El bombardero B-1 Lancer, fabricado por Boeing -la empresa que lo diseñó, Rockwell, fue adquirida por esta multinacional- lleva 30 años formando parte de la flota de la Fuerza Aérea estadounidense. Las Fuerzas Armadas de EE.UU. recibieron una unidad por primera vez en junio de 1985, dando comienzo a la sustitución de los B-52 Stratofortress.
Las formas del B-1 Lancer son mucho más parecidas a las de un avión de combate que las del B-52. Las alas del B-1 pueden adaptar su posición en función de las necesidades de cada misión. Cuando están completamente orientadas hacia atrás, el B-1 Lancer puede alcanzar una velocidad máxima de mach 1,2 –es decir, 1,2 veces la velocidad del sonido-.
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Monta cuatro motores General Electric F101, y puede transportar más de 34.000 kg de armamento… incluidas armas nucleares. Han actuado en gran parte de las intervenciones de EE.UU. en Oriente Medio, como la operación 'Tormenta del Desierto' llevada a cabo en Irak en 1990-91.
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Para celebrarlo, Boeing ha avanzado que está trabajando en una serie de actualizaciones, que consisten sobre todo en la conexión de estas aeronaves a una “red global de comunicaciones” –en palabras del responsable de Programas Avanzados de Boeing, Dan Ruder- que permita a la tripulación ser más consciente de su situación y reorientar las armas hacia nuevos objetivos en pleno vuelo.
En la actualidad, los B-1 operan principlamente desde la Base de la Fuerza Aérea de Dyess –Texas- y desde la de Ellsworth –Dakota del Sur-.
El B-1B Lancer fue apodado como 'El Hueso' por un juego de palabras en inglés (B-1 [B-One] se escribe como 'bone', que significa 'hueso')
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