Análisis
GESI
Por: Javier Jordán
La última década ha sido testigo del desarrollo y en buena medida consolidación de los Estudios de Inteligencia en España, un área de trabajo multidisciplinar, desarrollada hace tiempo en el ámbito anglosajón, donde convergen especialistas procedentes de la Biblioteconomía y Documentación, Derecho, Ciencia Política, Psicología, Historia, Criminología, Economía, Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y –lógicamente– el propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Su actividad se ha concretado en diversas iniciativas, como la puesta en marcha de la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, diversos títulos de posgrado –como el de la propia Cátedra, el del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado o el de la Universidad Autónoma de Madrid–, y numerosas publicaciones.
Siguiendo
la estela de esos proyectos iniciamos una serie corta de dos documentos de
carácter divulgativo y pensados como material de apoyo a la docencia sobre
Elementos básicos de Inteligencia en el ámbito de la Seguridad y Defensa.
Aunque también es cada
vez mayor el interés por la inteligencia Económica y existan puntos en
común entre ésta y aquella, en estos textos nos limitaremos al área de trabajo
habitual de nuestro Grupo. Sobre el desarrollo de la inteligencia económica en
España puede consultarse este artículo de Gustavo
Díaz Matey (2016).
Este primer documento introduce y delimita conceptualmente la noción de inteligencia en el ámbito de la Seguridad y Defensa. Para ello nos basaremos –en algunos casos, literalmente– en el esfuerzo realizado por el CNI, y por las iniciativas académicas mencionadas, dirigido a unificar el lenguaje en esta materia. Labor que ha tenido en cuenta los precedentes de la literatura anglosajona sobre estudios de inteligencia.
Entrando ya en materia recurrimos en primer lugar a la diferenciación clásica de Sherman Kent sobre la palabra inteligencia, término con el que se puede aludir a tres realidades: inteligencia como institución, como proceso y como resultado.
Inteligencia como institución
Con ella nos referimos a los servicios de inteligencia y a la comunidad de inteligencia. Losservicios de inteligencia son organismos de la administración pública a los que se encomiendan cuatro funciones fundamentales (Lowenthal, 2012):
Los servicios de inteligencia centran su atención en el nivel estratégico, con una perspectiva de 360º en lo que a la seguridad nacional se refiere. Se distinguen así de los organismos productores de inteligencia de otras ramas de la Administración del Estado como, por ejemplo, las Fuerzas Armadas (el CIFAS en el caso de España) o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que incluyen unidades de inteligencia en sus respectivos servicios de información, pero cuya atención se focaliza en sectores más específicos de la seguridad nacional. Esa orientación tous azimuts de los servicios de inteligencia implica que su estructura orgánica deba ser particularmente flexible con el fin de atender las demandas de un entorno estratégico cambiante (así lo recoge por ejemplo el Real Decreto que estableció la estructura del CNI) y a que la formación y procedencia de sus miembros responda también a la diversidad de funciones a desempeñar y de ámbitos a analizar.
Al mismo tiempo, los servicios de inteligencia pueden distinguirse entre internos y externos, en función de que su área de interés se focalice en lo que acontece dentro o fuera de las fronteras del Estado. Así ocurre en países como Reino Unido (MI5 y MI6), Estados Unidos (FBI y CIA) o Israel (Shin Bet y Mossad). Sin embargo, el carácter cada vez más transnacional de los riesgos y amenazas plantea dudas sobre la conveniencia de este modelo. En el caso de España no existe tal diferencia, ya que el CNI presta atención a los riesgos y amenazas, tanto internos como externos.
Por su parte, la comunidad de inteligencia es el conjunto de organismos públicos de un Estado que producen inteligencia. Su estructura puede estar más o menos formalizada, e integrar a un mayor o menor número de instituciones en función de cada país. En Estados Unidos, la comunidad de inteligencia incluye diecisiete organizaciones federales (contando la propia Oficina del Director de Inteligencia Nacional) claramente explicitadas.
Comunidad de Inteligencia norteamericana
En España, sin embargo, el modelo adolece todavía de cierta indefinición. La Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia está compuesta por el Vicepresidente/a del Gobierno, los Ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Defensa e Interior, El Director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, el Secretario de Estado de Seguridad y el Secretario de Estado Director del Centro Nacional de Inteligencia, que actúa como Secretario. Pero al mismo tiempo el Real Decreto que establece la Comisión recoge que“podrán ser convocados a las reuniones de la Comisión los titulares de aquellos otros órganos superiores y directivos de la Administración General del Estado que se estime conveniente”. De este modo, la frontera institucional de la comunidad de inteligencia española queda un tanto desdibujada.
Lógicamente la existencia de una estructura no garantiza el correcto funcionamiento de la comunidad de inteligencia; en particular, el trabajo coordinado y la colaboración genuina entre los diferentes organismos que componen la comunidad. En la práctica, la arquitectura de las comunidades de inteligencia no obedece a un plan predeterminado y cada uno de sus componentes depende de, y se dirige, a consumidores distintos. Evitar que se produzcan graves disfunciones en la comunidad de inteligencia es una necesidad imperiosa para salvaguardar los intereses y la seguridad de un país. Pero al mismo tiempo resulta una tarea ardua, que debe saber conjugar culturas diferentes y vencer resistencias burocráticas. Volveremos sobre ello cuando hablemos de la fase de difusión del ciclo de inteligencia.
Por último, conviene destacar el concepto de reserva de inteligencia y, el más actual, decomunidad de inteligencia ampliada. Se trata de un conjunto de expertos procedentes del mundo académico, empresarial de los think-tanks, etc. que aportan conocimiento a las agencias de inteligencia sin ser miembros de ellas y que complementan la labor de análisis desde su propia especialización. Son de gran interés ante la complejidad de los temas abordados por los servicios y la sobrecarga de trabajo a la que a menudo éstos se ven sometidos. Un ejemplo de su resultado son los informes Global Trends, promovidos por el National Intelligence Council de Estados Unidos.
Inteligencia como proceso
La inteligencia es un proceso que se inicia a partir de una determinadas demandas por parte de los decisores políticos que ponen en marcha lo que se conoce como ciclo de inteligencia, concepto que trataremos de manera más detalla en el próximo documento. La inteligencia como proceso explica que en ocasiones se confunda inteligencia con espionaje, cuando en realidad este último es una actividad que forma parte del ciclo (en la fase de obtención), y que por tanto alude a un aspecto muy puntual en el conjunto del proceso.
Inteligencia como resultado
La inteligencia también se puede entender como el producto resultante de la fase de análisis del ciclo de inteligencia. Puede ser de diversos tipos y difundirse a través de presentaciones orales o por escrito, en diversos formatos en función del tipo de inteligencia. Cuestión ésta última que abordaremos en el próximo documento sobre el ciclo de inteligencia. La inteligencia como resultado es el objeto habitual de las definiciones de inteligencia. El Glosario de Inteligencia la define como el producto que resulta de la evaluación, la integración, el análisis y la interpretación de la información reunida por un servicio de inteligencia.
Pero
además de esta acepción, se pueden entender como resultados de la inteligencia
las operaciones que de ella se derivan, entre ellas las acciones encubiertas (Lowenthal,
2012).
Hecha
esta triple diferenciación de la inteligencia como institución, proceso y
resultado, en lo que resta de este Análisis GESI vamos a profundizar en algunos
aspectos sobre la inteligencia en materia de seguridad y defensa entendida
como resultado.
Diferencia entre información e inteligencia
En el que posiblemente sea el mejor manual en español sobre inteligencia, Miguel Ángel Esteban y Andrea V. Carvalho (2012: 19-26) explican la distancia que media entre información e inteligencia a través de la pirámide informacional, compuesta por:
Como señalan Miguel Ángel Esteban y Andrea V. Carvalho (2012: 19-26), la imagen de la pirámide informacional expresa de manera gráfica la abundancia cuantitativa de los niveles más bajos frente a los más altos, la importancia cualitativa de los más elevados respecto a los inferiores, así como la necesidad de disponer de estratos de base sobre los que asentar los escalones superiores.
Reducir la incertidumbre
La finalidad de la inteligencia consiste en reducir la incertidumbre del decisor político. Disminuir, no despejar por completo. La incertidumbre es una circunstancia asociada a la condición humana y a la complejidad del mundo que nos rodea. Por ello, la frase ‘toma de decisiones en situaciones de incertidumbre’ no añade un significado especial si se interpreta literalmente, pues la incertidumbre existe siempre, aunque es verdad que a veces puede ser particularmente aguda. Ello se debe a tres razones relacionadas entre sí:
Ejemplo de sistema complejo
Por ello, según Lowenthal (2012), la verdad no puede ser el estándar de calidad de la inteligencia. En su acepción más absoluta, la verdad resulta muchas veces inalcanzable. Ante el desafío que suponen la complejidad, la información incompleta o las intenciones futuras, lo máximo que puede ofrecer un servicio son análisis que inspiren confianza por la honestidad y el rigor con que han sido elaborados.
Inteligencia y toma de decisiones
Otro aspecto a destacar es la relación entre inteligencia y toma de decisiones, en especial cuando los consumidores de la inteligencia son responsables políticos.
Lo que se espera del profesional de inteligencia es que explique a los decisores políticos qué ha sucedido, qué está ocurriendo en el momento presente y por qué, y cuáles son los escenarios de futuro más probables. De ese modo, la inteligencia de calidad se convierte en un multiplicador de fuerza que contribuye a que las políticas sean también inteligentes. Pero aunque la inteligencia como resultado pueda convertirse en parte integrante y destacada de la decisión, en sí misma, en su formato de entrega, es mero asesoramiento, distinto en su naturaleza de la decisión política.
La diferencia neta entre inteligencia y toma de decisiones tiene diversas implicaciones. Por ejemplo, en Estados Unidos la inteligencia no debe ofrecer recomendaciones políticas, algo que sí es común en los análisis de los think-tanks. La distancia y neutralidad de la inteligencia respecto al proceso político se justifica porque, además de obedecer a un principio democrático (el responsable de la decisión es el elegido por las urnas, no el funcionario de inteligencia), responde a un motivo de fiabilidad profesional. Si ante un asunto complejo el servicio de inteligencia se inclinara abiertamente por una determinada línea de actuación, correría el riesgo de comprometer la credibilidad de sus análisis. Se podría sospechar que sus valoraciones privilegian aspectos acordes con la estrategia propuesta y que relegan aquellos que la contradicen.
De este modo existe una diferencia notable entre los servicios y la mayoría de las Administraciones públicas. Éstas crean y gestionan conocimiento, y hacen uso de él cuando actúan sobre la población objeto de sus políticas públicas. A nadie le sorprende que sea así en los Ministerios de Empleo y Seguridad Social, de Sanidad o de Educación. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos los servicios no pueden utilizar su propia inteligencia para actuar. Su función se limita a asesorar al decisor político para que este opte por las acciones que estime convenientes, acudiendo para ello a otras ramas de la Administración. Sólo hay dos tipos de excepciones a este respecto:
Aplicando el análisis de políticas públicas se observa que los servicios de inteligencia intervienen como actores en las fases de identificación y definición del problema, ingreso en la agenda, e incluso en la de formulación de soluciones, pues el modo como se define un problema condiciona las estrategias para solucionarlo. Por ejemplo, en función de cómo presente el servicio de inteligencia de un Estado democrático una ola de protestas sociales contra el régimen autoritario de un país aliado puede afectar sensiblemente a la línea de actuación a adoptar. Si los actores que protagonizan las protestas son valorados como una opción de cambio democrático viable, el decisor político podría inclinarse a dar su apoyo a los opositores y a exigir una apertura al régimen dictatorial. Si por el contrario, la inteligencia que ofrecen los servicios pone el acento en el riesgo de perder un aliado y en las consecuencias no deseadas que podría acarrear el éxito de las protestas, la toma de decisiones se verá condicionada por esta definición del problema e inclinada actuar en consecuencia. Lógicamente los servicios no son los únicos que definen el problema y lo introducen en la agenda política. Hay otros actores (públicos y privados, nacionales e internacionales) que también participan en ese proceso y que, en caso de desacuerdo, competirán para hacer valer su perspectiva ante los decisores políticos.
Por otra parte, la relación entre inteligencia y toma de decisiones políticas no siempre es fluida. A veces los decisores políticos no entienden la contribución de los servicios de inteligencia a la toma de decisiones. En otras ocasiones, demandan y se muestran receptivos a la inteligencia actual pero relegan estratégica. O, simplemente, los decisores tienen puntos de vista muy definidos y una agenda política ya fijada, lo que disminuye el interés por los análisis que los contradigan (Petersen, 2011).
En este sentido, Odah Leslau (2010) propone un modelo para clasificar la influencia de la inteligencia sobre los decisores en función de tres variables: 1) actitud de los decisores políticos, 2) actitud de quienes elaboran y presentan la inteligencia, y 3) prestigio de la organización de inteligencia dentro del aparato burocrático del Estado. A partir de ellas Leslau prevé las distintas posibilidades expuestas en el siguiente cuadro. Van desde un alto grado de influencia hasta una marginación completa, pasando por una situación intermedia donde los decisores políticos prestan atención a la información bruta obtenida pero anteponen su propio análisis al facilitado por el servicio de inteligencia.
Entre las diversas situaciones conviene llamar la atención sobre la politización de la inteligencia que se produce cuando entra en crisis la membrana permeable que, según Mark Lowenthal, separa el ámbito de la inteligencia y el de la política. Permeable porque los decisores políticos pueden legítimamente hacer valoraciones sobre el trabajo inteligencia pero, como ya hemos señalado, los analistas no pueden ofrecer recomendaciones de carácter político. De acuerdo con Lowenthal existen varios tipos de politización de la inteligencia:
Por último, conviene advertir que la politización de la inteligencia también se puede producir en el ámbito puramente administrativo, sin que se vean necesariamente implicados en ella decisores políticos del máximo nivel (ministros o presidente del gobierno). De este modo podría darse, por ejemplo, la politización de la inteligencia militar. Recientemente cerca de cincuenta analistas de la Agencia de Inteligencia de Defensa (encuadrada en el Pentágono) han denunciado presiones por parte de altos mandos militares para desvirtuar su valoraciónsobre los resultados de la campaña militar contra el Daesh en Siria e Irak.
Inteligencia y secreto
El secreto es una cualidad asociada habitualmente a la inteligencia en su triple acepción (institución, proceso y resultado). Hasta el punto de que algunas definiciones clásicasseñalaban la obtención secreta de información como un aspecto distintivo del concepto de inteligencia. La importancia actual de la inteligencia de fuentes abiertas (OSINT) ha vuelto obsoleta ese tipo de definición. Pero aun así es verdad que, como señala Lowenthal (2012), la inteligencia se distingue de otras funciones del Estado por su carácter secreto. Y ello al menos por tres razones:
Tipos de inteligencia
Para finalizar vamos hacer mención a algunas tipologías de inteligencia según la literatura especializada. El listado no pretende ser exhaustivo y deja fuera, por el momento, a la clasificación asociada al sistema de obtención (HUMINT, IMINT, SIGINT, MASINT, etc) que trataremos en un documento posterior. Nos limitamos a las tres taxonomías más reseñables:
Según
la finalidad:
Al ser imposible determinar la probabilidad con absoluta certeza, la seguridad completa se convierte en una utopía. Y la sorpresa asociada a la amenaza (en especial la sorpresa estratégica) se convierte en lo opuesto a la seguridad. Esta situación se agrava en el ámbito de la Seguridad y la Defensa. Cuando el riesgo que se quiere medir depende sobre todo de la voluntad del oponente –que tratará de provocar la mayor sorpresa–, el cálculo de probabilidades, basado en frecuencias y que extrae de ellas la probabilidad estimada, resulta insuficiente. En consecuencia, el análisis de riesgos relacionados con la seguridad debe partir de la perspicacia del analista a la hora de interpretar la información de que dispone (Losada, 2015: 17-45). Las herramientas prospectivas abren el abanico de escenarios a contemplar y obligan a identificar y vigilar indicadores. Pero no constituyen una garantía frente a las sorpresas estratégicas.
Uno de los productos más conocidos de la comunidad de inteligencia norteamericana son los National Intelligence Estimates (NIE). Se trata de documentos abiertos a la participación de todos organismos que componen la comunidad. Tratan de ser anticipatorios y estimar (no predecir) el rumbo más probable que seguirán ciertos asuntos. En la National Intelligence Council Collection Library pueden consultarse ejemplos de antiguos NIEs desclasificados.
Otra clasificación es según el tipo de necesidad que atiende la inteligencia:
Por último, según la materia objeto de análisis, la inteligencia puede clasificarse como:
La
variedad de los campos de interés de la inteligencia es una consecuencia de
la ampliación
del concepto de seguridad y de la complejidad del nuevo entorno
estratégico, donde las amenazas no son sólo estrictamente militares y los
actores relevantes muchas veces son de carácter no estatal. Un aspecto que ya
hemos señalado al comienzo de este trabajo cuando aludíamos a la seguridad
integral y a su reflejo en la última Estrategia de Seguridad Nacional española.
En
un próximo documento trataremos sobre el proceso de producción de la
inteligencia.
Javier
Jordán es Profesor Titular de Ciencia Política en la Universidad de Granada y
miembro del Grupo de Estudios en Seguridad Internacional (GESI)
Por: Javier Jordán
La última década ha sido testigo del desarrollo y en buena medida consolidación de los Estudios de Inteligencia en España, un área de trabajo multidisciplinar, desarrollada hace tiempo en el ámbito anglosajón, donde convergen especialistas procedentes de la Biblioteconomía y Documentación, Derecho, Ciencia Política, Psicología, Historia, Criminología, Economía, Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y –lógicamente– el propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Su actividad se ha concretado en diversas iniciativas, como la puesta en marcha de la Cátedra de Servicios de Inteligencia y Sistemas Democráticos de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, diversos títulos de posgrado –como el de la propia Cátedra, el del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado o el de la Universidad Autónoma de Madrid–, y numerosas publicaciones.
Este primer documento introduce y delimita conceptualmente la noción de inteligencia en el ámbito de la Seguridad y Defensa. Para ello nos basaremos –en algunos casos, literalmente– en el esfuerzo realizado por el CNI, y por las iniciativas académicas mencionadas, dirigido a unificar el lenguaje en esta materia. Labor que ha tenido en cuenta los precedentes de la literatura anglosajona sobre estudios de inteligencia.
Entrando ya en materia recurrimos en primer lugar a la diferenciación clásica de Sherman Kent sobre la palabra inteligencia, término con el que se puede aludir a tres realidades: inteligencia como institución, como proceso y como resultado.
Inteligencia como institución
Con ella nos referimos a los servicios de inteligencia y a la comunidad de inteligencia. Losservicios de inteligencia son organismos de la administración pública a los que se encomiendan cuatro funciones fundamentales (Lowenthal, 2012):
- Evitar las sorpresas estratégicas y, en la medida de lo
posible, las tácticas. Para
ello deben detectar y seguir la evolución de actores, acontecimientos y
tendencias que supongan un riesgo o amenaza a la seguridad nacional,
entendida en su sentido integral y acorde con las estrategias dirigidas a
salvaguardarla (véase por ejemplo el índice de
la última Estrategia de Seguridad Nacional española). A este respecto
conviene distinguir
entre sorpresas estratégicas y tácticas. Las primeras se
refieren a hechos de gran relevancia que no se contemplaban, bien porque
suponen una ruptura de tendencia o porque forman parte de una tendencia no
detectada. Las sorpresas tácticas son acontecimientos de mayor o menor
importancia, no previstos en cuanto a tiempo y lugar, pero que se enmarcan en una tendencia conocida.
Por ejemplo, el ataque japonés a Pearl Harbour en 1941 o el inicio de las
revueltas árabes en 2010 fueron sorpresas estratégicas. Los atentados del
11-S, pese a su devastación, fueron sin embargo una sorpresa táctica. La
Inteligencia norteamericana ya conocía el peligro que entrañaba la
organización de Osama Bin Laden (que había quedado demostrado con los
atentados contras las embajadas en Kenia y Tanzania en 1998 o contra el
destructor USS Cole en Yemen en 2000), y sabía que deseaba cometer un gran
atentado en suelo norteamericano. Ignoraba sin embargo el momento, el
lugar, y el modo. Lo mismo sucede con los actuales atentados yihadistas en
Europa (por ejemplo, varios de ellos en Francia en el año 2015). Cada uno
de esos atentados es una sorpresa táctica, no estratégica. El ejemplo del
11-S es ilustrativo porque muestra cómo las sorpresas tácticas pueden ser
al mismo tiempo acontecimientos estratégicos en sus consecuencias y que,
por tanto, unas y otras requieren atención. No obstante, sería ingenuo
creer que se pueden evitar la totalidad de las sorpresas tácticas. Los
servicios de inteligencia no son omniscientes, menos aun cuando se
enfrentan a actores que tratan de proteger sus actividades mediante el
secreto y el engaño. No obstante, la acumulación de sorpresas tácticas
constituye una señal de que algo no marcha bien en un determinado servicio
de inteligencia.
- Proporcionar asesoramiento experto permanente. Comparado con las décadas que suelen durar las
carreras de los analistas y gestores de los servicios inteligencia, el
periodo en el cargo de los altos responsables políticos es un tránsito
fugaz. Además, muchos de esos altos cargos poseen un background limitado o
inexistente en cuestiones de seguridad nacional, por lo que los servicios
de inteligencia –junto con los técnicos de los Ministerios de Exteriores,
Interior y Defensa– suponen una valiosa fuente de conocimientos y
experiencia.
- Asesorar al proceso político. Relacionado con la función anterior, en su quehacer
diario el gobierno necesita inteligencia estratégica y actual que
contextualice las situaciones, ofrezca perspectiva, complemente la
información de los medios de comunicación, ofrezca valoraciones, etc.
- Mantener el secreto de la inteligencia, necesidades y
métodos. Otra de las funciones clave
de los servicios es la Contrainteligencia. Es decir, la protección de la
inteligencia en su triple acepción de institución, proceso y resultado.
Los servicios de inteligencia centran su atención en el nivel estratégico, con una perspectiva de 360º en lo que a la seguridad nacional se refiere. Se distinguen así de los organismos productores de inteligencia de otras ramas de la Administración del Estado como, por ejemplo, las Fuerzas Armadas (el CIFAS en el caso de España) o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que incluyen unidades de inteligencia en sus respectivos servicios de información, pero cuya atención se focaliza en sectores más específicos de la seguridad nacional. Esa orientación tous azimuts de los servicios de inteligencia implica que su estructura orgánica deba ser particularmente flexible con el fin de atender las demandas de un entorno estratégico cambiante (así lo recoge por ejemplo el Real Decreto que estableció la estructura del CNI) y a que la formación y procedencia de sus miembros responda también a la diversidad de funciones a desempeñar y de ámbitos a analizar.
Al mismo tiempo, los servicios de inteligencia pueden distinguirse entre internos y externos, en función de que su área de interés se focalice en lo que acontece dentro o fuera de las fronteras del Estado. Así ocurre en países como Reino Unido (MI5 y MI6), Estados Unidos (FBI y CIA) o Israel (Shin Bet y Mossad). Sin embargo, el carácter cada vez más transnacional de los riesgos y amenazas plantea dudas sobre la conveniencia de este modelo. En el caso de España no existe tal diferencia, ya que el CNI presta atención a los riesgos y amenazas, tanto internos como externos.
Por su parte, la comunidad de inteligencia es el conjunto de organismos públicos de un Estado que producen inteligencia. Su estructura puede estar más o menos formalizada, e integrar a un mayor o menor número de instituciones en función de cada país. En Estados Unidos, la comunidad de inteligencia incluye diecisiete organizaciones federales (contando la propia Oficina del Director de Inteligencia Nacional) claramente explicitadas.
Comunidad de Inteligencia norteamericana
En España, sin embargo, el modelo adolece todavía de cierta indefinición. La Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia está compuesta por el Vicepresidente/a del Gobierno, los Ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Defensa e Interior, El Director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, el Secretario de Estado de Seguridad y el Secretario de Estado Director del Centro Nacional de Inteligencia, que actúa como Secretario. Pero al mismo tiempo el Real Decreto que establece la Comisión recoge que“podrán ser convocados a las reuniones de la Comisión los titulares de aquellos otros órganos superiores y directivos de la Administración General del Estado que se estime conveniente”. De este modo, la frontera institucional de la comunidad de inteligencia española queda un tanto desdibujada.
Lógicamente la existencia de una estructura no garantiza el correcto funcionamiento de la comunidad de inteligencia; en particular, el trabajo coordinado y la colaboración genuina entre los diferentes organismos que componen la comunidad. En la práctica, la arquitectura de las comunidades de inteligencia no obedece a un plan predeterminado y cada uno de sus componentes depende de, y se dirige, a consumidores distintos. Evitar que se produzcan graves disfunciones en la comunidad de inteligencia es una necesidad imperiosa para salvaguardar los intereses y la seguridad de un país. Pero al mismo tiempo resulta una tarea ardua, que debe saber conjugar culturas diferentes y vencer resistencias burocráticas. Volveremos sobre ello cuando hablemos de la fase de difusión del ciclo de inteligencia.
Por último, conviene destacar el concepto de reserva de inteligencia y, el más actual, decomunidad de inteligencia ampliada. Se trata de un conjunto de expertos procedentes del mundo académico, empresarial de los think-tanks, etc. que aportan conocimiento a las agencias de inteligencia sin ser miembros de ellas y que complementan la labor de análisis desde su propia especialización. Son de gran interés ante la complejidad de los temas abordados por los servicios y la sobrecarga de trabajo a la que a menudo éstos se ven sometidos. Un ejemplo de su resultado son los informes Global Trends, promovidos por el National Intelligence Council de Estados Unidos.
Inteligencia como proceso
La inteligencia es un proceso que se inicia a partir de una determinadas demandas por parte de los decisores políticos que ponen en marcha lo que se conoce como ciclo de inteligencia, concepto que trataremos de manera más detalla en el próximo documento. La inteligencia como proceso explica que en ocasiones se confunda inteligencia con espionaje, cuando en realidad este último es una actividad que forma parte del ciclo (en la fase de obtención), y que por tanto alude a un aspecto muy puntual en el conjunto del proceso.
Inteligencia como resultado
La inteligencia también se puede entender como el producto resultante de la fase de análisis del ciclo de inteligencia. Puede ser de diversos tipos y difundirse a través de presentaciones orales o por escrito, en diversos formatos en función del tipo de inteligencia. Cuestión ésta última que abordaremos en el próximo documento sobre el ciclo de inteligencia. La inteligencia como resultado es el objeto habitual de las definiciones de inteligencia. El Glosario de Inteligencia la define como el producto que resulta de la evaluación, la integración, el análisis y la interpretación de la información reunida por un servicio de inteligencia.
Diferencia entre información e inteligencia
En el que posiblemente sea el mejor manual en español sobre inteligencia, Miguel Ángel Esteban y Andrea V. Carvalho (2012: 19-26) explican la distancia que media entre información e inteligencia a través de la pirámide informacional, compuesta por:
- Datos.
Representaciones básicas de la realidad que por sí solos no tienen
significado (por ejemplo, cifras o nombres de personas). Lo adquieren
gracias a la capacidad humana de establecer relaciones.
- Información. Se
genera mediante la recopilación de datos, añadiéndoles contexto,
significado y propósito. Siguiendo con el ejemplo anterior: cifras,
nombres de personas y detalles concretos de personas detenidas en España
por su presunta vinculación con el terrorismo yihadista.
- Conocimiento.
Es el resultado de una estructura de conceptos, teorías y explicaciones de
la realidad que permiten comprenderla. Los conocimientos previos permiten
evaluar e integrar nuevas informaciones. El conocimiento no sólo se
encuentra en las personas, también está presente en las organizaciones,
imbuido en sus procesos y estructuras. Cuando se combina con recursos
tangibles es capaz de generar ventaja competitiva respecto a otras
organizaciones, y por eso tiene un especial valor. Puede ser tácito y
explícito. El tácito está formado por el capital humano (miembros) y
relacional (red externa de la organización). El explícito se plasma en
soportes físicos. El conocimiento es de difícil captura, y se produce y
difunde mediante la espiral del conocimiento.
Continuando con el ejemplo anterior: el conocimiento se generaría al poner
en relación el número e identidad de los detenidos por su presunta
vinculación con el terrorismo yihadista en España en el año actual, con
las funciones concretas que desempeñaban (preparación de atentados
terroristas, difusión de propaganda radical en internet, reclutamiento y
envío de voluntarios a Siria). Posteriormente podríamos combinarlo con la
información sobre el número de detenidos en años previos, con las
funciones de aquellos detenidos y con los contactos entre unos y otros,
así como con
las pautas del terrorismo yihadista en otros países de Europa Occidental.
Al estructurar esas informaciones con conocimientos y explicaciones
previas convertimos los datos y las informaciones obtenidas sobre la
actividad antiterrorista en el año presente en nuevos conocimientos sobre
las redes yihadistas en España.
- Inteligencia. Es
el resultado de la aplicación del conocimiento tácito y explícito para
integrar, interpretar, analizar y evaluar información relevante sobre un
determinado asunto que representa una amenaza o una oportunidad para una
organización o un Estado. Con él se atiende a una demanda específica por
parte del consumidor de inteligencia orientada a la toma de decisiones y a
la acción. La inteligencia permite comprender el entorno con más
profundidad y por ello sitúa en una posición ventajosa a la hora de interactuar
con él. En el ejemplo que hemos venido tratando sobre el terrorismo
yihadista en España, la inteligencia resultante de la elaboración de las
informaciones y conocimientos sobre esta amenaza permite tomar decisiones
más inteligentes en materia de política antiterrorista, de política
exterior y de defensa.
Como señalan Miguel Ángel Esteban y Andrea V. Carvalho (2012: 19-26), la imagen de la pirámide informacional expresa de manera gráfica la abundancia cuantitativa de los niveles más bajos frente a los más altos, la importancia cualitativa de los más elevados respecto a los inferiores, así como la necesidad de disponer de estratos de base sobre los que asentar los escalones superiores.
Reducir la incertidumbre
La finalidad de la inteligencia consiste en reducir la incertidumbre del decisor político. Disminuir, no despejar por completo. La incertidumbre es una circunstancia asociada a la condición humana y a la complejidad del mundo que nos rodea. Por ello, la frase ‘toma de decisiones en situaciones de incertidumbre’ no añade un significado especial si se interpreta literalmente, pues la incertidumbre existe siempre, aunque es verdad que a veces puede ser particularmente aguda. Ello se debe a tres razones relacionadas entre sí:
- Información incompleta. En la famosa imagen propuesta por Gregory
F. Treverton el profesional de inteligencia se puede enfrentar a
dos tipos de retos: puzles y misterios. Los primeros tienen que ver con
carencias de información, similares a piezas ausentes de un rompecabezas
que impiden contemplar la figura completa. Por ejemplo, el lugar donde
estaba escondido Bin Laden fue parte de un puzle al que se enfrentaron los
servicios de inteligencia norteamericanos hasta que completaron las
suficientes piezas como para deducir que era probable que Osaba Bin Laden
se encontrase en la casa de Abottabad. Aun así la decisión de poner en
marcha la operación se tomó en una situación de incertidumbre. La pieza
final que completó el puzle se obtuvo cuando se identificó el cadáver de
Bin Laden tras la operación
de los Navy Seals. La
carencia de información se agrava cuando el objetivo de la inteligencia se
esfuerza en ser opaco. Una práctica común en todos los países en lo
relativo a su inteligencia y a los aspectos más sensibles de sus intereses
y seguridad, así como en los actores no estatales relevantes en materia de
seguridad. Situación que se complica aún más cuando además del secreto,
entran en juego las intrigas y las maniobras de engaño. Es el ‘desierto de
espejos’ al que aludíaJames
J. Angleton para referirse a las acciones del KGB contra la
inteligencia norteamericana.
- Intenciones futuras. Si
muchas veces uno mismo no sabe con certeza qué hará en las próximas
cuarenta y ocho horas, más difícil resulta conocer las intenciones futuras
de otros actores. Por ejemplo, ¿va a tratar de atentar el Daesh en Europa
con un arma química rudimentaria? (como las que ha utilizado contra los
kurdos). Si la pregunta se refiere al presente, al hoy y ahora, la
respuesta exige completar un puzle. Pero planteada de manera futura
(referida al próximo año o al siguiente) se convierte en un el misterio al que alude
Treverton. Ni los propios dirigentes del Daesh podrían contestarla, pues
en el medio plazo pueden plantearse ese objetivo o, por el contrario,
descartarlo. Esta incertidumbre asociada a lo que algunos autores
denominan ‘el problema de la mente de los otros’ es uno de los factores
que genera el dilema
de seguridad en las Relaciones Internacionales.
- Complejidad. El
mundo está repleto de sistemas complejos, compuestos por múltiples
elementos que interaccionan siguiendo una lógica no lineal, y en los que
una ínfima alteración de partida puede producir resultados muy diferentes
entre un caso y otro. Es en este tipo de sistemas donde se produce
el efecto mariposa,
el cual no entraña que una acción menor tenga efectos de gran magnitud,
sino que una acción menor puede tener –o no– dichas consecuencias. El
efecto mariposa se asocia a la dificultad de hacer previsiones
climatológicas a largo plazo, pero también es aplicable a la política
internacional. El General
McChrystal pone como ejemplo de efecto mariposa el suceso el
joven universitario y vendedor ambulante tunecino Mohamed Bouazizi que se quemó a lo bonzo en Sidi Bouzid en
diciembre de 2010. Su muerte desató protestas primero en la ciudad,
posteriormente en el resto del país, y tras la caída del régimen de Ben
Ali se extendieron otros países árabes. La complejidad también genera
los misterios a
los que se refiere Treverton. Las
revueltas árabes fueron una sorpresa estratégica para
todos,incluida
la inteligencia militar israelí, que por su cercanía e intereses es
una de las que conoce mejor la región. Del mismo modo, a día de hoy son
misterios el resultado último del conflicto de Siria o la trayectoria del
Daesh en los próximos cinco años. Por muy eficaz que sea un servicio de
inteligencia no puede despejar por completo la incertidumbre que envuelve
ese tipo de cuestiones.
Ejemplo de sistema complejo
Por ello, según Lowenthal (2012), la verdad no puede ser el estándar de calidad de la inteligencia. En su acepción más absoluta, la verdad resulta muchas veces inalcanzable. Ante el desafío que suponen la complejidad, la información incompleta o las intenciones futuras, lo máximo que puede ofrecer un servicio son análisis que inspiren confianza por la honestidad y el rigor con que han sido elaborados.
Inteligencia y toma de decisiones
Otro aspecto a destacar es la relación entre inteligencia y toma de decisiones, en especial cuando los consumidores de la inteligencia son responsables políticos.
Lo que se espera del profesional de inteligencia es que explique a los decisores políticos qué ha sucedido, qué está ocurriendo en el momento presente y por qué, y cuáles son los escenarios de futuro más probables. De ese modo, la inteligencia de calidad se convierte en un multiplicador de fuerza que contribuye a que las políticas sean también inteligentes. Pero aunque la inteligencia como resultado pueda convertirse en parte integrante y destacada de la decisión, en sí misma, en su formato de entrega, es mero asesoramiento, distinto en su naturaleza de la decisión política.
La diferencia neta entre inteligencia y toma de decisiones tiene diversas implicaciones. Por ejemplo, en Estados Unidos la inteligencia no debe ofrecer recomendaciones políticas, algo que sí es común en los análisis de los think-tanks. La distancia y neutralidad de la inteligencia respecto al proceso político se justifica porque, además de obedecer a un principio democrático (el responsable de la decisión es el elegido por las urnas, no el funcionario de inteligencia), responde a un motivo de fiabilidad profesional. Si ante un asunto complejo el servicio de inteligencia se inclinara abiertamente por una determinada línea de actuación, correría el riesgo de comprometer la credibilidad de sus análisis. Se podría sospechar que sus valoraciones privilegian aspectos acordes con la estrategia propuesta y que relegan aquellos que la contradicen.
De este modo existe una diferencia notable entre los servicios y la mayoría de las Administraciones públicas. Éstas crean y gestionan conocimiento, y hacen uso de él cuando actúan sobre la población objeto de sus políticas públicas. A nadie le sorprende que sea así en los Ministerios de Empleo y Seguridad Social, de Sanidad o de Educación. Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos los servicios no pueden utilizar su propia inteligencia para actuar. Su función se limita a asesorar al decisor político para que este opte por las acciones que estime convenientes, acudiendo para ello a otras ramas de la Administración. Sólo hay dos tipos de excepciones a este respecto:
- Cuando los miembros del servicio de inteligencia son además agentes de la autoridad.
No ocurre así en el caso del CNI español (salvo el personal que da
seguridad a las instalaciones del Centro, el resto de sus miembros no son
agentes de la autoridad), ni en la mayoría de los servicios de
inteligencia. Pero sí es el caso del FBI norteamericano o del Servicio de
Seguridad e Inteligencia Danés (PET) que pueden llevar a cabo detenciones
basadas en la inteligencia que ellos mismos producen.
- En el desarrollo de operaciones encubiertas encomendadas
por el gobierno. Por ejemplo, la campaña de ataques con drones armados por
parte de la CIA en Pakistán,Yemen, Somalia y
Siria. Dicha campaña también se nutre de inteligencia producida por la
propia Agencia (y también por otros organismos de la Comunidad de
Inteligencia norteamericana, como por ejemplo la NSA). Es una situación
controvertida, no sólo por las características de la propia campaña sino
por lo que supone de militarización de la CIA.
Además, las acciones encubiertas entrañan un riesgo añadido de contaminar
la producción de la inteligencia. Al implicarse directamente en la
ejecución de políticas, un servicio puede verse tentado a sesgar el
análisis a favor de sus acciones.
Aplicando el análisis de políticas públicas se observa que los servicios de inteligencia intervienen como actores en las fases de identificación y definición del problema, ingreso en la agenda, e incluso en la de formulación de soluciones, pues el modo como se define un problema condiciona las estrategias para solucionarlo. Por ejemplo, en función de cómo presente el servicio de inteligencia de un Estado democrático una ola de protestas sociales contra el régimen autoritario de un país aliado puede afectar sensiblemente a la línea de actuación a adoptar. Si los actores que protagonizan las protestas son valorados como una opción de cambio democrático viable, el decisor político podría inclinarse a dar su apoyo a los opositores y a exigir una apertura al régimen dictatorial. Si por el contrario, la inteligencia que ofrecen los servicios pone el acento en el riesgo de perder un aliado y en las consecuencias no deseadas que podría acarrear el éxito de las protestas, la toma de decisiones se verá condicionada por esta definición del problema e inclinada actuar en consecuencia. Lógicamente los servicios no son los únicos que definen el problema y lo introducen en la agenda política. Hay otros actores (públicos y privados, nacionales e internacionales) que también participan en ese proceso y que, en caso de desacuerdo, competirán para hacer valer su perspectiva ante los decisores políticos.
Por otra parte, la relación entre inteligencia y toma de decisiones políticas no siempre es fluida. A veces los decisores políticos no entienden la contribución de los servicios de inteligencia a la toma de decisiones. En otras ocasiones, demandan y se muestran receptivos a la inteligencia actual pero relegan estratégica. O, simplemente, los decisores tienen puntos de vista muy definidos y una agenda política ya fijada, lo que disminuye el interés por los análisis que los contradigan (Petersen, 2011).
En este sentido, Odah Leslau (2010) propone un modelo para clasificar la influencia de la inteligencia sobre los decisores en función de tres variables: 1) actitud de los decisores políticos, 2) actitud de quienes elaboran y presentan la inteligencia, y 3) prestigio de la organización de inteligencia dentro del aparato burocrático del Estado. A partir de ellas Leslau prevé las distintas posibilidades expuestas en el siguiente cuadro. Van desde un alto grado de influencia hasta una marginación completa, pasando por una situación intermedia donde los decisores políticos prestan atención a la información bruta obtenida pero anteponen su propio análisis al facilitado por el servicio de inteligencia.
Entre las diversas situaciones conviene llamar la atención sobre la politización de la inteligencia que se produce cuando entra en crisis la membrana permeable que, según Mark Lowenthal, separa el ámbito de la inteligencia y el de la política. Permeable porque los decisores políticos pueden legítimamente hacer valoraciones sobre el trabajo inteligencia pero, como ya hemos señalado, los analistas no pueden ofrecer recomendaciones de carácter político. De acuerdo con Lowenthal existen varios tipos de politización de la inteligencia:
- En primer lugar, cuando los analistas alteran
conscientemente la inteligencia para respaldar determinadas políticas.
- En otros casos, son los decisores políticos quienes se
sirven de ciertos procedimientos para influir a su favor sobre el trabajo
de la inteligencia. Por ejemplo, antes de la guerra de Irak de 2003 varios
miembros del gabinete del Vicepresidente Dick Cheney visitaron repetidas
veces a los analistas de la CIA para urgirles a que encontrasen pruebas
sobre el programa de armas de destrucción masiva de Sadam Hussein.
- En algunos casos la repetición de reacciones negativas
a los análisis pueden acabar provocando que los analistas adapten los
nuevos análisis con el fin de que sean mejor recibidos (intelligence to please).
- Una última posibilidad, es que los decisores políticos
hagan un uso interesado de la inteligencia disponible, escogiendo los
análisis acordes con sus ideas y desechando aquellos que las contradicen.
También, que presenten como resultado definitivo una de las valoraciones
entre varias que compiten, silenciando los puntos de vista discordantes.
Por último, conviene advertir que la politización de la inteligencia también se puede producir en el ámbito puramente administrativo, sin que se vean necesariamente implicados en ella decisores políticos del máximo nivel (ministros o presidente del gobierno). De este modo podría darse, por ejemplo, la politización de la inteligencia militar. Recientemente cerca de cincuenta analistas de la Agencia de Inteligencia de Defensa (encuadrada en el Pentágono) han denunciado presiones por parte de altos mandos militares para desvirtuar su valoraciónsobre los resultados de la campaña militar contra el Daesh en Siria e Irak.
Inteligencia y secreto
El secreto es una cualidad asociada habitualmente a la inteligencia en su triple acepción (institución, proceso y resultado). Hasta el punto de que algunas definiciones clásicasseñalaban la obtención secreta de información como un aspecto distintivo del concepto de inteligencia. La importancia actual de la inteligencia de fuentes abiertas (OSINT) ha vuelto obsoleta ese tipo de definición. Pero aun así es verdad que, como señala Lowenthal (2012), la inteligencia se distingue de otras funciones del Estado por su carácter secreto. Y ello al menos por tres razones:
- Protección de fuentes de información. Si la fuente es descubierta o se conocen sus
características técnicas (por ejemplo una determinada capacidad SIGINT o
IMINT), el objeto de atención por parte de los servicios puede tomar
medidas para impedir que se obtenga información sobre él. Medidas que
pueden incluir la intoxicación con informaciones que lleven a engaño. A
esta razón de eficacia se añade en algunos casos la protección física de
la fuente, en especial si se trata de personas (HUMINT).
- Tratar con discreción lo que se conoce, lo que no se
conoce y lo que se quiere conocer.
Con frecuencia, que el competidor no esté al tanto de lo que uno sabe
entraña una ventaja. Lo mismo sucede en el ámbito de la inteligencia entre
Estados y en lo referido a los actores no estatales. La discreción también
se aplica a los vacíos de información de un servicio, huecos en el puzle
que pueden ser aprovechados por el adversario. Y a las intenciones a la
hora de conocer, pues además de ofrecer información valiosa sobre los
intereses estratégicos de un país, revelan sus carencias actuales de
inteligencia. Por ese motivo, por ejemplo, la Directiva Nacional de
Inteligencia, que establece los objetivos anuales del CNI, tiene carácter
secreto. En el género ficción podemos encontrar otro ejemplo en la novela
(y película) La casa Rusia en
la que (alerta spoiler) el protagonista pasa al KGB el cuestionario que le
había entregado la inteligencia norteamericana y británica. La protección
de lo que se quiere conocer también tiene como fin evitar que el
adversario desarrolle medidas de engaño o de protección especial al estar
advertido de cuáles son los objetivos concretos de inteligencia, de qué es
lo que se quiere saber sobre él (Clark,
2013).
- Preservar la cooperación con otros servicios de
inteligencia. La cooperación con
otros servicios constituye una vía de obtención de información de suma
importancia, y las fugas de información la ponen en peligro por razones
obvias. Por ejemplo, el elevado número de infiltrados comunistas en el
servicio de inteligencia de la República Federal Alemana provocó que la
CIA tuviera una lamentable opinión del BND en los últimos años de la
Guerra Fría, y a que la colaboración entre ambos se resintiera, hasta el
punto de que la Agencia miraba con desconfianza las informaciones
procedentes de sus colegas alemanes por temor a que fueran simple
intoxicación soviética (Droguin,
2007: 19-20).
Tipos de inteligencia
Para finalizar vamos hacer mención a algunas tipologías de inteligencia según la literatura especializada. El listado no pretende ser exhaustivo y deja fuera, por el momento, a la clasificación asociada al sistema de obtención (HUMINT, IMINT, SIGINT, MASINT, etc) que trataremos en un documento posterior. Nos limitamos a las tres taxonomías más reseñables:
- Inteligencia estratégica. Según el Glosario de Inteligencia (2007: 91), tiene como fin ayudar a la definición de
los objetivos de una organización y el establecimiento de la política y
los planes generales para alcanzar las metas fijadas. Para ello la
inteligencia estratégica se dedica a la identificación y la comprensión de
los elementos y los factores que concurren en la caracterización y la
evolución del entorno en el que actúa la organización. Presta una atención
especial a la vigilancia de la aparición de indicios y la evolución de los
indicadores de riesgo con el fin de detectar su conversión en amenazas,
así como al descubrimiento de todo aquello que pueda significar una
oportunidad de éxito para la organización. Por esto se halla muy vinculada
a la prospectiva y a la prevención. La elaboración de
inteligencia estratégica debería ser el primer paso en cualquierproceso de planeamiento estratégico,
algo que no siempre sucede ya que los decisores políticos de alto nivel se
dejan atrapar a menudo por lo inmediato (McDowell,
2009: 5). Sin embargo, bien empleada, este tipo de inteligencia ayuda
a diseñar estrategias robustas (Treverton
& Ghez, 2012: 25). Amplía la visión al señalar un mayor número de
escenarios alternativos, ayuda a reducir la incertidumbre y advierte sobre
posibles cambios de paradigma.Aun así, al tratar con misterios además de
secretos, la inteligencia estratégica tampoco es capaz de disipar por
completo la incertidumbre. No obstante, al estar relacionada con la toma
de grandes decisiones, los procesos de planificación, obtención y análisis
de inteligencia estratégica requieren una mayor atención que la que se
presta a la elaboración de inteligencia táctica u operacional. Por último,
aunque mira hacia el largo plazo y analiza las grandes tendencias, la
inteligencia estratégica también trata de explicar los hechos actuales,
por lo que no es sinónimo de inteligencia estimativa o prospectiva (Treverton
& Ghez, 2012: 1). En este sentido el Glosario de Inteligencia
señala que la inteligencia estratégica también sirve para generar una base de conocimiento que
facilita la producción de otros tipos de inteligencia. En concreto, permite disponer de un marco de comprensión
de la realidad [el
énfasis es nuestro] que
ayuda a la validación, la integración y el entendimiento de datos durante
los procesos de creación de inteligencia táctica y operacional y, en
especial, durante la gestión de crisis.
- Inteligencia operacional. Se trata de la inteligencia requerida para planificar
y ejecutar operaciones (Clarck,
2013). Sean estas del nivel táctico o del operacional. Según elGlosario
de Inteligencia (2007: 93), en
el ámbito de las Fuerzas Armadas, la inteligencia operacional es la parte
de la inteligencia militar destinada a la planificación y la realización
de campañas en el nivel operacional. Sirve a los mandos militares para
dirigir las operaciones en el campo de batalla. Posee una naturaleza
estimativa porque permite emitir un juicio sobre la capacidad del
adversario y las amenazas potenciales que se pueden presentar durante el
desarrollo de las operaciones. En el ámbito policial, este
tipo de inteligencia se orienta a la detección y detención de criminales,
por lo que en esta acepción concreta también se puede entender como inteligencia táctica o de objetivo(McDowell,
2012: 15). Una equiparación que no coincide con la de inteligencia táctica en el ámbito militar.
Ésta se aplica también a las operaciones pero a aquellas que tienen lugar
en el nivel táctico (un nivel inferior al operacional). Por ejemplo, el
asalto de un determinado edificio, la protección de un convoy, etc. La
inteligencia táctica es un factor cada vez más relevante, pues las
tecnologías avanzadas que proporcionan una ventaja competitiva a los
ejércitos occidentales (y en especial al de Estados Unidos) se basan
precisamente en la obtención, explotación y gestión de enormes magnitudes
de información en procesos cada vez más acelerados. Esa es la base de lo
que desde hace ya unos años se dio en llamar la Revolución
en los Asuntos Militares.
- Inteligencia estimativa/prospectiva. Según el Diccionario
de Inteligencia y Seguridad (2013: 167), la inteligencia estimativa es aquella en la
que los análisis se realizan a pesar de poseer una información incompleta
y se centran esencialmente en responder a dos preguntas “¿qué está
sucediendo?” y “¿qué sucederá?”. Por su parte, el Glosario
de Inteligencia (2007: 93), define
la inteligencia prospectiva como aquella cuyo propósito es determinar de
modo anticipado las opciones de evolución de una situación y las
posibilidades y probabilidades de actuación de los elementos involucrados
en ella, con objeto de reducir la incertidumbre por el futuro en entornos
caracterizados por la complejidad, el cambio y la inestabilidad.
Al igual que la estratégica, la inteligencia prospectiva se orienta al
conocimiento de potenciales riesgos, amenazas y oportunidades. Pero
precisamente por su indagación anticipatoria la inteligencia prospectiva
guarda una mayor relación con el análisis de riesgos. Esto es así porque
según una fórmula para definir el riesgo, la probabilidad del
acontecimiento negativo para la seguridad representa el problema mayor a
la hora de calcular los factores de riesgo:
Al ser imposible determinar la probabilidad con absoluta certeza, la seguridad completa se convierte en una utopía. Y la sorpresa asociada a la amenaza (en especial la sorpresa estratégica) se convierte en lo opuesto a la seguridad. Esta situación se agrava en el ámbito de la Seguridad y la Defensa. Cuando el riesgo que se quiere medir depende sobre todo de la voluntad del oponente –que tratará de provocar la mayor sorpresa–, el cálculo de probabilidades, basado en frecuencias y que extrae de ellas la probabilidad estimada, resulta insuficiente. En consecuencia, el análisis de riesgos relacionados con la seguridad debe partir de la perspicacia del analista a la hora de interpretar la información de que dispone (Losada, 2015: 17-45). Las herramientas prospectivas abren el abanico de escenarios a contemplar y obligan a identificar y vigilar indicadores. Pero no constituyen una garantía frente a las sorpresas estratégicas.
Uno de los productos más conocidos de la comunidad de inteligencia norteamericana son los National Intelligence Estimates (NIE). Se trata de documentos abiertos a la participación de todos organismos que componen la comunidad. Tratan de ser anticipatorios y estimar (no predecir) el rumbo más probable que seguirán ciertos asuntos. En la National Intelligence Council Collection Library pueden consultarse ejemplos de antiguos NIEs desclasificados.
Otra clasificación es según el tipo de necesidad que atiende la inteligencia:
- Inteligencia básica. Obtenida
de las enciclopedias, monografías, estudios y bases de datos disponibles
como si se tratara de una gran archivo, en las agencias de información de
todo el mundo. Constituye un elemento descriptivo básico y puede usarse
como referencia material para la planificación y como base para obtener el
conocimiento de los analistas; normalmente con esta información se realiza
un análisis geopolítico-militar, con todos los factores y actores
relevantes para el objeto de estudio, con el propósito de detectar las
ausencias y faltas de actualidad, poder planificar la obtención de
información actual y procesar la subsiguiente información e
inteligencia (Diccionario
de Inteligencia y Seguridad, 2013: 162-163). Un ejemplo muy conocido
de este tipo de inteligencia es elWorld
Factbook de la CIA. En nuestro Grupo, y trabajando con fuentes
abiertas, mantenemos actualizados dos Observatorios sobre la actividad
yihadista en España y en el Magreb/Sahel,
que se corresponderían con este tipo de inteligencia.
- Inteligencia actual. Según el Diccionario
de Inteligencia y Seguridad (2013: 162), este tipo de
inteligencia describe la
situación presente y satisface los requerimientos de inteligencia del
momento temporal actual, en una fase previa al inicio de las operaciones.
Tiene como objetivo actualizar y completar la inteligencia básica con
detalles de interés relevantes, adecuados a la finalidad y al nivel de las
operaciones y, como finalidad, permitir el inicio de un planeamiento en
una segunda fase que satisfaga las necesidades de inteligencia y permita
la conducción de las operaciones. En cierto modo la
inteligencia actual es un complemento de los medios de comunicación, y
asume que los consumidores ya conocen esas noticias. Es el producto de
inteligencia más popular, precisamente por su actualidad, pero también
porque es directo, breve y fácil de leer (Hulnick,
2006: 965). La inmensa mayoría de los contenidos del President
Daily Brief son inteligencia actual. Por razones, obvias este tipo
de inteligencia es tan necesaria como las demás, pero un énfasis excesivo
en su producción, que soslaye la de carácter estratégico y que convierta a
los analistas en una especie de redactores de un agencia de noticias,
puede acabar atrofiando la capacidad analítica de un servicio de
inteligencia. La ‘tiranía’ de la inteligencia actual es un peligro que
algunos autores atribuyen actualmente a la comunidad de inteligencia
norteamericana (Gentry,
2015: 655). Y en buena medida se debe a que los decisores políticos
piden fundamentalmente inteligencia sobre lo que está pasando –no tanto
sobre las perspectivas a largo plazo. El temor a no tener respuestas y a
parecer incompetentes obliga a poner el acento en la producción de
inteligencia actual. Como afirma, Mark
Lowenthal (2012), este tipo de inteligencia es la que ‘paga el
alquiler’. Además, es una inteligencia más fácil de elaborar y un producto
que proporciona mayor satisfacción a corto plazo (se le presta atención,
es reconocida…). Pero es necesario que exista un equilibrio en la
producción de inteligencia estratégica y actual.
- Inteligencia crítica. Según, el Glosario
de Inteligencia (2007: 85-86), es un tipo de inteligencia cuyo fin
consiste en satisfacer los
requerimientos de inteligencia que surgen durante la gestión de una
crisis. El tiempo dedicado a la obtención y procesamiento de datos y al
análisis e interpretación de la información se reduce de modo drástico
durante una crisis, ya que se necesita conocer el estado de la situación
con la máxima urgencia; el cual suele evolucionar además con rapidez. Por
tanto, elaborar inteligencia que permita al responsable político tomar decisiones
rápidas y acertadas exige tanto disponer de información puntual sobre lo
que ocurre, como contar con una buena reserva de inteligencia básica y
actual que permita contextualizar el sentido de la nueva información
disponible y, por tanto, mejorar su comprensión. El Glosario
advierte sobre la posibilidad de que la urgencia del momento lleve a que
junto a los análisis se ofrezca información bruta, tal cual se recibe, sin
que ésta haya sido interpretada suficientemente. Como consecuencia el
político hará de analista sin la experiencia adecuada. Esto puede llevar a
errores en la toma de decisiones, o la instrumentalización de la
información no depurada al servicio de una agenda política previa. Así
sucedió en el incidente
del Golfo de Tonkin en agosto de 1964. Las informaciones confusas de
un supuesto segundo ataque contra buques norteamericanos fueron utilizadas
por la Administración Johnson para efectuar ataques aéreos de represalia y
para obtener del Congreso una mayor libertad de acción. Lo que a la postre
llevó a que Estados Unidos se empeñase por completo en la guerra de
Vietnam.
- Inteligencia de alerta. Es aquella que advierte de cambios de tendencia
repentinos o de amenazas inminentes. Puede afectar tanto a la inteligencia
estratégica (que sigue la evolución y las intenciones de determinados
fenómenos), como a la actual y crítica (en el transcurso de una crisis).
Tradicionalmente la inteligencia de alerta ha tenido éxito al anticipar
conflictos armados convencionales, pues los preparativos militares son
relativamente fáciles de detectar. Resulta mucho más exigente cuando el
objeto de atención es particularmente complejo o actúa por definición en
la clandestinidad: terrorismo, inestabilidad política, alteraciones
sustanciales en el desarrollo de un conflicto de baja intensidad, etc. (Clark,
2013).
Por último, según la materia objeto de análisis, la inteligencia puede clasificarse como:
- Política. Sigue
los aspectos de la política de interior de otros países que pueden afectar
a los intereses y seguridad nacionales. También a las relaciones entre
Estados en un área regional.
- Militar.
Conocimiento de las fuerzas armadas de otros países (grado de
operatividad, doctrina, equipo, estructura, orden de batalla, etc).
También se refiere a la inteligencia necesaria para el planeamiento y
ejecución de operaciones militares en el exterior.
- Científica y técnica, de adelantos tecnológicos de carácter militar o
civil que puedan afectar a los ámbitos político, militar o económico.
- Económica.
Conocimiento dirigido a salvaguardar los intereses de la economía
nacional, a preve la estabilidad política y social de otros países, o
estimar el impacto que de determinadas sanciones económicas.
- Sociológica. Sobre
las relaciones entre grupos de distintas etnias en un área o región; el nivel
de desarrollo social y cultural de un país con el fin de valorar su
estabilidad, etc.
- Medioambiental. Impacto de los fenómenos medioambientales sobre la
estabilidad de determinadas áreas del planeta: desertización, aumento del
nivel del mar, competencia por recursos naturales, etc.
- Otras subdivisiones y denominaciones. Como por ejemplo, inteligencia Criminal o de
Seguridad Pública, inteligencia etnográfica, inteligencia médica,
inteligencia sociocultural, etc. En definitiva, se trata de diversas
categorías de conocimiento orientado a la toma de decisiones en materias
específicas.
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