Hasta la ceremonia de entrega del primer F-35 a Turquía la semana pasada, muchas personas relacionadas con el estamento de defensa israelí estaban seguros de que Washington detendría la venta.
Ahora que no está claro si Estados Unidos detendrá o continuará las entregas, fuentes oficiales israelíes están expresando su malestar por la entrega del primer avión. Insistieron en el anonimato de sus declaraciones, aunque uno de ellos lo expuso de una manera que resume lo que todos los demás pensaban: “Turquía es miembro de la OTAN solo sobre el papel, y ahora coopera con países que están en contra de Estados Unidos, no solo con palabras. La entrega del avión es algo que Israel no puede entender”.
En diciembre de 2017, Ankara anunció oficialmente que adquiriría dos sistemas de misiles S-400 de fabricación rusa, convirtiéndose así en el primer Estado miembro de la OTAN en operar dichos sistemas. Igualmente, Turquía también está en conversaciones con Eurosam, un consorcio europeo fabricante de misiles anti-aéreos, el desarrollo y la coproducción de un sistema similar para su futura organización de defensa aérea. Pero eso apenas tranquiliza a las capitales occidentales, donde los políticos se preguntan ahora, entre otras cosas, cómo un aliado de la OTAN operará simultáneamente un sistema de defensa anti-aérea de fabricación rusa y aviones Joint Strike Fighters F-35.
Turquía, un socio inicial del programa, ha pedido 116 aviones furtivos. Israel acaba de recibir otros tres F-35, sumando hasta el momento una docena. No hay que olvidar que Israel se convirtió recientemente en el primer país en usar el F-35 en combate.
Ahora que no está claro si Estados Unidos detendrá o continuará las entregas, fuentes oficiales israelíes están expresando su malestar por la entrega del primer avión. Insistieron en el anonimato de sus declaraciones, aunque uno de ellos lo expuso de una manera que resume lo que todos los demás pensaban: “Turquía es miembro de la OTAN solo sobre el papel, y ahora coopera con países que están en contra de Estados Unidos, no solo con palabras. La entrega del avión es algo que Israel no puede entender”.
En diciembre de 2017, Ankara anunció oficialmente que adquiriría dos sistemas de misiles S-400 de fabricación rusa, convirtiéndose así en el primer Estado miembro de la OTAN en operar dichos sistemas. Igualmente, Turquía también está en conversaciones con Eurosam, un consorcio europeo fabricante de misiles anti-aéreos, el desarrollo y la coproducción de un sistema similar para su futura organización de defensa aérea. Pero eso apenas tranquiliza a las capitales occidentales, donde los políticos se preguntan ahora, entre otras cosas, cómo un aliado de la OTAN operará simultáneamente un sistema de defensa anti-aérea de fabricación rusa y aviones Joint Strike Fighters F-35.
Turquía, un socio inicial del programa, ha pedido 116 aviones furtivos. Israel acaba de recibir otros tres F-35, sumando hasta el momento una docena. No hay que olvidar que Israel se convirtió recientemente en el primer país en usar el F-35 en combate.
El Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos en Tel Aviv (BESA) ha estado siguiendo las extrañas relaciones entre la OTAN, Estados Unidos y Turquía. Un artículo reciente del BESA, cuyo autor es Burak Bekdil un columnista de Ankara, detalla todas las razones por las que Turquía no debería ser considerada como miembro de la OTAN.
Según el estudio de Bekdil, Turquía y Siria llevaron a cabo un ejercicio militar conjunto en abril de 2009, el primero de este tipo entre un miembro de la OTAN y un estado cliente entrenado y armado por Rusia. En septiembre de 2010, aviones turcos y chinos realizaron ejercicios conjuntos en el espacio aéreo turco. Esto también fue una primicia para un miembro de la OTAN. En 2011, antes de proporcionar finalmente apoyo logístico a las fuerzas de la OTAN para su campaña contra Gadafi, el entonces primer ministro Erdogan preguntó airadamente: “¿Qué asuntos puede tener la OTAN en Libia?”
El estudio señala el hecho de que a principios de 2015, Turquía fue objeto de sospechas internacionales por instigar sistemática y clandestinamente a varios grupos yihadistas en Siria, entre ellos el ISIS. Se creía que los turcos habían incluido la logística y las armas. Mientras que el objetivo principal de Occidente era luchar contra el ISIS, Erdogan ha intentado derrocar al presidente alauita de Siria, Bashar Assad, e instalar un régimen islamista sunita pro turco en su lugar.
En enero de 2018, el informe anual Freedom in the World, elaborado por la ONG estadounidense Freedom House, clasificó a Turquía como “no libre” por primera vez desde que comenzó la serie de informes en 1999. El país perdió su estatus de “parcialmente libre” debido a una caída en los derechos políticos y civiles, señaló Freedom House.
También en enero, el Informe Mundial de Justicia , una organización independiente que busca promover el estado de derecho en todo el mundo, dijo que Turquía cayó a la posición 101 de 113 países en su Índice de Estado de Derecho.
Por su parte, la inteligencia israelí ha advertido una y otra vez que Turquía se está convirtiendo en una “gran potencia antioccidental” que está construyendo una poderosa máquina de guerra. Hace poco, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyhu, celebró una cumbre con los líderes de Grecia y Chipre, dos países que son enemigos de Turquía desde hace mucho tiempo.
La Fuerza Aérea de Israel ha llevado a cabo simulacros conjuntos con la fuerza aérea griega y existen otros “canales de cooperación” entre los países.
Hace unas semanas, aviones de combate turcos penetraron en el espacio aéreo griego cuando aumentaron las tensiones entre los dos vecinos tras la liberación de la detención preventiva de ocho oficiales del ejército turco calificados de traidores por Ankara. Turquía ha criticado al primer ministro griego por no entregar los soldados a Turquía después de que volaran a Grecia.
En EE.UU., el Comité de Asignaciones del Senado aprobó el 21 de junio un proyecto de ley de gastos para las operaciones extranjeras de EE.UU. después de añadir una ley que bloquea la entrega de los F-35 a menos que Turquía abandone sus planes de comprar los S-400.
Washington y sus aliados de la OTAN han expresado su preocupación durante meses por el acuerdo de Turquía de 2016 para comprar el S-400, advirtiendo que el sistema ruso no es compatible con el equipo militar de la OTAN y de Estados Unidos.
Los expertos temen que si Turquía utiliza los avanzados aviones de Estados Unidos junto con los sistemas S-400, Rusia podría tener acceso a tecnologías sensibles utilizadas en la aeronave.
Pero a pesar de toda la oposición, la ceremonia de entrega del primer avión turco se llevó a cabo la semana pasada en la planta de Lockheed Martin en Fort Worth, donde se fabrican la mayoría de los F-35.
No se espera que Turquía reciba al caza furtivo en su propio país hasta el año 2020, aunque los pilotos turcos comenzarán a entrenar en el nuevo avión en la Base Aérea Luke a primeros de julio. Los encargados del mantenimiento de los aviones turcos ya han comenzado su entrenamiento en la Base Aérea de Eglin.
Breaking Defense
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