En noviembre terminará el plan para atender la emergencia de higiene, seguridad e infraestructura; construirán un centro logístico que busca aliviar el tránsito en la ciudad y bajar costos
Por Pablo Fernández Blanco LA NACION
La bandera se despliega en el frente del edificio, ocupa el equivalente a tres pisos y arroja una verdad bíblica para el kirchnerismo: "Clarín miente". La puesta en escena se complementa con ardides menos visibles, como la clausura del quiosco que vendía ese diario o la firma de convenios irregulares. Se trataba de prácticas frecuentes en el Mercado Central, el principal centro de comercialización de frutas y verduras del país, en la época en que el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno manejaba el predio con el poder de un señor feudal, como lo describió la crónica periodística.
Varios años después, el gobierno de Mauricio Macri puso en marcha un plan para el mercado que a primera vista parece quimérico. Se trata de convertirlo en un centro de despacho similar al de las principales metrópolis del mundo, con capacidad para recibir lo que vende actualmente, pero también cualquier otro tipo de producción nacional que llegará a depósitos fiscales desde donde se enviarán al puerto de Buenos Aires.
La idea más ambiciosa, todavía lejana, contempla la posibilidad de cargar barcazas que luego lleguen por el Riachuelo al puerto, descongestione el tráfico de camiones y abarate los costos logísticos.
La orden para avanzar en el nuevo diseño del Mercado Central la dio el año pasado el ministro de Producción, Francisco Cabrera. El proyecto quedó a cargo de Miguel Braun, el sucesor de Moreno, pero con una mirada mucho más liberal e institucional.
Braun, a su vez, le encargó a su equipo que recorriera el mundo en la búsqueda de espejos que adelantan. Fueron al Rungis de París, al Tsukiji de Tokyo, a Madrid y a Barcelona, pero se quedaron con el ejemplo de la capital catalana, denominado Mercabarna.
Los españoles lo definen como "una ciudad alimentaria que funciona las 24 horas para garantizar el aprovisionamiento de alimentos frescos a los ciudadanos" emplazada en la zona franca de Barcelona.
Allí conviven más de 700 empresas especializadas en la distribución, elaboración, importación y exportación de productos frescos y congelados. La aspiración de sus gestores es convertirlo en un hub alimentario a nivel internacional.
"Iniciamos un Plan Maestro que va a convertir al Mercado Central en una moderna plataforma alimentaria y logística que proveerá alimentos seguros a 12 millones de personas mejorando la competitividad de productores y comercializadores", resumió Braun ante la consulta de LA NACION.
En el país, la metamorfosis del Mercado Central, que vende 1,4 millones de toneladas al año con una facturación de $ 10.000 millones y recibe 9000 camiones por mes, empezó por el principio, en base a una auditoría del nuevo gobierno, que detectó un estado de emergencia en infraestructura, seguridad y limpieza.
La primera etapa del plan para el Mercado Central, que aún no fue anunciado públicamente, contempla la inversión de $ 190 millones para atender esas urgencias. Los trabajos consisten en la repavimentación de calles, la puesta en valor de las naves, el cerramiento del área de transacciones, la instalación de lámparas LED y de nueva cartelería y señalización. Estará terminada en noviembre de este año, según les prometieron los gestores del proyecto a Cabrera y Braun.
Las obras comenzaron en diciembre pasado, el primer mes desde la llegada de Macri en que la Corporación que administra el mercado, integrada por el gobierno de la Nación, de la provincia de Buenos Aires y de la ciudad, dejó de tener pérdidas operativas (en diciembre de 2015 tenía un pasivo de $ 180 millones).
"En 2016 nos pusimos de pie con el inicio de obras que mejorarán la seguridad, la limpieza y la iluminación. Y logramos que no fuera una carga para el Estado, porque tuvimos déficit cero. Ahora es tiempo de crecer", se entusiasma Fabián Miguelez, presidente del Mercado Central.
La segunda etapa es la más ambiciosa, y si bien Comercio comenzó a dar los primeros pasos, se iniciará el año próximo. Consiste en la adaptación de 119 hectáreas en el predio del mercado para crear un polo logístico nacional mediante la instalación de un centro de transferencia de cargas que reciba mercaderías de todo el país. El término técnico es "plataforma logística multimodal".
Para eso se iniciaron contactos con empresas de transporte, logística y administradores de depósitos fiscales. La intención es que el Estado ponga su derecho sobre las tierras y el financiamiento para el proyecto, pero la inversión corra por cuenta del sector privado, que manejará un consorcio. Es una tarea compleja: los cálculos preliminares indican que se necesitan US$ 370 millones de inversión.
La localización del mercado es la principal característica que favorece la iniciativa. Se trata de un punto en Tapiales (en la provincia y a las puertas de la ciudad) en medio de una telaraña de medios de transporte, actuales y potenciales. Está a la vera de la Autopista Riccheri y, con obras mediante para hacer conexiones, pueden llegar hasta él las líneas San Martín, Roca, Sarmiento, Mitre y Belgrano Cargas.
Además, está a 14 kilómetros del aeropuerto de Ezeiza y a 22 kilómetros del Puerto de Dock Sud, donde la mercadería podría en el futuro llegar a través del Riachuelo.
La intención es que en el predio funcione un centro fiscal de contenedores (la apuesta para desconcentrar la zona portuaria), un centro logístico de cargas multimodal (con la intención de aumentar exportaciones) y un centro de servicios para la industria alimentaria.
Por Pablo Fernández Blanco LA NACION
Así será el Mercado Central del futuro, según el render del proyecto que maneja el Gobierno
La bandera se despliega en el frente del edificio, ocupa el equivalente a tres pisos y arroja una verdad bíblica para el kirchnerismo: "Clarín miente". La puesta en escena se complementa con ardides menos visibles, como la clausura del quiosco que vendía ese diario o la firma de convenios irregulares. Se trataba de prácticas frecuentes en el Mercado Central, el principal centro de comercialización de frutas y verduras del país, en la época en que el ex secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno manejaba el predio con el poder de un señor feudal, como lo describió la crónica periodística.
Varios años después, el gobierno de Mauricio Macri puso en marcha un plan para el mercado que a primera vista parece quimérico. Se trata de convertirlo en un centro de despacho similar al de las principales metrópolis del mundo, con capacidad para recibir lo que vende actualmente, pero también cualquier otro tipo de producción nacional que llegará a depósitos fiscales desde donde se enviarán al puerto de Buenos Aires.
La idea más ambiciosa, todavía lejana, contempla la posibilidad de cargar barcazas que luego lleguen por el Riachuelo al puerto, descongestione el tráfico de camiones y abarate los costos logísticos.
La orden para avanzar en el nuevo diseño del Mercado Central la dio el año pasado el ministro de Producción, Francisco Cabrera. El proyecto quedó a cargo de Miguel Braun, el sucesor de Moreno, pero con una mirada mucho más liberal e institucional.
Braun, a su vez, le encargó a su equipo que recorriera el mundo en la búsqueda de espejos que adelantan. Fueron al Rungis de París, al Tsukiji de Tokyo, a Madrid y a Barcelona, pero se quedaron con el ejemplo de la capital catalana, denominado Mercabarna.
Los españoles lo definen como "una ciudad alimentaria que funciona las 24 horas para garantizar el aprovisionamiento de alimentos frescos a los ciudadanos" emplazada en la zona franca de Barcelona.
Allí conviven más de 700 empresas especializadas en la distribución, elaboración, importación y exportación de productos frescos y congelados. La aspiración de sus gestores es convertirlo en un hub alimentario a nivel internacional.
"Iniciamos un Plan Maestro que va a convertir al Mercado Central en una moderna plataforma alimentaria y logística que proveerá alimentos seguros a 12 millones de personas mejorando la competitividad de productores y comercializadores", resumió Braun ante la consulta de LA NACION.
En el país, la metamorfosis del Mercado Central, que vende 1,4 millones de toneladas al año con una facturación de $ 10.000 millones y recibe 9000 camiones por mes, empezó por el principio, en base a una auditoría del nuevo gobierno, que detectó un estado de emergencia en infraestructura, seguridad y limpieza.
La primera etapa del plan para el Mercado Central, que aún no fue anunciado públicamente, contempla la inversión de $ 190 millones para atender esas urgencias. Los trabajos consisten en la repavimentación de calles, la puesta en valor de las naves, el cerramiento del área de transacciones, la instalación de lámparas LED y de nueva cartelería y señalización. Estará terminada en noviembre de este año, según les prometieron los gestores del proyecto a Cabrera y Braun.
Las obras comenzaron en diciembre pasado, el primer mes desde la llegada de Macri en que la Corporación que administra el mercado, integrada por el gobierno de la Nación, de la provincia de Buenos Aires y de la ciudad, dejó de tener pérdidas operativas (en diciembre de 2015 tenía un pasivo de $ 180 millones).
"En 2016 nos pusimos de pie con el inicio de obras que mejorarán la seguridad, la limpieza y la iluminación. Y logramos que no fuera una carga para el Estado, porque tuvimos déficit cero. Ahora es tiempo de crecer", se entusiasma Fabián Miguelez, presidente del Mercado Central.
La segunda etapa es la más ambiciosa, y si bien Comercio comenzó a dar los primeros pasos, se iniciará el año próximo. Consiste en la adaptación de 119 hectáreas en el predio del mercado para crear un polo logístico nacional mediante la instalación de un centro de transferencia de cargas que reciba mercaderías de todo el país. El término técnico es "plataforma logística multimodal".
Para eso se iniciaron contactos con empresas de transporte, logística y administradores de depósitos fiscales. La intención es que el Estado ponga su derecho sobre las tierras y el financiamiento para el proyecto, pero la inversión corra por cuenta del sector privado, que manejará un consorcio. Es una tarea compleja: los cálculos preliminares indican que se necesitan US$ 370 millones de inversión.
La localización del mercado es la principal característica que favorece la iniciativa. Se trata de un punto en Tapiales (en la provincia y a las puertas de la ciudad) en medio de una telaraña de medios de transporte, actuales y potenciales. Está a la vera de la Autopista Riccheri y, con obras mediante para hacer conexiones, pueden llegar hasta él las líneas San Martín, Roca, Sarmiento, Mitre y Belgrano Cargas.
Además, está a 14 kilómetros del aeropuerto de Ezeiza y a 22 kilómetros del Puerto de Dock Sud, donde la mercadería podría en el futuro llegar a través del Riachuelo.
La intención es que en el predio funcione un centro fiscal de contenedores (la apuesta para desconcentrar la zona portuaria), un centro logístico de cargas multimodal (con la intención de aumentar exportaciones) y un centro de servicios para la industria alimentaria.
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