“Con indicios de recuperación de los precios mundiales y ante la incertidumbre del cambio de gobierno en los EE.UU., la Argentina se encuentra en un complejo proceso de transición y reacomodamiento de las principales variables del sector para revertir el déficit energético”, advierte un informe de KPMG titulado Industria del Petróleo y Gas: cuatro temas relevantes para 2017.
El 2017 se inicia caracterizado por un escenario distinto al observado en los últimos años. Desde 2014, los precios de las commodities energéticas sufren un importante retroceso en relación al ciclo de incrementos que tuvo lugar entre 2003 y 2014, cuando los precios del petróleo y el gas mostraron significativos incrementos en sus cotizaciones. El petróleo, cuyo precio registró un aumento del 233% entre 2003 y 2014 (precio promedio del WTI, Dubai y Brent), se desplomó en un 58% entre ese último año y los primeros nueves meses de 2016; el gas natural, que experimentó un incremento del 53% (entre 2003 y 2014), se hundió en esa misma medida en los dos últimos años; y el carbón, que aumentó su valor en un 131% durante el ciclo ya mencionado, perdió un 22%.
El último mes de 2016 comienza con un importante repunte en el precio del petróleo (llegando a los U$S 54/bbl en promedio), en respuesta al acuerdo de los miembros de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que recorta la producción y al cual se estarían sumando otros No-OPEP tales como Rusia, México y Omán. Para esta organización, el mercado de petróleo alcanzará un nuevo equilibrio de precios en la segunda mitad de 2017.
No obstante, y a pesar de este cambio de tendencia del precio internacional, la economía mundial no termina de ponerse en marcha y el proceso de crecimiento sostenido necesario para recuperar el terreno perdido y brindar previsibilidad se ve constantemente pospuesto. Este evento se registra en un escenario internacional aún incierto donde las restricciones a la oferta de crudo, las acciones militares en Oriente Medio (básicamente en el norte de Siria), la posición adoptada por la OPEP y otros países productores y, aunque no menor, el cambio de Presidente a partir de enero 2017 en los EE.UU. (primer productor y consumidor mundial de hidrocarburos), representan algunos de los determinantes más importantes de las decisiones relacionadas a la política energética global y de la proyección del sector en el mediano plazo. Asimismo, surgen algunas dudas respecto a la suerte que correrá el acuerdo de control nuclear firmado entre EE.UU. e Irán, otro de los grandes productores mundiales de petróleo y que ahora regresa al mercado internacional.
El ciclo de incrementos constantes en la década pasada estuvo mayormente explicado por el crecimiento de las economías emergentes (principalmente las denominadas BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-) y su presión sobre la demanda internacional de insumos, lo que traccionó los precios de la mayoría de las commodities. Ello queda a su vez reflejado en las estadísticas sobre variaciones en los precios del petróleo y el gas, y las referidas a las importaciones efectuadas por estos países. La morigeración reciente del crecimiento económico de las economías emergentes, el boom del shale americano y la reacción de los miembros de la OPEP frente a éste, han producido en el último tiempo el efecto inverso sobre los precios, principalmente del petróleo, generando un exceso gradual en la oferta que impactaría en el status quo y las expectativas futuras de empresarios e inversores por igual. Es claro que en estos contextos, tanto en el que tuvo lugar a partir del 2003 con la inauguración del ciclo de incrementos en los precios internacionales, como en el actual, la Argentina ha desempeñado un rol significativo por ser un país productor y exportador de materia prima (cerca del 6% de su PBI y alrededor del 25% de sus exportaciones están representados por la producción primaria) y por estar atada históricamente a los vaivenes externos.
El país experimentó un crecimiento de pocos precedentes durante el mencionado ciclo de incrementos en los precios, apoyado en la mejora de los términos del intercambio que, en conjunto a un tipo de cambio retrasado y precios domésticos estables, dio lugar a una ventaja competitiva en los mercados internacionales. No obstante, tal crecimiento se estancaría más adelante en respuesta a distintos acontecimientos de origen interno y externo.
La falta de inversión, en conjunto con un modelo económico de crecimiento apoyado fuertemente en el consumo, retrajo la oferta generando un aumento ostensible en los precios domésticos. A ello deben las devaluaciones que tuvieron lugar en 2014 y 2016 (la primera del 50%, cuando el precio de la divisa americana pasó de un promedio de $ 5,5 a $ 8,1, y la última, mayor al 60%, cuando pasó de un promedio de $ 9,2 a cerca de $ 15), que fueron el resultado de la inflación, las presiones ejercidas sobre la demanda de divisas y la falta de confianza; y, paralelamente a este conjunto de factores de orden interno, el desaceleramiento en el crecimiento de los países emergentes, una notoria y constante caída en las exportaciones nacionales (originada principalmente en la caída de los precios internacionales de los commodities) y la aparición de un importante déficit en el sector energético. Como quedo expuesto en el informe publicado en el mes de febrero de 2016, estos acontecimientos fueron determinantes en el desempeño de la última década de la industria del petróleo y el gas (P&G).
Entre 2005 y 2015 Argentina pasó, en un lapso de 10 años, de exportador a importador neto de energía. Este hecho estuvo explicado por una caída significativa de la producción de gas y petróleo (que comenzó a fines de la década del 90 y que quedó en evidencia en 2004 cuando el Gobierno se vio obligado a elaborar el llamado Plan Energético Nacional), como así también por el importante desfasaje que generaron las políticas aplicadas a la oferta (precios no rentables e incertidumbre, que retrajeron inversiones) y a la demanda (tarifas subsidiadas que promovían un consumo desmedido). Este proceso llevó a la Argentina a observar un importante deterioro en su balance comercial, debido al incremento sustancioso que experimentaron sus importaciones de gas y electricidad (principalmente de países de la región como Bolivia, Uruguay y Paraguay, y extra-regionales como Qatar y Trinidad y Tobago), y que hoy intenta paliarse con medidas para fomentar la oferta (precios locales subsidiados) y acomodar la demanda (re-estructuración del modelo tarifario para el consumo de gas y electricidad residencial e industrial). No obstante, luego de estos ajustes de orden macroeconómico, la recuperación y mejora de la competitividad de los sectores productivos, principalmente del energético, conforma el gran desafío a futuro (con mejoras que alcancen los marcos normativos, regulatorios e impositivos generales y particulares).
Con este cuadro de situación, la evolución que experimente de aquí en más la industria de P&G, tanto a nivel nacional como internacional, y los issues que ésta enfrentará en 2017, resultan cruciales para entender el futuro de la industria.
Temas relevantes para 2017
Precios internacionales determinados en el primer semestre del año por el acuerdo alcanzado por la OPEP que permitió revertir la tendencia negativa y recuperar en parte el precio internacional del barril alrededor de los 55 dólares; y precios locales que dependen de la suerte de las conversaciones entre el gobierno argentino, empresas y gremios, para lograr un acuerdo interno de precios;
Producción e inversión. Se plantea la necesidad de mantener el objetivo de aumentar la producción de hidrocarburos y garantizar inversiones a partir de la reducción de los costos de perforación;
Los recursos no convencionales siguen siendo la salida a la crisis energética pero para el mediano y largo plazo, no solo por los condicionamientos de la coyuntura sino porque los procesos de exploración y explotación que son más extensos;
Recursos renovables, sector que ha tomado un gran impulso en el último año a partir de la puesta en marcha de la Ley N° 27.191 de fomento a la generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables que inició este año el proceso de licitaciones con importante participación del sector privado comprometiendo cuantiosas inversiones orientadas a que en 2017 se alcance la meta del 8% de generación de energías limpias de la matriz energética argentina.
Desafíos de la industria petrolera argentina
El estudio indica, asimismo, que hacia el futuro existen otros desafíos que debe afrontar la industria petrolera argentina y cita los siguientes puntos:
El 2017 se inicia caracterizado por un escenario distinto al observado en los últimos años. Desde 2014, los precios de las commodities energéticas sufren un importante retroceso en relación al ciclo de incrementos que tuvo lugar entre 2003 y 2014, cuando los precios del petróleo y el gas mostraron significativos incrementos en sus cotizaciones. El petróleo, cuyo precio registró un aumento del 233% entre 2003 y 2014 (precio promedio del WTI, Dubai y Brent), se desplomó en un 58% entre ese último año y los primeros nueves meses de 2016; el gas natural, que experimentó un incremento del 53% (entre 2003 y 2014), se hundió en esa misma medida en los dos últimos años; y el carbón, que aumentó su valor en un 131% durante el ciclo ya mencionado, perdió un 22%.
El último mes de 2016 comienza con un importante repunte en el precio del petróleo (llegando a los U$S 54/bbl en promedio), en respuesta al acuerdo de los miembros de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que recorta la producción y al cual se estarían sumando otros No-OPEP tales como Rusia, México y Omán. Para esta organización, el mercado de petróleo alcanzará un nuevo equilibrio de precios en la segunda mitad de 2017.
No obstante, y a pesar de este cambio de tendencia del precio internacional, la economía mundial no termina de ponerse en marcha y el proceso de crecimiento sostenido necesario para recuperar el terreno perdido y brindar previsibilidad se ve constantemente pospuesto. Este evento se registra en un escenario internacional aún incierto donde las restricciones a la oferta de crudo, las acciones militares en Oriente Medio (básicamente en el norte de Siria), la posición adoptada por la OPEP y otros países productores y, aunque no menor, el cambio de Presidente a partir de enero 2017 en los EE.UU. (primer productor y consumidor mundial de hidrocarburos), representan algunos de los determinantes más importantes de las decisiones relacionadas a la política energética global y de la proyección del sector en el mediano plazo. Asimismo, surgen algunas dudas respecto a la suerte que correrá el acuerdo de control nuclear firmado entre EE.UU. e Irán, otro de los grandes productores mundiales de petróleo y que ahora regresa al mercado internacional.
El ciclo de incrementos constantes en la década pasada estuvo mayormente explicado por el crecimiento de las economías emergentes (principalmente las denominadas BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-) y su presión sobre la demanda internacional de insumos, lo que traccionó los precios de la mayoría de las commodities. Ello queda a su vez reflejado en las estadísticas sobre variaciones en los precios del petróleo y el gas, y las referidas a las importaciones efectuadas por estos países. La morigeración reciente del crecimiento económico de las economías emergentes, el boom del shale americano y la reacción de los miembros de la OPEP frente a éste, han producido en el último tiempo el efecto inverso sobre los precios, principalmente del petróleo, generando un exceso gradual en la oferta que impactaría en el status quo y las expectativas futuras de empresarios e inversores por igual. Es claro que en estos contextos, tanto en el que tuvo lugar a partir del 2003 con la inauguración del ciclo de incrementos en los precios internacionales, como en el actual, la Argentina ha desempeñado un rol significativo por ser un país productor y exportador de materia prima (cerca del 6% de su PBI y alrededor del 25% de sus exportaciones están representados por la producción primaria) y por estar atada históricamente a los vaivenes externos.
El país experimentó un crecimiento de pocos precedentes durante el mencionado ciclo de incrementos en los precios, apoyado en la mejora de los términos del intercambio que, en conjunto a un tipo de cambio retrasado y precios domésticos estables, dio lugar a una ventaja competitiva en los mercados internacionales. No obstante, tal crecimiento se estancaría más adelante en respuesta a distintos acontecimientos de origen interno y externo.
La falta de inversión, en conjunto con un modelo económico de crecimiento apoyado fuertemente en el consumo, retrajo la oferta generando un aumento ostensible en los precios domésticos. A ello deben las devaluaciones que tuvieron lugar en 2014 y 2016 (la primera del 50%, cuando el precio de la divisa americana pasó de un promedio de $ 5,5 a $ 8,1, y la última, mayor al 60%, cuando pasó de un promedio de $ 9,2 a cerca de $ 15), que fueron el resultado de la inflación, las presiones ejercidas sobre la demanda de divisas y la falta de confianza; y, paralelamente a este conjunto de factores de orden interno, el desaceleramiento en el crecimiento de los países emergentes, una notoria y constante caída en las exportaciones nacionales (originada principalmente en la caída de los precios internacionales de los commodities) y la aparición de un importante déficit en el sector energético. Como quedo expuesto en el informe publicado en el mes de febrero de 2016, estos acontecimientos fueron determinantes en el desempeño de la última década de la industria del petróleo y el gas (P&G).
Entre 2005 y 2015 Argentina pasó, en un lapso de 10 años, de exportador a importador neto de energía. Este hecho estuvo explicado por una caída significativa de la producción de gas y petróleo (que comenzó a fines de la década del 90 y que quedó en evidencia en 2004 cuando el Gobierno se vio obligado a elaborar el llamado Plan Energético Nacional), como así también por el importante desfasaje que generaron las políticas aplicadas a la oferta (precios no rentables e incertidumbre, que retrajeron inversiones) y a la demanda (tarifas subsidiadas que promovían un consumo desmedido). Este proceso llevó a la Argentina a observar un importante deterioro en su balance comercial, debido al incremento sustancioso que experimentaron sus importaciones de gas y electricidad (principalmente de países de la región como Bolivia, Uruguay y Paraguay, y extra-regionales como Qatar y Trinidad y Tobago), y que hoy intenta paliarse con medidas para fomentar la oferta (precios locales subsidiados) y acomodar la demanda (re-estructuración del modelo tarifario para el consumo de gas y electricidad residencial e industrial). No obstante, luego de estos ajustes de orden macroeconómico, la recuperación y mejora de la competitividad de los sectores productivos, principalmente del energético, conforma el gran desafío a futuro (con mejoras que alcancen los marcos normativos, regulatorios e impositivos generales y particulares).
Con este cuadro de situación, la evolución que experimente de aquí en más la industria de P&G, tanto a nivel nacional como internacional, y los issues que ésta enfrentará en 2017, resultan cruciales para entender el futuro de la industria.
Temas relevantes para 2017
Precios internacionales determinados en el primer semestre del año por el acuerdo alcanzado por la OPEP que permitió revertir la tendencia negativa y recuperar en parte el precio internacional del barril alrededor de los 55 dólares; y precios locales que dependen de la suerte de las conversaciones entre el gobierno argentino, empresas y gremios, para lograr un acuerdo interno de precios;
Producción e inversión. Se plantea la necesidad de mantener el objetivo de aumentar la producción de hidrocarburos y garantizar inversiones a partir de la reducción de los costos de perforación;
Los recursos no convencionales siguen siendo la salida a la crisis energética pero para el mediano y largo plazo, no solo por los condicionamientos de la coyuntura sino porque los procesos de exploración y explotación que son más extensos;
Recursos renovables, sector que ha tomado un gran impulso en el último año a partir de la puesta en marcha de la Ley N° 27.191 de fomento a la generación de energía eléctrica a partir de fuentes renovables que inició este año el proceso de licitaciones con importante participación del sector privado comprometiendo cuantiosas inversiones orientadas a que en 2017 se alcance la meta del 8% de generación de energías limpias de la matriz energética argentina.
Desafíos de la industria petrolera argentina
El estudio indica, asimismo, que hacia el futuro existen otros desafíos que debe afrontar la industria petrolera argentina y cita los siguientes puntos:
- la necesidad de disponer de recursos humanos calificados;
- los obstáculos al financiamiento para los proyectos de inversión;
- los contratos de cobertura en un escenario de precios deprimidos;
- el impacto medio-ambiental;
- la seguridad jurídica;
- la necesidad de una mayor inversión en infraestructura no solo en lo referido a los requerimientos para explotar recursos no convencionales, sino también en materia de distribución y transporte;
- un análisis pormenorizado de la formación de precios (que tenga en cuenta a qué precio pueden ser extraídos estos recursos en el país y cómo debe financiarse la actividad);
- un profundo análisis de correlación entre las variables de inversión, producción y precios internos.
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