La Nación - Trump firmó un acuerdo con Kim que a China le va a gustar. Hace años que Pekín apoya una estrategia que describe como "suspensión dual" o "congelamiento por congelamiento". La misma pide que Corea del Norte suspenda los ensayos nucleares a cambio de una suspensión de los ejercicios militares estadounidenses en el Sur.
"Como primer paso, China sugiere que Corea del Norte suspenda la actividad nuclear y que Estados Unidos y Corea del Sur suspendan también los ejercicios militares a gran escala", dijo en marzo de 2017 el entonces ministro de Relaciones Exteriores de China Wang Yi. Su deseo se cumplió.
Más allá de todas las palabras rimbombantes sobre estar haciendo historia, la noticia más destacada de Singapur es que Trump dijo que Estados Unidos suspenderá los "juegos de guerra", que describió como "muy provocadores". En cuanto a lo que eso significa para China, hay que considerar dos puntos:
Primero, vale la pena advertir que la promesa de Trump no parece venir acompañada de una concesión similar del lado norcoreano. En cambio, Corea del Norte simplemente reiteró un compromiso existente de desnuclearización sin especificar qué significa o qué implica. Esa parece ser una victoria para Kim y sus partidarios en Pekín. En segundo lugar, al parecer Trump adoptó parte del lenguaje de China, algo que dejará encantados a los diplomáticos de Pekín.
La presencia militar de Estados Unidos en Corea del Sur se remonta a varias décadas, y tanto Washington como Seúl han sostenido que esa presencia es indispensable como factor de disuasión. Corea del Norte y China ven la presencia de las tropas norteamericanas como un amenaza y una afrenta. En lo referido a los juegos de guerra de Estados Unidos y Corea del Sur, la palabra "provocación" suele ser empleada por Pyongyang o Pekín, no por Estados Unidos, y mucho menos por su presidente. Al sorprender a los surcoreanos con el empleo de la palabra "provocadora" para describir una posición de larga data entre Estados Unidos y Corea del Sur, es probable que Trump haya dañado sus vínculos con Seúl y que haya apuntalado su prestigio con Pekín.
En las próximas semanas China tendrá que encontrar una manera de regresar al centro de las negociaciones o correrá el riesgo de quedar excluida de la flamante amistad entre Trump y Kim. En el corto plazo, puede anotarse lo sucedido como una victoria.
"Los objetivos de China en la península coreana son mantener la estabilidad, alentar la desnuclearización de Corea del Norte y reducir la influencia estadounidense", dice Abraham Denmark, director del Centro Internacional Woodrow Wilson. "Hoy Pekín logró todo lo que quería".
Emily Rauhala, The Washigton Post -Traducción de Jaime Arrambide
"Como primer paso, China sugiere que Corea del Norte suspenda la actividad nuclear y que Estados Unidos y Corea del Sur suspendan también los ejercicios militares a gran escala", dijo en marzo de 2017 el entonces ministro de Relaciones Exteriores de China Wang Yi. Su deseo se cumplió.
Más allá de todas las palabras rimbombantes sobre estar haciendo historia, la noticia más destacada de Singapur es que Trump dijo que Estados Unidos suspenderá los "juegos de guerra", que describió como "muy provocadores". En cuanto a lo que eso significa para China, hay que considerar dos puntos:
Primero, vale la pena advertir que la promesa de Trump no parece venir acompañada de una concesión similar del lado norcoreano. En cambio, Corea del Norte simplemente reiteró un compromiso existente de desnuclearización sin especificar qué significa o qué implica. Esa parece ser una victoria para Kim y sus partidarios en Pekín. En segundo lugar, al parecer Trump adoptó parte del lenguaje de China, algo que dejará encantados a los diplomáticos de Pekín.
La presencia militar de Estados Unidos en Corea del Sur se remonta a varias décadas, y tanto Washington como Seúl han sostenido que esa presencia es indispensable como factor de disuasión. Corea del Norte y China ven la presencia de las tropas norteamericanas como un amenaza y una afrenta. En lo referido a los juegos de guerra de Estados Unidos y Corea del Sur, la palabra "provocación" suele ser empleada por Pyongyang o Pekín, no por Estados Unidos, y mucho menos por su presidente. Al sorprender a los surcoreanos con el empleo de la palabra "provocadora" para describir una posición de larga data entre Estados Unidos y Corea del Sur, es probable que Trump haya dañado sus vínculos con Seúl y que haya apuntalado su prestigio con Pekín.
En las próximas semanas China tendrá que encontrar una manera de regresar al centro de las negociaciones o correrá el riesgo de quedar excluida de la flamante amistad entre Trump y Kim. En el corto plazo, puede anotarse lo sucedido como una victoria.
"Los objetivos de China en la península coreana son mantener la estabilidad, alentar la desnuclearización de Corea del Norte y reducir la influencia estadounidense", dice Abraham Denmark, director del Centro Internacional Woodrow Wilson. "Hoy Pekín logró todo lo que quería".
Emily Rauhala, The Washigton Post -Traducción de Jaime Arrambide
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