendida.
"Es que eso es lo que acostumbramos", explican los argentinos.
Como también muchos prefieren, en pleno invierno, abrir la ventana cuando se calienta la casa en lugar de regular o apagar la calefacción.
Más allá de lo cultural
Expertos en consumo y energía aseguran que hay incentivos culturales y económicos que fomentan el consumo de gas en Argentina.
"Como estamos acostumbrados a pagar muy poco por la energía, no hay una cultura del ahorro, sino de derroche, frente al consumo", le dice a BBC Mundo Susana Andrada, directora del Centro de Educación al Consumidor, una organización sin ánimo de lucro a favor de los consumidores.
El gas en Argentina solía estar en cada casa, pero hoy, debido a la escasez, muchos usan estufas eléctricas. Imagen AFP/MUSTAFA OZER
Pero además, destaca la experta, en Argentina –un país cuya energía depende del gas en 51%, según cifras oficiales– muchos aún tienen electrodomésticos viejos sin sistemas de ahorro eléctrico.
"El argentino está acostumbrado a las grandes crisis económicas y por eso cuidamos, nos apegamos mucho, a los bienes que tenemos", asegura Andrada.
Así, las estufas, aires acondicionados o calefacciones son de décadas pasadas, de épocas en las que no se diseñaban los electrodomésticos para el ahorro energético.
Encima del apego a lo viejo, los electrodomésticos nuevos en Argentina son particularmente caros, por los costos de mano de obra y los impuestos.
"Entonces, si no hay una política de Estado que ayude a la gente a canjear sus electrodomésticos viejos por nuevos es imposible que haya esa transición", afirma la directora del Centro de Educación al Consumidor.
Argentina es el país de América Latina con mayor número de carros con tecnología de combustión de gas. Antes era una ventaja, hoy un problema. Imagen AFP/DANIEL GARCIA
Eso es precisamente lo que ocurrió en el sector de transportes, donde gracias a los incentivos fiscales cientos de carros implementaron la tecnología de combustión de gas.
El año pasado, 500 carros al día hicieron la conversión de gasolina a gas, hasta el punto de que hoy Argentina es uno de los países con mayor número de autos de combustión de gas natural comprimido: 1.800.000, según la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes.
"Pero como todo en Argentina", añade Andrada, "la tuerca se volteó" y ahora resulta que tener carro de gas se convirtió en un problema, porque disparó el consumo de un componente que, en las últimas dos décadas, se ha vuelto cada vez más escaso.
En esa misma vuelta de tuerca, en la mayoría de edificios nuevos ya no instalan estufas de gas, que fue siempre la prioridad, sino estufas eléctricas.
"Consumo indiscriminado"
Argentina se consolidó como uno de los productores y exportadores de gas más importantes de la región desde finales de los años 70.
Y fue en esa época que también se convirtió en uno de los mayores consumidores, pues industrias y hogares se construyeron teniendo en cuenta el superávit de reservas y producción del componente.
La producción de gas en Argentina, que antes era una potencia en ese rubro, ha decrecido. Imagen AFP/DANIEL GARCIA
"Pero desde 1999 se empiezan a perder reservas, porque se deja de explorar y por ende de descubrir y vender gas", le explica BBC Mundo Fernando Meiter, socio-director en Argentina de Gas Energy Latin America, una consultora con sedes en toda la región.
Así, mientras el consumo de gas creció 41% entre 2003 y 2015, la producción cayó 26% en el mismo periodo, según cifras oficiales.
Y esto aumentó las importaciones de gas de Bolivia, Chile y otros países; una compra en dólares que no resultaba rentable debido a la devaluación del peso.
Pese a esto, las tarifas se mantuvieron congeladas y subsidiadas tanto para ciudadanos como para industrias, que, según los expertos, no tuvieron reparos en consumir más y más gas.
"Volcaron a Argentina a un consumo indiscriminado de gas que no podía tener una conclusión más que el desabastecimiento", asegura Meiter.
El "tarifazo" ha significado un aumento enorme en el costo de vida de los argentinos, que de por sí ya pagaban más que otros países por algunos bienes. Imagen AFP
Hoy, pocos dudan que en el próximo verano no haya cortes de luz.
Ahí, una vez más, los argentinos tendrán que abrir la ventana de sus casas.