La amenaza terrorista amplía los espacios sujetos a vigilancia. SAES logra localizar, con sensores y algoritmos, a un submarinista intruso a 2.000 metros
Por: María Climent
Fuente: http://www.elmundo.es
La acústica submarina trata de descubrir qué se esconde en las profundidades del océano. Los equipos de SAES, empresa española de referencia en esta materia, «escuchan» el sonido (y otras radiaciones) en el mar. La Armada Española es su principal cliente, aunque el 70% de sus ventas son internacionales, en países como Chile, Brasil, Francia, Estados Unidos o Suecia. Sus sistemas son capaces de detectar la presencia de un buque, un submarino, un mamífero marino y, desde hace unos meses, un submarinista.
«Hasta hace relativamente poco tiempo, no se contemplaban determinadasamenazas como los expolios de pecios o la posibilidad de que un buceador dispusiera de explosivos submarinos en una zona de interés turístico, industrial o un buque», comenta el director comercial y de marketing de SAES, Adolfo Hernández. El problema es que la «firma» de una persona es «mucho menor» que la de un barco y «más difícil de detectar».
La empresa, con sedes en Cartagena y Cádiz, ha ideado un sonar activo de alta frecuencia para la localización de buceadores, el DDS-03. Este sistema pionero es tan reciente que sólo un reducido número de países lo ha incorporado hasta ahora. Su principal objetivo es la protección de entornos donde la presencia de un intruso pueda suponer una amenaza. ¿Por ejemplo? Un pecio, una zona medioambientalmente protegida, la entrada de un puerto, un acontecimiento deportivo, una estación petrolífera, una central nuclear, un crucero o cualquier buque, ya sea civil o militar.
El equipo está formado por dos partes: una unidad sumergida, que adquiere la señal, la acondiciona y la digitaliza; y una unidad de superficie, que se encarga del procesado acústico, la presentación gráfica y el control. Además, se puede incorporar un sistema disuasorio que permite emitir mensajes al intruso para que abandone el área protegida.
Un buceador colocando el sonar de SAES.
¿Cómo escucha bajo el agua? Tanto el sonido como el resto de radiaciones se miden con sensores específicos. Además de adquirir estos dispositivos a diferentes fabricantes, SAES desarrolla los suyos si es necesario. Por ejemplo, ha diseñado y producido un sensor de campo eléctrico submarino que ha sido exportado a países como Australia, Francia y Noruega. Una vez captada la señal, hay que procesarla y analizarla mediante «sofisticados algoritmos» para obtener la información.
Con todo ello, el sonar permite descubrir a un buceador en tiempo real y de forma automática. «Cuando detecta la presencia de una persona, lanza una alerta que permite conocer con gran precisión la posición y el tipo de contacto», explica Hernández. El equipo tiene un alcance de un diámetro de 2.000 metros en condiciones favorables. Pero como un sonar es capaz de controlar hasta 10 unidades sumergidas, se pueden establecer zonas de seguridad más extensas para cubrir una central energética o un puerto.
SAES cubre toda la cadena de desarrollo. Para ello, su plantilla está compuesta enmás de un 90% por técnicos de alta cualificación en diferentes ámbitos. Una de sus áreas principales de trabajo con los algoritmos que «permiten resolver complejas ecuaciones que modelizan la propagación del sonido y otras emisiones submarinas».
La acústica submarina trata de descubrir qué se esconde en las profundidades del océano. Los equipos de SAES, empresa española de referencia en esta materia, «escuchan» el sonido (y otras radiaciones) en el mar. La Armada Española es su principal cliente, aunque el 70% de sus ventas son internacionales, en países como Chile, Brasil, Francia, Estados Unidos o Suecia. Sus sistemas son capaces de detectar la presencia de un buque, un submarino, un mamífero marino y, desde hace unos meses, un submarinista.
«Hasta hace relativamente poco tiempo, no se contemplaban determinadasamenazas como los expolios de pecios o la posibilidad de que un buceador dispusiera de explosivos submarinos en una zona de interés turístico, industrial o un buque», comenta el director comercial y de marketing de SAES, Adolfo Hernández. El problema es que la «firma» de una persona es «mucho menor» que la de un barco y «más difícil de detectar».
La empresa, con sedes en Cartagena y Cádiz, ha ideado un sonar activo de alta frecuencia para la localización de buceadores, el DDS-03. Este sistema pionero es tan reciente que sólo un reducido número de países lo ha incorporado hasta ahora. Su principal objetivo es la protección de entornos donde la presencia de un intruso pueda suponer una amenaza. ¿Por ejemplo? Un pecio, una zona medioambientalmente protegida, la entrada de un puerto, un acontecimiento deportivo, una estación petrolífera, una central nuclear, un crucero o cualquier buque, ya sea civil o militar.
El equipo está formado por dos partes: una unidad sumergida, que adquiere la señal, la acondiciona y la digitaliza; y una unidad de superficie, que se encarga del procesado acústico, la presentación gráfica y el control. Además, se puede incorporar un sistema disuasorio que permite emitir mensajes al intruso para que abandone el área protegida.
Un buceador colocando el sonar de SAES.
¿Cómo escucha bajo el agua? Tanto el sonido como el resto de radiaciones se miden con sensores específicos. Además de adquirir estos dispositivos a diferentes fabricantes, SAES desarrolla los suyos si es necesario. Por ejemplo, ha diseñado y producido un sensor de campo eléctrico submarino que ha sido exportado a países como Australia, Francia y Noruega. Una vez captada la señal, hay que procesarla y analizarla mediante «sofisticados algoritmos» para obtener la información.
Con todo ello, el sonar permite descubrir a un buceador en tiempo real y de forma automática. «Cuando detecta la presencia de una persona, lanza una alerta que permite conocer con gran precisión la posición y el tipo de contacto», explica Hernández. El equipo tiene un alcance de un diámetro de 2.000 metros en condiciones favorables. Pero como un sonar es capaz de controlar hasta 10 unidades sumergidas, se pueden establecer zonas de seguridad más extensas para cubrir una central energética o un puerto.
SAES cubre toda la cadena de desarrollo. Para ello, su plantilla está compuesta enmás de un 90% por técnicos de alta cualificación en diferentes ámbitos. Una de sus áreas principales de trabajo con los algoritmos que «permiten resolver complejas ecuaciones que modelizan la propagación del sonido y otras emisiones submarinas».
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