La importancia, utilidad y empleo de todo tipo de vehículos no tripulados va en un aumento imparable. Se han convertido en un elemento indispensable para labores de patrulla, vigilancia, inteligencia y combate. Su capacidad para permanecer sobre el terreno por largos períodos de tiempo, su baja detectabilidad, reducido coste y eliminación de riesgos personales, están haciendo de los drones, sobre todo los aéreos, unos elementos insustituibles. Casi se puede afirmar que, a día de hoy, no hay misión ISR (Intelligence, Surveillance & Reconnaissance) donde no se cuente con este tipo de ingenios.
En misiones de combate, con ciertos matices, también están tomando papel protagonista. Lo hacen sobre todo en ese tipo de misiones (polémicas muchas veces) en conflictos asimétricos, donde unen sus capacidades de vigilancia con la de ataques selectivos. Pero ya se habla con toda naturalidad de drones navales, ‘buques no tripulados’ y vehículos submarinos, así como vehículos terrestres no tripulados para vigilancia, combate y tareas logísticas.
La era de los pequeños
El tamaño de este tipo de drones tiene una variedad impresionante. Los hay de enormes dimensiones y coste. Pensemos, por ejemplo, en un RQ-4 Global Hawk, un enorme avión sin piloto de 40 metros de envergadura, 14 toneladas de peso y más de 200 millones de dólares coste. También en los famosos MQ-9 Reaper (o Predator B) que operan muchos países, España entre ellos (aunque de momento desarmados) y que pueden llevar misiles AGM-114 Hellfire y bombas GBU-12 guiadas por láser.
De ahí, para abajo, la variedad es inmensa pero cada vez más se está produciendo un incremento notable en el desarrollo de tipos cada vez más y más pequeños. Son desarrollos de pequeños aviones como el RQ-11 Raven y otros de menor tamaño, cuyo mejor representante es el Black Hornet Nano. Son drones para empleo táctico, ambos utilizados con enorme éxito por las Fuerzas Armadas españolas.
El VESPER plegado en su caja de transporte. (Vantage Robotics) |
Por otro lado, la empresa norteamericana FLIR Systems firmó a primeros de este mes un contrato con el US Army por 15,4 millones de dólares para suministrar unidades adicionales de su modelo Black Hornet, lo que supone que la cifra de ventas al ejército norteamericano de este ‘nano dron’ se sitúa ya en los 85 millones dólares. Ninguna broma para un modelo que parece de juguete.
El porqué de estos avances hay que buscarlo en el hecho de que el tamaño va ligado al nivel estratégico o táctico de la misión asignada y de las necesidades a cubrir. Los tamaños grandes y medios se utilizan para misiones estratégicas y de área local, donde se necesita cubrir grandes espacios de terreno o de superficie marítima, pero surge una necesidad real cuando se desciende al combate táctico, a nivel compañía, sección o pelotón. Y aquí entran de lleno los pequeños.
Al otro lado de la colina
Saber qué hay al otro lado de la colina que se tiene enfrente es la pregunta que, durante siglos, se han hecho todos los jefes de pequeñas unidades en combate y que, a día de hoy, se siguen haciendo capitanes de compañía o tenientes al mando de una sección. Todos hubieran pagado mucho por saberlo y, hasta hace unos años, esa respuesta podía costar las vidas de los soldados enviados a investigar si el enemigo les estaba esperando.
Lanzamiento de un RQ-11 Raven (US Army) |
Si lo hubiéramos visto hace 20 años habríamos dicho que era un bonito avión de aeromodelismo, pero la utilidad que tiene y las capacidades que permite a las pequeñas unidades terrestres, son enormes. Tiene un alcance de unos 10 km, con un techo de vuelo de 300 m y una autonomía de alrededor de hora y media. Todo ello más que suficiente para su cometido. Dispone de cámaras frontales y laterales estabilizadas, con capacidad de zoom, así como infrarrojas para actuar en situaciones nocturnas o de baja visibilidad.
Su transporte es sencillo, precisa de infraestructura mínima y se lanza a mano por un soldado. Su propulsión es por un pequeño motor eléctrico, muy silencioso, alimentado por baterías. Dispone de modo de navegación y aterrizaje automático, siendo muy sencillo de manejar. El coste del Raven se sitúa en el entorno de los 25.000 dólares unidad, pero el sistema completo, que incluye aviones, estación de control, cámaras, etc. sale por unos 300.000 dólares. Se han entregado cerca de 20.000 ejemplares a nivel mundial, siendo el UAV más extendido.
Más pequeño todavía
Si con el Raven las tropas pueden ver al otro lado de la colina, imaginemos ahora al sargento que, inmerso en un estresante combate urbano, avanza con su pelotón por una calle. La pregunta ahora sería: ¿qué nos espera al doblar la esquina? Par resolver esta duda y para otras muchas más cosas, han surgido los ‘nano drones’, aún de menor tamaño, pero también con grandes aplicaciones.El VESPER, de Vantage Robotics (Vantage Robotics) |
Dispone de cámara en alta resolución y cámara térmica, zoom de 48 aumentos y es capaz de volar bajo la lluvia. Con su equipo completo estaría en el entorno de los 8.000 dólares y la empresa tiene buenas perspectivas de venta al ejército norteamericano y de otros países con un mercado potencial que podría superar las 7.000 unidades.
Black Hornet
Quizás el modelo más extendido es el Black Hornet. Se trata de un modelo de dimensiones muy reducidas, de forma similar a un helicóptero en miniatura de tan solo 17 cm de largo, realmente minúsculo, pesa tan solo 33 gramos y cabe en la palma de la mano. Su diseño original corresponde a la empresa noruega Prox Dynamics AS, que en 2016 fue adquirida por la norteamericana FLIR Systems por 134 millones de dólares y que, desde entonces, se encarga de la comercialización y desarrollo del modelo.
Su manejo es muy sencillo y bastan 20 minutos para que un soldado sea capaz de manejarlo. Un sistema completo consta de 2 helicópteros más la unidad de control, pensados para poder mantener uno en vuelo de manera casi permanente. Esto se consigue gracias a que su tiempo de vuelo es de 25 minutos y en ese intervalo es posible recargar las baterías. Por ello mientras uno se encuentra en vuelo, el otro está en recarga.
Black Hornet 3 (FLOR System) |
Entre sus desventajas se le han señalado necesidades de mejora en la obtención de imágenes y demasiada sensibilidad en condiciones climatológicas adversas, pero sobre todo su gran hándicap es su elevado precio que ronda los 60.000 dólares por sistema, un poco caro para emplearse a gran escala. Aun así, se estima que se han entregado cerca de 12.000 unidades. Grandes cifras para un dron tan pequeño.
Estos ingenios están revolucionando el combate táctico. No solo sirven para ver al otro lado de la calle, también pueden entrar en un edificio, ver en la habitación contigua, observar si un objeto en una cuneta es una trampa explosiva, etc. Tampoco van a ser inmunes y las interferencias y contramedidas supondrán un reto. Respecto a nuestro país, la buena noticia es que parece que el tema de utilizar drones se está tomando bastante en serio, se está trabajando con muchos modelos, algunos de diseño nacional, se están probando diferentes técnicas y se va por el buen camino.(Source/Photo: El confidencial)
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