REUTERS/Mike Blake
La estrategia china para el desarrollo de su Armada representa un próximo desafío para EE.UU. en alta mar, aunque Pekín carece de experiencia en la construcción de portaviones, afirma el analista militar Dave Majumdar.
En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los grupos de ataque de los portaviones estadounidenses han sido una fuerza dominante en los océanos mundiales.
Sin embargo, entre las autoridades de Washington hay una creciente preocupación sobre la posibilidad de que la Armada china ponga en peligro este dominio, señala el experto en un artículo para 'The National Interest'.
En su día, la Unión Soviética se basaba en la estratégica de 'sea denial' –o negación del acceso libre al mar–, combinando para ello bombarderos estratégicos de ataque marítimo Tu-22M Backfire, submarinos y buques de guerra armados con misiles antibuque de largo alcance.
Por su parte, China ha venido siguiendo la misma estrategia, pero, al igual que hizo la URSS al final de la Guerra Fría, parece estar reorientándose hacia la construcción de una 'flota de alta mar' capaz de actuar lejos de las aguas territoriales, como es el caso de la Armada estadounidense.
China ha finalizado el inacabado portaviones soviético Varyag, convirtiéndolo en el Liaoning, algo que Majumdar considera el punto de partida para los planes chinos.
"Al parecer, la Armada china está usando este navío como una herramienta de entrenamiento para desarrollar las habilidades necesarias con objeto de operar un ala aérea embarcada en el mar", escribe el analista.
Según múltiples informes que las autoridades chinas han evitado negar, Pekín está construyendo actualmente al menos dos portaviones propios.
De esta manera, China está desarrollando capacidades que le permitirán hacer competencia a la Armada estadounidense en el oeste del Pacífico.
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