Un mecánico en acción arreglando un F-28. Foto: Fernando Calzada.

En la I Brigada Aérea, dos hombres cuentan su pasión por el aire y la mecánica de la emblemática aeronave de la Fuerza Aérea Argentina. 

“Este Escuadrón, de Inspección y Recambio, está abocado al Fokker F-28. Acá se le hace el mantenimiento de línea a este sistema”, explica el capitán de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) Matías Olguín. A sus espaldas, uno de estos aviones está en proceso de recuperación, algo que, según describe, puede llevar varios meses de trabajo. 

Olguín detalla que los diferentes niveles de mantenimiento están determinados por el fabricante. Cuando la revisión es mayor, más se trabaja sobre la aeronave. “Se las desarma, por ejemplo, para verificar que no exista ninguna corrosión oculta. También, se les hacen ensayos no destructivos para comprobar que no existan fisuras y se les cambian los elementos con vencimiento, entre otros trabajos”, cuenta, y afirma que todo este proceso apunta a brindar mayor seguridad.

Sobre el F-28: A la aeronave se la desarma, por ejemplo, para verificar que no exista ninguna
corrosión oculta. Foto: Fernando Calzada.

“El fabricante nos brinda la documentación y establece los períodos de inspección. Incluso, llevamos adelante niveles de mantenimiento menores en los que, por ejemplo, el mecánico revisa el estado de inflado de las cubiertas, comprueba que no existan pérdidas, controla el motor, cambia los filtros y recompleta los fluidos” dice. Además, detalla que las muestras son enviadas a un laboratorio en donde corroboran que no haya partículas metálicas, ya que su presencia indica el desgaste de los componentes, algo que funciona como método de alerta. 

Al Fokker, también, se le hace ensayos no destructivos para comprobar que no existan fisuras y se
 le cambian los elementos con vencimiento. Foto: Fernando Calzada.

De todos los niveles de chequeo, el D es el más importante. Se trata de una inspección estructural, en el cual el avión se despinta por completo y cada pieza es verificada. Todo el proceso puede demandar varios meses. A su vez, cada trabajo que se realiza sobre la aeronave queda registrado para que la documentación esté en regla y el avión pueda volar. “Yo tengo que poder ver a la aeronave en papeles para saber cómo está armada”, explica.

En los aviones se realizan inspecciones estructurales, en las cuales se los despinta por completo
 y cada pieza que compone es verificada. Foto: Fernando Calzada.


¿Cuáles son las funciones del Fokker? “Se trata de una aeronave que puede trasladar personal y carga. Por ejemplo, llevó insumos durante la Pandemia. Además, el avión que ves a mis espaldas, por ejemplo, voló en Malvinas. De hecho, tuvo un incidente y el personal pudo recuperarlo en las Islas para que pueda volver al continente. En esa anécdota uno valora el esfuerzo del personal de mecánicos, lo dan todo. Tanto que hasta trabajaron en medio del conflicto para poder regresar al avión”, resume el oficial.

“HIJO, ESTUDÍA QUE TE VA A SERVIR PARA EL FUTURO”

Olguín es oriundo de Mendoza y, cuenta que, con cinco años de edad, ya sabía que su vida estaría atada a la Fuerza Aérea: “Es una historia que me trae buenos recuerdos de mis padres, que ya no los tengo. Yo vivía en Guaymallén, justo al final de la línea de aterrizaje del aeropuerto. Desde los cinco años que, para mí, ya era una pasión subirme al techo de mi casa para ver los aviones, para después decirle a mi mamá que yo quería estar ahí”.

Desde entonces, comenzó a prepararse para una vida incierta pero que, con seguridad, tendría que ver con las aeronaves que vio volar en su niñez. “Al no estar empapado en el tema, desconocía cómo era el desarrollo de la carrera. Así que ingresé a la IV Brigada Aérea. Me esforcé y estudié, con sacrificio y constancia. Siempre conté con todo el apoyo de mis padres”, relata Matías, y agrega que siempre tuvo hambre de progreso y deseos de devolverles a sus padres lo que hicieron por él.


Mecánicos y pilotos de la Fuerza Aérea Argentina en los hángares en donde se les realiza
mantenimiento a las aeronaves. Foto: Fernando Calzada.

El ingreso a la IV Brigada fue el inicio de una carrera que, más tarde, continuaría en la Escuela de Aviación, en Córdoba. “Entré, con mucho estudio y preparación. Estoy muy agradecido a mi mamá, porque ella me insistía y me obligaba a estudiar. Ella estuvo siempre presente, repitiéndome: “’Hijo, estudiá que te va a servir para el futuro’”, cuenta el oficial que, además de ser técnico aeronáutico, hoy se prepara para poder obtener el título de ingeniería en la UTN.

Desde los hangares del Palomar, Olguín confiesa que una de sus misiones es la de velar por los medios del Estado. “También nos preparan para eso”, comenta. “La Fuerza Aérea plantea siempre nuevos desafíos. Es un aprendizaje constante y el deseo de ir por más. Yo estuve en Tandil, con los Mirage, los Pampa, los Cessna y helicópteros. Luego, de un sistema de armas de combate pasé a uno de transporte. Uno tiene que estar a la altura de esos cambios. Además, la Fuerza me dio infinitas oportunidades, como desplegarme en el norte y en Marambio. En lo personal, busco progresar. Esa es mi intención y el mejor ejemplo que les puedo dar a mis hijos”, describe.

El mendocino explica que, detrás de cada vuelo que realiza la Fuerza, está el esfuerzo del personal para que un avión salga en condiciones: “Mi satisfacción es verlos despegar. Es una responsabilidad muy grande, no solo por el material sino por las personas que la aeronave traslada. Un compañero mío vuela el sistema, el dolor más grande sería fallarle. El equipo pone el máximo esfuerzo para que ellos puedan volar tranquilos”.

El Fokker es una aeronave que, además de haber participado en Malvinas, hoy es utilizado como
una aeronave para trasladar personal y carga, y tuvo un rol importante durante la pandemia.
 Foto: Fernando Calzada.

UNA VIDA JUNTO AL FOKKER 

El suboficial ayudante Juan Ramírez trabaja junto al capitán Olguín y es, además, primer mecánico del Fokker F-28. Sube en cada uno de los vuelos para estar disponible en caso de que surja alguna novedad. “Él no solo lo arregla en tierra, sino que también sube y es el brazo derecho del piloto”, explica Olguín.

Ramírez, de 39 años, relata que trabaja en este sistema de armas desde el año 2001. casi la mitad de su vida. “Cuando terminé la secundaria, me fui de Mendoza a Córdoba para hacer la Escuela de Suboficiales. Luego me destinaron a esta Brigada Aérea. ¿Qué es el F28? Al principio, solo un avión, pero ahora es más que eso. Hice el curso para volar como mecánico, y ya tengo cerca de 4 cuatro mil horas volándolo. Uno lo cuida mucho”, confiesa el suboficial y, agrega que, los mayores le fueron transmitiendo su experiencia y la importancia de tener todo en regla.

Historias de desafíos y superación detrás del Fokker F-28. Foto: Fernando Calzada.

Detrás de cada vuelo hay muchas horas de trabajo por parte del equipo de mecánicos. Tal es así que, Ramírez, explica que el hangar y sus compañeros son como su segundo hogar. “Muchas veces me perdí de estar con mis hijos en algún cumpleaños. Pero es lo que elegí y, hasta el día, de hoy lo sigo haciendo con las mismas ganas del primer día”, confiesa.

Para poder volar como mecánico en el Fokker, el suboficial debió hacer un curso. “Al avión necesito conocerlo por completo. Es algo que requiere de mucha preparación y estudio. Si bien están los pilotos, yo como mecánico, me tengo que encargar de solucionar cualquier problema que tenga”, sostiene, y agrega que siempre trabajan sobre lo que establecen los manuales.

Antes de finalizar, Ramírez recuerda el primer día que tuvo contacto con un Fokker: “De pronto, poder tocar un avión que va a volar, es fuerte. Con el tiempo uno le toma mucho cariño, a la aeronave y a los compañeros. Es una gran familia. Con la Fuerza Aérea tuve la oportunidad de conocer casi todos los aeropuertos de la Argentina. Para mí, la Fuerza es un orgullo”. (Source/Photo:Patricia Fernández Mainardi/Defonline)