Contar con una adecuada política para formar, entrenar y retener el capital humano es indispensable para garantizar capacidades operativas de las Fuerzas Armadas que generen verdaderos beneficios productivos al Estado nacional, porque, ¿de qué sirve disponer del mejor barco sin el mejor capitán, o del mejor avión sin el mejor piloto o del mejor tanque sin el mejor jefe?

Por Gustavo Motta.

El principal atractivo de las FF. AA. son sus jóvenes. Formarlos entrenarlos, es un desafío complejo. Foto: Fernando Calzada/DEF.

Para determinar el valor de una empresa u organización, se calculan sus activos y pasivos. La combinación de activos tangibles e intangibles permite la obtención de beneficios productivos. La defensa nacional es un bien de naturaleza pública, esencial para la supervivencia de la Nación. Las capacidades operativas "producidas" por el instrumento militar constituyen beneficios productivos a disposición del Estado y de todos los argentinos. Las FF. AA. cuentan con un capital en materiales bélicos y no bélicos, recursos humanos e infraestructura, así como un presupuesto asignado a actividades de apoyo operativo, mantenimiento, educación, adiestramiento y adquisiciones. Ellos permiten materializar dichas capacidades.

La situación del equipamiento militar disponible en las instituciones castrenses del siglo XXI es la variable más comúnmente tratada. Sin embargo, asignar exclusiva prioridad al estado de mantenimiento, tecnología y actualización, o bien, a las posibles opciones de compra, modernización u optimización, constituye una simplificación que puede llevar a conclusiones erróneas. Ello no significa que la inversión en equipamiento no sea necesaria; por el contrario, es imprescindible. No hay modernización posible sin programas de inversión concretos, plurianuales y extraordinarios. Las modernas teorías de la innovación militar sostienen que "sin los medios necesarios, los conceptos doctrinales quedarían estancados en la etapa ideacional del proceso de innovación".

El capital bélico y no bélico, la tecnología y el capital humano son variables a tratar en forma sistémica, integral y coordinada, si queremos modernizar las FF. AA. Caso contrario, no habrá un sistema defensivo con una finalidad concreta, sino un conjunto de partes descoordinadas que, como un Frankenstein, carecen de sentido o propósito. El desbalance y la anarquía operacional serán su característica distintiva.

Es necesario explotar al máximo el potencial de cada integrante de las FF. AA. Foto: Fernando Calzada/DEF.

Por ello, la gestión del talento y la inversión en el capital humano de las FF. AA. cobran particular importancia cuando hablamos de defensa nacional. Porque, ¿de qué sirve disponer del mejor barco sin el mejor capitán, o del mejor avión sin el mejor piloto o del mejor tanque sin el mejor jefe? O bien, ¿de qué sirve tener militares técnicamente calificados pero carentes de valores sanmartinianos: honestos, honorables, disciplinados, comprometidos y prudentes, respetuosos de las leyes y derechos de los habitantes y dispuestos a cumplir con el deber de defender la nación, la libertad y la unión nacional?

El principal activo de las FF. AA. argentinas del siglo XXI es su capital humano, sus hombres y mujeres. De los jóvenes que ingresen hoy a las FF. AA. surgirán los jefes del futuro. Formarlos, entrenarlos y retenerlos es un desafío complejo porque vivimos en un mundo cada vez más incierto y riesgoso. La Nación confía en estos hombres y mujeres, profesionales de la guerra, la custodia y el uso de las armas y arsenales de la Nación, armas cuya principal característica, a diferencia de las que poseen las fuerzas de seguridad y policiales, es la letalidad. La capacitación técnica y la formación en virtudes ciudadanas y castrenses es condición de progreso. Caso contrario, además de tener unas fuerzas armadas no aptas para "producir" las capacidades operativas necesarias, se corre el riesgo de generar grupos de individuos mediocres, faltos de carácter, virtudes e intelecto; en definitiva, poco aptos para el deber militar.

 "El principal activo de las FF. AA. argentinas del siglo XXI es su capital humano, sus hombres y mujeres"

En la era de la globalización, las crisis y los conflictos son multidimensionales. El grado de complejidad y las imprevisibles consecuencias pueden afectar nuestra integridad y soberanía y la de países socios, amigos y aliados. También, la era de la información nos enfrenta a nuevas formas de conflictos. Redes, nodos, plantas industriales, transacciones bancarias, fuentes de energía, etc., desnudan vulnerabilidades y nos refieren a la guerra cibernética.

Brindar una buena formación a los futuros líderes militares es una obligación ineludible. Foto: Fernando Calzada/DEF.

Debemos, por ello, dar a los futuros líderes militares las condiciones, la formación y las herramientas para entender, administrar y conducir el conflicto futuro. La demanda de la defensa actual no admite mandos y cuadros –oficiales y suboficiales– que no tengan capacidad de innovación y adaptación. Si la tecnología cambia en forma continua, los sistemas evolucionan y los problemas son diferentes; los militares deben estar en condiciones de entender los cambios, administrarlos y conducirlos. ¿Cómo podría un líder del futuro conducir la guerra cibernética si no sabe de qué se trata? ¿Cómo podría integrar una fuerza de paz si no conoce el idioma o no comprende las condiciones del área de operación? ¿Cómo mantendrá la disciplina derivada de la profesión militar si no le damos las herramientas necesarias?

Especialización y escasez

En la era industrial, los ejércitos eran de "masas", con baja calificación y muy numerosos. Hoy día, la especialización y la escasez son la norma. Por esta razón, toda política que promueva explotar al máximo el potencial de cada integrante de las fuerzas militares redundará en la obtención de un valor agregado concreto y en la optimización de los recursos disponibles. En esta línea de pensamiento, es importante potenciar los intangibles, como la realización de cursos militares y estudios de grado y posgrado en el país y en el extranjero. Ello permitirá, además, la interacción con universidades, empresas y centros de investigación locales, así como profundizar en la relación y las medidas de confianza con fuerzas de países amigos.

Los líderes militares se forman en la toma rápida de decisiones. Foto: Fernando Calzada/DEF.

Un régimen de compensaciones y beneficios que haga más atractiva la profesión frente a la competencia, y que motive a los jóvenes a alejarse de sus casas –de la comodidad de su "zona de confort"– para incorporarse a una fuerza armada con obligaciones y exigencias específicas, es un imperativo para el régimen profesional a disponer. Dedicación exclusiva, aceptación de rígidos preceptos de disciplina, rigor en el entrenamiento, estado militar, inestabilidad de residencia, disponibilidad los 365 días del año, subordinación y, fundamentalmente, la aceptación a exponer la propia vida cuando sea necesario son algunas de las características salientes de la profesión militar. No tiene entradas laterales, esto es, no se puede contratar un jefe de un buque de guerra o tanque en el mercado laboral. Desde sus inicios, la incorporación debe ser precisa, atractiva, federal y representativa de todos los sectores socioeconómicos del país.

 "Es importante potenciar los intangibles, como la realización de cursos militares y estudios de grado y posgrado en el país y en el extranjero"

Los líderes militares de hoy se forman en la toma rápida de decisiones, el trabajo en equipo, en permanecer en calma ante las crisis, imperturbables bajo presión y en la solución integral a complejos problemas operativos. Estas cualidades son invaluables en el sector privado. Detrás de cada miembro de las FF. AA. hay una heterogeneidad de conocimientos y experiencias adquiridos a lo largo de muchos años, que pueden ser de gran utilidad para el Estado nacional, provincial y municipal y también para las empresas y organizaciones no gubernamentales.

El Estado invierte una suma considerable de pesos para la educación de cada integrante de las FF. AA. El desarrollo de un sistema nacional de registro único de capacidades y competencias del personal militar contribuirá a economizar recursos, ser más eficiente, realizar una mejor selección y satisfacer necesidades del ámbito público y privado.

Calidad de vida

Los integrantes de las instituciones militares prestan servicio, por lo general, lejos de sus provincias, algunos se trasladan junto a sus familias, por períodos prolongados, en zonas aisladas y de escasa infraestructura. Los cuarteles y las viviendas de servicio con que cuentan hoy las FF. AA. fueron construidos hace más de 70 años. Si bien han sido mantenidos lo mejor posible gracias a un esfuerzo e inversión considerables, deberán ir adaptándose a parámetros de diseño moderno que permitan una mejor calidad de vida profesional, personal y familiar. Una mayor productividad también se verá favorecida con una infraestructura de apoyo segura, esto es: equipos, materiales, simuladores, aulas con apoyo multimedia, apps y centros de instrucción con amplios espacios para el eficiente entrenamiento de las tropas en toda la gama de operaciones militares.

La pasión y el compromiso por lo que se hace son un rasgo característico de las FF. AA. Si no existe la motivación, la calidad del servicio prestado a los conciudadanos se resentirá. Las medidas de gestión del talento deben contribuir a que todos los integrantes de las FF. AA. continúen con esa pasión única de defender a la Patria, evitando dobles ocupaciones y jornadas acotadas que afecten el servicio y atenten contra la profesión, la disciplina y el estado militar.

La disciplina y el rigor en el entrenamiento son características salientes de la profesión militar. Foto: Fernando Calzada/DEF.

No debemos tenerle miedo al pensamiento innovador, a la evolución y al cambio. La gestión del talento puede generar resistencias internas y externas. Los cambios deben ser administrados en forma progresiva, ser creíbles y adecuadamente financiados. Es crucial contar con una apropiada comunicación estratégica para comprender la situación en todos los sectores y niveles.

Tenemos que ser conscientes de que ningún cambio profundo se logra en uno, cinco o diez años. Los núcleos de modernidad que se propiciaron en el Ejército a partir de la Ley de Reestructuración de las FF. AA. pueden constituir la punta de lanza para la modernización integral y progresiva de los sistemas de armas, puesto que constituyen una alternativa eficiente para experimentar una nueva doctrina, con novedosa logística, moderna tecnología, todo en armoniosa combinación con medios humanos de calidad, formados y entrenados en el esfuerzo, el trabajo y la entrega a sus conciudadanos.

Las condiciones actuales pueden ser propicias para trabajar activamente en tener FF. AA. de la era posindustrial, aun cuando los medios sean escasos. Privilegiar las capacidades netamente operativas por sobre las que no lo son, evitar estructuras altamente burocráticas, generar algunos beneficios y compensaciones, potenciar las capacidades de reinserción en el medio civil, desarrollar y aprovechar las reservas, sistematizar las prácticas y los procesos de mejora continua con participación del sector público y privado, complementar las estructuras organizacionales con la incorporación de profesionales civiles para satisfacer necesidades específicas pueden ser algunas de las llaves para dar el salto cualitativo esperado.

*El autor es General de División (R), oficial de Estado Mayor.