lunes, 4 de mayo de 2015

Informe: Megaciudades

Las aglomeraciones urbanas gigantescas marcan el ritmo de vida actual en el planeta, tanto en sus aspectos positivos como en los negativos. ¿Cuáles son los desafíos en materia de transporte, gestión, seguridad y protección ambiental? Un informe de Juan Ignacio Cánepa



En 2008, el mundo alcanzó un hito sin precedentes en la historia de la humanidad: más de la mitad de la población global, 3300 millones de personas, comenzó a vivir en zonas urbanas. La tendencia no se modificó y ya en 2013, según cifras del Banco Mundial, la urbanización alcanzó al 53 por ciento de los habitantes del mundo.Se proyecta que para 2050 el porcentaje supere los 60 puntos.

Vivimos en un mundo eminentemente urbano y eso trajo aparejada una serie de desafíos y problemas a los que nunca se enfrentó el hombre. Como dice el historiador José Luis Romero en La ciudad occidental, un libro que compila lecciones y textos del autor sobre la temática, “en los últimos tiempos el desarrollo de las ciudades se ha transformado en un problema candente. Después de la Revolución Industrial a fines del siglo XVIII, la ciudad empezó a crecer con una extraordinaria velocidad y a transformarse de una manera acelerada. Esta transformación siguió, en cierto aspectos, una línea elefantiásica, de deformación progresiva, y ha terminado creando una serie de problemas”. Entre los desafíos que enumera el historiador, están los ecológicos, sociales, económicos, psicológicos y políticos. Es más, Romero asegura que “todos los problemas fundamentales del mundo contemporáneo resultan ser urbanos”.

A ese contexto de progresiva urbanización, se agregó otra variable que marca el presente y el futuro de las ciudades más importantes del globo. Durante la última mitad del siglo XX y principios del siglo XXI, la tasa de crecimiento fue particularmente acelerada en muchas metrópolis grandes. Tal fue la expansión, que dio paso a una nueva categoría: las megaciudades, urbes de más de 10 millones de habitantes. Según un listado elaborado por las Naciones Unidas, el conjunto de las megaciudades del mundo tiene una población total de 280 millones de personas, los que equivale a la décima parte de la población urbana global.

Hoy, Tokio (Japón) es la ciudad más habitada, con 37,8 millones de personas, aunque se espera que en las próximas décadas disminuya su población por la tendencia a la baja que presenta su tasa demográfica. En segundo lugar está Nueva Delhi (India), de 24,9 millones de personas. Sigue Shanghái (China), con 22,9 millones, pero creciendo en altas tasas. En el cuarto y quinto puesto, dos latinoamericanas: Ciudad de México y San Pablo, con cifras similares que rondan los 20 millones de personas. Buenos Aires y su área metropolitana, con 14 millones de habitantes, también es considerada una megaciudad.

REGIONES URBANAS

“Las megaciudades de hoy en día no solo son más grandes que las urbes de mediados del siglo XX, sino que también son más complejas”, advierte el informe “Desafíos de las megaciudades” elaborado por la empresa Siemens. Por un lado, compiten cada vez más y dependen de sus relaciones con otras ciudades en la economía global.

Al mismo tiempo, generan nuevas regiones urbanas que se extienden más allá de los límites de la ciudad. Como ejemplo, se puede mencionar al estrecho BosWash (que se extiende desde Boston hasta Washington D.C.) en los Estados Unidos y Chongqing en China. En Argentina se puede citar el caso del corredor que une Rosario con La Plata, en cuyo centro queda la Ciudad de Buenos Aires. Aunque todavía no se lo puede considerar como un continuo urbano total, sí se prevé que será un hecho dentrode no muchos años.

“Estas inmensas regiones de megaciudad crean una nueva dinámica urbana”, continúa el informe de Siemens. “Las personas viajan grandes distancias desde suburbios densamente poblados. La actividad económica con frecuencia se desconcentra, disipándose del centro a la periferia. Con frecuencia los sistemas fragmentados de gobierno metropolitano no van a la par con esta tendencia, lo que resulta en la falta de un enfoque integral y eficiente que resuelva los retos de infraestructura en un nivel metroregional”, detalla.

DOBLE CARA

“Como las grandes metrópolis que las precedieron, estas megaciudades actúan como imanes para el comercio, la cultura, el conocimiento y la industria, pero en una escala sin precedentes”, destaca el informe Desafíos de las megaciudades elaborado por Siemens. Este trabajo, basado en la opinión de más de 500 expertos, también se enfoca en los problemas y retos que estas nuevas formas urbanas traen aparejados, para los cuales se necesitará “el desarrollo de soluciones innovadoras de infraestructura y de nuevos enfoques” para su gobierno.

Estas ciudades de inmenso tamaño tienen dos realidades: por un lado se presentan como los motores de la economía mundial, ya que conectan como nunca antes el flujo de productos, gente, cultura y conocimiento. Pero por otro, todas las megaciudades enfrentan grandes desafíos que van desde el tránsito y problemas ambientales hasta las amenazas de seguridad y la provisión de servicios inadecuados.

Además, muchas de ellas padecen de un rápido crecimiento de asentamientos informales. De acuerdo con el reporte UN Habitat de Naciones Unidas, “hoy en día, casi un tercio de la población urbana vive en zonas deprimidas, sin acceso a una vivienda digna o a servicios básicos”.

DERECHO A LA CIUDAD

En consonancia con esta última realidad, Pablo Ciccolella, director del Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires, denuncia en el artículo “Las metrópolis latinoamericanas en el contexto de la globalización” un progresivo deterioro en la calidad de vida de los habitantes de las grandes urbes. “La transformación de grandes ciudades en centros financieros globales como Nueva York, Londres, Tokio, Fráncfort, y, en un futuro próximo, seguramente también San Pablo, Santiago, México, Buenos Aires, Shanghái, Mumbai (la ex Bombai), El Cairo, etc., va haciendo progresivamente imposible a los sectores populares y ciertas clases medias vivir en los núcleos centrales de las grandes conurbaciones”, dice Ciccolella.

El doctor en Geografía, Ordenamiento Territorial y Urbanismo remarca que “el dinero especulativo financiero-inmobiliario está ‘comprando’ los mejores lugares de las ciudades y convirtiéndolas en gigantescos condominios cerrados y desplazando hacia las periferias más hostiles no sólo a los pobres sino también a los sectores medios”. Pero, al mismo tiempo, las clases medias altas y altas se han ido apropiando a la vez de los mejores lugares del suburbio, lo que no deja mucho espacio para la mayoría de la gente.

Más allá de diversas discusiones sobre planificación urbana, “lo realmente importante es que nuestras ciudades sean buenos lugares para vivir”, dice Ciccolella.
Urbes del siglo XXI: Tres tipos de megaciudades

Aunque cada megaciudad posee sus propias realidades y dinámicas, se las puede agrupar según la etapa de desarrollos económico y social en que se encuentren. El informe elaborado por Siemens Desafíos de las megaciudades las agrupa en tres categorías: emergentes, en transición, y maduras. De esta forma, se pueden comparar experiencias y aplicar soluciones similares.

Megaciudades emergentes

Se caracterizan por altas tasas de crecimiento atribuidas a la migración y al crecimiento natural, mucho de lo cual ocurre en asentamientos informales que no son servidos por la base instalada de infraestructura y servicios. Las tasas de crecimiento anual están en el orden de 3 y 6 por ciento. Para darnos una idea, una tasa de crecimiento de 3,5 por ciento implica una población duplicada en 20 años.

Este tipo de ciudades se encuentran por lo general en países con poblaciones urbanas inferiores a 50 por ciento de la población. Estas poblaciones tienden a ser más jóvenes y más masculinas, con una alta proporción de inmigrantes rurales con baja escolaridad. La polaridad social, y las brechas en riqueza, salud, educación y poder político entre grupos, generalmente es más alta en este tipo de urbes.

Megaciudades en transición

A menudo desarrollan mecanismos para administrar de manera más eficiente un crecimiento dinámico y pueden ser vistas con tasas más lentas de crecimiento anual. El crecimiento continuo de la población se debe en buena parte a la migración, con bajos incrementos de la población natural; en varias de estas ciudades se observan los primeros signos de una población en envejecimiento. Las tasas de crecimiento anual son típicamente del orden de 2 a 3 por ciento y las ciudades en transición con frecuencia se encuentran en países que tienen más de 50 por ciento de urbanización.

Las ciudades en transición tienen retos de infraestructura similares a los de las ciudades emergentes, pero están mejor preparadas para responder financiera y organizacionalmente. La creciente afluencia de personas en estas ciudades crea nuevas demandas sobre infraestructura, así como demanda creciente en transporte, agua, energía y servicios, que a menudo sobrepasan el ritmo de crecimiento poblacional.

Megaciudades maduras

Son las que presentan las tasas de crecimiento más bajas (cerca de 1 por ciento, en promedio). En algunas de estas ciudades, el crecimiento de la población se ha estancado o está disminuyendo. También tienen perfiles de población más vieja. Existen en países donde 75 por ciento de la población es típicamente urbana. Las megaciudades maduras han construido su infraestructura básica para servir a poblaciones de una o dos generaciones anteriores.

Con una dotación de infraestructura de alta calidad, el desafío se acentúa en satisfacer la necesidad de renovar los sistemas agotados u obsoletos, en lugares donde la infraestructura instalada ya no cumple con los requerimientos regulatorios, o donde las expectativas de servicio están cambiando. El otro punto de atención creciente de las megaciudades maduras es responder al constante cambio de las demandas de servicios de todo tipo que requieren sus poblaciones envejecidas.

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