Productividad. El presidente tiene propuestas de inversores sobre su escritorio. Necesita modificar un acuerdo sindical.
Por Martín Bidegaray para Clarín.
El gigante está dormido. Si despierta, puede sacar al país de su escasez de gas o cualquier amenaza de devaluación por muchos años. El yacimiento de Vaca Muerta se extiende por 30.000 kilómetros cuadrados. El presidente Mauricio Macri está negociando en persona para lograr un nuevo convenio de productividad para la extracción de petróleo y crudo “no convencional”. El mandatario está en el día a día de este sector, al que considera emblemático para futuros acuerdos en otras industrias.
El despegue de Vaca Muerta provoca ansiedad en el Gobierno. En YPF creen que si se implementan cambios, podrían anunciar la asociación con tres grandes inversores durante 2017 y que cada uno vendrá con US$ 4.000 millones bajo el brazo. El potencial de inversión en estos yacimientos puede llegar a US$ 400.000 millones en 20 años.
José Luis Sureda, subsecretario de Recursos Hidrocarburíferos, es cauto. “El lanzamiento de Vaca Muerta a una gran escala podría ser hacia 2018-19. En ese momento, estimo que habrá buena infraestructura, precios, mejor productividad y una madurez tecnológica, todas las condiciones necesarias para el despegue”, describe.
El país importa gas de Bolivia, Chile y por barcos, ya que no puede enfrentar el frío del invierno por sus propios medios. Si Vaca Muerta logra un aumento en la producción, el mercado doméstico podría comprar ese gas y mitigar la salida de divisas. Más adelante, en el Gobierno se ilusionan con revertir la tendencia y exportarle los excedentes de gas a Chile.
“Lo importante es una regla creíble, duradera y que sea realista sobre cómo van a ser los precios y la contratación de gas”, sostiene el consultor Daniel Gerold. Según un estudio del departamento de Energía de los Estados Unidos, Vaca Muerta atesora el equivalente a 400 años del consumo de gas argentino. También se estima que posee petróleo equivalente a 10 años de las reservas actuales.
Sobre el escritorio del presidente Macri, hay carpetas de Exxon, capitales de Qatar y Gazprom para avanzar en Vaca Muerta.
El presidente está tratando de convencer a Guillermo Pereyra, secretario general del sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, La Pampa y Neuquén, sobre los beneficios de una posible lluvia de inversiones.
Si el gremio relaja algunas exigencias -como la cantidad de personas que trabajan en los equipos de perforación, el pago de horas extra, la inactividad cuando el viento supera ciertos límites-, Macri promete que la creación de empleos superará la disminución salarial inicial para algunos trabajadores. Un sueldo en mano de un empleado de esta industria arranca en una base de $ 30.000, pero puede llegar a $ 100.000/120.000 con adicionales. El promedio ronda los $ 60.000 mensuales.
El gobernador neuquino Omar Gutiérrez es visto como un aliado estratégico por la administración macrista. El presidente estuvo por visitar la provincia durante la semana pasada, pero canceló, por tercera vez consecutiva. Todo indica que está esperando que el nuevo convenio sindical esté sellado para poner un pie en la provincia.
Pereyra es cortejado por Macri en persona, más allá de sus conversaciones que el sindicalista mantiene con el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y Miguel Ángel Gutiérrez, el presidente de YPF. Hay reuniones semanales, pero durante estos días hubo dos encuentros. Uno fue el lunes -no hubo acuerdo- y otro el jueves.
En el ministerio de Energía hay quienes avizoran a Vaca Muerta como un generador de divisas futuras equiparable a la soja. Gutiérrez, titular de YPF, cree que la Argentina y los Estados Unidos van a producir un 30% del shale (petróleo y gas no convencional) mundial hacia 2030.
Entre los aspectos laborales que la industria y el Gobierno quieren modificar están las horas “taxi” (se les pagan 100% a los trabajadores cuando se están desplazando), la capacidad para detener un equipo perforador si falta algún empleado (según la industria, no hay riesgos) o la posibilidad de parar los equipos si el viento supera los 30 kilómetros por hora.
Pero aunque la productividad mentada se ponga en marcha en 2017, faltan mayor cantidad de empresas de servicios petroleros, que permitan abaratar los costos y traer nueva tecnología. También una serie de obras de infraestructura, como una línea de tren entre el yacimiento (en Añelo, Neuquén) y el puerto de Bahía Blanca. Y plantas de almacenaje subterráneo para el gas que los expertos creen que existe.
YPF repite que viene bajando los costos (ver aparte) y realizando mejoras de las que se beneficiarán otras empresas. La compañía expropiada posee 12.000 kilómetros cuadrados de los 30.000 kilómetros que ocupan estos yacimientos.
En las mesas de Vaca Muerta también participan Marcos Bulgheroni, de Bridas y Pan American Energy (PAE), además de Gustavo Motta y Jean-Marc Hosanski de Total, y Manuel Arévalo, de Petroleros Jerárquicos.
“Los no convencionales tienen una altísima velocidad de desarrollo, pero también grandes tasas de declinación”, puntualiza el subsecretario Sureda. Un inversor en estos yacimientos puede recuperar hasta un 70% de lo que desembolsó en un año, un margen superior al de la perforación “tradicional”. Pero también enfrenta una mayor velocidad de declinación, de entre 60% y 70% en pocos años. Es un negocio de alto riesgo, pero con beneficios inmediatos si las reglas son claras.
En 2017 se termina el plan Gas, un estímulo para el sector que lanzó el Gobierno anterior. Gerold espera, como el resto del sector inversor, ver la propuesta de la actual administración al respecto, la forma en que le asegurará a los productores que tendrán rentabilidad que les justifique inversiones. Este consultor fue el primero en advertir que YPF estaba equivocando la estrategia de las perforaciones “verticales” (de productividad baja, que impedía el repago de las inversiones) en la gestión anterior, de Miguel Galuccio. Después de anotar pérdidas inéditas, la compañía está volcada hacia perforaciones “horizontales”, las mismas que Gerold recomienda desde 2012.
El precio del barril de petróleo superaba los US$ 100 cuando YPF se asoció con Chevron. Ahora está en menos de la mitad. El consenso del sector es que debe ubicarse cerca de los US$ 60 para que Vaca Muerta recupere visibilidad internacional. En el medio, Estados Unidos -el país más competitivo en estos recursos- acaba de descubrir otro yacimiento que asoma de altísimo potencial.
Por Martín Bidegaray para Clarín.
El gigante está dormido. Si despierta, puede sacar al país de su escasez de gas o cualquier amenaza de devaluación por muchos años. El yacimiento de Vaca Muerta se extiende por 30.000 kilómetros cuadrados. El presidente Mauricio Macri está negociando en persona para lograr un nuevo convenio de productividad para la extracción de petróleo y crudo “no convencional”. El mandatario está en el día a día de este sector, al que considera emblemático para futuros acuerdos en otras industrias.
El despegue de Vaca Muerta provoca ansiedad en el Gobierno. En YPF creen que si se implementan cambios, podrían anunciar la asociación con tres grandes inversores durante 2017 y que cada uno vendrá con US$ 4.000 millones bajo el brazo. El potencial de inversión en estos yacimientos puede llegar a US$ 400.000 millones en 20 años.
José Luis Sureda, subsecretario de Recursos Hidrocarburíferos, es cauto. “El lanzamiento de Vaca Muerta a una gran escala podría ser hacia 2018-19. En ese momento, estimo que habrá buena infraestructura, precios, mejor productividad y una madurez tecnológica, todas las condiciones necesarias para el despegue”, describe.
El país importa gas de Bolivia, Chile y por barcos, ya que no puede enfrentar el frío del invierno por sus propios medios. Si Vaca Muerta logra un aumento en la producción, el mercado doméstico podría comprar ese gas y mitigar la salida de divisas. Más adelante, en el Gobierno se ilusionan con revertir la tendencia y exportarle los excedentes de gas a Chile.
“Lo importante es una regla creíble, duradera y que sea realista sobre cómo van a ser los precios y la contratación de gas”, sostiene el consultor Daniel Gerold. Según un estudio del departamento de Energía de los Estados Unidos, Vaca Muerta atesora el equivalente a 400 años del consumo de gas argentino. También se estima que posee petróleo equivalente a 10 años de las reservas actuales.
Sobre el escritorio del presidente Macri, hay carpetas de Exxon, capitales de Qatar y Gazprom para avanzar en Vaca Muerta.
El presidente está tratando de convencer a Guillermo Pereyra, secretario general del sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, La Pampa y Neuquén, sobre los beneficios de una posible lluvia de inversiones.
Si el gremio relaja algunas exigencias -como la cantidad de personas que trabajan en los equipos de perforación, el pago de horas extra, la inactividad cuando el viento supera ciertos límites-, Macri promete que la creación de empleos superará la disminución salarial inicial para algunos trabajadores. Un sueldo en mano de un empleado de esta industria arranca en una base de $ 30.000, pero puede llegar a $ 100.000/120.000 con adicionales. El promedio ronda los $ 60.000 mensuales.
El gobernador neuquino Omar Gutiérrez es visto como un aliado estratégico por la administración macrista. El presidente estuvo por visitar la provincia durante la semana pasada, pero canceló, por tercera vez consecutiva. Todo indica que está esperando que el nuevo convenio sindical esté sellado para poner un pie en la provincia.
Pereyra es cortejado por Macri en persona, más allá de sus conversaciones que el sindicalista mantiene con el ministro de Energía, Juan José Aranguren, y Miguel Ángel Gutiérrez, el presidente de YPF. Hay reuniones semanales, pero durante estos días hubo dos encuentros. Uno fue el lunes -no hubo acuerdo- y otro el jueves.
En el ministerio de Energía hay quienes avizoran a Vaca Muerta como un generador de divisas futuras equiparable a la soja. Gutiérrez, titular de YPF, cree que la Argentina y los Estados Unidos van a producir un 30% del shale (petróleo y gas no convencional) mundial hacia 2030.
Entre los aspectos laborales que la industria y el Gobierno quieren modificar están las horas “taxi” (se les pagan 100% a los trabajadores cuando se están desplazando), la capacidad para detener un equipo perforador si falta algún empleado (según la industria, no hay riesgos) o la posibilidad de parar los equipos si el viento supera los 30 kilómetros por hora.
Pero aunque la productividad mentada se ponga en marcha en 2017, faltan mayor cantidad de empresas de servicios petroleros, que permitan abaratar los costos y traer nueva tecnología. También una serie de obras de infraestructura, como una línea de tren entre el yacimiento (en Añelo, Neuquén) y el puerto de Bahía Blanca. Y plantas de almacenaje subterráneo para el gas que los expertos creen que existe.
YPF repite que viene bajando los costos (ver aparte) y realizando mejoras de las que se beneficiarán otras empresas. La compañía expropiada posee 12.000 kilómetros cuadrados de los 30.000 kilómetros que ocupan estos yacimientos.
En las mesas de Vaca Muerta también participan Marcos Bulgheroni, de Bridas y Pan American Energy (PAE), además de Gustavo Motta y Jean-Marc Hosanski de Total, y Manuel Arévalo, de Petroleros Jerárquicos.
“Los no convencionales tienen una altísima velocidad de desarrollo, pero también grandes tasas de declinación”, puntualiza el subsecretario Sureda. Un inversor en estos yacimientos puede recuperar hasta un 70% de lo que desembolsó en un año, un margen superior al de la perforación “tradicional”. Pero también enfrenta una mayor velocidad de declinación, de entre 60% y 70% en pocos años. Es un negocio de alto riesgo, pero con beneficios inmediatos si las reglas son claras.
En 2017 se termina el plan Gas, un estímulo para el sector que lanzó el Gobierno anterior. Gerold espera, como el resto del sector inversor, ver la propuesta de la actual administración al respecto, la forma en que le asegurará a los productores que tendrán rentabilidad que les justifique inversiones. Este consultor fue el primero en advertir que YPF estaba equivocando la estrategia de las perforaciones “verticales” (de productividad baja, que impedía el repago de las inversiones) en la gestión anterior, de Miguel Galuccio. Después de anotar pérdidas inéditas, la compañía está volcada hacia perforaciones “horizontales”, las mismas que Gerold recomienda desde 2012.
El precio del barril de petróleo superaba los US$ 100 cuando YPF se asoció con Chevron. Ahora está en menos de la mitad. El consenso del sector es que debe ubicarse cerca de los US$ 60 para que Vaca Muerta recupere visibilidad internacional. En el medio, Estados Unidos -el país más competitivo en estos recursos- acaba de descubrir otro yacimiento que asoma de altísimo potencial.
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