El Ejército ruso ha utilizado el desfile del 70 aniversario de la victoria sobre Alemania en la Segunda Guerra Mundial para mostrar al mundo su poderío armamentístico y la nueva versión del mítico Kaláshnikov, el fusil más fabricado de la historia, que lo mismo aparece en la bandera de Mozambique que en las pintadas y carteles propagandísticos del Estado Islámico. Lo utilizan actualmente los insurgentes en países como Irak, Siria, Libia o Yemen. También los ejércitos de casi sesenta naciones. El líder de Al Qaida, Osama Bin Laden, aparece en varios vídeos disparando precisamente con un Kaláshnikov o llevándolo colgado al hombro, lo mismo que antes Yaser Arafat, Salvador Allende o Sadam Hussein. Se calcula que hay 100 millones de estos fusiles impartiendo su ‘doctrina’ por el mundo y que el 90% se montan sin autorización.
Este versátil rifle puede disparar sin encasquillarse después de haber sido sumergido en agua, enterrado en lodo o golpeado violentamente.
A la última. El nuevo modelo lleva modernas miras electrónicas, apuntadores láser, linternas, silenciadores y efectivos apagallamas. Se prevé además la inclusión de un lanzacohetes bajo el cañón y un cuchillo del tipo bayoneta.
Por todo el mundo. Se calcula que hay más de cien millones de AK-47 haciendo la guerra por todo el mundo.
Según el ingeniero jefe del consorcio ruso que fabrica el arma, Serguéi Urzhúmtsev, el nuevo AK-74M incrementa la frecuencia de impacto a una distancia de hasta 300 metros, «en distintas condiciones meteorológicas y de luz». Precisamente una de las pocas desventajas de este legendario rifle automático era su escasa precisión de lejos. Los nuevos kits permiten agregar dispositivos adicionales al fusil, como modernas miras electrónicas, apuntadores láser, linternas, silenciadores y efectivos apagallamas. Se prevé además la inclusión de un lanzacohetes bajo el cañón y un cuchillo del tipo bayoneta.
Lo creó Mijaíl Kaláshnikov, que falleció el 23 de diciembre de 2013. Combatió en la Segunda Guerra Mundial y fue entonces cuando, según sus propias palabras, decidió fabricar «un arma simple, resistente y capaz de disparar en cualquier tipo de condiciones y circunstancias». Al principio, nadie le hizo caso e incluso fue a parar al calabozo cuando intentó convencer a sus superiores de la importancia del descubrimiento. En 1947 vio la luz su primer arma. La bautizó como Avtomat Kaláshnikov número 47, por ser el año de su aparición: nacía así el AK-47. Este versátil rifle puede disparar sin encasquillarse después de haber sido sumergido en agua, enterrado en lodo o golpeado violentamente. Parece indestructible.
El AK-47 se convirtió en arma reglamentaria del Ejército soviético el 8 de febrero de 1947. Poco antes, Kaláshnikov había regalado a Stalin un ejemplar de este prodigioso fusil, probablemente el que más vidas ha sesgado. El insigne armero llegó a general y murió a los 94 años. En público, siempre dijo que no se sentía culpable de las muertes provocadas por las balas escupidas por su creación. Una de las piezas expuestas actualmente en el Museo del Ejército de Moscú perteneció al guerrillero del Vietkong Chan Jiu Bao, que el 7 de abril de 1968 mató en una sola refriega a nada menos que 78 soldados estadounidenses.
Sin embargo, el año pasado se supo que, cuando su salud empezó a fallar, Kaláshnikov escribió una carta a Kiril, patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa. Reconocía sentir «pánico espiritual» por las numerosas muertes causadas por su rifle. En la misiva se preguntaba: ¿si mi fusil se cobró la vida de tanta gente, puede ser que yo, un creyente cristiano y ortodoxo, sea culpable de ello? «Cuanto más tiempo vivo, más taladra esta pregunta mi cerebro y más me pregunto por qué el Señor permite al hombre tener pulsiones tan diabólicas como la envidia, la codicia y la agresividad».
Sanciones por Crimea
El portavoz de la Iglesia ortodoxa, Alexánder Vólkov, le lavó la conciencia: «Cuando las armas sirven para proteger la Patria, la Iglesia respalda tanto a sus creadores como a los soldados que las usan. (...) Diseñó su rifle para defender a su país, no para que los terroristas lo usasen».
La fábrica Kaláshnikov, que pertenece ahora mayoritariamente al holding estatal Rostec, aunque cuenta también con participación de capital privado, firmó el enero de 2014 un contrato para exportar a Estados Unidos y Canadá unos 200.000 rifles anuales para caza y uso deportivo. También para equipar a la Policía estadounidense. Sin embargo, las sanciones aplicadas a raíz de la anexión de Crimea y la guerra en el este de Ucrania malograron los acuerdos.
La compañía, que aporta el 95% de las armas ligeras que se fabrican en Rusia, intenta ahora recuperar posiciones en el mercado internacional a base de expandirse por América Latina, África y la India. Kaláshnikov, que presentó en diciembre su nuevo logo (una K sobre fondo rojo en forma de cargador), anunció también el lanzamiento de ropa deportiva y una nueva línea de cuchillos y navajas. En el mundo de las armas también hay que estar a la última.
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