domingo, 23 de abril de 2017

Desde el gobierno afirman que, con respecto a energía nuclear, "jugamos en primera"


El subsecretario de Energía Nuclear Julián Gadano pone el acento en el proyecto Carem 25, una de las apuestas más fuertes del sector en la Argentina; y en las dos próximas centrales que se construirán en territorio nacional y el salto tecnológico que estas implican.

por  María del Pilar Assefh para El Cronista

El nuclear es, junto al agroindustrial, el clúster tecnológico más importante de la Argentina. Julián Gadano, subsecretario de Energía Nuclear de la Nación, es quien dice estas palabras. Y razones no le faltan para respaldar su opinión. En el sector que lo ocupa, explica, "se dio un proceso de feedback que existe mucho en los países desarrollados, pero se da poco en los emergentes", en el cual "se generan lógicas positivas por las que, a partir de decisiones que por lo general toma el sector público, el privado también invierte", generándose un "ciclo virtuoso" de "continuidades en ese sentido". Esto llevó a que, hoy, la Argentina tenga "un campo tecnológico alrededor de lo nuclear que lo excede plenamente". Es el caso de INVAP, que se incluye entre las cuatro o cinco firmas a nivel mundial que exportan reactores de investigación, al tiempo que vende tecnología espacial y está invirtiendo en cómo hacer palas eólicas más económicas.

Hoy, asimismo, el país no solo cuenta con una alta inversión en la materia, sino, además, con un capital tecnológico muy sofisticado y buenos recursos humanos. Y tiene asiento en "todos los grupos que discuten nuclear policy and politics" en el globo. "No somos los Estados Unidos, China o Rusia, pero estamos entre los 30 actores más importantes. Jugamos en primera", afirma el funcionario. Y, en diálogo con El Cronista, profundiza en el porqué.

- Primero, el Carem 25...
Con el Carem, estamos invirtiendo muchos recursos públicos, $ 2.140 millones en este año, para dar un salto de calidad muy grande, que es participar de un mercado de exportación mucho más sofisticado: los reactores de potencia, en los que la Argentina hoy no está. Eso implica trabajar bajo condiciones de presión y temperatura que no tienen nada que ver con los reactores de investigación.

Este es un reactor de diseño nuevo, que se llama SMR (siglas en inglés de Reactor Modular Pequeño), de entre 300 y 500MW, modulares, que se pueden instalar de uno, dos, tres… son flexibles. No hay ninguno todavía. Es un mercado que se está gestando, madurando, en el que estamos corriendo nosotros, Corea del Sur, los Estados Unidos, Rusia y no sabemos si China. Nosotros estamos más avanzados que el resto, somos los únicos que estamos construyendo el prototipo.

- De todos modos, estamos pensando de acá a cinco años…
Como mínimo. De acuerdo al esquema de hoy, el prototipo va a estar puesto a crítico en 2020. Recién el prototipo, que es de 32MW eléctricos y no es lo que nosotros queremos vender. Este nos va a permitir probar que efectivamente esta tecnología funciona, porque es una tecnología de seguridad pasiva, o sea, es un reactor que no necesita bombeo para enfriar y en operación.

- ¿Qué implica esto?
Primero, una operación más simple. Es un reactor vendible a países newcomers. Segundo, mucha seguridad. Los reactores refrigeran por bombeo. En operación normal, el reactor refrigera (o sea, bombea) con la energía eléctrica de la propia central. La segunda fuente es la red. En una parada programada, se invierte el sentido de la electricidad que va por la red. Y, suponte que hubo una crisis, se tuvo que parar el reactor, no hay red, hay diésel. ¿Qué pasó en Fukushima? Se quedó sin reactor, sin red y sin diésel. El reactor y la red, con el terremoto; los diésel, con el tsunami.

El Carem tiene la posibilidad de seguir enfriando sin bomba, o sea, sin energía eléctrica durante 36 horas. Además, es un reactor chico; se lo diseña para ser un módulo de cuatro reactores de 120MW cada uno, independientes. Entonces, una cosa es enfriar un reactor de 120 MW, habiendo tenido 36 horas para traer fuente fría externa, y otra, enfriar uno de 1.500MW. Es otra película.

- ¿Hay alguna proyección numérica de este mercado?
Todos los que analizan esto dicen que el 50% del mercado de reactores dentro de 15 años va a ser SMR. Nadie puede predecir el tamaño del mercado de reactores, pero hablan de trillones de dólares. Nosotros aspiramos a capturar una parte muy humilde de eso. Pero, por más pequeña que sea, si esto es maduro, son u$s 3.000 millones al año. Para eso falta muchísimo igual, pero esa es la idea. El Carem todavía tiene que resolver algunas incógnitas tecnológicas y comerciales.

- ¿En qué estadío se encuentra la cuarta central?
Estamos renegociando los contratos, porque consideramos que los borradores de esos contratos, más por responsabilidad argentina que china, eran muy lesivos de los intereses nacionales. No hemos terminado aún. Pero pensamos que vamos a terminar en un plazo corto. No puedo decir cuánto, pero ya se empieza a medir más en semanas que en meses.

Además de firmar un contrato rápido, queremos firmar uno bueno, que nos garantice que la obra comience y termine en los plazos planteados. El contrato tiene un plazo de ejecución de 83 meses, la idea es que no sea mayor a 90 meses. El crédito es muy bueno, tiene un plazo de gracia de ocho años. Un sine qua non, o sea, no negociable. De ninguna manera es pasarnos de eso. Y la verdad es que estamos trabajando con plazos bastante menores. Eso nos permite una ecuación económica interesante: que la central empiece a generar energía y, por tanto, recursos, antes de tener que empezar a repagar el capital. Cuanto antes la terminamos, antes empieza a facturar. Con lo cual, todo el esquema contractual tiene que estar pensado para poner incentivos en que se termine antes, incentivos tanto en los chinos como en nosotros.

Con todas estas incógnitas, suponemos que vamos a tener firmado el contrato en el primer semestre y eso nos va a permitir empezar la obra en el segundo. Estamos bastante convencidos de que eso va a pasar, de hecho, por eso ya tenemos dinero en el presupuesto para la obra.

- ¿Y la quinta central?
Con la quinta central, que no sabemos dónde va a estar, lo primero que hicimos fue poner un delay. Hemos contractualizado que empieza en 2019. Esto fue toda una discusión con los chinos, porque el gobierno anterior había aceptado empezar las dos obras al mismo tiempo. Les estaban mintiendo a los chinos, porque la Argentina no está en condiciones de hacerlas al mismo tiempo. Además, las iban a hacer las dos en Atucha.

- Ese es otro tema, ¿por qué seguir sumando reactores a Atucha? ¿No hay un riesgo agregado de tener tanto todo junto?
Hay países que tienen ocho en un sitio. Pero tenemos responsabilidad de tener otro sitio, de no tener todo en un mismo lugar. No porque haya tantos juntos, sino porque, cuando se concentran tantos MW en un lugar, en caso de haber un problema allí, se arrastra a toda la red, porque se caen un montón de MW.

De hecho, los estudios que estamos haciendo para el nuevo sitio los hacemos sobre el escenario de un sitio que pueda albergar hasta seis reactores. No porque vayamos a construirlos, sino porque, una vez que vamos a elegirlo, que es un trabajo muy grande, pensemos a futuro.

Nosotros queremos ir a la Costa Atlántica, que es el lugar más razonable para una central nuclear. Ahora hay que hacer un estudio técnico y, después, es un tema político complejo, pero hay que tomar esa decisión.

- ¿Qué diferencias hay entre la cuarta y la quinta central?
Hay dos decisiones muy estratégicas que nosotros estamos tomando. Primero, salir de Atucha, que no sé si lo voy a lograr, te soy sincero: el not in my backyard es muy fuerte. Y, segundo, pasar a uranio enriquecido y agua liviana, que es el gran salto que vamos a hacer. La cuarta central es como la transición. Va a estar en Atucha y va a ser de natural.

El enriquecido tiene mejor performance. El problema es que nosotros no estamos acostumbrados, por lo que necesitamos tiempo para que se adapte la industria. La quinta central va a ser llave en mano. Es un diseño chino, un PWR (Reactor de Agua a Presión, por sus siglas en inglés) de uranio enriquecido de agua liviana.

Los residuos, un problema

"La nuclear tiene tres problemas: el accidente, el residuo y el origen militar. Ese combo genera terror", afirma el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, quien manifiesta: "Los países que no toman riesgos no se desarrollan".

En cuanto a los residuos en particular, define: "No son un riesgo, sino una realidad. Se acumulan en silos sellados, pero cada vez menos, porque las nuevas tecnologías en materia de combustibles hacen que generen cada vez menos". Los silos que menciona son repositorios no permanentes. "Lo que buscan los países es, después, tener un repositorio permanente. En un solo sitio con un responsable que no sea el operador. Hay países que ya lo tienen. En el caso de la Argentina, la CNEA es responsable de los sitios definitivos. No hay uno en el país, porque producimos pocos residuos. Pero lo tenemos en agenda. El problema, de nuevo, es que la gente le tiene miedo, nadie lo quiere", añade.

Ahora bien, el problema de los residuos es que no se ha encontrado, aún, una solución definitiva a ellos. "Tecnológicamente todo es posible, el tema es hacerlo a costos razonables. No hemos encontrado una manera barata y eficiente de reprocesarlos. Están ahí esperando que la tecnología avance para poder hacerlo. De hecho, ya hay una manera, pero es políticamente complicada y, por eso, el mundo no permite que se haga, que es reprocesarlo para generar plutonio a partir de eso. El plutonio es un combustible de alta performance que puede volver a las centrales y genera, a su vez, residuos, pero mucho menos. Ahora, el plutonio permite hacer bombas", acota el sociólogo.

Y concluye: "Entonces, el residuo se acumula, en silos totalmente diseñados para ser herméticos y no tener ninguna fuga. Nunca hubo un accidente en el mundo con los residuos, jamás".

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