Los movimientos de activos estratégicos y las recientes comunicaciones diplomáticas apuntan a un aumento de las tensiones a medida que se acerca la fecha límite para la reanudación de las negociaciones nucleares.
En los últimos días, los observadores han señalado el redespliegue de varios bombarderos furtivos B-2 Spirit del Ala de Bombardeo 509 de la Fuerza Aérea estadounidense a Diego García, una base remota en el océano Índico utilizada a menudo para operaciones de ataque de largo alcance. Estos B-2 serían el eje de cualquier ataque contra las instalaciones nucleares más fuertemente defendidas de Irán.
El despliegue incluye un paquete de apoyo más amplio: diez aviones de reabastecimiento KC-135R Stratotanker y tres aviones de transporte C-17 han llegado también a la isla en las últimas 48 horas. Estos movimientos, junto con la intensificación de la vigilancia regional, sugieren que Estados Unidos está aumentando su preparación para una posible misión de ataque de precisión.
Además, el grupo de ataque del portaaviones USS Carl Vinson ha abandonado el Pacífico occidental y se dirige actualmente al mar Arábigo, donde el USS Harry S. Truman ya está llevando a cabo operaciones, incluidos ataques aéreos contra posiciones de los Houthi en Yemen. La convergencia de dos grupos de portaaviones añade más peso a las especulaciones sobre los preparativos para la acción.
El contexto diplomático es relevante en este caso. Estados Unidos e Israel celebran reuniones relacionadas con el programa nuclear iraní en la Casa Blanca esta semana.
Estas reuniones se producen tras la reciente carta del presidente Donald Trump al líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, en la que le ofrece un breve plazo para reanudar las negociaciones nucleares o enfrentarse a una acción militar estadounidense. Sin embargo, Israel presiona a Trump para que lance ataques contra Irán ahora, considerando que, si bien Irán se ha visto debilitado por la reciente actividad militar y de inteligencia israelí, Israel tiene pocas probabilidades de destruir con éxito el programa nuclear iraní sin la participación de Estados Unidos.
La administración estadounidense está preocupada por el avance de Irán hacia la fabricación de armas nucleares. Las evaluaciones de inteligencia sugieren que Irán está más cerca que nunca de ensamblar un dispositivo nuclear, un cambio que ha provocado una renovada urgencia en Washington.
Hasta el momento, el presidente ha realizado un esfuerzo positivo para que el aumento de las sanciones contra Irán coincida con su impulso a un nuevo acuerdo sobre su programa nuclear. Lograr dicho acuerdo es prioritario, ya que Irán ha acumulado suficiente uranio enriquecido de grado casi bélico para producir seis armas nucleares.
Otra complicación es que, si bien Trump ha adoptado una postura negociadora más pragmática que en su primer mandato (en el que Estados Unidos básicamente exigió que Jamenei suspendiera su revolución islámica a cambio de conversaciones, algo imposible para el líder supremo), Jamenei ahora mantiene una animadversión personal hacia el presidente por el asesinato del general iraní Qassem Soleimani en enero de 2020. En pocas palabras, el espacio para el progreso diplomático parece escaso.
Los analistas militares señalan que cualquier ataque estadounidense contra las instalaciones nucleares iraníes, reforzadas y dispersas, requeriría ataques de precisión coordinados y de largo alcance, en los que probablemente participarían aviones furtivos como el B-2 y el apoyo de plataformas navales que ya se encuentran en la región.
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