lunes, 17 de mayo de 2021

La revolución militar 'high tech' en Reino Unido es un avance de lo que nos espera

 MÁS TECNOLOGÍA PARA ABARATAR COSTES

El Gobierno británico ha presentado un plan para modernizar sus Fuerzas Armadas y puede marcar el futuro del resto de países. Un ejército con muchos menos soldados y más robots

Soldados con algunos vehículos blindados. (Foto: MOD)
Vivimos unos años complicados en los que estamos sufriendo crisis económicas, inestabilidades políticas y, por si faltara algo, pandemias mundiales. Esto afecta a todos los ámbitos y la defensa no iba a ser una excepción. Se oye hablar de reducción de efectivos, por todos lados menos por China, cada vez es más potente en términos militares y ahora le toca el turno a la defensa del Reino Unido. Allí, tras mucho tiempo de rumores y especulaciones sobre grandes recortes y reducciones de efectivos, y aunque todavía no se conocen todos los detalles de estos recortes, ya se han adelantado los puntos fundamentales que marcan el camino, y puede que no solo lo haga para las islas: el país reducirá el número de soldados a 72.500 en 2025, y aumentará su capacidad tecnológica. 

Esta información sale del plan de modernización de las Fuerzas Armadas presentado por el Secretario de Estado de Defensa británico, Ben Wallace, estos días y que ha defendido la decisión asegurando que "una mayor capacidad de despliegue y ventaja tecnológica" significaba que un menor número de personas podría lograr un mayor efecto. El plan llega después de años en los que las fuerzas británicas se han mantenido, en algunos aspectos como el que afecta su ejército de tierra, ancladas en un pasado en el que parece que primaban las cifras de efectivos sobre la eficacia real de los mismos. Es hora de actualizarse, según sus mandatarios, y buena parte de esa actualización pasa por una inversión de 6.600 millones de libras en innovación y desarrollo durante los próximos cuatro años.

El propio Wallace lo dejó claro al referirse al ejército como una fuerza ‘de cara a la galería’, donde sobre el papel había un enorme número de efectivos, pero su eficacia era más que dudosa. Así, era hora de compensar la bajada del número de efectivos con avances tecnológicos. Eso suena muy bien, pero que queda ‘sobre el papel’ mientras esas nuevas tecnologías se materializan en ventajas tangibles.

Fuerzas terrestres con serios problemas

El gran foco de los problemas y de los recortes apunta a las fuerzas terrestres. En la actualidad, la British Army cuenta con un total de 110.000 soldados, de los que unos 80.000 son tropas regulares y otros 30.000 son tropas reservistas. Estas tropas reservistas es obvio que no están al mismo nivel que las regulares, pero forman unidades operativas pues este sistema funciona bastante bien en el Reino Unido. Los reservistas tienen su vida profesional, pero dedican varios períodos al año para adiestrarse, recibiendo una compensación económica y todo tipo de facilidades laborales, algo que no es comparable con el sistema español de Reservistas Voluntarios, ni en número (unos 4.700 en España) ni en condiciones. 

La idea es recortar este número de efectivos regulares hasta los 72.000, entre otras cosas porque sobre el papel el número total debería estar en el entorno de los 95.000 y hay dificultades para captar nuevos reclutas. Con todo, esta cifra es la menor con la que se ha encontrado el Army en su historia reciente. Pero si en el lado del personal hay dificultades, el panorama es mucho peor en el aspecto material y muy deficiente en concreto con los vehículos blindados.

Soldado británico. (Reuters)

Entre la parte mecanizada el problema se centra en su carro de combate principal, el Challenger 2, del que el Army está muy descontento y que, en resumen, no funciona como se esperaba de él. Su principal problema radica en el cañón, pues el L30A1 de 120 mm y ánima rayada, es un atraso hoy en día. En servicio quedan unos 150 Challenger de los más de 400 que se entregaron y se ha hablado incluso de achatarrarlos todos. Al final se modernizarán, lo que va a pasar por reemplazar el cañón, casi seguro por un Rheinmetall L55, el del Leopard 2 alemán y el de los Leopardo españoles. Tampoco será barato y el ‘arreglo’ del cañón más otras mejoras como ópticas y cámaras térmicas, dirección de tiro, amortiguación, etc. saldrá por más de 1.500 millones de euros.

Blindados ligeros. Renovación radical

Si la situación en los carros de combate no pinta bien, la foto del resto de blindados no sale mejor. Según el plan, se prescinde de todos los CRV ('combat vehicle reconnaissance'), más de 600 unidades en servicio que datan de los años setenta y de los que hay múltiples versiones, siendo las más conocidas el Scorpion y el Scimitar. Para su reemplazo se ha adquirido el AJAX, un diseño de General Dynamics European Land Systems basado en el Ascod (y el Pizarro español). Se adquirirán 589 unidades y las versiones de combate irán armadas con el cañón CTAS de 40mm.

Prototipo del nuevo AFV AJAX para el Ejército británico. (MOD)
Esto no acaba aquí. El otro tipo de blindado, el Warrior, más moderno que los CRV, pero de los años ochenta, también debía ser modernizado y, entre otras cosas, estaba previsto el cambio del ‘peculiar’ cañón Rarden de 30 mm, otra singularidad británica que utiliza peines de tan solo tres proyectiles, por el CTAS de 40 mm, que además iría estabilizado. Pero sorpresivamente y tras haber gastado ya casi 600 millones de euros en esta familia, el Warrior, más de 700 en servicio, no se va a mantener y se irá reemplazando por otra nueva adquisición millonaria, el blindado de ruedas alemán Boxer, similar, que no equivalente, a nuestro 8x8 Dragón. Este es otro tema que también es muy discutible y ha levantado ampollas. 

Por un lado, se trata de vehículos muy diferentes, el Warrior es de cadenas y el Boxer de ruedas y uno no podrá reemplazar al otro sin un cambio profundo en la doctrina de utilización. Por otro lado, el enfado de Lockheed Martin, que es quien iba a acometer la modernización de los Warrior, se ha hecho sentir en todas las instituciones, cuando desde la empresa se ha advertido que esta cancelación pondría en riesgo cerca de 2.000 empleos.

Vehículo de combate blindado Warrior.
Royal Navy. Menos unidades

La marina real tampoco pasa por sus mejores momentos, aunque pese a los recortes, resulta la más beneficiada por los nuevos programas de construcción naval, cuyas inversiones se verán incrementadas anualmente en unos 2.000 millones de euros. Con todo, la Royal Navy mantiene hoy en activo una flota potente con dos portaaviones y 19 buques de escolta, de los que 13 corresponden a fragatas Type 23 y 6 a destructores Type 45. Las Type 23 son las más antiguas, aunque no resultaron malos buques. La última unidad se puso en servicio a principios de los 2000, 3 de las 16 unidades iniciales se vendieron a Chile como una manera de reducir costes y un nuevo recorte reducirá el número de Type 23 en dos unidades. 

Lo previsto es que sean reemplazadas por la nueva clase Type 26, unos buques con un rol principal antisubmarino y un desplazamiento de unas 7.000 toneladas. Ya hay dos en construcción de las ocho encargadas y se complementarán con dos nuevos modelos, el Type 31 y el Type 32, las primeras son fragatas más ligeras, de unas 5.700 toneladas, pero más polivalentes de la que se prevén 5 unidades. Las segundas, aún sobre el papel, serán buques con capacidades modulares. Sin embargo, el ritmo de entrada en servicio de los nuevos barcos junto a la baja de las Type 23, hará que el número global de escoltas en la década de 2020 se vea reducido.

Destructor HMS Dragon del Type 45. (MOD)
Por último, los destructores Type 45, de los que hay seis unidades, son unos buques antiaéreos donde la marina británica puso muchas expectativas, pero no han dejado de dar problemas con su planta motriz. Estos problemas, centrados en el intercambiador de calor o ‘intercooler’ de la turbina, han provocado varias averías en estos buques, alguno de los cuales se quedó sin propulsión en medio del océano. Tal fue el caso el HMS Daring en medio del Atlántico en 2010 o el HMS Diamond a finales de 2017, cuando se vio obligado a abortar su despliegue a la zona del golfo Pérsico.

Una RAF más limitada

La Royal Air Force afronta su futuro basándose en dos pilares, el F-35 y el Tempest. El primero es una realidad, como se sabe siempre rodeada de polémica, para el presente y futuro inmediato y el segundo una apuesta a más largo plazo. Sobre el F-35 la discusión está servida, empezando por el tema de que se haya optado por el F-35B para toda la fuerza, operando conjuntamente con la Royal Navy. En primer lugar, se ha hablado de “importantes recortes en el número de unidades”, lo que auspició nuevas críticas sobre el avión. 

De momento están comprometidos 48 ejemplares de los que poco más de la mitad ya están entregados, pero la cifra inicial de 138 ejemplares se está discutiendo. Se ha comentado rebajar esa cifra a los 48 citados, pero parece una excesiva reducción y hay voces que claman por una cifra mínima de 80 o más unidades para mantener una “defensa aérea creíble”, incluyendo las unidades embarcadas. Es muy probable que la cifra final se aproxime más al centenar, de los que entre 70 y 80 quedarían con la RAF y un mínimo de 24 con la Royal Navy.

Presentación del Tempest. (BAE Systems)
Por otro lado, el TEMPEST es la apuesta de futuro de la RAF, pero es un programa muy caro y sobre él (al igual que sobre el FCAS europeo) hay muchas dudas. Quizás para acallar algunas de ellas se ha aprobado una nueva inyección de capital al proyecto, unos 2.400 millones de euros para cuatro años, algo que no da para mucho en un programa de esta envergadura, pero que se puede considerar como una manifiesta declaración de intenciones y que incidirá en aspectos claves como la integración con vehículos no tripulados. 

La RAF tampoco se ha librado de más recortes en forma de bajas prematuras. Así se van a retirar para 2025 todos los Eurofighter de la Tranche 1 (primera fase) que son unos 50 ejemplares de los que ya al menos 16 han dejado de estar en servicio. También se retirarán muchos de los entrenadores BAE Hawk, la flota de helicópteros Puma y lo que parece más radical, el retiro para 2023 de los C-130J de transporte, lo que dejaría su flota de cargueros con tan solo los Airbus A400M y los C-17A, dejando el transporte medio en una situación muy comprometida.

Esfuerzo tecnológico

Recortar en números y material poco eficiente para mantener una supremacía militar exige una contraparte económica y de investigación. Es decir, dinero y tecnología. La parte económica parece clara y el actual gabinete británico se compromete a invertir 188.000 millones de libras (casi 221.000 millones de euros) en los próximos cuatro años, de los que 6.600 millones de libras irán para investigación en nuevas tecnologías. 

Un primer capítulo es el de asegurarse una capacidad de disuasión nuclear, mediante el empleo de submarinos de propulsión nuclear de la nueva Clase Dreadnought que reemplazarán a los actuales Vanguard, unos buques de más de 17.000 toneladas con 12 tubos para lanzamiento de misiles con cabezas nucleares. Este aspecto, donde hay mucha más investigación tecnológica de la parece y muy de la mano de Estados Unidos, preocupa y mucho dado el creciente poderío chino.

Prototipo del nuevo submarino de clase Dreadnought. (Royal Navy)
El espacio también será una prioridad. Aquí se va a realizar una fuerte inversión para desarrollar una nueva generación de satélites militares que aseguren el acceso a las comunicaciones como base de la integración de todos los sistemas defensivos. Esto se materializa en el Programa Skynet 6 (no es broma) donde se invertirán 5.000 millones de libras durante los próximos 10 años para mejorar las comunicaciones por satélite y se destinarán 1.400 millones de libras adicionales con el objetivo de establecer un nuevo ‘Mando Espacial’, la creación de una ‘Academia del Espacio’, mejorar el conocimiento del ámbito espacial y, esto es vital, crear una red de satélites de reconocimiento con tecnología propia que trabajen para la inteligencia.

IA y ciberespacio: claves

Inteligencia artificial (IA) y ciberespacio son otros dos capítulos dende se hará un importante esfuerzo. La IA es un aspecto clave para la modernización de los medios defensivos británicos (y de cualquier país), un campo donde es sabido que norteamericanos y chinos han avanzado muchísimo. Esta IA permitirá acelerar la toma de decisiones y el ritmo operativo, siendo un elemento multiplicador de capacidades. El desarrollo de la IA va a ser clave en los conflictos futuros donde la velocidad en la toma de decisiones va a ser el factor decisivo a la hora de la batalla. Para ello se plantea la creación de un Centro de Inteligencia Artificial como núcleo para acelerar su desarrollo.

El ciberespacio va a ser otro campo de batalla del futuro. Aquí el riesgo va a estar en su utilización sin escrúpulos por parte de potenciales enemigos. En el Reino Unido ya se trabaja en este campo y existe la National Cyber Force (NCF) con financiación (mayoritaria) del Ministerio de Defensa (MOD). Esta agencia será la encargada de impedir, interrumpir o destruir aquellos objetivos a través del ciberespacio que constituyan una amenaza para la seguridad. Mantener una ventaja en este terreno es también decisivo y una defensa eficaz ante ciberataques algo hoy en día crucial, por lo que no es de extrañar que solo este capítulo se lleve la cifra de 500 millones de libras. Recortes y tecnología reafirman el viejo dicho de menos cantidad, pero mejor calidad. 

Habrá que ver si los recortes planteados resultan excesivos, algo a lo que apuntan algunos analistas, y si la investigación y avances tecnológicos compensan esa disminución numérica de la fuerza. Pero no hay duda de que el futuro de la defensa va por este camino y otros países, el nuestro entre ellos, deberían tomar buena nota (inversiones incluidas) y analizar con detenimiento lo que otros hacen. Respecto al Reino Unido, veremos en unos años si la ‘foto’ de su defensa resulta nítida o por el contrario 'salió movida'.(Source/Photo: El confidencial)

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