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domingo, 1 de julio de 2018

¿Se puede revertir el desmantelamiento de la Defensa y las FF. AA.?

Para revertir su actual estado de indefensión, nuestro país debe alcanzar un acuerdo respecto del papel a desempeñar en el contexto regional y mundial, y asumir con voluntad política el proceso de modernización de las FF. AA. 

Por Alejandro L. Corbacho (Profesor del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA). Infobae


Por razones trágicas, la cuestión de la defensa vuelve a ser tema de discusión en la Argentina. La sociedad percibe que las FF. AA. no están en condiciones de cumplir con normalidad sus tareas específicas. Los debates se están desarrollando principalmente en torno de la asignación presupuestaria y el equipamiento. Existe un acuerdo en que los recursos asignados son insuficientes y que el material es obsoleto o se acerca peligrosamente a la obsolescencia. En consecuencia, se ha vuelto peligroso principalmente para quienes lo operan.

Los primeros gobiernos de la democracia abordaron la dimensión "defensa" con objetivos poco claros y con presupuestos decrecientes. Una parte importante del pensamiento y la acción fue absorbida por temas relacionados con los derechos humanos y el posicionamiento de las FF. AA. en la democracia. Sin embargo, las condiciones actuales fueron plasmadas por el gobierno anterior, que se abocó a una progresiva tarea de desmantelamiento.
Foto: Gaceta Marinera.

Los efectos perniciosos de esas políticas que ya fueron denunciados en las páginas de revista DEF (enero 2009) se centraron en una dimensión, lograr la subordinación absoluta de las FF. AA. al control civil. Ello no está mal si el verdadero propósito es mejorar la eficiencia en el uso del poder militar. El problema fue que se convirtió en un fin en sí mismo, que terminó dificultando la promoción de los mejores profesionales para desempeñar las tareas de conducción y generó la creación de una burocracia civil politizada, dedicada de lleno a justificar esas políticas. Las medidas terminaron generando un estado mental que erosionó el sentido de la misión profesional en las organizaciones militares.

En paralelo, las FF. AA. fueron eliminadas de la consideración pública y se instaló en la sociedad la idea de su redundancia o que tener una capacidad de defensa suficiente implicaba menos inversión en hospitales o escuelas. En realidad, aunque nos desarmamos, tampoco contamos con ellas. El resultado final fue no solo el desarme material de las FF. AA., sino también su desarme psicológico y de cara a la sociedad.

El desmantelamiento de la capacidad de defensa por la falta de recursos llevó al investigador Carlos Escudé a rotular esta política como un experimento emblemático de desarme unilateral, que terminó constituyéndonos en un "protectorado de Chile y Brasil".
Foto: Fernando Calzada.

Para revertir este estado de indefensión, no hay que discutir sobre recursos y adquisición de material o reequipamiento en abstracto. Primero, es necesaria la elaboración de un diagnóstico de situación internacional, en el que se consideren tanto las amenazas como las oportunidades que se presentan para el país. A partir de él, se pueden establecer los objetivos a alcanzar en el tiempo, junto con los recursos que la sociedad, a través del gobierno, está dispuesta a destinar. De este modo, es posible desarrollar las capacidades necesarias para enfrentar los desafíos previstos. Esta etapa supone que en la política existen acuerdos claros acerca de la importancia, utilidad y beneficios que acompañan a la función de la defensa en el contexto actual. Al mismo tiempo, como en toda política nacional, es importante establecer un horizonte a alcanzar en forma gradual, que contemple lo inmediato y urgente, el mediano y el largo plazo.

Los estados aún se definen por el espacio territorial que controlan y su capacidad potencial para hacerlo. Para ello, en el corto plazo se vuelve imprescindible cumplir con dos requisitos operacionales mínimos. El primero surge del mandato constitucional de proveer a la defensa común. El segundo permitirá cumplir con ese mandato: mantener capacidades mínimas para establecer una defensa creíble del espacio nacional. Argentina es el octavo país del mundo en superficie, con 2,8 millones de km2 de superficie continental y casi 1 millón de km2 en el sector antártico, a los cuales se agregan 1,4 millones de km2 de espacios marítimos. Además, es importante tener en cuenta que la defensa nacional abarca también los habitantes, los intereses y el sistema de valores.

 "Las medidas adoptadas por el último gobierno generaron un estado mental que erosionó el sentido de la misión profesional en las organizaciones militares"

Para el mediano y largo plazo, es imprescindible contar con un prerrequisito político. Se trata de un acuerdo mayoritario sobre qué lugar o cuál papel se espera que el país desempeñe tanto en el contexto regional como mundial. De este modo, se podrán diseñar de modo coordinado y coherente en el tiempo las fuerzas con las que se espera cumplir o alcanzar esos roles. Por ejemplo, en los últimos años, a las tareas tradicionales de defensa se les han agregado la ayuda y la participación de los estados en el mantenimiento de la paz en el ámbito regional y, de ser posible, en el global. La cooperación a través de los instrumentos militares es un importante vehículo para la inserción del país en el mundo y para el desarrollo nacional. Otra dimensión que necesita ser apreciada son las amenazas provenientes del ciberespacio.

El proceso para revertir la situación actual de la defensa argentina es largo y sinuoso, pero no imposible. Es importante que exista la voluntad política de transitarlo y que se trace su recorrido de modo realista y desapasionado. De lo contrario, las próximas generaciones sufrirán la ausencia de un legado constructivo que ayude a preservar su modo de vida.

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