A lo largo del siglo XX, muchos de los avances científicos, tecnológicos y médicos que se han producido han tenido su origen en la investigación para fines militares, así que es difícil que nos sorprenda el hecho de que también sea uno de los principales beneficiarios de la fabricación aditiva y que la impresión 3D militar esté siendo cada vez más tenida en cuenta.
El ejército de EEUU (al igual que otros grandes poderes del mundo) está adoptando esta tecnología para fabricar gran variedad de objetos, desde drones a motores para cohetes, los packs de comida que los soldados llevan en sus misiones, o la posibilidad de llevar siempre encima células solares flexibles impresas en 3D, sobre la ropa o las tiendas de campaña.
De hecho, en octubre del año pasado se anunció una alianza entre 3D Systems y el Laboratorio de investigación de la armada norteamericana, para desarrollar conjuntamente la tecnología de impresión 3D y materiales, no sólo para fines de defensa, sino también para fines comerciales.
Por otro lado, la impresión 4D (con la capacidad de cambiar al contacto con los elementos), ya inventada por científicos del MIT, puede ser aplicada a fabricar uniformes que cambien de color en función del ambiente.
Otra de las aplicaciones obvias de la impresión 3D al ámbito militar es la fabricación aditiva de material metálico para fabricar piezas de barco y avión, aunque es improbable que revolucione la industria aérea o naval militar en el corto plazo, debido a las dificultades que aún enfrenta esta tecnología.
No obstante, el papel revolucionario de la impresión 3D sobre la actividad bélica no se basa en todas estas aplicaciones adoptadas por las grandes potencias militares, sino todo lo contrario.
Los cambios de la impresión 3D militar
Un punto caliente donde el ejército estadounidense tiene puesta su atención es la capacidad de la impresión 3D para cambiar el armamento y la amenaza que esto conllevaría, según se lee en el nuevo informe del Cato Institute escrito por T.X, Hammes, un antiguo oficial de infantería del cuerpo de Marina, experto en combate asimétrico.
El combate asimétrico es el famoso «David contra Goliath»: el tipo en el que potencias consideradas pequeñas, como los talibanes, luchan contra un gigante militar por la vía de evitar de forma conjunta las fortalezas de su enemigo, golpeando solamente sus puntos débiles.
En el informe, que precisamente se titula «Las tecnologías convergen y el poder se difumina«, argumenta que los terroristas y los pequeños estados enemigos pueden crear una amenaza militar sin precedentes, tanto en el extranjero como dentro de las fronteras de los EEUU, usando tecnologías de bajo coste como la impresión 3D, drones de nanotecnología, e inteligencia artificial. Como el propio informe asevera en su introducción:
«La convergencia de estas nuevas y constructivas tecnologías, se está generando un aumento de capacidades, disponibles para entidades políticas cada vez más pequeñas, incluso extendiéndose al ámbito individual. Este aumento proporciona a pequeñas capacidades que anteriormente estaban reservadas a las grandes potencias. Y aún más: estas armas de tierra, mar o aire, pequeñas, inteligentes y baratas podrían ser capaces de dominar el combate».
En respuesta a estos cambios, EEUU se vería abocado a cambiar su estrategia nacional, sus planes de adquisición, la estructura y la posición de sus fuerzas.
“La difusión de poder también complicará enormemente las respuestas de EEUU en diversas crisis, reducirá su capacidad para influir en los acontecimientos con la fuerza militar, y podría requerir que los legisladores y planificadores militares reconsideraran profundamente sus políticas y estrategias futuras».
Por supuesto, para cualquier fuerza armada es importante el ajustarse a los cambios tecnológicos, pero en este caso estaríamos hablando de la impresión 3D militar como un serio punto de inflexión en la historia bélica.
Según el autor, estaríamos hablando de drones que atacarían desde cualquier lado, discos metálicos capaces de introducirse en la estructura de un tanque haciéndolo explotar… y todo producido por una impresora fácilmente transportada al campo de batalla, a diferencia de las fábricas ya existentes.
¿El fin de la hegemonía militar estadounidense?
Una de las cosas que más preocupan a este ex-oficial, es el continuo abaratamiento de esta tecnología, al permitir a los insurgentes crear verdaderos enjambres de drones militares en pequeñas fábricas de impresión 3D militar distribuida, con una trazabilidad compleja o imposible.
En conjunto con los nanoexplosivos, los drones más modernos, capaces de permanecer en el aire 40 horas seguidas (lo suficiente para cruzar el Atlántico) constituirían una grave amenaza para el pueblo norteamericano.
Como conclusión, el informe afirma que EEUU ya no podrá proyectar su poder en el resto del mundo con impunidad, lo que a su vez provocará graves problemas políticos a la hora de sostener una campaña militar, tanto dentro de sus fronteras como en el exterior. Además, incide en el papel de Internet y su capacidad de difusión como causa de la pérdida de esta hegemonía militar. Una perspectiva sombría para su seguridad y la de sus aliados, que por supuesto tiene su otra cara en la investigación que la OTAN y sus aliados realizan en torno a la impresión 3D. (Source/Photo:impresiontresde.com)
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