Por primera vez en muchos años, nadie tendrá mayoría en Diputados, y de hecho el oficialismo no será ni siquiera primera minoría. En el Senado el panorama es más complicado para Cambiemos.
Fuente: El Parlamentario
Todo un desafío representará el Congreso para el Gobierno recientemente electo. Y esto no es para nada una exageración, si tenemos en cuenta que por primera vez desde la restauración democrática el oficialismo no será ni siquiera la primera minoría en ninguna de las cámaras. Por el contrario, por sí solo, el macrismo representará en principio menos de la mitad de lo que en menos de tres semanas pasará a ser oposición y primera minoría.
Aunque en lugar de macrismo debería hablarse de Cambiemos, de modo tal de emparejar al menos los tantos y reconocer la realidad: quien gobernará a partir del 10 de diciembre no es un partido, sino un frente conformado por tres componentes que sumados equiparan al menos en número al bloque que arrancará siendo primera minoría.
Si hablamos de equilibrio, estamos apuntando a la Cámara de Diputados, donde el Frente para la Victoria tendrá una sensible disminución, consecuencia de lo mucho que arriesgaba en esta elección: 77 bancas, de las que solo pudo retener 56, perdiendo entonces 21. Recordemos que el kirchnerismo puso en juego nada menos que su mejor elección, la de 2011, aquella del 54%, por lo que se entiende que sufra semejante retroceso. Con todo arrancará este 10 de diciembre con 98 diputados propios, bien lejos del quórum que supo tener con propios y aliados durante los últimos cuatro años. Y esta referencia viene a cuento para salir al cruce de muchas sumatorias que suelen hacerse al presentar la cantidad de diputados que tendrá el kirchnerismo en el futuro. Se habla erróneamente de “Frente para la Victoria y aliados”, por la costumbre contraída en años de dominio de ese sector. Solo los oficialismos tienen aliados; la oposición tiene bancadas que votan igual. Así las cosas, ya no podrá sumársele al FpV automáticamente al Frente Cívico de Santiago, al MPN y a otros aliados habituales del kirchnerismo durante todos estos años.
Habrá que ver cómo se plantan frente al próximo Gobierno los seis diputados del oficialismo santiagueño, acostumbrado durante estos doce años a los beneficios de votar como el oficialismo. Tan fieles fueron que el FpV les otorgó a esa fuerza la vicepresidencia primera de la Cámara baja y la presidencia provisional del Senado. Ellos harán su camino, como también sucederá con los dos diputados del Movimiento Popular Neuquino.
Vayamos al futuro oficialismo. Con un fuerte crecimiento electoral, el Pro pasará a tener 41 diputados propios, pero decíamos que la fuerza de este sector radicará en la sumatoria de Cambiemos. Habrá que contar entonces al bloque radical, que tendrá 40 diputados, más los tres del Frente Cívico Catamarqueño. Y al tercer componente del frente Cambiemos, la Coalición Cívica, que suma cuatro diputados, entre ellos Elisa Carrió. Y debería incluirse a dos aliados que en principio aparecen con bloques unipersonales: una santafesina del Partido Demócrata Progresista, y al misionero Alex Ziegler, hasta hace poco kirchnerista del Frente Renovador de la Concordia, que se abrió de esa bancada a principios de octubre, para ser candidato a gobernador por el Pro. Tendrán entonces un interbloque de por lo menos 90 diputados, que serán coordinados por el jefe de la bancada radical, el cordobés Mario Negri.
El bloque macrista, en tanto, perdió a su jefe, Federico Pinedo, cuyo mandato concluyó y pasó al Senado, y asumirá en su lugar Pablo Tonelli.
Con el objeto de sumar aliados para al menos lograr el quórum (129 diputados), se sabe que se iniciaron negociaciones con el exmassista Darío Giustozzi, que en su retorno al FpV fue doblegado en las PASO cuando quiso recuperar la Municipalidad de Almirante Brown. En la Cámara baja, nunca oficializó su vuelta al FpV, y en el limbo que se encuentra, podría aportar circunstancialmente para Cambiemos, junto a Eduardo Fabiani, con quien integra el Bloque Social Cristiano.
Ya se ha planteado que la negociación natural será siempre con el Frente Renovador de Sergio Massa, una bancada cuya homogeneidad será puesta a prueba en los próximos meses. En principio tenía tras las elecciones 26 miembros, pero ya perdió uno, al decidir expulsar a su expresidente, Alberto Roberti, el esposo de Mónica López. De esos 25 que quedan, hay varios aliados, como Facundo Moyano, que junto al camionero sanjuanino Enrique Castro Molina, un chubutense y el canillita Omar Plaini, ya han dicho que formarán otro bloque.
Y después está el amplio arco peronista, integrado por cinco delasotistas, dos peronistas pampeanos, dos dasnevistas, los cuatro integrantes del bloque Compromiso Federal, Francisco de Narváez, el mencionado Roberti, la entrerriana Cristina Cremer de Busti (cercana al FR) y otro exmassista, Sandro Guzmán.
Después está lo que podría denominarse “el arco progresista”, integrado por la devaluada bancada socialista (solo tres diputados), dos legisladores de ECO, Margarita Stolbizer, Alicia Argumedo (Proyecto Sur) y dos diputadas de Libres del Sur. Y más a la izquierda, las bancadas del FIT y el PO, con cuatro miembros, con los que nadie puede imaginar que pueda llegar a negociar.
¿Bloque K?
La homogeneidad del bloque FpV está muy en duda a partir de la derrota peronista. Si bien a este sector habría que sumar al kirchnerista Carlos Heller, tarde o temprano habrá que restar a los cinco diputados del Frente Renovador de la Concordia de Misiones, que ya no tendrán interés en formar parte del ya no oficialista bloque FpV.
Es más, muchos se preguntan hoy cuánto tardará esa bancada en volver a llamarse PJ. Con el pase de facturas que se pondrá en marcha en el justicialismo, se vislumbra a plazo fijo una grieta entre los que responden fielmente a Cristina Kirchner y los que buscarán la renovación peronista a través de determinados gobernadores. Cuando esa separación suceda, de un lado quedarán los diputados de La Cámpora, que suman 24, y el resto del kirchnerismo duro, calculándose que entre ambos sectores serán poco más de 40. Cuando esa división suceda se le harán las cosas más sencillas al inminente oficialismo.
Panorama del Senado
En la Cámara alta las cosas se presentan más complicadas para Cambiemos. Pasa que así como en diputados el FpV renueva una elección muy buena, en el Senado el recambio corresponde a la de 2009, que el kirchnerismo perdió. Por eso terminó este año sumando más senadores de los que tenía, con lo que la bancada del Frente para al Victoria arrancará con 40 miembros.
Del otro lado el PRO apenas suma cuatro integrantes, y la UCR disminuyó a diez. La bancada de Cambiemos completa sus 16 integrantes con un senador juecista y la rionegrina Magdalena Odarda (CC).
Demasiado poco. Deberán buscar aliarse con los nueve senadores del Peronismo Federal, donde está el ya aliado Carlos Reutemann, los dos senadores del MPN, y una senadora fueguina. Así y todo les faltarían todavía nueve para el quórum.
Podrían llegar a contar ocasionalmente con el senador Jaime Linares, del GEN, pero difícilmente con “Pino” Solanas, que llamó a votar en blanco el domingo pasado.
El cuadro se completa con dos senadores santiagueños, pero queda claro que aquí, para prosperar, el futuro oficialismo deberá negociar a través de los gobernadores peronistas el favor de algunos senadores del actual FpV.
Todo un desafío para la gobernabilidad futura de la administración macrista.