Brasil botó el 14 de diciembre su primer submarino de una serie de cinco, que prevé que uno de ellos será a propulsión nuclear. El Riachuelo —nombre de la batalla fluvial más importante ganada por la Marina brasileña en la Guerra de la Triple Alianza— fue construido en cooperación con Francia. Tiene una longitud de 72 metros y capacidad para mantener 35 tripulantes durante 70 días a 300 metros de profundidad. Participaron de la ceremonia de su entrada al mar el entonces presidente Michel Temer y el ahora electo, Jair Bolsonaro.

La ceremonia se realizó en el Complejo Naval de Igauatí, próximo a Río de Janeiro, donde serán construidos los otros cuatro de la serie. Los cuatro convencionales son del tipo Scorpene —Chile ha comprado submarinos de este tipo— y tienen propulsión diesel-eléctrica. El nuevo submarino ahora será sometido a "pruebas de puerto" durante dos años, para asegurar su flotabilidad y estabilidad. En 2009, Brasil firmó con Francia el contrato de 7600 millones de dólares para con los astilleros franceses DCNS, controlados por el Estado, para llevar adelante el Programa de Desarrollo de Submarinos (Prosub). El acuerdo fue firmado por los Gobiernos de Nicolas Sarkozy y Lula da Silva e incluyó la construcción del mencionado astillero y un puerto desde donde operarán los submarinos.

El objetivo estratégico del proyecto es la defensa y la seguridad de la llamada "Amazonia Azul", como denomina Brasil a los 4,5 millones de kilómetros cuadrados de su mar. Se encuentra en él una gran biodiversidad y grandes reservas de minerales y petróleo. Los tres submarinos convencionales restantes estarán listos a finales de 2022. El proyecto concluiría en 2029, cuando sea botado el submarino nuclear.

Entre 2015 y 2017, Brasil sufrió la peor recesión de su historia y se vio obligado además a aplicar "políticas de ajuste", pese a lo cual este programa no se suspendió y siguió adelante. Comenzó con Lula, siguió con Dilma Rousseff, luego con Temer, y continuará con Bolsonaro y seguramente con su sucesor, gobierne uno o dos períodos. En el largo plazo, la Marina brasileña pretende contar con tres submarinos a propulsión nuclear. Uno, navegando, otro, en entrenamiento y el tercero, en descanso. De esta manera, tendría siempre uno en operaciones. Pero se trata de un proyecto que recién podría concretarse entre 2035 y 2036, si no hubiera retrasos.

El acuerdo con Francia no contempla la tecnología nuclear para la propulsión del submarino. Cómo la logrará Brasil es todavía una cuestión a resolver. En el Centro Atómico brasileño de Aramar, se avanza en el proyecto desde hace décadas, pero no están claros sus plazos. Hasta la botadura del Riachuelo, la Marina brasileña, de acuerdo con el Balance Militar de América del Sur del Centro de Estudios Unión para la Mayoría, contaba con cinco submarinos: Tupi, Tamoio, Timbira, Tapajo y Tikuna del tipo 209. En el caso de Argentina, tras el hundimiento del San Juan, queda con solamente dos que están fuera de servicio (Salta y Santa Cruz).

Pero el programa de equipamientos tiene otras manifestaciones de menor envergadura. El 27 de noviembre, la Marina de Brasil lanzó con éxito su primer misil antibuque de fabricación nacional, que sustituye al Exocet en uso actualmente. Se denomina Mansup. Fue lanzado desde la corbeta Barroso, pesa 860 kilos y tiene un alcance de mil kilómetros, y porta una ojiva de fragmentación explosiva de 154 kilos. El proyecto se inició en 2018 y se desarrolló durante las últimas tres presidencias.

Mientras esto sucede en Brasil, el mismo día de diciembre, en Argentina, Astilleros Río Santiago entregó a la Armada el buque patrullero King, cuya revisión de media vida se realizó en dicha planta. Se trata de una empresa que está virtualmente en crisis, con baja ocupación y un costo operativo importante que genera fuerte pérdida para el Estado argentino, dado que es su dueño. Los trabajos comenzaron en mayo de 2014. Se trata de un buque de 77 metros de longitud, botado en el mismo astillero, en 1943. Desde que llegó el presidente Mauricio Macri al Gobierno, hace tres años, se finalizó la reparación del buque polar Bahía Paraíso. Las reparaciones duraron una década, tuvieron un costo varias veces superior al presupuestado inicialmente y la entrega fue varios años más tarde de lo previsto. Pero está siendo utilizado en esta Campaña Antártica.

Pero la situación más crítica para la Armada Argentina fue la pérdida del submarino San Juan, ocurrida en noviembre del 2017, pereciendo todos sus tripulantes. Como se dijo, era el único submarino en servicio que tenía la Armada Argentina. La Argentina tiene la llamada "Pampa Azul", que es el mar argentino hasta la Antártida. Es una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados. Es muy rica en biodiversidad, tiene petróleo y otros minerales. Pero la Armada ha quedado con medios muy limitados para asegurar su defensa y seguridad. La Argentina no tiene un plan de adquisición o construcción de submarinos y el Gobierno posterga definirlo argumentando las dificultades económicas que afectan al país.

La reunión que mantendrán los presidentes de Brasil y Argentina en Brasilia, el 16 de enero, puede ser una oportunidad para que el tema de los submarinos sea analizado en el marco de las relaciones bilaterales. Brasil lleva con su proyecto una clara ventaja en la producción de submarinos convencionales sobre la Argentina, que la tuvo hasta los años ochenta, con un programa en cooperación con Alemania que después fue abandonado en los años noventa. El astillero que tenía Argentina para ello ha sido desactivado.

Pero tiene importante ventaja en materia de tecnología nuclear. Una empresa estatal con mayoría de capital de la provincia de Río Negro, INVAP, ya hace más de doce años instaló un reactor nuclear de investigación en Australia. Lo ha hecho en otros países y en febrero de 2018 ganó una licitación en Holanda para construirle uno. Lo más complejo para un submarino nuclear es tener un reactor pequeño que pueda ser introducido dentro de su estructura. Argentina, a través del INVAP, tiene esa capacidad, pero no tiene un proyecto para tener submarinos. La Argentina también podría aspirar a contar con un buque polar a propulsión nuclear, dado su interés en la Antártida y el Mar Argentino. Argentina y Brasil ya a fines de los años setenta renunciaron a tener proyectos nucleares con fines militares y ello avanzó en los gobiernos de Alfonsín y Sarney, y aún más en los de Menem y Cardoso. Un proyecto común en este ámbito daría a la relación bilateral argentino-brasileña una proyección de largo plazo y un lazo que aumentaría tanto la confianza como el interés común.

Cabe señalar que Brasil puso a disposición de sus "países aliados" la capacidad ociosa que tendrá a partir de 2022, para poder botar un submarino convencional por año, de acuerdo con lo anunciado por el director de Desarrollo Nuclear y Tecnológico de la Marina brasileña, Bento Costa Lima Leite.

Que el tema de los submarinos integre la agenda de los presidentes de Argentina y Brasil es dar al encuentro una dimensión estratégica, sin que ello implique adoptar ninguna decisión concreta el 16 de enero, sino poner en marcha un proceso de conversaciones sobre la cuestión.(Source/Photo/Author: Rosendo Fraga/Infobae.com)

El autor es analista político y director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.