jueves, 17 de abril de 2025

Alerta por una nueva bomba nuclear que cambia el equilibrio global

 Estados Unidos avanza en el desarrollo de la B61-13, una bomba nuclear de última generación con un poder destructivo 24 veces mayor que el de Hiroshima. 

La B61-13 es una potente bomba nuclear que Estados Unidos planea desarrollar como parte de la modernización de su arsenal nuclear. Este nuevo modelo busca proporcionar capacidades mejoradas para enfrentar amenazas emergentes y fortalecer la disuasión estratégica.​

El Departamento de Defensa de Estados Unidos anunció en 2023, bajo la administración de Joe Biden, su intención de desarrollar la B61-13, pendiente de la autorización y asignación de fondos por parte del Congreso. Esta decisión responde a un entorno de seguridad global en constante evolución y a las crecientes amenazas de adversarios potenciales.

Cómo funcionará la nueva bomba nuclear de Estados Unidos

La Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA) del Departamento de Energía sería la encargada de producir esta bomba. La B61-13 podrá ser lanzada desde aeronaves modernas y ofrecerá al presidente de Estados Unidos opciones adicionales contra objetivos militares de gran tamaño y alta resistencia. 

Esta nueva bomba nuclear estadounidense incorporará características modernas en cuanto a la seguridad y precisión.
En marzo de 2025, los Laboratorios Nacionales Sandia revelaron la primera asamblea de prueba conjunta de la B61-13, indicando que el programa avanzó  significativamente. Esta nueva variante está diseñada para atacar objetivos militares de gran tamaño y altamente reforzados, en línea con la Revisión de la Postura Nuclear que enfatiza la necesidad de derrotar “objetivos duros y profundamente enterrados”.

Se espera que tenga una potencia similar a la de la B61-7, aproximadamente 360 kilotones, lo que representa un aumento significativo en comparación con la B61-12, que tiene una potencia de alrededor de 50 kilotones. Además, incorporará características modernas de seguridad, precisión y fiabilidad derivadas de la B61-12. 

El B61-13 se inscribe en el Programa de Extensión de Vida (LEP) del B61-12, finalizado en diciembre de 2023 con un coste estimado de 9000 millones de dólares. El LEP prolongó la vida útil de las variantes anteriores del B61 al integrar componentes y características de seguridad actualizados, además de un nuevo kit de cola para lanzamiento guiado. El B61-12 ofrece una potencia de 0,3, 1,5, 10 o 50 kilotones y es compatible con aeronaves estratégicas y tácticas, incluido el F-35A. Se prevé que la producción del B61-12 alcance aproximadamente las 480 unidades para 2025. El LEP sustituyó a los B61-3, B61-4 y B61-7 en el arsenal estadounidense y permite su retirada gradual. Según el Departamento de Defensa de EE. UU., el B61-12 está diseñado para aumentar la precisión de lanzamiento y reducir la dependencia de bombas de mayor potencia.

Los Laboratorios Nacionales Sandia, el principal centro que supervisa el proyecto B61-13, son uno de los tres laboratorios nacionales de investigación dependientes de la NNSA del Departamento de Energía de los Estados Unidos. Sandia se fundó formalmente en 1949, aunque su origen se remonta a la División "Z" del Proyecto Manhattan, formada en 1945 para apoyar el desarrollo de armas nucleares en el Campo Kirtland de Albuquerque, Nuevo México. Actualmente, Sandia opera en varios emplazamientos, como Albuquerque, Nuevo México; Livermore, California; e instalaciones de prueba en Kauai, Hawái. El laboratorio está gestionado por National Technology and Engineering Solutions de Sandia, una filial de Honeywell International. Su misión abarca una amplia gama de áreas de seguridad nacional, como la disuasión nuclear, la supercomputación, la ciencia de los materiales y los sistemas energéticos. Sandia cuenta con más de 11 500 empleados y alberga instalaciones como la Máquina Z, utilizada para la física de altas energías y las pruebas de materiales en condiciones extremas.

Las bombas nucleares de gravedad son municiones lanzadas desde el aire que carecen de sistemas de propulsión. Se basan en trayectorias de caída libre o guiadas tras su lanzamiento desde una aeronave. Estas armas están diseñadas para detonar en el aire o al impactar contra el suelo, con diversas opciones de detonación y lanzamiento disponibles. Mientras que las variantes más antiguas utilizaban paracaídas para ralentizar el descenso, los diseños más recientes, como la B61-12 y la B61-13, utilizan kits de cola guiada para mayor precisión. Estas bombas cuentan con ojivas de potencia variable, lo que permite a los operadores ajustar la potencia explosiva según los requisitos de la misión. La potencia de la B61-13, por ejemplo, es de 360 ​​kilotones, aproximadamente 24 veces la potencia explosiva de la bomba de 15 kilotones detonada sobre Hiroshima. Cuando se utiliza a plena potencia, una bomba de gravedad de este tipo causaría destrucción a varios kilómetros de distancia y produciría importantes efectos térmicos y radiológicos.

Estados Unidos produce bombas nucleares de gravedad a través de la infraestructura de su Departamento de Energía, principalmente en la planta Pantex de Texas. Los ciclos de producción se controlan y sincronizan según estrategias de modernización, normas de seguridad y acuerdos de control de armamento. Se espera que la producción de la bomba B61-12 alcance las 480 unidades. En cuanto a la B61-13, el gobierno estadounidense ha declarado que la producción no supondrá un aumento en el número total de bombas nucleares de gravedad. Por el contrario, cada B61-13 producida reducirá el número de unidades de la B61-12 en la misma cantidad. Según la Federación de Científicos Estadounidenses, el número proyectado de bombas B61-13 podría limitarse a unas pocas docenas. Los plazos de producción indican que estas unidades podrían ensamblarse al final del programa de la B61-12, alrededor de 2025 o después.

El programa B61 comenzó en 1962 cuando el Departamento de Defensa de Estados Unidos autorizó el desarrollo de una bomba nuclear ligera capaz de desempeñar funciones tanto tácticas como estratégicas. La producción comenzó en 1968, tras completarse las pruebas y el diseño de ingeniería. El arma pretendía modernizar y consolidar los tipos de bombas anteriores, como la B28 y la B43. Desarrolladas en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, las primeras variantes de la B61 presentaban múltiples modos de espoleta, capacidad de supervivencia supersónica y potencias variables. El desarrollo del arma implicó extensas pruebas bajo la supervisión de la Comisión de Energía Atómica, y su primera variante de producción, la B61-0, entró en servicio a finales de la década de 1960. Desde entonces, la B61 ha sido un componente central de las capacidades nucleares aéreas de Estados Unidos.

El B61 mide aproximadamente 3,6 metros de largo, 33-34 centímetros de diámetro y pesa entre 320 y 540 kilogramos, según la variante y la configuración. Su diseño utiliza un sistema de implosión termonuclear de dos etapas. El arma incluye ajustes de rendimiento variable, opciones completas de espoleta (explosión en el aire, explosión en tierra, desplegándose) y dispositivos de seguridad como enlaces de acción permisiva (PAL). Las versiones posteriores, incluida la B61-12, incorporan un kit de cola y un sistema de navegación inercial (INS) para mejorar la precisión. La construcción del arma incluye mecanismos de seguridad para evitar el uso no autorizado o la detonación accidental, incluyendo sistemas de desactivación por comando que desactivan físicamente los circuitos de disparo internos si es necesario.

El impacto mundial que tendría la bomba nuclear de Estados Unidos

Según simulaciones realizadas por Newsweek utilizando Nukemap, si una B61-13 se detonara sobre una ciudad densamente poblada como Nueva York, la bola de fuego resultante vaporizaría todo en un área de aproximadamente 2 kilómetros cuadrados y causaría la muerte de más de 778 mil personas, con más de 1 millón de heridos. 

La bomba nuclear B61-13 podría tener un poder destructivo 24 veces mayor a Hiroshima.
Es importante destacar que el alcance de la destrucción no se limita al área de vaporización inmediata. La onda expansiva, el calor intenso y la radiación resultantes de la detonación causarían daños considerables y víctimas en áreas mucho más amplias, dependiendo de factores como la altitud de la detonación, la geografía local y las condiciones meteorológicas.

El anuncio del desarrollo de la B61-13 generó diversas reacciones en la comunidad internacional. Algunos analistas consideran que esta iniciativa refleja la necesidad de Estados Unidos de adaptar su arsenal nuclear a las realidades geopolíticas actuales, caracterizadas por la modernización de los arsenales nucleares de otras potencias. Sin embargo, también existen preocupaciones sobre una posible escalada en la carrera armamentista y el impacto en la estabilidad estratégica global. ​

Es importante destacar que, según el Departamento de Defensa, la producción de la B61-13 no aumentará el número total de armas en el arsenal nuclear de Estados Unidos, ya que reemplazará a algunas de las B61-7 existentes. Además, esta iniciativa no responde a eventos específicos actuales, sino que refleja una evaluación continua del entorno de seguridad cambiante.

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