¿Drones que sean capaces tanto de volar como de nadar? Ese es el proyecto en el que está trabajando el Laboratorio de Investigación de la Armada –NRL- de EE.UU. ¿Qué tal les ha salido el primer experimento?
Para crear un vehículo no tripulado que pueda hacer las dos cosas, los ingenieros tienen que encontrar un compromiso entre el medio acuático y el áereo. El agua es 1.000 veces más densa que el aire y, mientras que un sumergible no tripulado necesita lastre para abrirse paso a través del agua, los UAVs tienen que ser lo más ligeros posible.
Dan Edwards, investigador principal del NRL, lo explica con estas palabras: “Para que un submarino vuele, el volumen del aire que contiene, que es el mayor factor en el peso de uno de estos aparatos, tiene que ser reducido al máximo. Para que una aeronave aterrice en el agua, sus elementos estructurales tienen que ser más resistentes para sobrevivir al impacto contra la superficie”.
El NRL ya ha empezado a hacer tests con un vehículo submarino de pruebas, y Edwards tiene buenas noticias. Han logrado que vuele a una velocidad por encima de los 40 nudos y navegue a un ritmo de casi 10 nudos. En opinión de Edwards, estos datos ilustran cuál es la mayor ventaja de tener un ‘submarino volador’: “asegurar el rápido acceso a las áreas submarinas”. El NRL también está experimentando con aparatos como el WANDA, que combina alas que se pueden ser sumergidas, con un diseño en forma de pez.
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