En Córdoba construyen el avión argentino de entrenamiento y ataque ligero que está entre los más avanzados del mundo en su tipo. Su historia, los procesos y tecnologías que requiere, y el interés de otros países.
Las calles tienen carteles con su nombre y sentido de circulación. Para el visitante, sin embargo, es fácil perderse: cada edificio lleva un número que a veces parece caprichoso, dando forma a un complejo que -a medida que se camina- se convierte en un laberinto de jardines con césped prolijo y pájaros que dan saltos mientras trinan. La Fábrica Argentina de Aviones -FAdeA- es un ciudad en escala dentro de Córdoba. Y como toda ciudad, tiene un motivo de orgullo: aquí se construye el Pampa III, el modelo argentino de entrenamiento avanzado y ataque ligero que está entre los más modernos del mundo en su tipo.
Primera impresión: el programa de producción del Pampa III en FAdeA está a cargo de profesionales muy jóvenes. Algunos, incluso, no habían nacido cuando el prototipo del IA-63 realizó su primer vuelo. Fue el 10 de octubre de 1984. Estuvieron el jefe de la Fuerza Aérea y el gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz. De esa versión inicial apenas se mantienen un puñado de componentes centrales: el Pampa III -renovado con tecnología de última generación- sólo conserva el nombre y una silueta que el paso del tiempo convirtió en inconfundible.
La línea de montaje funciona en un sitio cargado de historia: el Pabellón 90. Un edificio enorme, luminoso, construido en la década del 40 y ampliado en los 70. Es la cuna de prácticamente todos los modelos producidos por la fábrica en las últimas décadas. Las células del Pampa se acomodan en fila, en un esquema muy parecido al de las automotrices: las primeras son las que están más cerca de ser terminadas. El ritmo es intenso, pero en un ambiente de serenidad: el turno de trabajo tiene una breve parada a media mañana y otra al mediodía para el almuerzo.
¿Qué tiene de nuevo la versión Pampa III y qué lo hace hoy un producto con potencial de venta a otros países? Por empezar, incorpora componentes de última generación que le permiten cumplir una doble función: entrenador avanzado de pilotos y avión de ataque ligero.
"El Pampa tuvo tres evoluciones importantes desde su primer vuelo, que fueron la modernización de cabina con la incorporación de aviónica de la empresa israelí Elbit; una segunda instancia que fue la remotorización y esta tercera, en la que se configuró una aviónica digital y se reemplazaron equipos obsoletos", explica Federico Bima Kronemann, gerente de Operaciones de FAdeA.
El cambio más grande es la digitalización de la cabina, que ahora funciona bajo el concepto Full Glass Cockpit: el Pampa III concentra toda la información de vuelo en tres amplias pantallas multifunción (el Pampa II sólo tenía una, del lado izquierdo) que reemplazan a los indicadores analógicos. El piloto puede configurarlas de acuerdo al tipo de misión a realizar. Es el mismo formato, por ejemplo, que utilizan los súper cazas de quinta generación, como el Lockheed Martin F-22 Raptor estadounidense.
Para el rol de avión de ataque ligero, el Pampa tiene cinco soportes (cuatro en las alas y uno bajo el fuselaje) que permiten la colocación de pods (contenedores desmontables) con armamento: desde un cañón de 30 milímetros hasta distintos tipos de bombas, ametralladoras y cohetes. Una combinación que lo hace ideal para países que no cuentan con fondos (ni tampoco hipótesis de conflictos) que justifiquen la incorporación de cazabombarderos de altas prestaciones.
"El Pampa III es muy versátil, con un costo de hora de vuelo sumamente competitivo, por debajo de los 1.500 dólares y que está a la altura de los aviones que se hacen hoy en Italia, República Checa y Corea del Sur. Y por las prestaciones que tiene y la envolvente de vuelo que dispone, sumado a su costo, es un avión súper competitivo", explica Antonio Beltramone, presidente de FAdeA.
La posibilidad de proyección del Pampa III se sustenta en desarrollos que le suman potencial al avión. Uno de los más destacados es el simulador de vuelo, creado íntegramente en FAdeA y que se encuentra en fase de desarrollo. La estructura está montada sobre un Pampa de verdad y da forma a una escenografía que podría ser un paraíso gamer: hay sonido de vuelo y una pantalla con un campo de visión que supera los 140 grados.
A un costado se ubica el puesto de "instructor". Es el encargado de "complicarle" el vuelo al piloto. "Puede simularle fallos: un problema en el tren de aterrizaje, un problema de motor. De esta forma, el piloto se entrena en condiciones simuladas ante las posibles emergencias que puede tener en la vida real", relata Sebastián Serrudo, jefe de la División Ingeniería. "Se graba toda la misión para que el piloto -luego- pueda analizar como fue su vuelo", agrega.
El Pampa III también dio un salto en la cantidad de elementos de origen nacional utilizados en su construcción: de 3% en las versiones anteriores se pasó a un 12% de componentes locales, lo que permite reducir costos y a la vez, potenciar el trabajo de empresas proveedoras argentinas.
"La cúpula de la cabina, por ejemplo, se compraba en Italia y hoy se hace en el país; hay paneles electrónicos que son hechos por una empresa cordobesa y antes se compraban en Alemania; también el actuador (sistema de activamiento) de la cúpula. Todos se encuentran certificados", cuenta Bima Kronemann.
En la casa del Pampa III
Vistos desde lejos, los mecánicos y los Pampa en construcción parecen una misma cosa. El Pabellón 90 es un ámbito de trabajo silencioso, que se mueve al pulso de las herramientas y de un rumor que llega desde afuera: el de los aviones de la vecina Escuela de Aviación Militar, que sobrevuelan el cielo de Córdoba -una y otra vez- como si estuvieran esperando a los aviones que están en montaje.
De la fase final de armado participan cerca de 50 mecánicos, que están agrupados en cuatro grandes especialidades: Estructuras, Aviónica, Electricistas; y Comandos hidráulicos y sistemas de combustible.
El montaje se comienza desde la parte posterior y luego avanza hacia la línea de punta de vuelo. Para el final se deja la cabina. Los últimos elementos que se colocan, por su sensibilidad y para preservar al máximo su vida útil, son los asientos eyectables.
El uso de celulares está prohibido (hay carteles que lo recuerdan), pero técnicos y mecánicos utilizan sus dispositivos para, por ejemplo, fotografiar y realizar consultas sobre alguna pieza.
"Todos los técnicos aeronáuticos que participan de esta línea tienen certificaciones que se renuevan anualmente; es un trabajo que tiene mucha pasión pero también responsabilidad, desde la colocación de un remache hasta un equipo avanzado", resume Derwin Paredes, subgerente de Fabricación y uno de los líderes de la línea de armado.
Muchos de los mecánicos son egresados del IPET N°251, un colegio industrial especializado en aeronáutica El trabajo, pese a su especialización, tiene mucho de artesanal. Y genera vínculos impensados: en la línea de montaje se cuentan historias de familiares que llevan tatuada la silueta del avión.
Los primeros tests se realizan en la propia línea de armado: se prueban, entre otros, los sistemas hidráulicos y eléctricos. Luego de los ensayos de motor, llega el turno de los vuelos de prueba. Se realizan entre seis y siete. Están a cargo de pilotos que, como los testers de los autos de carrera, tienen que tener ciertas cualidades.
"Requiere un amplio conocimiento de lo que es el avión: conocerlo bien por dentro, saber su performance para ver cómo se comporta", cuenta Jorge Ignacio Dellepiane, uno de los pilotos que prueba el Pampa III en FAdeA. "Cada vuelo exige un análisis muy minucioso de lo que se va a hacer, para poder estar preparado y solucionar cualquier eventualidad", agrega.
Cada Pampa III está compuesto por cerca de 40 mil elementos. Muchos de ellos fueron diseñados por los equipos técnicos de FAdeA y llegaron a ser colocados en el avión luego de un largo recorrido. "La nueva electrobomba demandó más de dos años y medio de trabajo", grafica Fernando Rodríguez Almada, jefe de la sección Diseño de Estructuras y Sistemas.
Fernando es mendocino y combina su pasión por la aeronáutica con el arbitraje de rugby. Sus palabras hacen foco en el trabajo de equipo. "Los pilotos participan de la etapa de diseño y desarrollo, aportando su experiencia de vuelo. Sus felicitaciones son la mejor medalla que nos podemos colgar", remarca.
La construcción de la estructura del Pampa III se realiza en una sección que se llama Mecanizado CNC. Tiene nombre industrial y el entorno lo ratifica: hay máquinas enormes, de un estruendo similar al de una fábrica de muebles, que a través de un proceso de tallado le dan forma a las piezas que van a componer el avión. "En el caso de las más grandes, de un tocho de 500 kilos el resultado es una pieza de 10", describe Lucas Deseta, jefe de Fabricación de partes. El proceso es totalmente computarizado.
Las piezas, luego, son sometidas a distintos análisis de terminación y calidad. Se realizan en laboratorios que -en ambiente- parecen el polo opuesto: son ámbitos de silencio profundo y temperatura controlada. Cada pieza y cada etapa está identificada con un número: se puede seguir así (y así lo establecen las normas de fabricación) el recorrido de cada elemento que compone el avión.
Los Pampa III terminados el año pasado se convirtieron en una inyección de aire fresco para FAdeA, una empresa estatal que -con el paso del tiempo y las políticas de Defensa- cambió su piel de constructora de aviones a taller de mantenimiento: los últimos Pampa cero kilómetro habían sido construidos en 2008, con las instalaciones todavía en manos de la empresa estadounidense Lockheed Martin. Buena parte de los técnicos, ingenieros y mecánicos vivieron, por primera vez, lo que tantas veces habían escuchado de sus compañeros más antiguos en relatos cargados de nostalgia: la sensación, casi única e inexplicable, de ver volar a un avión hecho con sus manos.
"Tuvimos un proceso de aprendizaje muy importante", resume Federico Bima Kronemann sobre la experiencia de volver a fabricar aviones luego de 10 años. "Fue un desafío muy grande porque hacía mucho tiempo que no se fabricaba un avión de este tipo, sumado a que era la versión de Pampa III, con un montón de complejidades nuevas. Hoy nos encontramos mucho más confiados, con un camino recorrido muy importante y fundamentalmente enfocados en hacer un producto competitivo, con los estándares de calidad que hacen falta y en los tiempos de entrega que requieren los contratos que tenemos, pero aparte, el mercado", señala.
La proyección internacional del Pampa III es uno de los grandes objetivos de FAdeA. Tras su primer vuelo, en 1984, el avión fue exhibido en los principales salones aeronáuticos del mundo (su estreno fue en Le Bourget 1985) y también realizó largas giras de demostración por América, Europa y Africa. Pero esa vez no hubo resultados: jugaron en contra las sucesivas crisis de nuestro país (la fábrica cambió cuatro veces de nombre) y la abundancia de modelos similares en el mercado.
Con el Pampa III enfocado ahora en su doble rol de entrenamiento y ataque ligero, las perspectivas son mejores. En FAdeA prefieren no crear expectativas sobre posibles ventas, pese a que en los últimos meses trascendió -por medio de distintas fuentes no oficiales- el interés de Paraguay, Guatemala, México y Bolivia, entre otros países.
Mientras tanto, la línea de montaje sigue su marcha: el primero de los tres aviones a entregarse este año a la Fuerza Aérea Argentina está en un 65% de armado, y los restantes se encuentran en 54% y 44% respectivamente.
"Cuando el portón se abre, ahí toma uno real magnitud de lo que implica el producto terminado", resume Juan Vidal, jefe del programa Pampa, con una mirada que brilla. El mismo brillo que muestran diseñadores, ingenieros, técnicos y mecánicos cuando, de las entrañas del pabellón 90, asoma un Pampa para volar por primera vez.(Source/Photo/Author: Miguel Middonno/Clarín)
Es esperanzador ver a esta gente construyendo los Pampa III.
ResponderEliminarEl piloto de pruebas, tengo entendido, es familiar del famoso PIANO, sobreviviente de aquel fatídico segundo ataque a la flota de un lejano 08-06-1982.
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