Por Gustavo Barbarán.
El 8 de febrero de 2015, 10 días antes de que la Central Nuclear Atucha II – Néstor Kirchner comenzara a operar al 100%, se cumplió un año del comienzo de las obras del prototipo del reactor CAREM25. Este punto marcó el inicio oficial de su construcción, pero pasó inadvertido en medio de las negociaciones con China por Atucha III y de la evaluación de la factibilidad de una central PWR del mismo origen. Este reactor, si bien es un prototipo, se convertirá en la cuarta central nuclear Argentina y la primera de diseño 100% nacional. De su breve historia y de su actual presente dependerá que se transforme en la nave insignia del desarrollo nacional.
Hasta hace poco, parecía que el CAREM iba camino a convertirse en uno de esos mitos que refieren a la Argentina como un país con muchísimo potencial pero que, por diversos motivos —internos y externos— nunca puede desarrollarse plenamente. Ejemplos de ello son el misil Cóndor, el avión Pulqui y tantos otros proyectos que permiten, en el imaginario argentino, construirnos como una sociedad con “la nostalgia de haber sido y el dolor de ya no ser”.
Sin embargo, en lo que al ámbito nuclear se refiere, el rumbo de la historia, sin dudas, ha sido otro. En 2006, con la reactivación de la actividad nuclear en el país —producto de una decisión estratégica que tomó el gobierno de Néstor Kirchner— fue posible recuperar proyectos que habían sido abandonados y encarar proyectos nuevos de cara a un desarrollo integral del sector. El principal rescate, debido a sus proporciones, fue el de la Central Nuclear Atucha II (hoy Atucha II – Néstor Kirchner), la cual se encuentra, al día de hoy, operando al 100% de su capacidad. Pero la recuperación no se limitó a este proyecto, sino que se rescataron otros proyectos que, en la actualidad, representan mucho para el futuro energético, tecnológico y político del país. Uno de los principales es el CAREM.
Este reactor tuvo su origen, en el plano de lo conceptual, a comienzos de los años 80. En 1984 fue presentado por primera vez en el ámbito internacional y, desde entonces, se fueron realizando distintos avances en los conceptos, en la ingeniería e incluso en algún momento, en el proyecto en sí mismo. Sucesivos parates y recortes presupuestarios mantuvieron al reactor en papel hasta 2006. A partir de entonces, cuando el gobierno declaró de interés nacional la construcción del CAREM, se encomendó a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) realizar las acciones necesarias para la construcción del reactor.
La sanción de la Ley Nº 26.566 en 2009 terminó de conformar un marco apropiado para la ejecución del proyecto. Dicha ley proporciona de un régimen especial y de una serie de beneficios para la ejecución y la gestión de los proyectos de extensión de vida de la central nuclear Embalse, la cuarta y quinta central, y el CAREM. Este marco normativo le permitió a la CNEA conformar un fideicomiso de administración de la obra y un nuevo régimen de contrataciones, de manera tal que pudiera disponer y utilizar los fondos asignados al proyecto de una manera más ágil. Estas dos herramientas, sumadas a la creación de nuevas formas de gerenciamiento internas de la CNEA, constituyen los principales cambios orientados a la concreción del proyecto.
Con estos puntales, el diseño del reactor se fue consolidando, y se pasó de la ingeniería conceptual a una básica. Otro punto destacado fue la selección, preparación y acondicionamiento del sitio, donde anteriormente se encontraba la vieja Planta Experimental de Agua Pesada (PEAP), en el predio vecino a la Central Nuclear Atucha I, en la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires. Así como la CNEA fue avanzando en el proyecto, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) también hizo lo suyo. Considerando el carácter de “prototipo” del reactor, desarrolló y aprobó un nuevo esquema de licenciamiento de a pasos, para emitir autorizaciones específicas en cada una de las etapas del proceso (Construcción, Carga de Combustible, Ensayos con el Núcleo Subcrítico, Puesta a Crítico, Ensayos a Potencia Cero, Incrementar Potencia, Ensayos a Potencia y otras, hasta llegar a la Licencia de Operación), así se busca garantizar la seguridad de las prácticas pero, al mismo tiempo, dejar abierta la posibilidad de cambios en el diseño a medida que se avanza con el proyecto y la posibilidad de realizar pruebas sobre el prototipo.
En noviembre de 2010 la CNEA realizó la primera entrega de documentación exigida por la ARN. Luego de idas y vueltas, pedidos de información y respuestas, a fines de 2013 la ARN entregó las autorizaciones de práctica no rutinaria y para la utilización del sitio y construcción del prototipo del reactor CAREM25. Por entonces, el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) de la provincia de Buenos Aires le entregó a la CNEA el certificado de aptitud ambiental, necesario para dar, además, comienzo formal a las obras. Con estos dos permisos, el 8 de febrero de 2014 se dio inicio formal a la construcción del edificio del reactor. Este hecho marca un hito importante en el desarrollo de una central nuclear, donde formalmente sale del papel y comienza a ser una realidad.
Los avances de 2014
Fue un año intenso para el sector nuclear, no sólo por el inicio de obras del CAREM, sino también por la entrada en operación de la Central Nuclear Atucha II – Néstor Kirchner y por el inicio operativo de la planta de enriquecimiento en Pilcaniyeu.
El recipiente de presión se licitó durante 2013. El foco estuvo puesto en privilegiar a los proveedores locales, razón por la cual hubo dos empresas que participaron, IMPSA y Astra Evangelista SA (AESA) siendo la primera la adjudicataria del trabajo. Durante el año que pasó se aprobaron las especificaciones técnicas de los forjados principales que se comprarán a la empresa italiana Forge Monchieri. La construcción del recipiente de presión marca otro hito importante del proyecto, más aún en el caso del CAREM donde es el único equipo de gran tamaño.
A diferencia de un PWR tradicional, el circuito primario del CAREM se encuentra totalmente integrado dentro del recipiente de presión y el refrigerante circula por convección natural. Esta característica, una de las distintivas de este reactor, por un lado, reduce los costos de equipamiento, ya que no hay necesidad de construir intercambiadores de calor, presurizadores, bombas de circulación y todas las cañerías del primario. Por otra parte, este equipo contiene más de 10 veces la cantidad de agua que un PWR típico, lo que se traduce en una operación más estable (por la inercia térmica) y una mejor respuesta del reactor ante situaciones no previstas.
En la nota de la edición anterior de U-238 se mencionaba a CONUAR como uno de las empresas ganadoras de la reactivación nuclear debido al aporte de gran parte de los componentes para la extensión de vida de la Central Nuclear Embalse. Esta ampliación de capacidades, que permitieron el paso de la fabricación de elementos combustibles a la de componentes para las centrales, se vio refrendada con el acuerdo que se realizó el año pasado para el diseño y elaboración de los generadores de vapor del CAREM.
Otro de los avances que ocurrieron durante el 2014 fue la licitación de la parte convencional de la planta. Dicha licitación, realizada bajo la modalidad de llave en mano comprende el diseño, ingeniería, fabricación, suministro, transporte, construcción, montaje, puesta en marcha y ensayos hasta la habilitación comercial, de todas las instalaciones, equipos y sistemas que conforman el balance de planta, incluyendo la planta de agua desmineralizada y las calderas auxiliares. Además de participar en la construcción de los elementos combustibles y las barras de control, cuya ingeniería ya fue desarrollada por la CNEA y transferida a la empresa, amplia capacidades para convertirse en un proveedor nuclear todoterreno.
Se recibieron siete ofertas técnicas de distintas empresas y consorcios, todas son argentinas y algunas presentan socios internacionales. Las empresas que se presentaron son TECNA, IECSA, el consorcio ROGGIO-SADE-SENER, CONUAR, HELPORT, ELECTROINGENIERIA y el consorcio IMPSA-AESA. De acuerdo a los cronogramas establecidos del proyecto, la apertura de las ofertas económicas y la posterior evaluación y adjudicación se estarían realizando en julio de 2015.
Otros avances tangibles del proyecto se encuentran en los acuerdos con la empresa INVAP para la ingeniería de detalle y el segundo sistema de parada, además de los avances en la obra civil, adjudicada a Nucleoeléctrica Argentina en marzo de 2013. En definitiva, se trata de un conglomerado de acciones y empresas orquestadas desde la gerencia de área CAREM de la CNEA.
Todavía falta para la concreción del proyecto. El carácter de prototipo de la central hace que se tengan que ir redefiniendo aspectos a medida que avanza el proyecto. Aun así, se estima que la primera criticidad ocurrirá entre fines de 2017 y principios de 2018. El camino crítico que asegura estas fechas pasa por la definición de las ingenierías de detalle de los sistemas principales, las fundaciones de los equipos, el contrato de compra y montaje electromecánico, el montaje y pruebas de los sistemas de control y las tareas de puesta en marcha. En definitiva, una larga lista de acciones.
Lo que no se ve del proyecto
La característica básica de un proyecto es que entrega un resultado tangible. En este caso, un reactor con características innovativas y 100% diseñado en el país. Es una de las opciones que tiene el país para asegurar el suministro energético a la población y a las industrias. Además de la provisión de electricidad, este proyecto entrega otros productos tangibles, como nuevas capacidades para empresas locales, con el caso de CONUAR e IMPSA como paradigmáticos.
Aun así, hay elementos de este proyecto que no se ven, pero que cuyos resultados apuntan a crear y recrear capacidades. Por ejemplo, permitió la incorporación directa de más de 600 personas trabajando en las diversas fases del proyecto. Los profesionales y equipos que se formen, por el tipo de trabajo que les toca hacer, enfocados en la creación y diseño de algo nuevo, llevan a la organización a nuevos niveles de conocimiento y desarrollan capacidades que previamente no existían, ya que no es lo mismo crear que copiar.
Otro punto para destacar son los cambios organizacionales. La creación de la gerencia orientada a la ejecución del proyecto, un fideicomiso y un régimen especial de compras posibilitan a la CNEA, en tanto organismo del Estado, a llevar adelante un proyecto plurianual de cientos de millones de pesos. Quienes abogamos por un Estado inteligente, fuerte y con capacidad ejecutiva, nos encontramos ante la grata realidad de estos cambios, que contribuyen a la eliminación de las trabas burocrático-administrativas de un sector público que, en algunas ocasiones, no estuvo a la altura de los cambios ocurridos en los últimos diez años.
Lo que nos lleva a un punto importante, la reintegración del sector nuclear. Destacado como uno de los elementos más importantes para asegurar un desarrollo en el largo plazo del sector, el proyecto realiza un aporte sustancial. A partir de una iniciativa desarrollada por un organismo público, con el aporte de empresas del sector y de otras empresas nacionales se va creando, de a poco, esa trama industrial tan necesaria para un país.
Lo que vendrá
Claro está que el CAREM es un prototipo de una central que, por ahora, apunta a mantener las mismas características de diseño —reactor integrado con convección natural— de 120 MW de potencia eléctrica y con un concepto modular, es decir, con la mayor parte de la fabricación de equipos y componentes en talleres (lo que facilita su construcción y acorta los tiempos de montaje) y la posibilidad de localizar cuatro o cinco reactores en un solo sitio.
Aunque recién se están iniciando algunas ingenierías básicas para ese tamaño de reactor, ya se plantearon discusiones sobre la mesa, a partir del requerimiento de la provincia de Formosa para albergar al primero de los reactores “comerciales” del CAREM. Esto trajo discusiones y pedidos de información por parte del gobierno de Paraguay, y una repercusión mediática importante. Para Formosa, el pedido del CAREM le permitió entrar en el mapa nuclear nacional, razón por la cual su interés y apoyo político ya se tradujeron en acuerdos para la construcción de un centro de medicina nuclear y de la nueva planta de uranio de Dioxitek, además de mejoras en la salud pública y en el desarrollo genuino en la provincia.
En el plano internacional, son varios los países que están desarrollando los llamados SMR (Small and Medium Reactors, Reactores Pequeños y Medianos), en la búsqueda de bajar costos y mejorar la ecuación financiera de la energía nuclear. Corea del Sur, Estados Unidos, China, Francia, Japón y Rusia se encuentran entre los países desarrolladores de reactores con el mismo concepto de diseño integrado. Esto no debería ser una competencia, pero en parte lo es: aquel que finalice primero y pueda demostrar una operación segura y confiable de un nuevo tipo de reactor tendrá alguna ventaja, aunque ello no depende solamente de los plazos.
Los SMR tendrán que competir con las naves insignia de la energía nuclear, que son los PWR de gran escala: EPR, AP-1000, ACP-1000 y demás. Siempre habrá necesidades energéticas apremiantes. Si se toma el caso argentino, los acuerdos con China dan una idea acabada de ello, una nueva central nuclear tipo CANDU, más un acuerdo para estudiar la posibilidad otro reactor, esta vez del tipo PWR, más exactamente un ACP-1000 con tecnología de origen chino, pero, de acuerdo con los estudios iniciales, la posibilidad de hacer el 50% del trabajo con empresas locales. Estas dos centrales suman 1800 MW de potencia a instalar, pensándola en términos de CAREMs serían 15 reactores comerciales. Claramente, las necesidades energéticas se imponen.
Está claro que es más fácil, desde un punto de vista político y fáctico, construir dos reactores antes que 15. La energía nuclear provoca pasiones encontradas y, al final del día, toda la responsabilidad de promover y sostener la actividad nuclear recae sobre el gobierno de turno con el riesgo del que continúe no haga lo mismo. Para eso, se deben investigar nuevos modelos que permitan la incorporación de actores que se “apropien” de manera directa de los beneficios de la actividad.
Un ejemplo para estudiar es el finlandés, en donde todos los proyectos nucleares fueron impulsados a través de cooperativas, llamadas “Mankalas”. Este modelo representa a una compañía donde los copropietarios responden por los costos y obtienen la electricidad de manera proporcional a su participación accionaria de la Mankala. Es decir, la empresa no busca generar un beneficio económico, sino que el propósito es producir energía a precios asequibles a los propietarios.
La principal empresa productora de electricidad en Finlandia, TVO, es un consorcio de empresas y más de 140 municipios que son dueños en parte de la energía que producen las centrales finlandesas de Olkiluoto. Las industrias energético-intensivas lo necesitan y los usuarios residenciales se benefician de menores precios y suministro constante. Una estrategia para ganar apoyo en un país donde cualquier político puede tirar abajo un proyecto con tal de ganar un par de votos.
Pero más a largo plazo, el desarrollo del CAREM y una industria que pueda fabricarlo “en serie” puede resultar conveniente para el país. Para ello, todos los actores nucleares de Argentina deben alinearse y entender que el verdadero sentido del desarrollo nuclear es la generación de capacidades endógenas para la resolución de los problemas de nuestro país.
(El autor agradece la colaboración y aporte de información de la sección de Relaciones con la Comunidad de la Gerencia de Área CAREM de la CNEA).
EL PROYECTO CAREM
El Proyecto Carem tiene por objeto la construcción y puesta en marcha de un prototipo del reactor nuclear de baja potencia, diseñado íntegramente en el país. Prevé que al menos el 70% de sus insumos, componentes y servicios vinculados sean provistos por empresas nacionales. Así, la CNEA vuelve a contribuir con su tecnología a la industria nuclear de la Argentina y los países de la Región, aportando alternativas propias para los desafíos energéticos del futuro.
Proyecto Carem
Con el inicio de la primera fase de la construcción del edificio de prototipo Carem 25 –denominación que fuera originalmente la sigla de Central Argentina de Elementos Modulares-, el país tendrá en operación la primera central nuclear de potencia íntegramente diseñada y construida en Argentina. Esto marca un hito para la industria nuclear nacional, que ha demostrado una constante evolución durante los más de 60 años transcurridos desde la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
En ese sentido, Argentina reafirma su capacidad para el desarrollo y puesta en marcha de centrales nucleares, al tiempo que se perfila como uno de los líderes mundiales en el segmento de reactores de generación eléctrica de media y baja potencia (SMR, por su sigla en inglés).
Ese tipo de reactores tiene una gran proyección para el abastecimiento eléctrico de zonas alejadas de los grandes centros urbanos o polos fabriles con alto consumo de energía. Ofrecen también otras prestaciones, como desalinización o provisión de vapor para diversos usos industriales.
La obra civil del Carem 25 comenzó el 8 de febrero de 2014 en la localidad de Lima, Provincia de Buenos Aires. Tal como lo indica su nombre, generará una potencia de 25 megavatios eléctricos. Tendrá un riguroso estándar de seguridad, obtenido mediante soluciones de alta ingeniería que simplifican su construcción, operación y mantenimiento.
Las centrales Carem prevén que al menos el 70% de sus insumos, componentes y servicios vinculados sea provisto por empresas argentinas calificadas bajo los estándares internacionales de calidad supervisados por la CNEA. Por eso, el Proyecto Carem 25 también se convertirá en un dinamizador de la industria y la tecnología de punta en nuestro país.
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